La batidora loca
SUSO DE TORO
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EL
PAÍS – Opinión – 08-11-2007
Especular con estudiantes
Mª Dolores Sánchez Tendero – Albacete
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EL
PAÍS – Opinión – 06-10-2007
Adolescentes
Mónica Serra Vidal – Sant Cugat del Vallès
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EL
PAÍS – Opinión – 06-10-2007
Matrix
Miguel Ángel García. València (LEVANTE-EMV)
Los nuevos liberales
Vicente J. Herreras y Carme Capilla. València (LEVANTE-EMV)
SUSO DE TORO
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EL PAÍS – Opinión –
08-11-2007
La derecha perdió las elecciones y la
vida política y social española cobró aire de guiñol. Pero un guiñol grave,
porque su mascarada evoca al Ruedo ibérico de Valle-Inclán, con su Corte
de los Milagros. Aquel mundo literario caótico y grotesco de Valle retrató el
fracaso de la política y de un país, cuando la historia cae en la locura, que
siempre es trágica.
La derecha
perdió el Gobierno y desde entonces está desgobernada. Y lo estará hasta que
los poderes que les son cercanos no actúen para que esta deriva alocada haga
crisis. Ya sólo se pueden reducir los daños infligidos a la sociedad; tanto
odio difundido, ¿quién lo recogerá de cada casa, de cada persona? ¿Alguien
imagina que la izquierda hiciese lo mismo? ¿Cómo serían las calles de Madrid?
Afortunadamente, no es el caso.
Se
argumenta la ley de la memoria histórica con que debemos recuperarla; en
realidad, tenemos memoria histórica para dar y tomar. Pues a diferencia de las
demás sociedades europeas, tenemos miedo. En un lugar oscuro, aún tenemos un
miedo mudo que nos condiciona, porque sabemos lo que pasó y sabemos quiénes lo
hicieron. Es por eso que los ancianos se mueren con sus secretos y nuestro
pasado sigue siendo un tabú doloroso.
No se ha
estudiado el uso de ese miedo en la lucha política. No se ha analizado el
lenguaje de la derecha durante esta legislatura, la utilización sistemática por
sus políticos y comunicadores mediáticos de la insidia, la maledicencia o
directamente el insulto y la mentira para destruir la imagen de un rival
molesto. Más que un lugar o un tiempo, nuestra patria es el lenguaje, donde se
alojan recuerdos y emociones. Vivimos en el lenguaje, lo respiramos, y la
derecha española conscientemente lo ha envenenado. Como el Yago de Otelo,
que destila veneno en dosis al oído de su víctima, o como los augurios de las
tres brujas a Macbeth, profecías envenenadas para provocar catástrofes.
Sortilegios para que el día claro se convierta en pesadilla.
Poner las
sucesivas declaraciones de sus dirigentes una debajo de otra suma el discurso
de una extrema derecha nacionalista, un discurso que deslegitima a todas y cada
una de las instituciones del Estado y que anuncia luego que vivimos el fin de
España, la crisis económica y el caos. Que argumenta que España sólo puede
existir por la fuerza y que sólo ellos pueden salvarla. “La única solución
al proceso de deterioro que estamos viviendo es un cambio de gobierno”,
concluye uno de sus dirigentes. No son banalidades, son cosas terribles. Y no
son soñadas.
En su
lenguaje destructivo resuena el viejo miedo. Resuena en las manifestaciones con
banderas
nacionales al viento, los gritos pidiendo paredón para el presidente del
Gobierno, militantes de un partido agrediendo con la bandera nacional a un
ministro, jóvenes con banderas franquistas haciendo el “saludo
nacional”… Sabemos lo que significa todo eso y más.
Y porque
saben que lo tememos, hay quien quiere aprovecharse de nuestro miedo,
activarlo. A eso responde la campaña planificada de dramatización ideológica,
de acusaciones falsas pero terribles, de zarandeos. Es intimidación: “O
gobernamos nosotros o habrá lío”. Y en el fondo, en esa cámara oscura que
todos llevamos, sabemos de lo que hablan. Nos hacen ver que la bandera es suya
y que ellos son España, y comprendemos. Conocemos el sobrentendido, no hay que
pronunciarlo.
Sus vídeos
y sus desfiles resultan ridículos, pero su intención y las emociones con las
que juegan no lo son. Son inmorales. Porque pretenden eliminar la libertad
personal, que sólo existe en la ausencia de miedo. Hacen chantaje para
conseguir un mejor precio. Toda sociedad calcula lo que está dispuesta a pagar
por la paz civil. Y esa dolorosa cuenta es muy importante entre nosotros, por
eso somos muy susceptibles al chantaje, a preo-cuparnos por lo que nos costará
el que gobiernen o no gobiernen.
