Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

10 de novembre de 2008
1 comentari

ALBORAIA I EL SEU TRENET

Fa uns dies, concretament l’11 d’octubre, podíem llegir al Levante-EMV un article “interessantíssim” de Joan Lluís Llop intitulat “Alboraia pierde la “estacioneta” del trenet”. En veure’l em cridà l’atenció perquè Alboraia és un poble estimat per diverses raons. La primera ha estat que hi he tingut vivint, des de la postguerra, una germana de mon pare i el seu marit (Trinitat i Joaquim). Trinitat era de Benicolet i Joaquim d’Albuixech. Es casaren en quedar-se viudos tots dos. Ma tia a causa de la mort durant la guerra del seu primer marit. El meu ocle a causa de malaltia de la seua primera muller. És lògic que el poble, almenys com a residència dels meus oncles, l’haja visitat en moltíssimes ocasions. I sempre hi arribàvem amb els FEVE -ferrocarrils de via estreta- des de l’estació de Fusta de València. En aquells anys no era com avui: hi ha joves que mai han fet servir el tren i/o l’autobús -sempre els acompanyen els pares amb l’automòbil-. 


Una segona raó de la meua estima per aquest poble és que allí vaig residir durant algun temps dels meus estudis de filologia a la Universitat de València-Estudi General. La meua tia s’havia quedat viuda. I cada dia agafava el trenet per tal de desplaçar-me a la facultat. L’agafava cap a les 7h20 perquè les meues classes començaven a les 8h00 quasi sempre. I de tornada igual. No tinc hores passades en aqueixos trenets. El trajecte era curt perquè sols feia una parada abans d’Alboraia: la de Sant Miquel dels Reis. 

I el tercer motiu pel qual m’ha estat de certa afecció aquest poble és, perquè ja llicenciat i donant classes a Catalunya, destinaren de capellà a En Josep Canet Canet, sacerdot natural de Llutxent i avui, si no vaig errat, pàrroc de la parròquia de la Mare de Déu del Carme de la ciutat de València. Aquest capellà era d’orde religiós dels Passionistes, amb destinació a Salamanca. I demanà la incardinació a l’Arquebisbat de València i abandonar l’orde. Així tingué el seu primer destí a Alboraia, després passà per Sueca i la parròquia del barri del Carmen en l’actualitat. Aquest capellà el vaig conéixer un dels meus estius al poble. Vingué a celebrar alguna missa a Benicolet. i açò és tot pel que fa a la relació amb Alboraia, l’estacioneta i el trenet. A continuació teniu l’article a què he fet referència al principi.


 

COORDINA: LAURA BALLESTER (levante.local7@epi.es)
Territorio y medio ambiente
Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ? Sábado, 11 de octubre de 2008 53


Alboraia pierde la «estacioneta» del «trenet»

JOAN LLUÍS
Llop

 

