En contra:

els Poders i els seus servidors

20 de gener de 2010
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Agustín García Calvo contra la Realitat. Entrevista al filosof i pensador silenciat: ?La Realidad es contra lo bueno, es algo que conviene no olvidar?

L’Agustín García Calvo ens regala de
tan en tan raigs i guspires de coneixement. Ens fa veure el mon i a les
persones d’una altre manera, ens capgira el que hem après, ens avisa
dels múltiples enganys i falsedats d’aquest món. No és com ens el presenten.

L’injustificable oblit i marginació del filòsof

 

L’Agustín García Calvo ha escrit
contra el matrimoni i les parelles; però no se l’escolta, i avui
fins i tot els gais es casen.

Ha escrit contra aquesta democràcia
representativa, contra els partits parlamentaris; en va, la
democràcia i partito-cràcia han augmentat els abusos, el poder i
la dictadura sobre els soferts ciutadans.

Ha escrit contra el treball assalariat
i avui els aturats surten al carrer demanant un treball digne,  i els
que treballen busquen més treball.  En aquesta època  el que es valora  és
el muntar empresses, tenir la pròpia empressa, com abans es muntaven
grups polítics, grups culturals (musicals, teatrals).

Ha escrit contra les presons i contra
la classificació i divisió de presoners; cada cop hi han més
presons, més presoners, més psiquiàtrics. S’ha perfeccionat el
control, els càstigs i vigilància als presoners.

Ha escrit contra l’Estat, i avui
l’estat fins i tot normalitza la vida als carrers i a casa nostre: impedeix referèndums, impedeix
manifestacions, il·legalitza als partits que els convé, empresona
els que no segueixen les normes, prohibeix festes, etc, vigila controla amb càmeres, escoltes telefòniques, etc.

Ha escrit contra imbecil·litat de les
majories obedients als Poders; i segueixen les majories d’imbècils
creixent i obeint.

Ha escrit contra Déu, i malgrat que
els seus representants són una colla de pederastes, mal formadors
dels nens, i una massa de funcionaris grassos, reaccionaris i
cavernícoles, en general, és clar, però tots ben pagats per
l’estat, segueixen les majories creient i confiant en el Déu que
els alliberi de la mort assegurada.

Ha escrit contra els diners, i les
majories cada dia veneren més els diners, maten i moren per diners.

Ha escrit contra el temps i contra el
futur, que defineix com la mort que ens ven la propaganda del sistema. I veíem com
augmenten els plans de jubilació, les assegurances de vida, les
assegurances de futur, com venen als nens des l’escola el futur que
els espera i tot de paradisos. Cada dia es malviu més el present
pensant en un futur, la mort.

Ha escrit poesia, teatre, i
filosofia, la vida. I se’l menysprea i ignora. És clar, que ell
també ignora les televisions i Institucions de l’Estat. Però si un
ateneu li proposa fer una xerrada, sol respondre i deixar-s’hi anar.
L’Agustín està amb els de baix, de pensament i acció. Una rare avis, que ens alegre la vida i ens dona coratge per a seguir resistint.

Plego el rotllo i us deixo amb
l’entrevista.

 

 

Una conversación con Agustín Garcia
Calvo

Laura
Casielles y David Eloy Rodríguez

Atlántica.

 

Es considerada, hasta por quienes no confraternizan en
absoluto con su filosofía, una de las presencias más lúcidas y
reveladoras de este país, aunque por propia decisión se aleje,
en lo que puede, de la industria cultural. Hondo y estimulante
pensador, exhaustivo investigador de materias científicas
varias, conocido agitador, admirado poeta… Agustín García
Calvo ha sido tres veces Premio Nacional (de Ensayo, de
Literatura Dramática, de Traducción) y ha publicado más de
ochenta libros. Acaba de editar sus últimos relatos y un libro
de Gramática “para niños mayorcitos y para quienes se hagan
como niños”. Tiene 83 años. Junto a la poeta Isabel Escudero
ofrece innumerables recitales para ofrecer poesía de viva voz.
Incansable, magnético, insumiso, conduce una tertulia abierta
multitudinaria, resistente e intergeneracional que se reúne
todos los miércoles a las 20.30 horas en el Ateneo de Madrid. En
ella se piensa contra el poder en todas sus formas. Se trata de
la guerra contra la Realidad.