Hace unos
días leíamos una entrevista que le hizo en 1980 la periodista Josefina Martínez
del Álamo al entonces presidente Adolfo Suárez, una persona admirable en medio
de una agonía conmovedora. Es alguien que, hablando desde su natural
subjetividad, se muestra como un gobernante obstinado en que una España en paz
y democrática sea posible. Alguien que sufre al ver que sus esfuerzos, y él
mismo, son destrozados por las aspas de una batidora loca, lo que él denomina
dolorido la “cloaca madrileña”. Así llama a una máquina, una espiral
centrípeta que tiene momentos de exaltación, cuando la batidora se vuelve
picadora. Las aspas de ese artefacto fatal serían políticos irresponsables, de
un lado, y periodistas irresponsables, del otro. En esa entrevista, Suárez
señala un rasgo de la política que él padece: el compadreo entre políticos y
periodistas que genera complicidad. Y la frivolidad de una lucha sin límites por
el poder que es capaz de dañar al país para conseguir el gobierno. Un
periodismo y una política sectaria, faccional, sin sentido nacional. Su
“cloaca” era una máquina vertiginosa que lo destrozaba a él como
figura y con él la estabilidad y la convivencia. Unos meses después aquel
frenesí atizado metódicamente culminó en el golpe del 23-F.
Suárez
crece política y humanamente con la perspectiva. Un presidente de Gobierno que
pone la política al servicio del bien común y compartido, de la gente, que
abomina de las palabras hinchadas con mayúsculas y busca el entendimiento y los
acuerdos. Revestido de una conmovedora ingenuidad que es sacrificada y
despedazada desde todas partes por el cinismo y el sectarismo, revestidos de
ideologías. Él padeció la historia como una máquina fatal que trituró su fugaz
intento de crear una derecha liberal, autocrítica y humilde; nos quedó en su
lugar una derecha que reivindica con orgullo su pasado. Y qué pasado. No
comprendemos lo que supuso históricamente el fracaso de la UCD y el triunfo de aquella
AP, hoy PP.
Ese
frenesí desestabilizador de la política, reiterado históricamente, que conduce
a una crisis de Estado subyace en nuestra memoria común y es con lo que están
jugando fríamente los estrategas de la guerra de las banderas y los símbolos.
Afortunadamente, el Ejército no es el de los generales africanistas ni el
salido del franquismo, por lo que esa solemnidad impostada de sala de banderas
resulta una farsa chusca. Es propio de la farsa que los que no hicieron la mili
exijan a todos una jura de bandera. Pero cuando las banderas son utilizadas
como banderillas contra un Gobierno democrático hay incautos de aquí o allí que
creen que pueden cortar también alguna oreja en el ruedo revuelto, pero, nadie
se engañe, la derecha de siempre es la dueña de esa feria.
A los que
escriben el guión de esta farsa pomposa y culpable les diríamos que, puestos,
preferimos más zarzuela, más “batallón de modistillas” y menos
“montañas nevadas, banderas al viento”. Pues no nos asustan, pero sí
desazonan. Y no tienen derecho a desanimar a una sociedad que de suyo es
animosa.
Especular con estudiantes
Mª Dolores Sánchez Tendero – Albacete
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EL
PAÍS – Opinión – 06-10-2007
Acaba de comenzar el curso escolar. Mientras que las
universidades celebran actos inaugurales, los jóvenes que van a estudiar en
ciudades distintas a las de su lugar de origen se dedican a buscar un sitio
donde vivir. Yo, que dejo mi Albacete natal para desplazarme a Madrid y
comenzar el segundo curso de periodismo, comienzo a buscar alojamiento. Primero
acudo a la opción más cómoda, una residencia de estudiantes; me encuentro con
instalaciones que no responden precisamente a los desorbitantes precios que se
requieren. Abandono esa opción y navego en Internet buscando alguna vivienda de
alquiler, pero encuentro el mismo panorama. Por último, busco una habitación en
piso compartido, señoras y señores: habitación de 12 metros cuadrados
al precio de 500 euros al mes. Súmale el importe de la comida, el transporte,
los libros… ¡Y nos alarmábamos de las propuestas de la señora Trujillo!
Qué ingenua, creer que podría
encontrar algo razonable yo, que pertenezco a la generación víctima de la burbuja
inmobiliaria.
Señores dirigentes, creo que, además
de poner en marcha el acuerdo de Bolonia, son necesarias nuevas políticas para
favorecer la movilidad de los estudiantes.
Adolescentes
Mónica Serra Vidal – Sant Cugat del Vallès
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EL
PAÍS – Opinión – 06-10-2007
Es bien sabido y reconocido que la adolescencia es una época difícil,
fundamentalmente debido a los cambios hormonales propios que inciden en la
evolución orgánica y psíquica de la persona. Es un tiempo que requiere apoyo
por parte de familiares y cercanos y esfuerzo por parte del adolescente. Un
duro esfuerzo.
Sin ese esfuerzo personal no se da el
paso adelante, hacia la juventud, la madurez mental de asentamiento de la
personalidad.
Por todo ello resulta nefasto que se
pueda pasar de curso con cuatro suspensos. Si eso se sabe en octubre ¿Cómo se
va a motivar a los jóvenes a estudiar? La cultura del dolce far niente
es muy poco útil para la vida y no proporciona recurso para hacer frente a
ningún tipo de problemas. La vida es una carrera de obstáculos, un duro deporte
y requiere la preparación gimnástica del esfuerzo.
Matrix |
Es la palabra LOS NUEVOS LIBERALES Por muchas sentencias que |
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