El ajetreo diario pesa sobre las
infraestructuras. Se reclama
un urbanismo libre de obstáculos,
y sin embargo se exige al
transporte público más eficacia.
Un complicado dilema sorteado
por ejemplo a su paso por Alboraia,
al tener que enterrar la línea
3 de Ferrocarrils de la Generalitat
Valenciana FGV, cuyas obras
están en curso.
Arrancan éstas en la avenida
Hermanos Machado, y concluyen
en el barranco del Carraixet.
Se consigue así una ocultación total
de las vías por las calles de la
población, aunque la complejidad
del tajo conducirá a cambios estéticos
notables. Uno de ellos ha
motivado ya el derribo del viejo
edificio de la estación alborayense
el pasado 14 de julio. Sobre su
solar de tres vías discurre ahora
una única y provisional, colocada
junto a las viviendas, para compaginar
trabajos con el servicio
del metro. El montaje incluye una
efímera estación de igual nombre
y andén central, junto al cementerio
de la ciudad de la horchata.
Y como se esperaba, como toda
desaparición del paisaje urbano,
su recuerdo ha removido la memoria
de cuantos la conocieron.
Con una edad de 115 años, los
mismos que nos separan de la inauguración
de este ferrocarril antaño
denominado económico y
con máquinas de vapor, el caserón
ha vivido todos los avatares
imaginables. Sus 117 metros cuadrados
bastaron para el paso de
varias generaciones de viajeros.
A tan sólo 7,6 metros de altitud sobre
el nivel del mar (la menor de
toda la línea), y a escasos 4 km
desde la estación central de Valencia,
la del Pont de Fusta, fue
primera parada de la línea de Rafelbuñol
durante unos sesenta
años. Luego se intercalaría el apeadero
de San Lorenzo y alguna
más. Contó con merecido renombre,
porque el paraje era conocido,
aparte de la fama por el
tubérculo que produce el blanco
refresco, por los embutidos de
Manuel Tetuá y la cestería o el trabajo
de ebanistería
y construcción de
carros, según decía
el alcalde José Miró
en 1929. Aunque
era muy común el
aporte de clase trabajadora
a la gran
ciudad que por aquí
transitaba, no en
vano continúa siendo
la línea con mayor
afluencia de
todo el ferrocarril
autonómico.
Algo especial
tendría el lugar, con
torreta circular del
paso a nivel incluida,
porque su andén
original de 80 metros
de extensión,
bordeado de sillar, y
sus 8 plátanos que le
daban sombra como al resto de
nuestras estacionetes (una excepcionalidad
muy valenciana),
se acompañaba de una cubierta o
marquesina colgada de la fachada
del edificio, con luminarias empotradas.
Un refinamiento a la europea
compartido únicamente
con la estación de Torrent, dónde
si bien forrada, sobrevive. Clara
muestra de patrimonio industrial
del siglo XIX.
Por otra parte, como anécdota
el precio de acercar huerta a la
ciudad permaneció invariable en
taquilla durante decenios, situando
el billete de cartoncillo entre
20 y 35 céntimos según asiento de
la clase del coche elegida, llegando
a 1’5 pesetas hacia 1966 y encima
de papel. El desplazamiento,
con trenes ya eléctricos desde
aproximadamente el año 1918,
abarcaba desde poco más de las
4 de la madrugada hasta cerca de
las 22 horas de la noche en los
0’70, sin diferencia alguna para
días festivos. Y como no, su existencia
estuvo
marcada por la
competencia del
camino carretero
hasta la capital,
que aunque
hoy parezca distancia
irrisoria,
se proyectó en
1885 no mejorándose
con adoquinado
hasta 30
años después.
Otro aspecto señalado fueron
los trenes que por aquí pasaron,
demostración del progreso
de la técnica. Desde los de
color verde, bujías para nuestros
padres, de portezuelas
siempre abiertas; hasta el primer
convoy azul, tono por cierto
copiado después en FEVE de
toda España, el popular y accesible
tren belga cuyo estreno
fue el 19 de noviembre de 1972.
Así como su reformado aspecto
trece años después pero sin
abandonar el característico sello
de tranvía de Bruselas. Luego
vendrían los Macosa procedentes
de líneas como Villanueva
de Castellón o Paterna, y
la unidad alcoyana en 1989, época
de frenesí innovador pero tratándose
siempre de material
reutilizado. Hasta llegar a los
trenes nuevos y de blanco, producidos
por Gec-Alsthom
Transporte, con una clara especialidad
de andén alto para ferrocarril
metropolitano y compuestos
por cuatro coches, que
datan del año 1994 y que comparten
escenario con otros más
recientes de la misma casa, hoy
llamada Vossloh.
Estación de pueblo
Con el triste fín de la estancia
afluyen agolpados recuerdos multitudinarios
como los de 1991, que
iniciaron la petición para que desapareciera
el tren superficial, vergüenza
ajena para la humilde estación
de pueblo. De mampostería
formada por crujía simple, que
sólo contaba con pilastra central
que soportaba su armadura de vigas
de mobila y cubierta de tejado
moruno a cuatro aguas. Despacho
de comunicaciones telefónicas
para la explotación
interna, y conservando el
viejo telégrafo como se
desprende de los testimonios
hallados, y cuyo acceso
era público en ciertos
casos de extrema gravedad,
tal como estaba prescrito.
El libro Registro de
Comunicaciones Expedidas
de la entonces compañía
ferroviaria CTFV rotulado
en pluma redondilla, contiene
entre otras desde el
año 1933 hasta la posguerra,
copia literal de telegramas,
cruzados básicamente
entre el alcalde de
Alboraia y el Gobernador
Civil. Generalmente en las
personas de Santiago Bayarri
y Alberto Aguilera
respectivamente. En ellos
se prohiben rezos o manifestaciones
externas en los enterramientos
católicos de obligada solicitud
de celebración, se permiten o no
las conferencias de asociaciones
políticas, de Juventudes Libertarias
u otras, se convocan festivales
infantiles de la Derecha Regional
Agraria, se disculpa la no presentación
de obreros al reclutamiento
de abril de 1938, etc. Pero uno
del 10 de diciembre de 1943 retiene
toda atención: clama para que
se repinten las pérdidas de cal de
la pared exterior debido a humedades,
que descubren los letreros
de la época de la revolución. Y añade
«antes que las autoridades llamen
la atención».
Ante esto habría que preguntarse
si se han hecho las catas
pertinentes en los lienzos externos
de la citada estación, ante
su precipitado derribo. Así
como un examen epigráfico de
las vigas y cielos rasos dónde
han aparecido ya antes escritos
en otros inmuebles coetáneos.
¿Y por qué no reconstruir con
recuperados o similares materiales
dicha estación y torreta
del paso, integrados en futura
avenida? ¿O nos avergüenza todavía
nuestro pasado, del que
quedan bastantes flecos por
concretar y es fundamento del
bienestar actual?

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  1. La parada que hacia el trenet antes de llegar a la estación de Alboraya se llamaba Apeadero de San Lorenzo, es el único fallo que le he visto por lo demás me gusta mucho todo lo que ha escrito, y por cierto que algunas cosas y personas también las conozco.
    Saludos.

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