És bo que sapiem algunes coses unes
hores abans de l?inici de la campanya electoral. No us demanaré el vot encara.
Tindrem dies i hores per fer-ho.
1.
El vostre president Camps (de Golf) ha anunciat
rebaixes fiscals de 300 milions d?euros, cosa que li pot donar algun vot. Però és
bo que sapiem que el Banc d?Espanya ha dit que el seu govern sols durant l?any
passat féu créixer el deute en 576 milions, és a dir, tenim un deute de 10.759
milions d?euros. Per tant aquest fet
ens situa a les valencianes i als valencians com els més endeutats de l?estat
en termes de PIB. Sé que és difícil que el País Valencia prenga
consciència del que això significa. Ho sé. Però, si no d?aquest fet, almenys
pagaria la pena que recordàrem que uns 500.000 valencians són els que viuen en
la pobresa. Ho ha deixat escrit un estudi de la nostra Generalitat. Així que
poca broma.
2.
Una altra dada que és bo saber és que él País
Valencià té menys població però (ATENCIÓ!!!!) més habitatges que Madrid. I si
aquesta dada la considerem a tot l?estat, tenim 20.823.369 habitatges, però
sols 14.270.656 llars (segons dades de l?INE de l?any 2001). Reflexionem abans
de dipositar el vot. Podem fer molt de bé?
3.
Us vull deixar unes paraules d?Alfonso Carlos Comín,
comunista i cristià, malauradament ja difunt: ?Pertany a un Partit que ha fusilat herois i a una Església que ha
perseguit sants? Paraules que llegí en un article de Reyes Mate, professor
a l?Institut de Filosofia del CSIC.
4.
I fnalment, us deixe dues cartes al director: una
escrita per Francisco Muñoz Conde, catedràtic de Pret Penal a Sevilla, i l?altra per Gaspar García García, de
Ponferrada, publicades totes dues a EL PAÍS dimarts:
Por qué no
Francisco Muñoz Conde (Catedrático de Derecho Penal)
–
Sevilla
EL PAÍS
–
Opinión – 08-05-2007
Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Javier Pérez Royo en su artículo Por qué no
(EL PAÍS, 5 de mayo 2007): si ya es dudoso constitucionalmente que se
pueda ilegalizar un partido político, mucho más lo es, o mejor dicho,
es claramente inconstitucional privar a un ciudadano español, que no
haya sido condenado a la pérdida del derecho de sufragio activo y/o
pasivo por sentencia judicial firme por razón de delito, o incapacitado
judicialmente, a formar parte de una lista electoral; todavía más, si
esa privación se basa en su pertenencia a un partido político
ilegalizado, o en sospechas de afinidad ideológica o simpatía con el
mismo.
El 27-M: con mi voto, la memoria
Gaspar García García
–
Ponferrada, León
EL PAÍS
–
Opinión – 08-05-2007
Acabo de cumplir 93 años y todavía sigo preocupado por la guerra
incivil en la que participé. Recién alumbrado el año 1936 inicié el
servicio militar, jurando la bandera roja, gualda y morada republicana,
la que mis superiores me instaron a defender hasta la última gota de mi
sangre si fuese necesario. Al estallar la guerra, esos mismos
superiores, cuando mi compañía era conducida al frente, ordenaron
cambiar la bandera que habíamos jurado defender por la roja y gualda de
los rebeldes que, a la postre, defendería hasta caer herido y hasta la
muerte muchos de mis compañeros a pesar de no haberla jurado nunca.
Después de tantos años siento todavía el yugo que me suponía obligado
cómplice de la conspiración de mis jefes militares. Ellos rompieron mi
propio juramento y me forzaron a rebelarme contra él. Reivindico la
memoria de aquellos tiempos y, sobre todo, recuperarla para honrar a
tantos asesinados y enterrados por la barbarie planificadamente
exterminadora de los vencedores en cunetas, huertos o parajes, que
viejos como yo aún recordamos. Nunca me he sentido vencedor, detesto mi
servicio a una bandera impuesta durante casi 40 años por un régimen de
miedo, perversión, crimen, atraso e ignominia. Ahora lo importante es
que esto lo sepan los niños desde que entran en la escuela: la memoria
que nunca se debe perder para desechar las guerras a base de democracia
y mantener la esperanza viva que generó el 14 de abril de 1931. La
guerra no fue una consecuencia de la República, la guerra fue
planificada por fuerzas civiles, militares y de la iglesia católica que
exterminaron el progreso, la democracia y la libertad inherentes al
desarrollo en paz de la II República.
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