Els Papers de Santa Maria de Nassiu

EDUQUEU ELS XIQUETS I NO HAUREU DE CASTIGAR ELS HOMES (PITÀGORES)

14 d'abril de 2008
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14 d’abril de 1931: Procamació de la Segona República

Tal dia com avui es proclamava la Segona República a l’Estat. República que acabà en mans d’un dictador i després de tres anys de guerra civil. Aquest breu apunt vol solament recordar a totes i tots aquells que hagueren de morir (assassinats) per fer front al cop d’estat del dictador. En foren moltes i molts. I vull recordar a totes i tos aquells que patiren la postguerra en silenci, amb dolor, de dol, orfes, etc. perquè un senyor, per dir-li alguna cosa, un dia decidí que això de la República s’havia acabat.

I tot seguit us deixe algun article de la premsa escrita:

Ética y moral

ENRIQUE CHICOTE SERNA  –  Madrid

 

EL
PAÍS  –  Opinión – 11-04-2008

 

Suspenso en ciudadanía

J. J. PÉREZ BENLLOCH

 

EL
PAÍS – 06-04-2008

 

Perplejos ante la guerra educativa

Expertos
en ética y pedagogos, desconcertados por la polémica sobre Ciudadanía

IGNACIO ZAFRA  –  Valencia

 

EL
PAÍS – 06-04-2008

 

La
capitalidad olvidada

Joan Gari es escritor. Su última novela es ‘La balena blanca’


Ética y moral

ENRIQUE CHICOTE SERNA  –  Madrid

 

EL PAÍS  –  Opinión –
11-04-2008

He oído decir a la señora Aguirre hoy
mismo que las ideas y los principios que ella comparte con sus compañeros de
partido son ética y moralmente superiores a los de los socialistas. ¿Qué
entenderá la señora Aguirre por ética y moral? ¿Es ético o moral estar cuatro
años en la televisión que maneja facilitando la divulgación de una teoría
conspiratoria infame, indecente y deshonesta sobre el mayor atentado terrorista
ocurrido jamás en España? ¿También lo es defender la invasión de un país a
sangre y fuego contra la legalidad internacional? ¿Es ético o moral cambiar el
sistema generalmente admitido de contabilizar pacientes en las listas de espera
quirúrgicas para evitar cumplir su promesa de dimitir si no conseguía acortar
los plazos? Retrasar la aplicación de la
Ley de Dependencia, que beneficia a las personas con mayores
necesidades objetivas o negarse a readmitir en su puesto de trabajo al doctor
Luis Montes, después de que los tribunales de justicia le absolvieran, ¿qué es,
ético o moral?

Así
podríamos continuar una relación inacabable de hechos que dan idea de lo que la
señora presidenta de la
Comunidad de Madrid entiende por ambos conceptos.

 

Suspenso en
ciudadanía

J. J. PÉREZ BENLLOCH

 

EL PAÍS – 06-04-2008

El Partido Popular valenciano tiene
un frente abierto contra la asignatura denominada Educación para la Ciudadanía y los
Derechos Humanos que habrá de impartirse el próximo curso a los alumnos de
segundo de Educación Secundaria Obligatoria. A tal fin, el fértil y mal
aprovechado magín de los responsables de la consejería del ramo se aplica a
inventar cada pocos días un nuevo obstáculo o fórmula que impida o
desnaturalice tal docencia, que a su entender allanaría los derechos de los
padres y se inmiscuiría en la conciencia de los individuos. Con el mismo
fundamento podían haber dicho que su aprendizaje provoca la caída del cabello o
cualquier otro despropósito, pues precedentes de este género no faltan entre
los píos centinelas de la moral.

Sugestionados
por la ofensiva hemos hojeado uno de los textos elaborados y que probablemente
se adoptará en Valencia por un colegio de titularidad religiosa. Una obra
homologable con el esquema desarrollado comúnmente por los demás editores, con
lo que el juicio es generalizable con los matices de rigor. Les invitamos a
que, ligeros de prejuicios, hagan lo mismo y se encontrarán con un canto a la projimidad,
el civismo y la democracia en un marco global e interdependiente, ilustrado
todo ello con citas y bibliografía de personajes señeros que han configurado el
pensamiento de nuestro tiempo. Ya se sabe: Sócrates, Gandhi, Einstein, Luther
King y otros de similar perfil. Diría que el careto más izquierdoso de cuantos
se reproducen es el del ex presidente Felipe González, lo que viene a ser
exponente de la moderación de los redactores que, por cierto, pasan de
puntillas sobre un fenómeno tan ineludible como la homosexualidad y las nuevas
formas de convivencia que decanta. Prudencia expresiva del pánico que en este
país sigue provocando la caverna.

