Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

4 de març de 2008
1 comentari

En campanya electoral (IX)

Ací teniu algun article més:



Falsedades

MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ VARAS y tres firmas más de la Asociación para la Defensa del Hospital
Severo Ochoa

EL
PAÍS – Opinión – 03-03-2008

¡Vota!

ALMUDENA GRANDES

EL
PAÍS – Última – 03-03-2008

“Perdone, no le
entiendo”


Albert Pla Nualart / Filòleg (de l’AVUI)

Javier Marías

Nunca (EL PAÍS)

TORNA LA ‘NIÑA’ DE RAJOY en aquest enllaç:

http://www.directe.cat/puntdemira/la-nena-de-rajoy-6056

PD: La fotografia que il.lustra el post és d’IsaUra Navarro, candidat al Congrés per BLOC+INICIATIVA+VERDS.

Falsedades

MIGUEL ÁNGEL LÓPEZ VARAS y tres firmas más de la Asociación para la Defensa del Hospital
Severo Ochoa

EL PAÍS – Opinión –
03-03-2008

A la vista de las afirmaciones que
realiza la señora Esperanza Aguirre en la entrevista que publicó su diario el
pasado 26 de febrero de 2008 cuando fue preguntada por la interposición de la
denuncia por parte de la
Consejería de Sanidad contra los médicos del Servicio de
Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), en la que respondió
textualmente: “Le repito por tercera vez. Cuando acabó el informe de los
médicos de los casos ordenados por el fiscal, que eran 73, y a la vista de la
mala praxis, se remitieron al juez esas conclusiones de la comisión Lamela. No
como querella, sino para que tuviera el juez conocimiento”, queremos
manifestar lo siguiente.

Esta
versión de los hechos es falsa: cuando el fiscal recibió la denuncia anónima de
la Consejería
el día 11 de marzo de 2005, ordenó la investigación de 13 historias clínicas
que fueron las enviadas a la
Clínica Médico Forense para ser evaluadas. Ante la fundada
sospecha que tenía el señor Lamela de que la fiscalía iba a archivar, nombró
“a dedo” una Comisión de Expertos que examinó 163 historias clínicas
y que concluyó que en 73 casos la sedación fue realizada fuera de la lex
artis ad-hoc.

Si existía
una investigación abierta por parte de la fiscalía, y la Clínica Médico
Forense estaba examinando las historias que le habían encargado evaluar,
carecía de justificación que el señor Lamela hiciera una investigación paralela
de los hechos y encargara una prueba pericial médica ajena a la propia Clínica
Médico Forense. La malicia del señor Lamela consistió en fabricar una denuncia
que apoyó en el informe de los expertos, a sabiendas de que los hechos no eran
constitutivos de delito y con la deliberada finalidad de evitar el presumible
archivo que la fiscalía iba a decidir.

La versión
de los hechos que da la señora Esperanza Aguirre, además de no adecuarse a la
verdad, supone un engaño inadmisible que en ningún caso puede ocultar la
intencionalidad política de la
Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid de
abrir un proceso judicial contra unos médicos que ya desde el principio se
sabían inocentes y que fueron utilizados como medio para cuestionar, quizás
aniquilar, la sanidad pública.

¡Vota!

ALMUDENA GRANDES

EL
PAÍS – Última – 03-03-2008

Sí, ya sé que mola más el escepticismo. Sé que el
distanciamiento irónico es más acorde con mi edad, que la disciplina un pelín
cínica de la crítica ácida va mejor con mi profesión, y hasta que la languidez
del desencanto, tan femenina, me favorecería más en los planos cortos. Lo sé,
pero el domingo yo voy a ir a votar. Por encima de mi escepticismo, más allá de
mi evidente afición a la ironía, con mi conciencia crítica a cuestas y a
despecho de la fotogenia, voy a ir a votar. Con mis propias decepciones y con
mis ilusiones maltrechas, con mis principios más firmes y con mis hijos
mayores, voy a votar.

