Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

2 d'abril de 2008
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RECULL D’ARTICLES

Ací us deixe alguns articles llegits a la premsa escrita. Bona nit.

Un
nuevo patrón de consumo hace estragos en la salud de los jóvenes: la borrachera
total y ocasional – EE UU, la UE
y la OMS dan la
alarma

MÓNICA L. FERRADO – Barcelona

EL
PAÍS – Sociedad – 05-11-2007

 

La familia, ¿comunidad de iguales?

MARGARITA PINTOS DE CEA-NAHARRO

EL
PAÍS – Opinión – 14-01-2008

 

Dímelo en latín (Levante-EMV)

JOSÉ A. PIQUERAS

 

La niña

JUAN JOSÉ MILLÁS

EL
PAÍS – Última – 29-02-2008

Un
nuevo patrón de consumo hace estragos en la salud de los jóvenes: la borrachera
total y ocasional – EE UU, la UE
y la OMS dan la
alarma

MÓNICA L. FERRADO – Barcelona

EL
PAÍS – Sociedad – 05-11-2007

Un nuevo patrón de alcoholismo ha nacido y se ha instalado con
fuerza: el alcohólico joven, menor de 25 años, que bebe compulsivamente en fin
de semana y presenta trastornos o conducta antisocial. Una nueva generación con
un nuevo estilo cargado de riesgo ha llevado a las autoridades de Estados
Unidos a crear una nueva categoría de alcoholismo. La UE y la Organización Mundial
de la Salud
(OMS) también lo están abordando. Y el fenómeno se extiende en España. ¿Y por
qué? La permisividad de los padres ante el alcohol mientras concentran su
preocupación en las drogas; y la extensión de un modelo nórdico -beber en fin
de semana hasta caer- en lugar del más mediterráneo -poco y a diario- son
algunas de las claves de una realidad que puede minar la salud de una cuarta
parte de los jóvenes.

Viernes noche. El plan: salir con los
colegas y beber. Sábado: dormir la resaca y, por la noche, más de lo mismo.
“Para mí, la gente que no bebía era tonta o no sabía pasárselo bien”,
explica Laura, que con 24 años tocó fondo y acudió a Alcohólicos Anónimos en
busca de ayuda. Las primeras borracheras fueron a los 14 años, y a los 18 ya
tenía serios problemas. “Ya no controlaba”, dice. Plantó a su novio
de adolescencia. Dejó los estudios de Económicas al primer año y se fue de casa
para vivir con otro novio al que le iba el mismo rollo.

Con la mayoría de edad recién
estrenada, su vida era puro impulso, un ciclo de borracheras del que no podía
salir. Noches sin fin, a las que se acabaron sumando otras drogas. Primero el
cannabis, luego la cocaína y las pastillas. Decidió que necesitaba ayuda el día
que iba en coche con su nuevo novio y, en medio de una discusión, se tiró del
vehículo en marcha. Ahora hace ya seis años que no bebe, vuelve a estudiar,
sale con otro chico y no falta nunca a su sesión semanal con Alcohólicos
Anónimos. Recuerda ese pasado reciente como un descenso a los infiernos.

“Cada vez llegan más jóvenes a
Alcohólicos Anónimos, y muy deteriorados porque además consumen muchas otras
drogas, algo que no ocurría antes con tanta frecuencia”, explica Arancha,
portavoz de la asociación. Lo mismo en otros centros asistenciales. David tiene
ahora 21 años, es alcohólico y ha iniciado un programa de terapia en el centro
de desintoxicación Reciella, en Oviedo, que forma parte del Proyecto Hombre.
“Por ti mismo es imposible dejarlo, porque con 21 años no tienes voluntad
para no salir de marcha y ya sabes lo que hay, beber es lo que hacen tus
colegas”, explica. El punto de inflexión llegó hace unos meses, cuando
casi se mata en un accidente de coche.

Laura y David representan a una nueva
generación de alcohólicos que la
OMS, las autoridades sanitarias europeas y las americanas,
están empezando a reconocer como una nueva categoría a tratar.