(Nota: se respetan en las respuestas
las peculiaridades ortográficas del lingüista, que se resiste a
aceptar ciertas convenciones que considera al servicio de una
normalización perniciosa y pedante. De ahí las costituciones e
ispiraciones o su peculiar uso de las mayúsculas).

 

Dices: “La Realidad es una
mentira”
. Dices: “La Realidad no es todo lo que hay”.
Te dedicas, Agustín, por diversas vías, a atacar la realidad
constituida. A través de la tertulia, de los libros, de las charlas
y recitales, de tu propia vida… Y qué difícil resulta utilizar el
lenguaje para desmentir la Realidad, cuando él mismo, el lenguaje,
define, encierra y miente, es decir, crea Realidad. “Definir es
cenizar”, que decía Lezama Lima. ¿Cómo puede el lenguaje ser
liberador si es a la vez el cepo, la trampa?

 

  • Ah… es muy sencillo: basta con
    dejarse hablar. Es la única técnica que conozco. Si uno habla
    personalmente, pues por esa boca le van a salir las cosas que ya
    están dichas, y él, como cualquier otro elemento de la Realidad,
    tendrá que obedecer a la ley de la defensa. Toda cosa, y por lo
    tanto también todo hombre, tiene que obedecer, por lo tanto
    falsificar, volver a mentir. Pero como uno no es del todo el que es,
    pues gracias a eso pueden salir, si uno se deja, palabras del común,
    del pueblo que no existe. Bueno, eso es de lo que se trata. De las
    cosas que me dices hay que puntualizar que la Realidad, las cosas de
    por sí, no son, no somos, mentira: no tiene sentido decir que la
    Vida es mentira, ni tampoco, en sentido contrario, que la Muerte es
    mentira. Son mentira justamente en la medida en que se proclaman
    verdades. Sólo cuando las cosas, las relaciones entre las cosas,
    los hechos, los sucesos, se declaran verdaderos, como lo están
    declarando a cada paso, cabe decir que no era verdad. Eso es lo que
    la lengua sabe hacer, se vuelve contra sí misma en el sentido que
    te he dicho: por un lado está la lengua, o más bien el idioma de
    que se trate, una de las lenguas de Babel, o un dialecto más o
    menos vulgar o más o menos culto, que queda dentro de la Realidad
    también, como el idioma, idioma de la nación, idioma de uno mismo,
    o idiolecto como suele decirse; y por otro está la lengua común,
    que es la lengua que puede enfrentarse a la Realidad y hablar de
    ella. Como esas dos cosas –idioma y lengua común– se dan a la
    vez pero son enemigas, pues basta con eso que decía: dejar que
    hable lo otro, lo que no es de uno, y eso desmiente, descubre la
    mentira de las verdades que se proclaman. Así es más o menos la
    cosa. 

 

 

¿Podrías hablarnos de tu
experiencia, larga ya, en la tertulia del Ateneo?

 

