Cupressus sempervirens

Ricard Garcia

Tot va bé si acaba bé

Ara fa dos anys, el
setembre del 2005, anunciava aquí que un jurat format per Enric Badia, Mn.
Climent Forner, Montserrat Altarriba, Salvador Arderiu i Francesc Garriga havia
concedit el XVè Premi de Poesia Josep Fàbregas i Capell-Vila de Sallent al meu
poemari Els contorns del xiprer.

Un any després
explicava enfadat que el premi, consistent en l’edició del llibre, no s’havia
fet efectiu. I llavors vaig començar, durant cada divendres de tot un any, a
publicar Els poemes de Els contorns… a través del Cupressus sempervirens.

Ara, el setembre de
2007 i després de força peripècies que vull oblidar, els poemes de Els contorns del xiprer s’han editat finalment…

Una certa salvació, 2

No sé si parlem del
mateix, no n?estic segur. En tot cas, Joan Carles, miraré d?explicar-me. La
veritat és que quan sento a parlar de salvacions col·lectives em venen al cap
solucions que em fan pensar en opcions polítiques o religioses  que em fan venir esgarrifances. Quan he
parlat d?una certa salvació ho he volgut fer amb paraules petites i una mica
descregut del que deia, però fent referència a aquells moments que ?si estem al
cas- podem caçar al vol i donen sentit i significat profund a la nostra estada

Una certa salvació

Llegit a Insomnio, Premi de Novel·la Café Gijón 2006:

?¿Se supone que estamos destrozados? No. Sí. No lo sé. Se supone que
estamos descoyuntados, fragmentados, enajenados. Se supone que estamos
desorientados y estupefactos. Lo afirman la mayor parte de los filósofos y los sociólogos
contemporáneos. Y no seré yo quien lo niegue. Además, cualquier forma de
infelicidad y de dolor parece siempre honesta.
Ahora la humanidad entera adopta una actitud de asombro, un gesto de
cansancio, de no saber qué hacer: una especia de hastiada perplejidad medrosa
ante el siglo que comienza.

Lo peor es que uno siempre tiene la sensación de estar solo. Hace poco
estuve dando una conferencia en otra ciudad. Había unas treinta personas en la
sala. En realidad, no se trataba de una verdadera conferencia, sino de una
especie de mesa redonda sobre mis últimas obras. Fue una experiencia agradable.
La gente me hacía preguntas acerca de mis novelas y yo debía contestarlas. Preguntas realmente buenas y a veces juicios
de valor que demostraban que me habían leído a conciencia, cosa que, como es lógico,
me aterrorizaba por un lado, pero por otro me halagaba enormemente. Los
escritores invisibles nos maravillamos cada vez que tenemos ocasión de
comprobar que alguien nos lee. Y alguien, una mujer, una mujer con acento
sudamericano, una mujer muy hermosa, me preguntó, como si supiera muy bien lo
que me preocupa:

– ¿Podemos salvarnos por medio de la literatura, puede la literatura ser
una forma de salvación?

Diosmío, pensé entonces,
la salvación otra vez…