En EE UU, el Instituto Nacional del
Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA), ha establecido una nueva clasificación
en la que considera cinco categorías de alcohólicos, una de ellas la del joven,
menor de 25 años que, a pesar de no consumir a diario, bebe grandes cantidades
los fines de semana y presenta trastornos mentales o conductas antisociales,
como pueden ser peleas o actividades de riesgo.

“Este cambio de clasificación
tiene la ventaja de ayudarnos a detectar el problema cuando se está
iniciando”, asegura Josep Guardiola, vicepresidente de la sociedad
científica Socidrogalcohol y especialista de la Unidad de Conductas
Adictivas del Hospital de Sant Pau de Barcelona. “A la consulta acuden
pocos jóvenes alcohólicos, pero lo hacen cuando toman conciencia del problema,
y normalmente la toman porque pierden la pareja, el trabajo, tienen problemas
con la ley”. Guardiola cree que a su consulta llegarán más jóvenes si se
aplica la nueva clasificación: “Habría que diagnosticar y conceptualizar
de otra manera para ofrecer otro tipo de asistencia”.

“Hasta ahora estábamos
acostumbrados a otro modelo de alcohólico, el del adulto que bebe de forma
continuada y que empieza a manifestar problemas de salud hacia los 40 años,
pero esto ha cambiado”, afirma Marta Torrens, miembro de la Comisión Clínica
sobre alcoholismo del Ministerio de Sanidad y Consumo y jefe de la Unidad de Toxicomanías del
Hospital del Mar de Barcelona. “Este modelo tradicional se corresponde con
el patrón de consumo mediterráneo diario, cuando ahora en España el patrón es
el nórdico”, es decir, un consumo no diario, aunque excesivo.

Hasta ahora, los especialistas
reconocían como alcohólica a aquella persona adulta con una dependencia
orgánica del alcohol, que bebía a diario y con problemas de salud graves. Sin
embargo, los problemas pueden ser otros. “Alcohólico es aquella persona
que, independientemente de la edad, realiza consumos que le ocasionan problemas
y, a pesar de ellos, no deja de beber”, afirma Torrens.

“No es que la persona esté
estrictamente enferma, sino que su conducta es desadaptada, supone otros
problemas conductuales, aunque el daño físico todavía no haya llegado a causar
problemas de salud tan extremos como los que pueda tener una persona
mayor”, afirma Javier Álvarez, director del Instituto de Estudios de
Alcohol y Drogas de la Universidad
de Valladolid. Estos problemas derivan en conductas de riesgo, también dañinas
para la salud, como la violencia, los accidentes de coche y las relaciones
sexuales sin protección.

Conseguir el cambio de chip en
un joven no es fácil, explica Javier Galán, terapeuta de David que trabaja para
el Proyecto Hombre. “A un joven no puedes hablarle de consecuencias a
largo o medio plazo, porque todos piensan que son invulnerables, que todo les
pasa a los otros, pero no a ellos”, afirma. Para convencerlos, “no
les puedes plantear problemas de salud como, por ejemplo, el hígado, porque no
los tienen, sino que tienes que ir a problemas más directos, como los
accidentes, el dinero que gastan, los amigos y las novias que pierden”.

David conoce bien todos estos problemas.
Hasta hace unos meses, siempre iba mal de dinero: en un fin de semana largo se
bebía lo que cobraba en un mes. Perdió a su novia y a los amigos, porque al
beber se ponía de tan “mal rollo” que nadie le aguantaba. “La
lacra es la percepción que hoy se tiene del alcohol”, afirma Galán.
“Es muy frecuente que los padres se preocupen cuando descubren que su hijo
consume drogas ilegales, pero no con el alcohol”.

Según la última Encuesta Escolar del
Plan Nacional sobre Drogas, la mitad de los jóvenes entre 14 y 18 años bebe los
fines de semana, y de éstos un 4% confiesa que coge más de cinco borracheras al
mes. No se sabe cuántos se pueden corresponder con este nuevo modelo de
alcohólico.

