Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

19 d'octubre de 2008
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Euríbor

NACHO BERNÁEZ TURNES – Alcobendas, Madrid
EL PAÍS – Opinión – 12-10-2008  


Los hermanos Tonetti

ÁNGEL LÓPEZ GARCÍA-MOLINS
EL PAÍS – 04-10-2008 


ESO, ESO

ELVIRA LINDO
EL PAÍS – Última – 08-10-2008 


José María Cirarda, el último obispo del Concilio Vaticano II
Prelado en Bilbao y Pamplona, se enfrentó al nacionalcatolicismo franquista 
JUAN G. BEDOYA – Madrid
ELPAIS.com – Sociedad – 17-09-2008

Euríbor 
NACHO BERNÁEZ TURNES – Alcobendas, Madrid
EL PAÍS – Opinión – 12-10-2008 


El BCE rebaja los intereses a los bancos, pero los bancos suben el Euríbor. Ellos pagan menos por el dinero y nosotros más. Se “compran o rescatan” bancos en quiebra con nuestro dinero. Se socializan las pérdidas, pero no las ganancias. Empresarios con problemas piden que se hagan paréntesis en la economía de mercado, para que les financiemos nosotros la recuperación de ganancias.
Después de que el Estado americano rescatase a uno de estos bancos en quiebra, los directivos fueron capaces de gastarse más de 400.000 euros de la empresa en un hotelito. Nos recortan servicios públicos, pero no hay apenas recortes para altos cargos, asesores, fiestas de propaganda ni para la casa real.
Da gusto con nuestros gobernantes y capitalistas. Les gusta el mercado, la libre empresa, las privatizaciones y el capitalismo cuando hacen buenos negocios. Y cuando pierden, que los ciudadanos con sus impuestos les compensen las pérdidas. Qué estafa. 

Los hermanos Tonetti 

ÁNGEL LÓPEZ GARCÍA-MOLINS
EL PAÍS – 04-10-2008

Los que nos dedicamos a eso de las lenguas andamos hace meses con la mosca detrás de la oreja. Después de llevar toda la vida especulando sobre cómo funciona la traducción, ahora resulta que no se traduce para hacer entender lo que no se comprende, sino para que lo que se entendía se deje de comprender. Sí, lo han adivinado: Educación para la Ciudadanía, once again. Pero no esperen de mí una crítica feroz. No me cabe la menor duda de que nuestros gobernantes saben lo que hacen. Al fin y al cabo llevan haciéndolo muchos años, tantos como lleva nuestra oposición sin saber lo que se hace. Y, sin embargo, uno no puede evitar un sentimiento de vergüenza cuando fuera de aquí se enteran de que eres valenciano. Porque todo el mundo -los de izquierdas, los de derechas y hasta los mediopensionistas- te toman por el pito del sereno y se carcajean de lo que está ocurriendo en la Comunidad Valenciana.
Desde que veo escenas de esa fascinante pantomima en la que un profesor habla en valenciano o en castellano, lenguas que los alumnos entienden, y uno de los once héroes -me pregunto qué habrá sido del traidor Judas- lo enmascara en inglés, no hago más que preguntarme dónde había visto yo eso antes. Por fin he caído y me apresuro a contárselo: claro, son los hermanos Tonetti. Las jóvenes generaciones no sabrán de qué hablo, pero los de mi quinta lo tienen claro: el payaso listo de cara blanca que decía una cosa y el payaso tonto que lo repetía tergiversándolo porque lo había entendido todo al revés. Lo fascinante es que estas cosas se promuevan desde el gobierno valenciano. Mal, muy mal debe de andar la cosa. Porque ya nos habíamos acostumbrado a que los fastos ocultasen las vergüenzas del poder: le habíamos cogido gusto -¿para qué negarlo?- a la America’s Cup, a la Fórmula 1, incluso al sonsonete ese de “somos líderes”, pero lo de Educación para la Ciudadanía es demasié. Un invento genial, vamos. Vean si no. Uno va y dice: “La acción de los gobernantes se regirá por el respeto escrupuloso a la ley”. Y el otro apostilla: “Stop choriceishon”. O bien: “Los miembros que se desmadren con las miembras quedarán desmembrados de la comunidad”. Que se destraduce como: “No girls, no love”. Finalmente: “Hay que ser respetuosos con el medio ambiente y practicar un desarrollo sostenible”. Es decir: “My tailor is rich”.
Yo, la verdad, lo veo bien. Entre los continuos sobresaltos que nos produce la situación económica, un poco de alegría nunca está de más. ¿No dicen que hemos apostado demasiado por el ladrillo y que las nuevas generaciones necesitan I+D? Eso se dice muy fácil, pero después de haber estado haciendo el cantamañanas con la formación de los jóvenes, no es fácil que el informe Pisa nos saque del furgón de cola antes de un cuarto de siglo ni aunque a doña Mercedes Cabrera se le aparezca la Virgen de Fátima. Así que, a falta de I+D, por lo menos tenemos E+C. Es como un sucedáneo de la verdadera formación, la comida basura de la enseñanza: Eduqueishon for Ciudadaneishon. Y que Dios nos coja confesados. 


