Els Papers de Santa Maria de Nassiu

Pacto sí. Pacto no. A saber lo que hará la izquierda de cara a las elecciones del año que viene. Alguna vez dije que me gustaría que ese pacto se hiciera desde la ilusión en un profundo cambio político para nuestro país. Hablé de ilusión, de que la gente que no estamos en ningún partido -y por supuesto quienes sí lo están- sintiéramos por dentro y por fuera esa sensación irrepetible de que estamos a la puerta de una nueva y gran historia. Hoy lo sigo pensando. Y lo escribo aquí este domingo. No voy a entrar en los argumentos de unos y otros. No comparto la actitud de los socialistas: como si la cosa del pacto no fuera con ellos. Pues sí que va con ellos. Y tanto que va. Y lo saben. Y tanto que lo saben. Respecto a los demás, hay cosas que no acabo de entender. Todos dicen que pactar sólo un cambio de gobierno no es importante, que echar al PP no puede ser un objetivo único, que tiene que haber más carne que llene el articulado del pacto. Y aquí sí que me interesa una reflexión. Breve, porque el papel no da para mucho. Pero ahí va. Sacar al PP del gobierno seguramente no es todo, claro que no. Pero es necesario. Y es necesario, entre otras muchas razones, por una que a lo mejor a los posibles pactistas les parece una tontería. Para mí no lo es. Hablo del sufrimiento. Hablo de que a mucha gente la gallardía insultante, la vocación censora, esa voluntad inquebrantable de romper la democracia para salvar sus intereses, el suplicio a que someten los servicios públicos para entregarlos sin miramientos a las manos privadas, el despilfarro intolerable del dinero de los contribuyentes, la corrupción sin límites? Hablo de que todo eso está amargando la vida a muchísima gente. Estamos llegando a unos niveles de desvergüenza, de falta de ética, de ruindad en el ejercicio de gobierno que hace falta que otros vengan y cambien en profundidad esas maneras infames de ejercer la política. Hace falta que la democracia regrese con toda su grandeza, que las personas no seamos una mierda sólo por no pensar como piensa el Partido Popular. Hace falta que la dignidad de la izquierda política sea de una puñetera vez también nuestra dignidad de ciudadanos y ciudadanas de izquierdas. Hace falta que de nuevo volvamos a creer en la política democrática para que el País Valenciano no sea, como está siendo, el último reducto autoritario, demagógico y cínico que queda en todo el felizmente cambiante mapa del Estado. Por eso les digo a los del pacto que piensen eso: estamos cansados de sufrir, de que aquí la vida se parezca cada vez más a un abismo donde se despeñan con saña las voces de la disidencia. Por eso no sé si es bastante con echar al PP del gobierno de la Generalitat Valenciana. Pero sé que es necesario para recuperar la salud, para recuperar la democracia, para acabar de una vez por todas con una manera de gobernar que confunde aposta los intereses públicos con los intereses de quienes son afines al partido de Francisco Camps y Eduardo Zaplana. Iba a escribir a los partidos de Camps y de Zaplana, pero no: a la hora de la verdad son lo mismo, absolutamente lo mismo y defienden los mismos espurios intereses. No sé si la izquierda pactará, finalmente. Ojalá que sí. Los puestos en las listas electorales que correspondan a cada una de las formaciones no me importan. Ellos sabrán. Pero que no sea ése el obstáculo que impida una solución, esa solución que aliviaría tanto sufrimiento, tanta noche sin dormir porque no se puede conciliar un sueño lleno de mentiras, tanta tristeza como la que mucha gente está padeciendo porque hay unos tipos y un partido que gobiernan sólo para los suyos. Sólo para los suyos. Sólo.