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9 de desembre de 2007
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1-D: Enric Juliana adverteix el PSC dels seus errors

"El primer error, quizá mal aconsejado por quienes desde Barcelona también escriben creyendo que se van a enterar en Moscú, fue no calibrar bien la manifestación del 1 de diciembre, en la que vibró el alma popular del catalanismo, con o sin pancartas independentistas. El segundo consiste en lanzar una amenaza que se proyecta simbólicamente sobre la fracción más politizada de la nueva generación catalanista, que no es mayoritaria sociológicamente, pero tiene nervio: cree en lo que piensa. Su educación sentimental todavía resiste bien los embates de la realidad, como es propio de las generaciones que se imaginan ascendentes y convocadas a algo, como ocurrió, a grandísima escala, con la tan comentada leva del 68.

¿Desean los mandos del PSC convertirse en el antipático partido-régimen de los mayores de 45 años? ¿En el partido de los realistas instalados en la Administración? Si se confirma, quizás sí que un día se van a enterar. En Moscú, por supuesto."

De Se van a enterar en Moscú, d’Enric Juliana, a La Vanguardia

  1. per qui no tingui accés Premium a La Vanguardia digital:

    Se van a enterar en Moscú

    Enric Juliana

    Una niebla espesa ha caído este U fin de semana sobre Madrid. Como una manta de algodón. Hace frío. Cuando el invierno castellano aprieta, con una manta no basta. El viento es helado y las horas pasan lentas en la ciudad aletargada por el puente de la Inmaculada Constitución. Es un buen momento para ordenar papeles e ideas, ya que esto se acaba. Se acaba la legislatura.

    Cuatro años de brega en Madrid son una eternidad. Vivido sólo desde ese plano, tan electrizante y bañado de adrenalina, Madrid resulta absolutamente neurótico. Excitante, interesante y aleccionador, sí, pero agotador. De Madrid hay que huir de vez en cuando en busca de otras ventanas. A la vuelta, la necesidad de reconstruir en pocas horas la pertenencia a la comunidad obsesiva – la esfera que forman sin descanso periodismo y política- suscita unos momentos de perplejidad bastante interesantes. Nada parece tener sentido.

    Estando el viernes en ese momento raro e iluminador, el clic, el despertar, el regreso a la cotidiana realidad, llegó de la mano de Juan Cruz, escritor, periodista y conversador incansable, que entra en el restaurante con los periódicos sin doblar, como si temiese partir en dos la realidad que todavía contienen. Los diarios, Juan Cruz los lleva cariñosamente en brazos. Cada uno tiene sus manías: un servidor no los soporta arrugados o con el papel ligeramente humedecido por el aliento de la madrugada.

    Hablando de la comunidad obsesiva, Cruz, que sabe muchas cosas de los circuitos internos de Madrid, rememoró una anécdota de Pedro Gómez Aparicio, fallecido director de la agencia Efe y la Hoja del Lunes.Una anécdota de los tiempos en los que la rudeza del periodismo se compensaba, a veces, con una fina capa de ironía. "¡Se van a enterar en Moscú!", solía exclamar Gómez Aparicio cuando comenzaba a teclear su artículo.

    Con la aceleración electrónica de las noticias, ese simpático grito de guerra del veterano periodista madrileño ha perdido sutileza, para convertirse en dogma. La tendencia de la información al anegamiento del espacio público invita al grito. Puesto que cuesta mucho destacar, cada vez más gente escribe o habla, sobre todo en internet, pero también en los diarios y en las emisoras, como si de verdad creyese que la van a oír en Moscú. Yque le van a hacer caso. Vivimos tiempos verdaderamente barrocos.

    También ocurre al revés. En ocasiones es el otro polo de la comunidad obsesiva, la política, el que se toma al pie de la letra la máxima de Gómez Aparicio. Es lo que ha ocurrido esta RICART semana en Barcelona con la siniestra advertencia lanzada desde el PSC a los periodistas de los medios de comunicación dependientes de la Generalitat. Desafiando a Maquiavelo, que es mucho desafiar, puesto que Maquiavelo aconsejaba no amenazar nunca con aquello que no es seguro que se pueda cumplir, el grupo dirigente del socialismo catalán ha cometido su segundo error importante en quince días, lo cual es novedoso, ya que el PSC ha demostrado siempre gran maestría táctica.

    El primer error, quizá mal aconsejado por quienes desde Barcelona también escriben creyendo que se van a enterar en Moscú, fue no calibrar bien la manifestación del 1 de diciembre, en la que vibró el alma popular del catalanismo, con o sin pancartas independentistas. El segundo consiste en lanzar una amenaza que se proyecta simbólicamente sobre la fracción más politizada de la nueva generación catalanista, que no es mayoritaria sociológicamente, pero tiene nervio: cree en lo que piensa. Su educación sentimental todavía resiste bien los embates de la realidad, como es propio de las generaciones que se imaginan ascendentes y convocadas a algo, como ocurrió, a grandísima escala, con la tan comentada leva del 68.

    ¿Desean los mandos del PSC convertirse en el antipático partido-régimen de los mayores de 45 años? ¿En el partido de los realistas instalados en la Administración? Si se confirma, quizás sí que un día se van a enterar. En Moscú, por supuesto.

  2. -contextualitzant adeqüadament- tot sovint. És un analista fi, agut, que hi veu de prop i de lluny. Se li coneix l’educació política al PSUC i l’experiència de lectures i de vida a Itàlia…

    Pere

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