Otros estudios aportan datos
diferentes. A la frecuencia, se suma una nueva forma de beber. Un fenómeno que
los expertos han bautizado como binge drinking, la ingesta compulsiva de
alcohol en un periodo breve de tiempo. Pues bien, una cuarta parte de los
jóvenes entre 18 y 24 años responden a este patrón de consumo (un 30% de
chicos, un 18% de chicas), según los resultados de un estudio realizado por
investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red y el Instituto de
Salud Pública de la
Comunidad de Madrid. Los datos podrían ser extrapolables a
otras comunidades españolas.

El binge drinker [bebedor por
atracón] consume cada vez una media de 119 gramos de alcohol
puro en hombres (el equivalente a 12 cervezas o seis cubatas) y 83 gramos en mujeres
(equivalente a ocho cervezas o cuatro cubatas). Además, la frecuencia de
borracheras es alta, con una media de tres episodios por mes, afirma José
Valencia, investigador principal del estudio.

También precisa que “se puede
tener un consumo compulsivo y no tener dependencia física”. Ahora bien,
“independientemente de la dependencia física, el binge drinking se
asocia con accidentes de tráfico, intoxicaciones, violencia, sexo inseguro,
problemas laborales y problemas cardiovasculares agudos”.

Este mismo grupo de investigación
está llevando a cabo estudios en los que correlacionan estos riesgos con el
consumo excesivo de alcohol. Los que cometen excesos con el alcohol tienen el
doble de riesgo de tener un accidente de coche. “Además, buena parte de
los binge drinkers no utilizan el cinturón de seguridad”, afirma
Valencia. Otro dato: los bebedores que adoptan este patrón perciben con mayor
frecuencia que su salud está tocada y la reconocen como regular, mala o muy
mala.


Cerebro en construcción

¿Cuáles
son las consecuencias del abuso del alcohol? Aunque no siempre acaban
generando jóvenes alcohólicos, son la semilla para problemas futuros.
“Todos los menores son consumidores de riesgo porque hablamos de
individuos con un proceso de desarrollo neuronal todavía no
concluido”, afirma Carmen Moya, delegada del Gobierno para el Plan
Nacional de Drogas. “El patrón de consumo masivo es un patrón que
entraña un riesgo para la salud”, añade.”Aunque se beba mucho, si
se acompaña con tapas y se alarga en el tiempo, la absorción es más lenta y
menos dañina”, explica Consuelo Guerri, investigadora del Centro de
Investigación Príncipe Felipe de Valencia. Sin embargo, “ahora la
ingesta se concentra en muy pocas horas y no se acompaña con comida, por lo
que la misma cantidad de alcohol produce altos niveles de intoxicación y daño
neuronal”, explica Guerri.En los adolescentes, los daños son mayores.
“La adolescencia es una edad crítica, la corteza prefrontal todavía no
está desarrollada y se producen daños cognitivos que interfieren en la
memoria, el aprendizaje y la impulsividad que son irreversibles”,
explica. Combinar alcohol y cocaína incrementa el daño, ya que se produce
un metabolito, el cocaetileno, mucho más tóxico.Guerri también ha observado
en sus estudios que el abuso desmesurado de alcohol a edades tempranas
condiciona la posibilidad de ser alcohólico en la edad adulta. “Las
cualidades del cerebro adolescente, más preparado para memorizar y
adaptarse a las situaciones que el adulto, influyen en que el abuso deje en
el cerebro una huella-recuerdo que aumenta el riesgo de que de adulto se
sea alcohólico: existen un 20% de posibilidades si empiezan a los 14 años,
y un 10% si empiezan a los 21”.Precisamente en esa huella está la
clave del por qué una persona alcohólica siempre será alcohólica, aunque
todavía no se conocen bien esos mecanismos de sensibilización: “Podría
deberse a cambios genéticos”, afirma.



 

La familia, ¿comunidad de iguales?