-Sí, llevamos ya va para doce años de
tertulia en el Ateneo. Bueno, lo más gracioso que tiene es eso de
que es un hecho singular, no creo que haya sucedido nunca, por lo
menos que yo sepa, es decir miércoles tras miércoles, vacaciones
ninguna de verano ni de nada, con una asistencia de ochenta o cerca
de cien cada día, y que sigue así al cabo de cerca de doce años.
Es una de las cosas que le consuelan a uno un poco, la singularidad
del fenómeno, valga para lo que valga. Y efectivamente, ahí se
trata de ejercitarse en esta arte del dejarse hablar: inevitablemente
tienen que seguir saliendo opiniones, ideas, mías o de cualquiera de
los que asisten, pero bueno, ya se sabe que eso es lo que se trata de
anular y de corregir con esa arte de hablar, y de vez en cuando sale.
Y tiene la virtud, esta tarde vamos a insistir en ello, de que nadie
se aburre nunca en esa tertulia, lo cual es también muy singular
porque lo que está mandado en cualquier asamblea política,
económica, en cualquier centro de educación, en cualquier
espectáculo de los que se ofrecen, pues es el aburrimiento. El
aburrimiento, que es un caso muy importante de eso de la costitución
de la Realidad, la ley del aburrimiento general como destrozo de las
posibilidades de vida. 

 

 

Hablemos de tus últimos libros.
Acabas de sacar “Cosas de la vida. 17 cuentos”. ¿Por qué
contar historias?

 

Cuentos he sacado muchos, pero
si te has fijado lo que sucede es que no está nunca el narrador, que
se trata de personajes, más o menos reales, pero irreales de todas
maneras en algún sentido, que hablan, que dialogan, que discuten
unos con otros. Y bueno, es a lo que se reduce este contacto con el
género narrativo, que practico de vez en cuando, aunque no novelas,
nunca he escrito una.

 

 

¿En la esperanza de que brote esa
lengua común, esa razón común, en esos personajes?

 

– Sobre todo en contra de que haya un
fin, una prosecución, un suspense, que es lo que se suele en las
novelas y en las películas. Sobre todo eso.

 

Reciente es también el libro
“Elementos gramaticales”,
en tres volúmenes, ¿qué puede
aportarnos, en qué puede ayudarnos a saber de la Gramática, tal y
como tú la entiendes?

 

  • Este intento último es un intento
    nada menos que pedagógico, es decir, estoy intentando, y
    probablemente fracasaré en el intento, meterlo de hecho en
    istitutos. Está destinado a gente alrededor de los diecisiete, a
    gente de lo que se llama ahora bachillerato. Y es un atrevimiento.
    Yo había ido desarrollando a lo largo de muchos años unos
    descubrimientos acerca de la lengua, del decir, del descubrimiento
    de las mentiras que se cuentan acerca de la lengua en los estudios
    gramaticales, y fuera de ellos también, en la vulgarización. Lo
    había desarrollado en “Del lenguaje”, los diálogos de
    la lengua entre tres personajes, que tal vez recuerdas; pero eso,
    quería ahora hacerlo de una manera lo más simple posible, lo más
    reducida, en ese intento de meterlo en medio de la desgracia pesada
    que es la educación y la enseñanza, especialmente de la Lengua,
    con tres fascículos que están separados simplemente para que no
    parezca un tomo gordo. La lengua no es de nadie, esa máquina de
    maravillosa complejidad no tiene más amo que quien la habla, pese a
    lo que digan los señores que se creen que saben lo que pasa en la
    lengua y que se permiten hasta dar reglas para hablar. Eso, lo que
    dice el título, “elementos”, que de lo que ahí se trata es del
    descubrimiento de los errores que reinan acerca de la lengua. Y
    hecho de la manera más sencilla posible. No sé lo qué dará de
    sí, pero desde luego, el desengañarse de las ideas que uno y el
    poder se hacen acerca de la lengua es lo primero para cualquier
    política, para cualquier otra forma de descubrimiento. Si no hay un
    desengaño acerca de las creencias sobre la lengua, todo lo demás
    estará ya viciado desde la raíz.

  •  

Hay un reciente trabajo tuyo
impresionante, el Tratado de Ritmica y Prosodia y de Metrica y
Versificacion, que siendo una investigación extraordinaria,
descomunal, que seguro, por sus resultados, te ha ocupado mucha vida,
y que tiene importantes consecuencias en la materia de estudio, ha
sido escasísimamente reseñado o comentado en los, como tú les
llamas, Medios de Formación de Masas, esos que nos atronan con sus
asuntos banales y sus lenguajes de tendero.