Nada,
pues, que a nuestro entender justifique el boicot que por estos pagos -y otros
autonómicos con hegemonía política del PP- se le viene instrumentando a la cuestionada
asignatura. Por lo visto, Francisco Camps y su muchachada echa de menos la Formación del Espíritu
Nacional, aquel ungüento pedagógico que aletargó al estudiantado en tiempos de
la dictadura franquista. Una alusión improcedente ésta que hacemos y así nos
consta, pues las generaciones que nos gobiernan no fueron contemporáneas de
aquel recetario escolar. En cambio, sí procede subrayar que de haber estudiado
Educación para la
Ciudadanía, esta misma materia que ahora vetan o mixtifican,
hubiesen cuajado probablemente en demócratas de más quilates, liderando una
derecha valenciana menos ceporra y un partido conservador más liberal del que
nos ha tocado en suerte.

Pero
resulta obvio que el PP está decidido a extremar su hostilidad contra la
asignatura que con Mariano Rajoy en La Moncloa ya hubiesen borrado del plan de estudios.
Sin embargo, obligado pechar con ella, es patético el despliegue de trabas que
urden las autoridades docentes de la Generalitat. Anunciaron
que las clases se desarrollarían en inglés, y no precisamente como homenaje a la Carta Magna de 1215
que constituyó la base de las libertades inglesas. Solo para alarmar, pues por
carencia de medios y capacidad no se puede garantizar la docencia en ese
idioma. Después, que la didáctica se reduciría a un trabajo trimestral elegido
por los padres de los alumnos, reconvertidos así en profesores, y asimismo en
la citada lengua. Además, se ampara y sutilmente promueve la objeción de
conciencia entre las familias, a las que sin embargo se les endosa la responsabilidad
por lo que pueda acaecer cuando la justicia diga su última palabra, se vaya al
garete todo este zancadilleo fantasioso y los alumnos se queden sin el título
de la ESO.

Por el
momento y mientras esta asignatura sea constitucional, al PP no le queda otra
alternativa que pavonearse y movilizar a sus huestes más dóciles, que no a
todas, pues no toda la comunidad docente afín comparte su criterio. Lo penoso
es el grado de precariedad que instalan en el sistema de enseñanza y la
división que fomentan entre unas y otra autonomías a propósito de unos
contenidos que por su obviedad y civilidad debieran ser exigibles incluso para
tramitar el DNI. Con esta deriva reaccionaria que cultivan los populares no
habría de extrañarnos que reivindicasen el arameo y lo rosarios de la aurora.

 

Perplejos ante la guerra educativa

Expertos
en ética y pedagogos, desconcertados por la polémica sobre Ciudadanía

IGNACIO ZAFRA  –  Valencia

 

EL
PAÍS – 06-04-2008

El recrudecimiento de la guerra por Educación para la Ciudadanía desconcierta
a los expertos en ética y a los pedagogos consultados por este periódico. El
conflicto sobrevivió a las elecciones y resurgió el lunes pasado, día de San
Vicente Ferrer, con el anuncio del Consell de que los alumnos no tendrán que seguir
el programa para aprobar la asignatura: bastará con que hagan tres trabajos en
inglés sobre temas de libre elección relacionados con la materia.

La Generalitat se
mantiene alineada con la campaña que la jerarquía eclesiástica abanderada desde
hace cuatro años. Esa es una de las cosas que deja perpleja a Adela Cortina,
catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universitat de
València y directora de la
Fundación ETNOR: “Los contenidos que establece el
decreto de mínimos, que yo me he leído por todas partes, son perfectamente
asumibles por cualquier confesión religiosa que actúe sensatamente. Si uno se
fija en el grueso, es difícil pensar en alguien que no esté de acuerdo en que
se forme en la autonomía, en la libertad, en la igualdad, en la solidaridad, en
la no discriminación… Se ha estado hablando de que era absolutamente
relativista, pero yo no encuentro nada de eso en el decreto de mínimos”.

La formación en valores, señala
Rosabel Roig Vila, decana de la
Facultad de Educación de la Universidad de
Alicante, “siempre ha estado presente en la escuela, por una cuestión
básica, para humanizarla”. Durante el periodo de Gobierno del PP se optó
por el llamado modelo “transversal”. El currículo de los chavales
recogía muchos de los actuales contenidos, pero impregnando el conjunto de
clases. “Lo que ocurre es que aquel modelo fracasó”, dice Cecilio
Nieto, profesor de la misma universidad y de instituto, “lo cual era
normal, porque cada profesor dedicaba su tiempo a intentar dar el programa de
la asignatura, que ya es bastante”.