MARGARITA PINTOS DE CEA-NAHARRO

EL
PAÍS – Opinión – 14-01-2008

En la concentración del pasado 30 de diciembre de la plaza de
Colón (Madrid), los obispos españoles presentaron el matrimonio y la familia
cristianos como modelo a seguir, más aún como el único válido. Fuera de ella,
todo es apocalíptico: divorcio exprés, matrimonio gay, aborto, manipulación de
los jóvenes en la educación, incluso disolución de la democracia. En otros
documentos los obispos se han referido al pansexualismo que domina en la
sociedad y han responsabilizado a la “revolución sexual” y a la
“ideología de género” de multitud de dramas personales, rupturas
matrimoniales, aumento de la violencia doméstica, etcétera. El panorama no
puede ser más desolador de puertas de la Iglesia católica para fuera. ¿Son así las cosas?

Yo creo que estamos ante una clara
ideologización del tema. La familia cristiana, presentada por los obispos como
comunidad de iguales, ha funcionado históricamente como comunidad jerárquica y
jerarquizada y, por tanto, como comunidad de desiguales. La institución
familiar (cristiana) constituye la punta del iceberg y la máxima expresión de
la dominación patriarcal y del sexismo, que tiene su traducción en las
identidades del varón y de la mujer, en la distribución de roles y en el
reparto de espacios y cargas.

Dos son las tradiciones sobre la
familia que aparecen en el Nuevo Testamento. Una, la más citada en los
documentos episcopales, incorpora los códigos domésticos que ordenaban las
relaciones en el hogar según el modelo de la casa greco-romana. En ellos se
hacen llamadas a los esclavos, a las mujeres y a los niños a someterse a sus
amos, a sus maridos y a sus padres, respectivamente. Sirvan dos ejemplos como
botón de muestra. Uno es de la Carta
a los Efesios: “Que las mujeres respeten a sus maridos como si se
tratase del Señor, pues el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza
y al mismo tiempo salvador del cuerpo, que es la Iglesia. Y como la Iglesia es dócil a Cristo,
así también deben serlo plenamente las mujeres a sus maridos”. Otro, de la
primera Carta a Timoteo: “La mujer aprenda en silencio con plena
sumisión. No consiento que la mujer enseñe ni domine al marido, sino que ha de
estar en silencio. Pues primero fue formado Adán, y después Eva. Y no fue Adán
el que se dejó engañar, sino la mujer que, seducida, incurrió en la
transgresión”. En contra de lo que se pensó durante siglos, ninguna de las
dos cartas tiene como autor a Pablo de Tarso. Estos textos se desvían
peligrosamente del mensaje originario del cristianismo.

A la segunda tradición pertenecen
otros textos en los que Jesús de Nazaret cuestiona las estructuras patriarcales
de la religión y la sociedad judías, que identificaban a la mujer con la
maternidad. Jesús se opone a dicha identificación. Así se pone de manifiesto en
dos escenas representativas. Cuando le anuncian que su madre y sus hermanos le
están esperando, él responde: “Mi madre y mis hermanos son los que
escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc 8, 19-21). La
segunda escena describe el diálogo de Jesús con una mujer que piropea a voz en
grito a su madre: “Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te
amamantaron” (Lc 11, 27). La respuesta es similar: “Más bien,
dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Estamos ante una clara relativización de la maternidad. Ambas escenas
constituyen una invitación a las mujeres a emanciparse y a no quedarse en el
papel de reproductoras.

El movimiento de Jesús fue una
comunidad igualitaria de hombres y de mujeres que pronto se convirtió en una
corriente de protesta contra las prácticas patriarcales vigentes en el interior
del judaísmo y del Imperio. Las mujeres jugaron un papel central en el
cristianismo incipiente, desempeñando funciones directivas, sin tener en cuenta
cómo ejercían su sexualidad, es decir, si eran solteras, vírgenes, madres o
viudas. En las comunidades paulinas se vivía también esta experiencia de esta
igualdad. De ella deja constancia la
Carta de Pablo de Tarso a los Gálatas: “Ya
no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni judío ni gentil, ni hombre ni
mujer, ya que todos vosotros sois uno”. En conclusión, la familia
patriarcal no es un elemento constitutivo de la comunidad cristiana, sino una
de sus más graves patologías.

