LEONARDO FERNÁNDEZ – Madrid
EL PAÍS – Opinión – 25-07-2010
Soy profesor titular de Universidad. Con los recortes salariales a empleados públicos, cobro entre un 7% y un 8% menos desde junio (he preferido no hacer la cuenta exacta por salud mental). Mi paga extra de Navidad se verá reducida casi a la mitad. Y aún me quedan 10 años de hipoteca, con un Euríbor tímidamente remontando. A partir del 2 de septiembre, mis obligaciones docentes se incrementarán con los planes de estudios de Bolonia: mayor atención al alumno, evaluación continuada. Y, a la par, mi labor será evaluada con aun mayor rigor por el control de la calidad docente que estos cambios llevan aparejada.
Por si eso no bastara, la imagen que tiene la sociedad de mi trabajo es bastante negativa. Estoy harto de que me digan en junio si ya estoy de vacaciones o que vivo muy bien sin dar clase de junio a octubre. Sin embargo, no me deprimo. Ni voy al médico de cabecera a que me firme una baja. Será que no tengo la piel tan fina ni la conciencia social de un controlador aéreo.
GONZALO OTAZO – Laracha, A Coruña
EL PAÍS – Opinión – 25-07-2010
Causa extrañeza a propios y extraños la escasa repercusión de los casos de corrupción en España a la hora de emitir el voto. Leyendo lo publicado recientemente en El acento de su periódico todo encaja: somos un país de defraudadores (23% del PIB) y parece que al ser un grupo poderoso y numeroso los partidos políticos con opción de poder se ponen de lado y anuncian periódicamente medidas más retóricas que otra cosa, como los inspectores de Hacienda bien saben y denuncian.
Así pues, es de exigir al presidente del Gobierno que “le cueste lo que le cueste” haga lo posible por acabar con esta situación para mejorar la economía nacional y por respeto a los pensionistas, funcionarios, asalariados diversos y a todas las gentes honradas del país que contribuyen con su esfuerzo al bien común.
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