     

  • Este libro era el tratado que
    había empezado a hacer cuando estaba haciendo aquello de la tesis
    doctoral, por lo tanto he estado en ello prácticamente toda la
    vida. Nunca lo terminaba porque estaba dedicándome a otras locuras
    muy diversas, y especialmente desde que cedí a lo de la
    publicación, a publicar, muy tarde, cuando tenía ya cuarenta años,
    y hasta hoy. Pero bueno, ha ido saliendo, y desde luego no es
    sorprendente que hasta el momento parezca como si no hubiera salido
    a la luz, porque eso me pasa con la gramática, con la lírica, con
    la poesía, con cualquiera de las cosas que hago: en cuanto aparece
    algo, la reacción de los que están en el Poder, de los que mandan,
    es mirar para el otro lado. Sí, estoy acostumbrado a esto, que es
    fastidioso y triste, pero que, bueno, es la ley del Poder y de las
    mayorías.

  •  

Te mueves al margen de la industria
cultural, de su nombradía y sus ruidos, y sin embargo eres un
referente, un maestro, para muchísima gente de diversas
generaciones

 

– Agradecerte lo de los muchísimos.
Son muchísimos de los pocos, claro, muchísimos entre muy pocos, es
decir casi nada con respecto a las mayorías que consumen literatura,
filosofía, ciencia y política. Casi nada, ¿no? Vamos, no es nada
en medio del torrente, como se entiende bastante bien.

 

Lucina, la editorial en la que
suelen salir tus libros, es un proyecto que supongo ayuda a esa
libertad que tienes, a no depender de la industria cultural, que
mustia lo que toca. Son treinta años, creo, de Lucina, casi ochenta
libros… ¿Qué nos cuentas de Lucina? ¿Cómo está la editorial?

 

Lo de que la publicación en general, y
la fundación de Lucina en particular, ayude a algo es también
relativo. Como te estaba diciendo antes, ya desde muy joven, desde
los veintitantos, me di cuenta de lo que era ese torrente, esa
abundancia rebosante de publicaciones, de libros por todas partes,
que eran esencialmente basura, pero que estaban ocupando un sitio. Me
desanimé de meterme en el torrente, hasta que empecé, a partir del
año 65, llevado por la ola del levantamiento inesperado de los
estudiantes por el mundo. Y luego a consecuencia de eso me tuvieron
que expulsar y me tuve que marchar a París once años… Fue
entonces cuando me volví atrás y empecé a publicar, primero en
pequeñas editoriales, después cuando volví, en el 79, son ya
treinta años, con la fundación de este juego de Lucina, que está
ahí, que parece una editorial, una empresa, pero que la verdad es
que no lo es, en parte por el descuido de los que lo llevamos, pero
también de por sí. Y no sé hasta qué punto ayuda a algo o no.
Desde luego sí hay mucha gente, dentro de los poquísimos, que a lo
mejor se ha enterado de algo a través de ahí. Qué sé yo, tengo
mis dudas de hasta qué punto eso ni nada de lo que hago pueda servir
para nada.

 

Has dicho siempre que cuando
llegaste de Francia, cuando regresaste a España, no eras nada
optimista respecto al futuro del país porque sabías ya muy bien lo
que era esa democracia, y que, desde luego, no era eso lo que se
reclamaba en las sublevaciones estudiantiles.

 