Votaré a favor de mucha gente que no
lo hará. Porque no tiene derecho a hacerlo o porque se le ha olvidado que lo
tiene. Votaré para que los niños de 12 años no sean tratados como delincuentes,
para que los inmigrantes que sostienen nuestra riqueza sin participar de ella no
sean tratados como delincuentes, para que los excluidos sociales y las mujeres
que abortan no sean tratados como delincuentes. Votaré en contra de mucha gente
que votará. Votaré contra los privatizadores de servicios públicos, contra la
humillación de los reclinatorios, contra las juntas de escolarización que
favorecen a los colegios concertados, contra los explotadores de inmigrantes.
Votaré, en definitiva, contra la gente de orden, ese orden detestable,
delincuente, que se afirma en la insolidaridad, en la indiferencia ante el
sufrimiento ajeno y en la perpetuación de los privilegios de unos pocos. Votaré
a la izquierda, con la izquierda, por la izquierda, pensando en mis
convicciones laicas, progresistas y republicanas, no en mis impuestos. Todavía
hay unas pocas cosas que no pueden comprarse con dinero.

Y bien, a pesar de todo, sé que mola
más el escepticismo. Pero yo miro a mi alrededor y, sinceramente, creo que no
me lo puedo permitir. ¿Tú sí?

“Perdone,
no le entiendo”

Albert Pla Nualart / Filòleg

A Barcelona els cambrers nouvinguts no s’esforcen gaire a entendre el català ni
a parlar-lo. Saben que en castellà, i només en castellà, tothom els entén. A
Barcelona molts catalans s’adrecen als cambrers immigrants en castellà. Volen
estar segurs que el cafè amb gel no serà cafè amb llet, i estalviar-se aquella
cara de perplexitat irritada precedint l’ineluctable “Perdone, no le
entiendo”.

ALS ANYS 60, EN PLENA DICTADURA, quan la dependenta d’uns famosos magatzems li
deia “Perdone, no le entiendo”, ma mare responia “Pues busque a
alguien que me entienda”. Cap llei no l’emparava. Era violent i desagradable.
Però ella i milers de ciutadans van fer que la superempresa acabés exigint al
personal un mínim de català. Avui els seus néts cedeixen la llengua al primer
mot castellà del dependent, i si té pinta d’estranger s’hi adrecen directament
en espanyol.

QUÈ HA PASSAT DES DELS 60 PERQUÈ, en plena democràcia, tants ciutadans preferim
cedir la llengua que afrontar el calvari de malentesos i desaires que comporta
viure sempre en català? Molts posen l’accent en la responsabilitat individual.
El president Pujol feia de renyar-nos un pilar de la seva política lingüística.
D’altres carreguen contra els immigrants en termes quasi xenòfobs. Però són
posicions que no ajuden a resoldre un conflicte més condicionat per factors
socials que personals.

ALS 60 ENCARA HI HAVIA GENT GRAN que no entenia el castellà o el parlava amb
dificultats. Qui pot donar avui aquesta argument sense fer riure? Aprendre
llengües és bo, però quan l’últim habitant d’un país aprèn la llengua forana
imposada, el vernacle ja té un peu a la tomba.

TOTHOM PARLA DE NORMALITZAR EL CATALÀ, però ningú diu que el castellà no ha
parat mai d’avançar a casa nostra. I sobretot s’amaga un fet clau: que cada pas
endavant fet pel castellà ha sigut un pas enrere del català, perquè en aquest
invent del bilingüisme social si una llengua avança l’altra només pot
retrocedir.

ÉS CERT QUE MAI TANTA GENT
HA POGUT parlar en català, que mai s’havia estudiat com ara. Però també ho és
que mai havia estat tan lluny de ser la llengua necessària i comuna dels
territoris on es parla. I és aquesta la distància que ens separa de la
normalitat. Perquè la llengua de tots avança inercialment pel principi tan
democràtic de no imposar res a ningú, mentre que la d’uns quants necessita per
avançar la mateixa coerció institucional que la va desbancar a ella com a
llengua comuna. I és aquest marc sociolingüístic i no les actituds personals el
que fa del carrer un camp contrari amb àrbitre casolà per als que juguen en
català.