Con la creación de Educación para la Ciudadanía se trataba,
afirma Óscar Barberá, director de la
Escuela de Magisterio de la Universitat de
València, “no tanto de que los contenidos sólo estuvieran ahí como de que
hubiese una oportunidad para hacerlos visibles. Un poco como ocurre con lengua.
La lengua no se aprende sólo en esa asignatura, sino que es el vehículo de
todas. Pero hay un momento en que es importante que se fijen tanto sus
contenidos como la reflexión sobre su uso en una materia concreta”.

Los contenidos mínimos de Ciudadanía
los establece el Ministerio de Educación, dejando margen para que las
comunidades autónomas los desarrollen y para que los centros privados los
adapten a sus idearios. Yendo a lo fundamental, explica Pedro Liébana, profesor
de la UNED y de
un centro de Secundaria de Valencia, recogen “los principios básicos de lo
que son los derechos humanos, los derechos constitucionales, los derechos
individuales, algunos derechos sociales y también las obligaciones como
ciudadanos”.

Liébana opina que una de las
funciones de la asignatura consistiría en fomentar la “coherencia
social” en un país que no es el mismo que en 1978, el año en que se aprobó
la Constitución.
“Ahora hay varios millones de inmigrantes, procedentes de diversos
lugares, en muchos casos sin conocimientos precisos sobre los derechos civiles
españoles, y que en parte se han incorporado al sistema educativo. Yo creo que
esta asignatura también nace por la necesidad de amalgamar diversas creencias y
diversas culturas, ofreciendo un conocimiento universal de una serie de
valores”.

Aunque la asignatura no incide
excesivamente en la igualdad de género, dice Alicia Gil, coordinadora de la Fundación Isonomía
de la Universidad
Jaume I de Castellón, “sí que plantea un ámbito familiar
diferente, y esta es una de las cosas que más preocupa a la Iglesia, en las relaciones
entre los hombres y las mujeres. En el que se da cuenta de una realidad, y es
que las mujeres estamos saliendo al espacio público y abre la posibilidad de la
entrada de los hombres en el mundo de los cuidados”.

La posibilidad de que los alumnos
aprueben preparando trabajos en aulas distintas de dónde se está impartiendo el
programa ha sido, en parte, la escapatoria que el Consell ha encontrado para
dejar de animar a la objeción de conciencia. El camino mucho más arriesgado que
abrazó en un primer momento, y que planteaba serios peligros: por una parte,
los objetores no podrían terminar la Educación Secundaria
Obligatoria (ESO); por otra, se parecía a abrir la caja de Pandora. “Ese
juego podría prorrogarse en los padres para pedir la objeción de conciencia
sobre la enseñanza de la evolución. O sobre la enseñanza de la manipulación
genética. Aspectos científicos que sociedades como la nuestra tienen ya
instituidos y que tienen los contrapesos de los comités de bioética para
regular si un experimento debe ser o no autorizado”, afirma Liébana.

La alternativa de la Generalitat tampoco
convence, sin embargo, a los entrevistados. “Me parece”, dice Adela
Cortina, “una salida desafortunada porque precisamente esta es una
asignatura que se tiene que aprender de manera muy participativa: se trata de
formar ciudadanos, y la clave de los ciudadanos es que se forman unos con
otros”.

 

La
capitalidad olvidada

Entre noviembre de 1936 y octubre de 1937, Valencia fue
capital de la República
en llamas. La efeméride parecía lo bastante importante como para que las
autoridades de la ciudad y la propia Generalitat le hubieran dedicado algún
acto conmemorativo. Al fin y al cabo, Valencia nunca ha sido capital de nada.
Ahora mismo, no parece tener el menor interés en ostentar de manera más o menos
digna la capitalidad del País Valenciano y ni siquiera se apresta a aparentar
una mínima preocupación por su comarca natural, L’Horta. El resultado de este
ensimismamiento es que la huerta (esa maravilla cuya contemplación, según
Azorín, comunicaba directamente con Grecia) está siendo destruida por la
voracidad inmobiliaria capitalina, y el País Valenciano se desvertebra dividido
artificialmente en tres provincias que se dan la espalda unas a otras.

Ante el desinterés oficial, ha tenido que ser la Universidad de
Valencia la que tomara la iniciativa para honrar como se merece la Valencia republicana.
Desde el año pasado hasta ahora mismo, una serie de iniciativas nos han
recordado aquel tiempo en que Valencia fue el corazón acogedor de la España leal, cuando sus
cafés y sus calles se llenaron de intelectuales y de refugiados, que
encontraron aquí el reverso exacto de la turbia amenaza fascista.