  • No, no, y además el levantamiento
    en Madrid al que me sentí arrastrado es contemporáneo con los que
    sucedían en Berkeley, en Tokio, y después en Alemania, en
    Francia… El levantamiento era contra el establecimiento entonces,
    de una manera descarada, del Régimen que hoy padecemos, que es en
    una palabra el Régimen del Dinero, el Poder sirviendo simplemente
    al movimiento del Capital, y las mayorías naturalmente obedeciendo
    al Poder que le manda comprar, o que le manda todas las cosas que le
    manda, toda esa vanidad avasalladora tan pesada. Era entonces cuando
    se estaba estableciendo, hace por tanto ya más de cuarenta años, y
    el levantamiento fue para mí una muestra de que la mayoría nunca
    son todos, que siempre hay algo que queda vivo. Lo había entonces,
    y se manifestó de una manera relativamente esplendorosa, y lo sigue
    habiendo, por supuesto. La verdad es que de la alegría de aquello
    es de lo que sigo de alguna manera viviendo, en la tertulia y fuera
    de la tertulia. La comprobación de que es mentira: que no son
    todos, que nunca la mayoría son todos, que la Realidad no es todo
    lo que hay.

     

¿Qué hay en este tiempo fuera del
imperio del dinero del que hablas? O lo que es lo mismo: ¿es posible
la alegría bajo el régimen que padecemos? ¿Dónde?

 

  • Bueno, acabo de hablar de eso.
    Decía que yo vivía de la alegría de aquella comprobación
    relativamente esplendorosa del 65; y para mí ahora sigue valiendo
    lo mismo, aunque no haya estas manifestaciones de gente menos
    formada tan esplendorosas como en el establecimiento descarado del
    Régimen. Pero, por supuesto, los que se creen que el Régimen es el
    que tiene que haber, y que está condenado a un Futuro inevitable,
    con Progreso costante y demás, son ellos, los que están arriba, la
    gente por abajo no se lo cree, vamos, la gente se ríe o se aburre
    cuando se le da ocasión de oír semejantes cosas: no hay tal
    Futuro, el Futuro es de ellos, y naturalmente eso es lo que queda
    siempre, esa especie de sufrimiento de la mentira del Futuro que nos
    venden, y de todo lo que nos venden con él, se trate de Regímenes
    Democráticos o de cualquier otra cosa.

  •  

¿Y es posible vivir olvidándose
del futuro?

 

  • Claro, uno no puede olvidarse
    porque uno personalmente está costituido por el Futuro, por la
    Muerte. Por la Muerte siempre futura, esa que nunca está aquí,
    pero que está como Futuro aquí, y condenando a la vida a las pocas
    posibilidades que le quedan. Pero como uno no es del todo el que es,
    evidentemente eso es lo que puede seguir viviendo a pesar de todo,
    gracias a que uno nunca es del todo el que es.

     

¿Qué es lo que hace el poeta
cuando acierta y consigue hacer poesía? Y ya sabemos que tú eres
poeta a pesar de la Poesía con mayúscula, pero, cuando un poeta
acierta a hacer poesía, ¿qué es lo que está haciendo?

 

  • Sí, sí, la verdad es que estoy
    algo harto y además cada vez más harto de la Poesía, porque no se
    puede llamar poesía más que a lo que se vende como poesía, no
    podemos hacernos ilusiones de cambiar el vocabulario, ¿no? Ahí
    está una cosa, una producción además cada vez más
    multitudinaria, que se llama poesía, y naturalmente yo tengo que
    decir en todo caso que las cosas que yo hago no son poesía, porque
    tengo que atenerme a que poesía es eso que se vende y se produce. A
    pesar de ello, pues yo mismo he encontrado todo tipo de escritos de
    pensadores de otros tiempos, de poetas, en los que he encontrado
    mucho alimento, mucha ispiración; no puedo declararme ahora
    completamente recién nacido en este mundo, ¿no?, ni privarme de
    las posibilidades de la escritura. Cuando hacía más lo de andar
    recitando por ahí (ahora más bien que recitar lo que hago es
    canturrear, para que se parezca lo menos posible a la poesía de los
    poetas), solía advertir que de lo que allí sonara, lo bueno, lo
    que a cualquiera de los oyentes le dijera de verdad algo, eso no era
    mío, que se me había escapado. Y que en cambio todo lo malo era
    mío, claro; todo lo malo que quedara era mío. Y esa es la técnica:
    acertar a quitarse de en medio, aunque sea por un momento, y dejar
    que la que hable sea la lengua. Que hable, cante o lo que sea. La
    atención al arte, a la técnica, al ritmo, favorece eso, porque si
    uno entiende que la poesía se refiere al contenido, a lo que dice,
    entonces está ya casi perdido, entonces no va a decir más que lo
    que tiene que decir y a expresar quizá algo. La atención ante todo
    al ritmo y a la técnica distrae mucho de eso, y entonces favorece
    que de vez en cuando la onda del ritmo sea algo que no sea lo que ya
    está dicho. 