ABANS QUE CATALANS I CASTELLANS som persones que busquem la calidesa dels
petits contactes. En un contacte anònim, el pur instint comunicatiu ens porta a
la llengua que no genera conflicte. És difícil mantenir la que potser no
s’entén. Per fer-ho cal una complicitat difícil de crear en la relació
superficial. El mateix pacte que hi ha rere una iniciativa tan brillant com les
parelles lingüístiques. Siguem clars: qui avui a Barcelona manté el català al
marge de tota consideració pot acabar sent maleducat. Com és maleducat qui
d’entrada es passa al castellà amb la dependenta mulata que potser ja el parla
o el vol aprendre. La convivència demana una subtilitat incompatible amb els
apriorismes dogmàtics.

UN PERUÀ QUE ARRIBA A HOLANDA fugint de la misèria aprèn primer holandès, però
si arriba a Euskadi té molt clar que el basc és un luxe que de moment no es pot
permetre. Mentre siguem políticament impotents per fer del català un producte
de primera necessitat, en la relació personal només ajudarà la seducció.
Pretendre fer dels ciutadans la carn de canó d’una batalla que els polítics no
gosen lliurar és hipòcrita i té efectes contraproduents. Atacar els immigrants
des dels privilegis perquè en una situació de misèria prioritzen el que més
necessiten és simplement cínic.

LA ZONA FANTASMA. 24 de febrero de 2008. Nunca

Esa
es sin duda una de las palabras que más usamos en vano, y a la vez una
de las más rotundas de nuestra lengua, y de cualquier otra también. En
un altísimo porcentaje la empleamos todos con falsedad, tanto cuando
aseguramos no haber dicho o hecho nunca tal o cual cosa como cuando
juramos que nunca las diremos o haremos. Los que colaboramos en prensa
somos muy propensos a ella, pero a menudo escribimos “casi nunca” para
no ser tildados de falaces o exagerados, lo mismo que recurrimos con
frecuencia a la fórmula “la mayoría” cuando lo que nos pide la mano es
poner “todo el mundo”. Ahora bien, tengo la impresión de que nuestra
falsedad es relativa, o inconsciente, cuando decimos “nunca”: al
afirmar que nunca hemos hecho algo, solemos estar convencidos, en el
momento, de que efectivamente es así, o en todo caso deseamos con
fervor que efectivamente fuera así; y al anunciar que nunca haremos
esto o lo otro, no son pocas las ocasiones en que, más que una
certidumbre, estamos expresando nuestra confianza en poder cumplir
nuestro propósito. “Nunca volveré con Marcelo, aunque me lo suplique de
rodillas”, exclama la mujer a la que Marcelo hizo daño o abandonó, y no
es nada raro que al cabo de un tiempo la veamos entregarse de nuevo a
Marcelo con renovados entusiasmo y fe. Y en ejemplos como este, es
posible adivinar que cuando esa mujer dice “nunca”, en realidad ya esté
anhelando que el caradura de Marcelo se le arrodille y le permita así
volver con él.

Luego están los casos de cinismo, muy abundantes
entre los políticos pero no sólo entre ellos. “Nunca hemos negociado ni
negociaremos con ETA”, brama el antiguo miembro de un Gobierno cuyo
jefe llamó a la organización terrorista “Movimiento Vasco de
Liberación” o algo similar, y reconoció sus contactos con ella. O
“Nosotros nunca hemos defendido otra cosa que los derechos del hombre”,
vociferan los obispos, servidores de un Estado extranjero, el Vaticano,
al que el Consejo de Europa no ha permitido suscribir la Declaración
relativa a ellos porque en su territorio no se respetan ni se tiene
intención de hacerlo, con su poco modernizada Inquisición (cambiado el
nombre, eso sí). O bien: “Nunca dijimos que hubiera armas de
destrucción masiva en Irak, sino que no se había demostrado que no las
hubiera”. Los ejemplos serían infinitos.