Los creyentes en Jesús de Nazaret no
somos simples fieles sometidos a la jerarquía, sino que formamos una comunidad
comprometida en la construcción de una sociedad más justa, plural, y contraria
a los fanatismos. Lo siento, señores obispos, pero la pluralidad y riqueza de
nuestra tradición cristiana permite que pensemos de manera diferente a muchos
de ustedes.

Dímelo en latín (Levante-EMV)

JOSÉ A. PIQUERAS

La escena transcurre una noche calurosa en la veranda de la casa
principal. Los esclavos de la plantación se hallan encerrados en sus barracones
y la dueña ansía saber lo que hacen. El capellán los espía con unos prismáticos
y se azora. La señora le pide una descripción y el cura, a un tiempo
escandalizado y capturado por lo que observa, se resiste. El ama, resuelta,
encuentra la solución: «Dímelo en latín». Y el sacerdote, liberado de la lengua
vulgar, describe entonces las procacidades que se ofrecen a sus ojos. «Dímelo
en latín», reclamaba el personaje de la novela de Juan Goytisolo, Señas de
identidad. En latín se escribe el lema de mi universidad: en la fase de
redacción de los estatutos, para darle solemnidad y pedigrí a una institución
fundada en febrero de 1991 por acuerdos de las Cortes Valencianas, se fabuló
que heredaba la tradición de las aulas de latinidad de siglos pasados y se
encargó a un antiguo clérigo que rebuscara en sus libros una sentencia rotunda;
la encontró en el preceptor de Nerón: Sapientia sola libertas est, la libertad
está en el conocimiento. Bonita simplicidad que podría suscribir cualquier
sátrapa, dichoso de encerrar en la ciencia lo que pertenece a la sociedad.
Dímelo en inglés o en cualquier lengua que vede el contenido a la comprensión
de la mayoría, solicita hoy el presidente Camps a propósito de la enseñanza de
Educación para la
Ciudadanía, que es tanto como pedir que se dicte en sánscrito
porque previamente los alumnos no han alcanzado un nivel suficiente del idioma
y, lo que es más importante, se carece de un profesorado con la doble
cualificación exigida, en la materia y en la lengua. Si la medida hubiera ido
acompañada de un plan de inmersión lingüística la iniciativa no hubiera
resultado tan extemporánea. Pero no se pide igual trato para las matemáticas o
la literatura a pesar de los magros resultados que arroja el Informe PISA sobre
la educación en nuestro país, incluidos los idiomas extranjeros. Mientras en
otras comunidades autónomas se enciende la luz de alarma y las autoridades se
aplican a remediar la deficiente formación con la que los estudiantes salen de
las aulas, en la
Comunitat Valenciana bajo la égida del Sr. Camps del País de
las Maravillas el problema consiste en adaptar las disposiciones legales a la
opinión de la jerarquía eclesiástica, tradicionalmente dispuesta en España,
como es conocido, al fomento de los valores cívicos, tal y como se puso de
manifiesto en su defensa de la democracia entre 1931 y 1975 y su firme
oposición a la violación de los derechos humanos durante la dictadura. La
calidad solidaria de la Conferencia Episcopal vuelve a revelarse en la
tasa de escolarización de menores pertenecientes al colectivo inmigrante y de
rentas bajas en los colegios religiosos concertados, posiblemente igual o
superior al de los centros públicos. ¿O no es así? Es verdad que la triada
moral de la cultura andina -no robar, no mentir, no engañar- puede ser para
otros una evidencia de lo inevitable del choque de las civilizaciones contra la
que hay que protegerse. En fin, ¿a qué venir con eso de formar en tolerancia,
igualdad de hombres y mujeres, cooperación, rechazo a la injusticia social? Eso
es adoctrinar a los jóvenes, reponen los detractores de la nueva asignatura.
De hecho, podemos debatir la utilidad de la enseñanza curricular de una materia
como la mencionada. Francamente, tengo mis dudas. Medio siglo de
nacional-catolicismo no logró mediante la persuasión disciplinaria hacer de
España la reserva espiritual de Occidente. Ocho o diez cursos consecutivos de
estudio de religión no han servido para hacer de los católicos nominales unos
observantes efectivos ni mejores personas que los agnósticos. La enseñanza de
la ética durante décadas no ha mejorado la calidad de los comportamientos de
los individuos. Tal vez fuera preferible explicar la difícil construcción de la
noción derechos humanos y el desarrollo de los derechos civiles y políticos,
realidades concretas, que regresar a la filosofía moral y al catecismo secularizado.
Pero eso es historia, que en el plan de las enseñanzas primaria y secundaria se
funde a menudo con la geografía y las llamadas ciencias sociales, en un popurrí
de difícil digestión.
Nos serviría más a todos que el presidente Camps y sus colaboradores gobernaran
conforme a los usos parlamentarios que estipula el Estatut, garantizara la
pluralidad en los medios de comunicación públicos y no tratara de condicionar
los medios privados. Sería preferible que compareciera en las Corts de manera
habitual para someterse al control de los representantes de los ciudadanos,
cualquiera que sea la lengua elegida para responder a la oposición: hasta el
inglés que propugna debiera estarle permitido, con tal de que respetara la
institución central del régimen autonómico. Quizá también debiera tomar cartas
en el asunto y evitar que las instituciones sirvieran para blindar a altos
cargos y a sus familiares frente a la acción de la justicia por presuntos
delitos, antes que ordinarios, de una vulgaridad vergonzosa.
Hay quien se sirve con provecho del doble-lenguaje -al modo descrito por Orwell
en su novela 1984-, y hay quienes, como un sector de los dirigentes socialistas
valencianos, optan por una actitud autista que prescinde de la comunicación
articulada y remite a los signos, lo que a tenor del humo debe indicar algún
grado de combustión interna cuando ya pensábamos que se había extinguido la
materia orgánica. ¿Qué lenguaje utiliza el Partido Popular valenciano? Desde
luego, resulta capaz de ser atendido con rara fidelidad por la mitad de la
población, y sin embargo cada vez es más parecido al gesticulante gruñido de
una memorable película de Charles Chaplin sobre la fascinación del liderazgo
sobre ciertas masas y la dificultad de la gente corriente para hacerse entender.
Tal vez el problema sea otro: lo de menos es la lengua que se emplee cuando hay
tan poco interesante que decir.

