¿Crisis de la educación?
José Saturnino Martínez
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EL
PAÍS – 14-01-2008
Una prueba del atraso cultural de este país es, paradójicamente,
la escasa calidad del debate educativo. Todo se reduce a echarle las culpas a la LOGSE, y a los
psicopedagogos. Muñoz Molina ha sido un buen ejemplo de este proceder,
indignándose sobre el estado de la lectura, el mismo día que en EL PAÍS se
publicaba un artículo en el que se recoge que los españoles leen hoy más que
nunca, y que el grupo que más lee es, precisamente, el de los más jóvenes
(15/12/07).
Es más importante gritar indignado,
ilustrado por anécdotas y amigos (o primos), que pensar con tranquilidad y
documentadamente. Si tanto ha degenerado nuestro sistema educativo, ¿cuándo
estuvo mejor? Quizá quien esto escribe (cursé la primaria en los setenta)
pertenezca a una de esas generaciones que tuvo el privilegio de ser educada en
un sistema ¿mejor? Cuando estaba en la primera etapa de EGB, el promedio de
niños por profesor era de 33, actualmente es de 11. El gasto público en
educación era del 3% del PIB, hoy ronda el 4,5%, pero, además, el PIB español
actual es mucho mayor que el de aquella época, por lo que el gasto total,
descontada la inflación, se ha multiplicado por siete. La tasa de matriculación
entre los 6 y los 14 años era del 80%, mientras que hoy la matriculación entre
los 6 y los 16 años es del 100%. Había 140.000 becarios, hoy 600.000, y, en
euros constantes, la beca media se ha duplicado, incluso quintuplicado, en el
caso de las universitarias. En España había 2,5 millones de analfabetos, y
medio millón de universitarios. Hoy hay medio millón de analfabetos y cinco
millones de universitarios. La probabilidad de la hija de un campesino de
estudiar bachillerato era del 15%, hoy es del 58%. La actual tasa de fracaso
escolar es preocupante, próxima al 30%, pero entonces era del 35%, y la
escolarización obligatoria duraba 8 años, y no 10, como en la actualidad.
Visto mi escaso éxito cuando he
tenido la oportunidad de expresarme con argumentos abstractos y datos,
procederé con el estilo español de debate intelectual: anécdotas e indignación.
Estudié en un centro público, en el que se practicaban los
"itinerarios", tan del gusto de la derecha. Eso quería decir que, a
los 140 niños de 11 años, agrupados en cuatro sextos, nos ordenaban por los
criterios que los profesores consideraban asociados a la
"inteligencia", pero que vista la evolución de todos nosotros, tenían
más que ver con la obediencia. Tuve la suerte de ser seleccionado para sexto A;
mis compañeros que fueron asignados al sexto D perdieron, en el mejor de los
casos, tres años de su vida, con el consiguiente despilfarro de dinero público.
En el peor, perdieron la vida con la droga o en cárceles. El estigma que
suponía entrar en sexto D era empleado como amenaza, para disciplinarnos.
Además, había unos veinte niños no escolarizados, como los gitanos. Por lo
tanto, de unos 160 niños de mi edad llegamos a BUP 14. Cuando escucho lo bueno
que era antes el sistema educativo estoy viendo a alguno de esos 14 olvidándose
de los otros 146.
Espero que esta historia dé cuenta de
la profunda indignación personal que me produce cada vez que escucho a quienes
fueron niños de buenas familias o pobres, pero estudiantes brillantes,
despotricar de un sistema educativo que obliga a que los 160 niños tengan
actualmente garantizado su derecho a una escolarización de calidad hasta los 16
años. Sí, de calidad, pues según el informe PISA, están a la altura de Estados
Unidos, Dinamarca, Italia o Francia (en ciencias). Me hierve la sangre cada vez
que oigo que antes estaba mejor la educación, cuando lo único que pasaba es que
amplias capas de la población no tenían derecho real a la educación. Como no
estaban en las aulas, no eran un problema.
Entiendo el malestar del profesorado
de secundaria, pues esta nueva situación ha modificado su trabajo. Si Oscar, a
los 7 años ya era un gamberro incontrolable y a los 12 esnifaba pegamento, no
quiero ni pensar cómo sería a los 15 en un aula (en la calle era un raterillo).
Pero la solución no es volver a echar a 146 adolescentes a la calle. El trabajo
de los profesores es prestar una atención personalizada a los 160. Y la labor
de las administraciones educativas es hacer que este trabajo sea posible, y no
una declaración de buenas intenciones, y leyes a coste cero, o volver a los
"itinerarios". Eso supone contar con profesores de apoyo, psicólogos,
trabajadores y educadores sociales, policía local… Más presupuesto y más
coordinación entre diferentes profesionales y administraciones.
La curiosidad por explicar la
trayectoria de esos 14 niños fue uno de los motivos para que me especializase
en sociología de la educación. Las conclusiones, provisionales, a las que he
ido llegando son las siguientes. Los problemas escolares se explican por
diversos factores, pero, con diferencia, los más importantes suceden fuera del
aula. Por ello, los psicopedagogos ni son culpables ni aportan soluciones
milagrosas. Según el informe PISA, el 50% del rendimiento educativo de los
jóvenes se explica por la posición social de su familia, un 18% por la
composición socioeconómica de las familias de los estudiantes del centro
educativo, y un 6% por características didácticas y organizativas de los
propios centros escolares. El otro 26% queda sin explicación, y supongo que ahí
es donde entramos esos 14 niños. Es decir, cuando debatimos sobre cómo mejorar
la educación desde dentro de las escuelas, estamos discutiendo sobre el 6% del
problema. Se habla mucho de escuela pública y privada, pero las diferencias de
rendimiento entre estos centros se deben al origen socioeconómico de los
estudiantes. El fracaso escolar entre los hijos de universitarios es del 2%,
mientras que entre los hijos de quienes no tienen estudios es del 40%. Pensar
que con mejor didáctica conseguiremos que ese 40% baje al 2% me parece bien
intencionado, pero poco realista.
La fuerte inercia de una generación
sobre la siguiente explica que los avances educativos no sean tan rápidos como
nos gustaría. Últimamente hay quienes quitan importancia a esta inercia y no
quieren ver que España es de los países de la OCDE donde la mejora educativa ha sido mayor.
España lo hace razonablemente bien dado el nivel educativo de la generación de
los adultos. Es más, en España hay regiones que lo hacen tan bien como los
mejores países del mundo, como La
Rioja o Castilla y León. Son regiones en las que
históricamente las tasas de analfabetos eran mucho más bajas que en el resto de
España. Y en las que hay psicopedagogos y se aplica la LOGSE…
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