Unos cuantos libros, publicados todos por la Universidad (ni uno
por las instituciones públicas valencianas) jalonan este ejercicio práctico de
memoria histórica. Entre ellos, me gustaría destacar las Memorias de un
presidiario de Manuel García Corachán, precisamente por lo que tiene de
valiente alegato contra la extendida idea de que los dos bandos de la guerra
fueron igualmente injustos en materia de represión.

Corachán, que fue abogado y capitán del Cuerpo Jurídico del
Ejército de la República,
tuvo una actuación impecable en los tribunales de la retaguardia republicana
valenciana. En pago por su honradez, el franquismo lo condenó a muerte, aunque
luego se contentó con encarcelarlo. Su diario de prisión es un testimonio
valiente donde los haya, puesto que este hombre no perdonó nunca a sus
captores, y para que nadie olvidara el salvajismo de éstos reescribió
obsesivamente su diario y lo legó a sus herederos en busca de una fama póstuma
que impidiera el olvido.

Ahora la
Universidad ha querido cerrar con un broche de oro la
conmemoración de la capitalidad con dos exposiciones cuya visita recomiendo
vivamente. Se trata de “En defensa de la cultura” y “El infierno de los
libros”. La primera muestra fotografías y otros documentos que nos informan
sobre cómo era la vida cotidiana en la Valencia republicana, sobre todo en su vertiente
cultural (la ciudad custodió, por ejemplo, las obras del Museo del Prado
amenazadas por los bombardeos franquistas). La segunda recopila los libros
prohibidos por el fascismo triunfante, a partir de las colecciones privadas de
Fernando Llorca y Max Aub.

No queda nada, bien es cierto, de aquella heroica sociedad.
El PP gobierna hoy todas nuestras instituciones (Generalitat, ayuntamientos,
diputaciones) con mayoría absoluta. He dicho que estos satisfechos
conservadores no han tenido ningún interés en rememorar la Valencia capital, pero no
es cierto. A su manera, han puesto su granito de arena. La alcaldesa Rita
Barberá, por ejemplo, hace mucho tiempo que viene empeñándose en construir unos
bonitos nichos en el cuadrante del cementerio donde se acumulan los restos de
los republicanos fusilados tras la guerra. Envalentonada por una equívoca
–aunque no definitiva– resolución judicial, la pequeña Rita aún barrunta de qué
modo borrará con más saña la memoria de las fosas comunes. Desde aquí le
sugiero una fuente de Calatrava de hormigón blanco con un chorrito rojigualdo
(de nada).

Pero aún hay más. El arzobispado de Valencia, encabezado por
ese gran liberal llamado Agustín García-Gasco, tiene muy avanzado el proyecto
de erigir un templo designado como “Parroquia Santuario de los Beatos Mártires
Valencianos”, aprovechando las antiguas naves de la industria química Cross, en
la avenida de Francia (en la zona de expansión de la ciudad, a un tiro de
piedra del Hemisfèric y los otros edificios de la Ciudad de las Ciencias).
Las naves y el solar se los ha cedido –cómo no– Rita Barberá. Un campanario de 28 metros de altura
honrará permanentemente, cuando el complejo esté terminado, la memoria de las
víctimas católicas de la guerra civil, mientras los miles de fusilados por
haber permanecido fieles a la legalidad democrática permanecerán agazapados,
como almas en pena, en las fosas que Barberá quiere ocultar en el fondo de la
tierra.

Estos son los hechos. Como quizá muchos lectores, yo también
me pregunto cómo es posible que la
Valencia republicana y blasquista de los años 30, la Valencia progresista y
liberal de los años de la
Transición, pueda haber acabado en manos de clérigos sin
piedad, crueles meapilas y fachas de todo tipo. Ahora mismo, la principal
preocupación del presidente de la Generalitat, Francisco Camps, es cerrar como sea los
repetidores que, sufragados por la ciudadanía, permiten ver desde hace veinte
años en Castellón, Valencia y Alicante la televisión de Catalunya, TV3. Un
ataque semejante contra la libre difusión de cualquier otro canal de televisión
sería considerado un escándalo nacional, pero contra los catalanes todo vale.
Este país se va pareciendo cada vez más a una triste prisión donde ni siquiera
puedes ver la televisión en paz. ¿Conseguirán imponernos su mentalidad aldeana?

Joan Gari es escritor. Su última novela es ‘La balena blanca’



 


 


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  1. Sí, hui és el dia de la república, i crec que va ser una època daurada per a l’escola. Un dels exemples que tenim per ací a prop, dels més significatius, va ser l’Escolaica de Cullera, una institució que adquirí molt de renom i que no fa massa recopil·laren en un llibre. No vull ni imaginar les xiquetes que es començaren a criar en aquestes escoles, com se sentiren després en les escoles del régimen. Pobretes, se’m trenca el cor de pensar-ho.

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