ESO, ESO 

ELVIRA LINDO
EL PAÍS – Última – 08-10-2008 

Pisar las aulas, de vez en cuando hay que pisar las aulas de un instituto. Sentir el esfuerzo que ha de poner todos los días un profesor para enfrentarse a la muchachada. Notar cómo ellos, los alumnos, pueden derrochar una energía que les sobra y cómo el adulto la va perdiendo por el mero contacto con ese pelotón revoltoso, inclemente, que pone a prueba la resistencia del profesor. Hay que tener vocación para eso. Lo dicen los buenos profesores. Estos, por ejemplo, que me han recibido en el instituto Albero de Alcalá de Guadaíra. Yo pregunto y pregunto, porque creo que esto es el mundo real, fuera de tertulias y columnas, aquí es donde ese 31% que abandona las aulas sin terminar la ESO tiene nombres y caras concretos, aquí es donde se sabe el que se queda para estudiar o para incordiar. Los profesores son algo escépticos ante lo que dicen las autoridades educativas y, sin embargo, tienen que ser optimistas a la hora de hacer su trabajo, viven sometidos a un optimismo forzoso. Saben que el bachillerato ya no es lo que era; que la democratización de la enseñanza secundaria ha traído consigo, paradójicamente, una desigualdad social que aún no se sabe abordar; han sufrido el descoloque que supuso el desembarco de niños tan chicos en los institutos; han visto cómo la clase media ha optado de nuevo por la privada; son conscientes de que el problema no es sólo ese altísimo tanto por ciento que abandona la ESO, sino que muchos la terminan escasamente preparados. No son derrotistas, como dirían las autoridades educativas, que suelen enfurruñarse cuando se critica el sistema; su trabajo no se lo permite. Algún día, dicen, la prensa sabrá que aquí es donde se decide el futuro del país y nos colocará en primera página, al lado de los especuladores financieros. De momento, yo les dejo este rincón, en la última. 

José María Cirarda, el último obispo del Concilio Vaticano II
Prelado en Bilbao y Pamplona, se enfrentó al nacionalcatolicismo franquista 