La palabra “nunca” es,
así pues, una de las más relativas y menos creíbles de cuantas se
pronuncian. Y sin embargo no cabe no tomársela un poco en serio, pues
también es la más absoluta y excluyente. Y aunque las personas sean
propensas a cambiar de opinión, a olvidar o negar lo que han dicho y
escrito (así esté grabado o publicado), a rectificar, a renegar de su
vehemencia anterior y a buscar justificaciones para sus
incumplimientos, lo cierto es que en el momento en el que alguien dice
“nunca”, suele estar lo bastante encendido o convencido como para temer
que ese “nunca”, si no definitivo, sí será duradero, y que en todo caso
denota una profundísima aversión hacia aquello que ese alguien cree que
nunca hará.

Por eso me extraña que haya pasado casi inadvertida
la respuesta a una de las preguntas de esas encuestas que en vísperas
de elecciones tanto proliferan. No es que yo crea mucho en ellas ni en
su utilidad (más bien poco), pero me dejó estupefacto que en una de las
que publicó este diario, a la pregunta “¿A qué partido no votaría usted
nunca?”, un 14%, si mal no recuerdo, contestara que al PSOE, y un 40%
que al PP. ¡Un 40%! ¡Cerca de la mitad de los encuestados, esto es,
supuestamente de los electores! No sé cuántas son las personas con
derecho a voto, pero si España tiene ahora unos 42 millones de
habitantes, pongamos que serán unos 35, si exceptuamos a los menores de
edad y a los inmigrantes sin ese derecho. De los que nada menos que 14
millones no es que no vayan a votar al PP el 9 de marzo, sino que
afirman que no lo votarían nunca, en ningún caso, bajo ningún
supuesto, en ninguna circunstancia, pasara lo que pasase. La verdad, yo
no entiendo que, tras semejante respuesta, los responsables de ese
partido sigan tan tranquilos, y aun ufanos, y no se hayan puesto manos
a la obra para paliar tan alarmante situación. Porque, aunque la
palabra “nunca”, como hemos visto, tenga en sí escaso valor, el dato
significa que a día de hoy hay hacia el PP un grado de aversión tan
anómalo que, si yo fuera Rajoy o Aznar –Dios lo prohíba per saecula saeculorum–,
estaría sumido en la depresión y la desesperación. No sé, lo veo tan
grave como si el 40% de quienes leen libros afirmara que nunca
compraría uno mío. ¿A qué se debe tanta repugnancia? Yo recuerdo
haberme dicho, después de los GAL, que nunca votaría al PSOE mientras
a su frente siguieran los individuos que, por connivencia o
incompetencia, habían propiciado semejante atrocidad, poniéndonos a
todos al nivel de Batasuna. Creo que la actual y extendidísima aversión
al PP puede tener que ver con algo similar, más allá de
incompatibilidades ideológicas. Tan asquerosa como el GAL fue para
mucha gente la Guerra de Irak. Y aunque la mayoría sea desmemoriada, en
el actual PP sigue viendo a los políticos de esa Guerra: a Rajoy, a
Zaplana, a Acebes, a Ana Pastor, a Esperanza Aguirre … Y en la penumbra
a su principal propulsor, Aznar. Acaso sea eso lo que hace que el 40%
–nada menos– los mire, se estremezca y responda: “Nunca. Nunca jamás”.

JAVIER MARÍAS

El País Semanal, 24 de febrero de 2008




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  1. Hola senyor filòleg, només un prou que no n’has fet esment. Al Pallars Sobirà prou s’utilitza per exemple:
    – Es pot visitar el museu?
    – Prou
    Per tant seria equivalent a i tant

    també:

    -prou que en té d’herba!

    i prou que s’utilitza!

    il·lustrim, què seria advervi de…

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