Els Papers de Santa Maria de Nassiu
EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)
CONCERT I CELEBRACIÓ
J. V. ALEIXANDRE BARAJA NO SE ACHANTA ANTE RITA ¿LEVANTE=EMV?
Valencia, liderados por sus capitanes, se mantuvieron ayer firmes en su actitud
y no se dejaron avasallar por quienes pretendían darse un baño de multitudes a
costa de la imagen de los campeones. Ni la alcaldesa Rita Barberá, siempre
dispuesta a manipular cualquier situación a favor de sus intereses, aunque sea
de manera burda, ni aquellos dirigentes del club que, ávidos de figurar y salir
en una foto triunfal que no se merecen, lograron doblegar la voluntad de Rubén
Baraja y Carlos Marchena, quienes, por si quedaba alguna duda al respecto,
quedaron legitimados como jefes del vestuario. Seguramente, algún futbolista
tuvo la tentación de romper con lo convenido, y asomarse a la balconada fallera
del ayuntamiento, pero se atuvo a las órdenes de los capitanes. El acuerdo de la
plantilla era no salirse del marco puramente institucional y restringir los
actos de ayer al estricto protocolo. Así se hizo. El comportamiento de la
plantilla, en este aspecto, es irreprochable.
Al contrario: la gran mayoría
de la afición se hubiera sentido engañada si ayer se improvisa una fiesta
minoritaria que no estaba programada y para la que no había sido convocada. Si
hay algo que conmemorar en estas especiales circunstancias que ha vivido este
año el club, toca hacerlo en la intimidad -es un decir- de Mestalla, lejos de la
algarabía. La calle es para quien se la gana y, este año, el equipo no se la ha
trabajado.
Otra cosa es que, en familia, de puertas a dentro y en su casa de
Mestalla, jugadores y afición alcancen hoy un punto de sintonía. O liman sus
desencuentros, o se echen en cara todos los reproches que, por el bien de la
entidad, se han venido guardando a lo largo del curso. Que Mestalla y lo
jugadores, decidan libremente esta tarde lo que les nace hacer. Pero ya basta de
que el VCF se deje manejar impunemente. Que la plantilla se negase ayer a
hacerle el caldo gordo a la alcaldesa, es un signo de madurez. Y, si el máximo
dirigente del club (?), se sintió desairado por la entereza de los jugadores,
que obre en consecuencia. Ha quedado desautorizado y ha perdido la poca
autoridad -moral- que pudiera quedarle. A casa.
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