I també trobe que cada vegada som més els que ens estem plantejant de no exercir més el dret a vot. Per què? Perquè, una vegada tenen el vot, se n’obliden fins que passen quatre anys. I si no, llegiu la carta al director que escrivia ahir Aurelio López González, de Barcelona. I és que, a pesar que la democràcia és un bon sistema polític, cada dia augmenta la llista de greuges comparatius amb els ciutadans normals i corrents.
Ahir també a l’edició valenciana d’EL PAÍS trobàvem un article de Neus Caballer, PARA QUÉ ESTUDIAR. Los jóvenes desmotivados abandonan los estudios para “trabajar y ganar más”. Ací el teniu.
I també us deixe l’article de Paco Mariscal, Sombras otoñales (EL PAÍS)
Crisis y economía de mercado
EL PAÍS
–
Opinión – 22-09-2008
Leo en los medios que muchas grandes empresas constructoras,
financieras, de seguros, etcétera, piden ayuda a los Gobiernos para
hacer frente a la crisis que les afecta.
Aunque soy un simple jubilado sin conocimientos especiales de economía,
me parece que hay aspectos de esta cuestión que atentan contra el
sentido común. Resulta que como estamos en una economía de mercado,
cuando las cosas les van bien a las grandes empresas y consiguen
sustanciosos beneficios, de ello sólo se benefician los propietarios o
los accionistas de las mismas. Pero si las cosas les van muy mal,
porque hay crisis como sucede actualmente, entonces hay que recurrir al
Estado para socializar las pérdidas, puesto que se recurre al dinero
que todos hemos aportado con los impuestos. Y, por supuesto, el Estado
sólo acude en su ayuda si se trata de grandes empresas, pero no si se
trata de pequeños empresarios, agricultores o trabajadores autónomos,
aunque sean miles los afectados por la crisis. Y pregunto yo, ¿por qué
no socializan también las ganancias en épocas de vacas gordas.
Yo me bajo
Llega septiembre y la oscuridad precipita la noche acortando el día.
Aquí, los cambios meteorológicos están relacionados con la posición
respecto al Sol de esta bola chata y globalizada donde nacimos. Nos lo
explicaban los viejos, y mal pagados, maestros entonces llamados
nacionales sin demasiados libros de texto y con mucha imaginación:
acercábamos y distanciábamos la yema del dedo índice del lado y de la
parte superior de la llama de un fósforo, y aquellos pelados con
alpargatas, hasta el más durillo de mollera, acababa comprendiendo que
en verano, aunque más lejos del Sol, hacía más calor y los días eran
más largos porque los rayos del astro rey nos caían perpendiculares.
A la vera del Mediterráneo, los colores otoñales no son tan
perceptibles como en el interior: el clima marítimo favorece el verde
plata permanente de olivos y carrascas, y el oscuro de los naranjos.
Las sombras sí se perciben puntuales estos días como la vuelta a la
escuela o la reanudación de la actividad pública. Otras sombras y
oscuridades nada climáticas del País Valenciano siguen ahí; no se
deciden abandonarnos en ninguna de las cuatro estaciones.
Una de ella es la sombra que se prolonga desde hace varias décadas
sobre el sistema educativo: la decadencia de lo público y el auge de lo
privado; reformas y contrarreformas llenas de improvisaciones y bellas
palabras que halagan los oídos y que se ven desmentidas por la
realidad; copia de modelos escolares foráneos que tampoco funcionaron
bien en los países donde aparecieron o se implantaron -echen una mirada
al sistema o sistemas educativos públicos y privados de los Estados
Unidos o de Escocia; compárese la teoría y la realidad de la llamada comprehensive school y su relación con la Logse, o la polémica esporádica que se suscita en Alemania cada vez que alguien habla de implantar una Gesamtschule
que es lo más parecido a lo que tenemos aquí-. Pero ahí está la sombra
y cada septiembre decae un poco la escuela pública y aumenta un poco la
matrícula de escolares en la privada. No todo es achacable a los
barracones o aulas prefabricadas; o a la implantación sin consenso y
sin demasiado tino de nuevas asignaturas -que jamás serán como las
matemáticas porque no puede serlo- como la Educación para la
Ciudadanía; o el menos tino y el menos consenso por estos pagos
valencianos que hay para impartirla en inglés o en urdu. Parece como si
hados fatídicos se cebaran en la cuestión escolar, aunque si se
reflexiona todo tiene una explicación o una autocrítica posible entre
los reformadores y contra reformadores, progresistas o conservadores.
Pero ahí sigue la sombra un poco más perceptible cada septiembre cuando
apunta el otoño para desazón de maestros y desorientación de escolares.
Y hay sombras silenciosas este otoño que pasan como inadvertidas como
la que representa la pacífica lucha por el liderazgo en el principal
partido de la oposición valenciano -tan falto de un auténtico liderazgo
y de ideas claras para alcanzar el gobierno autonómico y que no se
eternice en el mismo la derecha-. Y las hay desagradables como la
arrogancia política y diaria del provincial presidente de la no menos
provincial Diputación del norte valenciano: el tabernario insulto al
alcalde de Benicàssim es el enésimo episodio. Entre tanta sombra
perenne y molesta, cabe sólo quedarse con la otoñal, la que prolonga la
cima del cerro y se contempla mientras buscamos setas.
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