  •  

¿Por qué nos da tanto miedo ese
dejarnos ser, ese dejarnos decir?

 

Uno está obligado a
defenderse. Uno es el que es, es mentira que sea del todo el que es,
pero uno como cualquier cosa, animales y plantas y seres inanimados,
obedece a esta ley de la defensa, por más que sea en vano tiende a
defenderse. Entonces el miedo a la perdición es lo que causa esa
forma de miedo, es muy comprensible, como si no nos fiáramos,
perdiendo de todos modos a cada momento, pero aunque sea así sigue
reinando en cada uno, como en el Poder mismo, la pretensión de tener
un Futuro, un destino, en una palabra: ser el que es. Y por tanto si
le andan hurgando, como es fácil hurgarle, a esa pretensión de
estabilidad, eso le hace temblar, ¿no? Es miedo contrario y
complementario al miedo de lo sabido, de lo anunciado por delante, de
la Muerte. Son miedos que se contraponen uno al otro y que en cierta
medida pueden matarse el uno al otro.

 

La ciencia, que tanto te interesa,
¿está de parte más del encubrimiento o de la revelación?

 

Bueno, estos últimos cinco o
seis años me ha interesado de una manera especial la investigación
de los físicos, especialmente los físicos en ciernes, más o menos
desmandados, que más que tener grandes libros publicados metían
cosas en la red. Me he leído ya bastante más de mil entradas en la
red de este tipo, gracias a la busca y el buen tino de José Luis
Caramés, un amigo matemático, que me ha acompañado en esto. Y lo
que me interesaba, y me sigue interesando, es que, a pesar de que la
vocación, el fundamento, de la Ciencia sea desde luego servir al
Poder y, por lo tanto, garantizar el Progreso en la línea del Futuro
que está previsto y ordenado, como tampoco los físicos, ni la
Ciencia misma, son del todo lo que son, de vez en cuando, por la
fuerza de la investigación misma, por la curiosidad, por la pasión
por lo desconocido que sigue viviendo en cualquiera, se escapan
cosas. Y el testimonio de los choques, las dudas, las
contradicciones, con que la investigación física misma se encuentra
es desde luego una ayuda y una ispiración costante para mí.

 

El ejercicio de la traducción,
¿cómo lo entiendes?

 

Bueno, pues es un rompecabezas
muy interesante al que me he dedicado de vez en cuando con bastante
pasión. Evidentemente, los idiomas no son la lengua, los idiomas son
la condena de la lengua a la Realidad; y cuando uno se pone a
traducir, especialmente si son cosas de eso que se llama poesía, lo
que se trata es de encontrar si en el idioma del original, y a pesar
del idioma, hay algo que pueda sonar en un idioma cualquiera. A
partir de ahí, de haber entrado a eso, puedes encontrar cómo
sonaría en el idioma al que la traducción va a parar. Eso es lo que
trato de practicar tanto haciendo versiones para cantar de las
versiones de Brassens, como haciendo los sonetos refinados de
Shakespeare, o los de Belli en su romanesco, o cualquier cosa. He
buscado cosas que efectivamente veía que podían dar eso, que no
estaban determinadas por el idioma sino que a través del idioma
hacían sentir algo común, y que eso naturalmente se puede hacer
sentir con un poco de habilidad y suerte en cualquier otro idioma.