JUAN G. BEDOYA – Madrid
ELPAIS.com – Sociedad – 17-09-2008

Hoy a mediodía se ha extinguido en Vitoria la vida del arzobispo emérito de Pamplona, José María Cirarda, uno de los grandes prelados del catolicismo español en la último obispo español testigo de los acontecimientos extraordinarios que se produjeron en el Concilio Vaticano II, celebrado en Roma entre 1962 a 1965. Dos años antes había sido consagrado obispo auxiliar del cardenal Bueno Monreal en Sevilla, con residencia en Jerez de la Frontera. Fue el único camino que encontró Roma para incrustar en el episcopado a un joven y brillante sacerdote vasco (había nacido en Baquio, Vizcaya, el 23 de mayo de 1917), licenciado en Filosofía, doctor en Teología y a la sazón profesor de Dogmática en el seminario de Vitoria.
Franco, que tenía derecho de veto sobre el nombramiento de obispos (en realidad, los elegía él), no quería verlo ni en pintura, y lo eliminó de cuantas ternas llegaban a su despacho en el Pardo. Pero Juan XXIII, que había visitado España cuando era nuncio del Vaticano en París y tenía en la capital de Francia frecuentes contactos con la oposición a la dictadura, no cejó en sus deseos de elevar al episcopado a Cirarda. La vía fue un obispado auxiliar, sobre los que el dictador nacionalcatólico no tenía autoridad ni veto.
El cardenal Tarancón, el gran prelado del catolicismo español esos años, cuenta en sus memorias que el papel de los obispos españoles en el Vaticano II fue irrelevante porque cuando llegaron a Roma desconocían, la mayoría, las corrientes teológicas que iban a revolucionar aquel concilio. Cirarda era de la misma opinión. Fue él quien contó hace tres años, entrevistado por la Radio Vaticana en Roma, que algunos prelados habían sido llamados por Franco a Madrid para darles consignas o instruirles. Fueron varios los que viajaron desde Roma para acudir a la llamada. Él no se movió. Ni él, ni los llamados taranconianos, como Cirarda, que gobernaron más tarde la complicada transición de su iglesia hacia la democracia.
Lo que más angustiaba a Franco y a la mayoría de los prelados era la idea del Papa de emitir desde el concilio un documento que proclamase como derecho fundamental la libertad de conciencia y la religiosa —reprimidas ambas con saña en España—, y como nueva estrategia vaticana, la política de radical separación Iglesia-Estado. La católica era entonces la única religión del Estado español, una “sociedad perfecta” —así la definió el Boletín Oficial del Estado en 1953—, con innumerables privilegios de todo tipo, sobre todo económicos.
Encabezados por el primado de Toledo, el filofranquista Pla y Deniel —autor de la carta pastoral que primero calificó de “cruzada” la guerra incivil iniciada tras el golpe militar del 18 de julio de 1936—, la inmensa mayoría de los 69 prelados españoles presentes en el concilio execraban de todos los cambios, pero sobre todo de ése. Cirarda contó a Radio Vaticana que cuando iba a votarse ese documento en el plenario, el obispo de Canarias, Antonio Pildain y Zapiain, le confesó, “casi cadavérico”, que estaba “rezando para que se hundiera el techo de la basílica sobre el aula conciliar y acabara con los obispos antes de aprobar semejante cambio”.
Entre otros gestos de hostilidad y resistencia postconciliares, Franco se negó a renunciar a su privilegio para nombrar obispos, pese a las requisitorias papales (lo hizo su sucesor, el Rey, el 16 de julio de 1976). Pablo VI no se acobardó, con condenas reiteradas a los fusilamientos del régimen, y sus torturas. La tensión culminó con la apertura en Zamora de una cárcel sólo para curas. Para entonces, Cirarda había ascendido, en julio de 1968, a obispo titular de Santander, y en noviembre del mismo año, a Administrador Apostólico de Bilbao.
Arzobispo de Pamplona
Tras un periodo en la diócesis de Córdoba (entre 1971 a 1978), Tarancón, con el que ocupó cargos destacados en la Conferencia Episcopal, logró trasladarlo a Navarra, como arzobispo, a la vez que administrador apostólico de Tudela. Allí se unió al frente episcopal en favor del diálogo con ETA para acabar con la violencia —que siempre condenó con energía—, y de un cierto nacionalismo, junto a prelados como Añoveros, Setién, Uriarte, o, ahora, Blázquez, por citar nombres representativos en las últimas décadas. Jubilado en mayo de 1992, fue sustituido por Fernando Sebastián, que ha sostenido las tesis contrarias.
Cirarda pasó los últimos años de su vida en Vitoria, al cuidado de una hermana y una sobrina. La misa funeral de corpore insepulto se celebrará este viernes en Mundaca (Vizcaya), a las 12 de la mañana.

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