Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

13 de juny de 2012
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“Abajo los tiranos”, per Julio Bustamente (levante-emv)

Un article que cal llegir:

 

Julio Bustamante

Una vez, hace ya mucho tiempo, en mi primer disco-libro, publiqué un relato acerca de la solidaridad entre animales. Hablaba allí de un caso insólito que había tenido la gran suerte de presenciar en las inmediaciones de una casa de campo. En medio de la calma de la tarde veraniega, de pronto se formó una tremenda algarabía de gritos y ladridos. Salí hasta la puerta de la casa y desde allí pude contemplar con asombro la lucha titánica que un pobre perro vagabundo sostenía contra los laceros de la perrera municipal. Pero mayor habría de ser aún mi sorpresa al ver acudir en tropel toda una manada de canes que no dudaron ni por un segundo en asediar, hasta disuadir y poner en fuga, a quienes se disponían a secuestrar por las malas a uno de su especie. Cabe añadir, para abundar en mi extrañeza de entonces, que todos aquellos animales solitarios, que conocía de verlos a menudo por los alrededores, no sólo no tenían entre sí relación de grupo sino que más bien, en su independencia, solían enfrentarse por causas naturales propias de la vida salvaje. Sin embargo algo desde lo profundo de su instinto les hizo pasar por encima de sus diferencias cotidianas y enfrentar todos a una un peligro que les era común. 
Vuelvo a revivir aquella edificante escena porque sin duda tiene mucho que ver con la vida en sociedad que los humanos compartimos. En estos últimos años, tan revueltos por escándalos financieros, institucionales y de todo tipo, la política ha ido perdiendo cada día más credibilidad, en proporción directa al deterioro de los valores democráticos. De todo ello, por fortuna, ha habido un amplio y constante eco en la prensa y redes sociales; aunque todo indica que por más información que se airee, a pesar de lo mordaz y contundente de los comentarios, la solución a los problemas que padece la población española no llega por ninguna parte, ni por arriba ni por abajo. Da la impresión de que nuestros parlamentarios, en connivencia con los demás poderes fácticos —es decir, la banca, la justicia y la iglesia— tienen un plan de largo alcance para acabar de sumir en la miseria, hasta su exterminio, a buena parte de la sociedad.
No es de extrañar que se empiece a hablar de una invasión económica por parte del norte de Europa en vías a la colonización y la consiguiente suplantación de la población autóctona por otra de mayor poder adquisitivo. Así las cosas, dos siglos después, volvemos a un escenario similar al de la Guerra de la Independencia. Ahora el plan consiste en empobrecer a todo un país y mantenerlo atado de pies y manos en un campo de concentración que, esta vez, es el territorio que antes era el suyo propio. Curioso plan, sí señor; pero mediante esta escaramuza el invasor ya ha traspasado nuestras fronteras, y lo ha hecho con el beneplácito de todos esos a los que ingenuamente hemos votado engañados por su falsa palabrería. 
Sin embargo, ante la magnitud de semejante traición seguimos esgrimiendo pancartas y poco más. Es hora de hacer valer nuestros derechos, detener el rumbo de los acontecimientos y poner en fuga a los laceros, a los tiranos vendidos al invasor. Sigamos el ejemplo de nuestros hermanos animales: juntos lo conseguiremos. Ejerzamos nuestros derechos, ahora que aun estamos a tiempo; exijamos el plebiscito general, presionemos con acciones legales, desenmascaremos al invasor disfrazado de cordero europeísta y rescatemos nuestra pisoteada dignidad, como personas y como pueblo. Viva la República.


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