 

Hay dos realidades atroces dentro de
la Realidad, las cárceles y los centros de internamiento
psiquiátrico, sistemáticamente invisibilizadas. Tú conoces bien de
ambas: en el caso de la cárcel porque te afectó directamente, en el
caso de los psiquiátricos porque has escrito, por ejemplo, los 17
casos de locura. Es terrible que la sociedad aparte e ignore estas
dos realidades que están tan cerca.
¿Cómo crees que sería
posible cambiar la situación de estas dos realidades? ¿Habría
alguna manera de poner en el centro del debate social estos dos
asuntos, para transformarlos?

 

– Bueno, en primer lugar, hay que
corregir eso de que Poder y Estado no se ocupan mucho, porque se
ocupan muchísimo. Se ocupan muchísimo de ello, y efectivamente, no
sé cuánto es el capital que hacen correr en la fabricación y el
mantenimiento de cárceles y de centros psiquiátricos, pero es desde
luego mucho, no cabe duda, a su manera y para lo que al Poder le
interesa, que es justamente separar en esos centros casos de
prioridades personales que son difíciles de colar en una mayoría,
que es lo que el Poder necesita. Entonces, el procedimiento, ya muy
viejo, es la clasificación, que se consigue por la definición, y la
definición por medio de módulos, de cercos y de cualquier otro
procedimiento que garantice la separación. De manera que hay que
darse bien cuenta de esto, y naturalmente pensar que cualquier cosa
que se haga no puede ser del mismo orden, no puede ser una atención
como la del Poder: compasiva, hipócritamente compasiva, para con los
locos, o para con los delincuentes, al amparo de la Justicia o de la
Medicina. No puede ser eso, justamente hay que luchar contra la
clasificación.

Yo, en cuanto a la locura, sigo
teniendo a mi alrededor bastantes amigos locos, con los cuales hablo
y de los cuales trato de entender en la medida de mis posibilidades
qué es lo que ahí puede estar sonando, y desde luego a lo que
tiendo es a la no clasificación.

La cárcel nunca la llegué a probar
del todo, por eso me escapé en el 69 cuando no me quedaba más
remedio; lo que sí viví de cerca es los calabozos de la Puerta del
Sol y los de la Prefectura de París, esos sí los conozco muy de
cerca, los he visitado mucho. Y desde luego, ese tipo de
encerramiento parece algo más leve que el de los locos, porque
después de todo es un encerramiento más grosero, por medio de muros
y tal, con la supuesta privación de la libertad. De aquella
distinción que había entre presos políticos y presos de los otros,
habría que hacer sentir que los presos de los otros son justamente
presos tan políticos, y a veces más, que los que llaman presos
políticos, y el secreto está en desmentir el mito de la libertad,
en reconocer que desde luego lo que está padeciendo allí dentro de
la cárcel no es precisamente la persona, que está presa lo mismo
dentro que fuera, sino algo que no es la persona, que queda por
debajo, y que de una manera especial está allí costreñida pero que
no es la libertad de la persona. Es más bien algo que está contra
la persona lo mismo que está contra la cárcel.

 

Intentaste una vez, en un importante
proceso colectivo, construir y difundir un “Periódico al revés”.
¿Sería posible una “Escuela al revés”?

 

-Bueno, en esto como en otras cosas que
hemos hablado, lo malo es que uno tiene la sensación de hacer
realidad esas cosas. Y hacer la Realidad no puede ser, porque en el
caso de que llegue a hacer la Realidad, sea un centro educativo, sea
un periódico mismo, sea cualquier otra cosa, en la medida en que se
han realizado, pues ya son como las otras, empiezan a ser como las
otras, es el precio que se paga por la realización. Y es difícil
mantener esa tentación y luchar contra ella al mismo tiempo; es
decir, intentando hacer algo pero no propiamente realizando, no
cumpliendo un Futuro, sino un poco más o menos a tientas, de maneras
más sutiles y más difusas. Porque realizarse, realizarse, no se
puede realizar nada bueno. La Realidad es contra lo bueno, es algo
que conviene no olvidar.

 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=98887

 

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