Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

11 de maig de 2017
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Lodazal en el Congreso Raul del Pozo (EL PULPITO LAICO)

Los partidos de la oposición se han lanzado en tromba contra Mariano Rajoy en la sesión de control culpándole de la presión sobre los fiscales. Este miércoles se hizo pedazos la triple alianza porque el PSOE se la está jugando en las primarias y tiene que volver a la montaña del Hemiciclo. Mariano Rajoy sólo pierde la flema gallega cuando le meten el dedo en el ojo con la corrupción y entonces le relampaguean los párpados y se le ve entristecido y confuso. Dicen que la flema gallega es un contagio de la inglesa y ése es un tópico. Los británicos tienen en Galicia cementerios de náufragos y señales de una eterna relación con los gallegos, pero éstos sienten y padecen, no como los vecinos del norte, que según aquella dama del Discurso del rey sólo muestran emoción y afecto por sus perros y sus caballos. A la pregunta de Podemos sobre la conducta del fiscal jefe Anticorrupción, el presidente respondió, sin énfasis, que la valoraba positivamente. Entonces Pablo Iglesias avisó a Rajoy de que su bancada estaba haciendo un esfuerzo por aplaudirle.

Mariano Rajoy se descompone cuando le ponen delante la fosa siete del octavo círculo del Infierno de Dante, con los ladrones que se enriquecieron con los fondos públicos -envueltos en brea y mordidos por serpientes- enloquecidos por una codicia más cerca del realismo mágico de los patriarcas que de los códigos europeos. Por miedo al PSOE piquetero de Pedro Sánchez, los diputados de la gestora y de Susana Díaz, tienen que hacer de jabalíes y someterán al Congreso la reprobación del ministro de Justicia; además, pedirán cuentas al Gobierno de la conducta de los ropones que han nombrado entre ambos supervivientes del bipartidismo.

Mariano Rajoy ha ganado las elecciones, ha logrado el crecimiento económico, el fin de la recesión, pero vaya donde vaya le acompaña la mala sombra de la corrupción, cuyo hedor no se desvanece como no se borraban las huellas de sangre en la tragedia de Macbeth. La oposición picotea con ferocidad como las palomas cuando ven sangre en el cuello de una compañera de especie. Utilizan el vocablo lodazal para describir la mancha que amenaza la estabilidad política y a las cafeterías llenas, como definió Rajoy el fin de la crisis. Se había querido olvidar el lodazal, pero el descubrir que el agua de Madrid se estaba convirtiendo en cieno, tuvo el mismo efecto que la conducta de los gobernantes en los famosos motines, aunque ahora de forma silenciosa.

Que no se engañen. Esta vez no llega el olvido piadoso y pragmático ante la conducta de los políticos, la cólera no se amortigua con el paso de los días. Decían los columnistas de la Restauración que todas las algaradas contra el saqueo y el abuso del poder terminaban con individuos asestando puñetazos heroicos-ridículos en las mesas de los cafés. Ahora parece que a una sociedad atenta, informada y avisada, no le basta con que haya mil políticos procesados y muchos en la cárcel. Está esperando una medida de mayor alcance.


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