En contra:

els Poders i els seus servidors

26 d'octubre de 2010
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Jean Marc Rouillan, dos anys de presó per unes paraules…

Jean Marc
Rouillan segueix a la presó per la interpretació d’unes paraules en
una entrevista a l’Express. És una injustícia flagrant i
arbitraria. Es una venjança de classe i una voluntat d’extermini dels presoners
polítics d’Acció Directe. Quasi ho han aconseguit, menys amb en
Jean Marc Rouillan, que sobreviu amb l’enteniment  i el cap ben lúcid.

Sarkozy vol aniquilar als que ells
consideren terroristes. És un regal a l’extrema dreta en època electoral. Dona vots, com l’expulsió dels gitanos
romanesos. Així Sarkozy ha decidit acabar l’extermini de presoners
polítics començat per anteriors governs. Els mitjans de comunicació
corporatius, en un campanya digne dels nazis, exigien mantenir en
presó a Rouillan, davant la immediata llibertat de Jean Marc
Rouillan, que era anunciada com a amenaça i inseguretat, ja que no s’havia enpanadit. El
linxament mediàtic va provocar que els jutges seguissin els desitjos de les masses
violentes, incultes i criminals i tanquessin de nou a Jean Marc
Rouillan a la presó.

Segueix l’ultim text de jean Marc Rouillan des de la presó

Dos años de encarcelamiento por unas palabras…

Yo que a partir de Mayo del 68 opté
por las armas y la acción revolucionaria, aquí estoy, a los 58
años, encarcelado sólo por hablar ¡Qué ironía!
Los
magistrados del antiterrorismo dan así la razón al adolescente que
yo era cuando, como otros miles en toda Europa, hice esa elección
por estimar que era imposible actuar de forma revolucionaria dentro
de los límites de la política burguesa. En lo que a nosotros se
refiere, en este sistema, no se puede hablar libremente más que a
condición de que balbuceemos lo que dictan los amos.
Cegados por
sus certezas reaccionarias, los jueces apuestan, satisfechos de la
desdicha que causan por doquier, por la desaparición definitiva de
una verdadera oposición de extrema izquierda en nuestros países.
Una oposición de clase capaz de estropearles el apetito a los
depredadores que se apoderan de los frutos del esfuerzo de los
trabajadores. Una oposición lo bastante consecuente como para
reuanudar el polo político de los explotados.
Se quiera o no, mi
detención revela los miedos que atormentan siempre a los gobiernos
de los países imperialistas. Su temor al fantasma de la resistencia.
Mi detención resulta de la voluntad de aniquilar cualquier atisbo de
una alternativa radical para que ocupen su lugar las costumbres
rituales de peticiones respetuosas y manifestaciones-paseo, de la
verborrea hemiplégica de los “más a la izquierda, te mueres”,
de las acciones sin futuro y de las comedias de ruptura con el
sistema y sus acompañamientos.
A pesar de todo, la lucha
continúa: cada combate, cada escaramuza, cada rechazo, trae en su
seno una alternativa revolucionaria. He aprendido de nuestros
fracasos. Pero nunca me he dicho que son los mas fuertes, que ya no
hay nada que hacer. Jamás he renunciado a difundir nuestra
experiencia combativa. Y asumo toda la responsabilidad política de
nuestras acciones pasadas.
Dos años de encarcelamiento por unas
palabras… Mi detención reposa sobre la arbitrariedad. Que es
también el fruto “ordinario” de la proliferación de leyes y
decretos liberticidas. Mientras los gobiernos organizan la impunidad
de los patrones granujas y millonarios ladrones, multiplican las
leyes que endurecen la relación de fuerza contra los explotados. No
pasa un solo año sin que se haga votar a toda prisa (y muchas veces
a escondidas) una ley o una enmienda dando una vuelta más de
tuerca.
Los tribunales de excepción y las brigadas
antiterroristas enmarcan el autoritarismo de este Estado Policial.
Son su expresión omnipotente. Pero hoy en día los tribunales
“ordinarios” –que expulsan a los gitanos rumanos, y a los
trabajadores extranjeros, que declaran inocentes a los policías
asesinos, que encarcelan a paletadas a la gente de los barrios–
introducen la arbitrariedad en cada relación “ordinaria” de los
mas pobres con el Estado, en coordinación con toda la retahíla de
brigadas especiales –que controlan por el color de la piel,
cachean, apalean y juegan con sus porras eléctricas y sus pelotas
antidisturbios–. ¿Hasta dónde vamos a aceptar la dictadura
“ordinaria” de la extrema derecha?
¡Si este Estado hubiera
buscado darle aún más sentido a mi vida militante, no habría
podido apañárselas mejor! Se lo agradezco tomando prestadas las
palabras del poeta Heinrich Heine: “El odio de mis enemigos
puede servir como garantía de que hasta hoy he desempeñado ese
empleo fielmente y con honor. Me mostraré siempre digno de este
odio”

Y para concluir este segundo aniversario, agradezco,
desde el fondo de mi celda, a todos los compañeros, amigos y
desconocidos que incluyen mi liberación en su proyecto de
emancipación revolucionaria.

Jean Marc Rouillan
Centro de
dentención de Muret
Más
información:
http://nlpf.samizdat.net
http://www.action-directe.net

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