* Catedrático de Historia Contemporánea de la Universitat Jaume
I

 

La niña

JUAN JOSÉ MILLÁS

EL
PAÍS – Última – 29-02-2008

En el taller literario de los miércoles alguien propuso que
comentáramos La niña de Rajoy para desentrañar si se trataba de un
relato de humor o de terror, pues había quien al escucharlo se había tronchado
de la risa y quien se había muerto de miedo. No hubo acuerdo. Tampoco fuimos
capaces de valorar la influencia de la expresión desquiciada de Rajoy en los
oyentes. El hecho de que lo leyera mirando con inquietud hacia los lados, como
si le persiguieran, pero que salivara en exceso, como si le gustara que le
persiguieran, no contribuyó a aclarar las cosas. Una de las participantes logró
ponernos los pelos de punta al relatar que la noche del lunes había soñado que
la niña de Rajoy, al hacerse mayor (y psicópata), se aparecía a la niña de
Otegi (que había escrito un cuento idéntico, pero con una niña vasca), a la que
susurraba en medio de la noche: “Tengo un título profesional cotizado, sé
idiomas y pertenezco a una nación vieja”. A lo que la niña de Otegi
respondía con un baile regional andaluz, y no vasco, como cabría suponer,
porque también se había vuelto loca.



Pom d’articles (13)
24.05.2008 | 1.06
I ARA VA DE BO!!!!
18.01.2008 | 5.45

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