Raül Romeva i Rueda

REFLEXIONS PERISCÒPIQUES

Gràcies Sergi (López), gràcies Michael (Phelps)

L’any 1988 jo encara nedava al CN Sabadell, a les ordres de Paulus Wildeboer, pare d’Olaf i d’Aschwin Wildeboer. L’estiu d’aquell any seguia amb especial atenció els Jocs Olímpics de Seúl, i concretament les evolucions d’un nedador català, Sergi López. En la prova dels 200m braça, la que de fet era també la meva prova (d’aquí a que la seguís amb tanta atenció), en Sergi va aconseguir la primera medalla olímpica per a un nedador català. Actualment, és el responsable tècnic del
Club Bolles, de Jacksonville (Florida). Entusiasmat com estava amb la proesa de’n Sergi li vaig escriure algunes cartes felicitant-lo, a les quals em va respondre amb una extraordinària amabilitat. Encara les conservo. Em va fer feliç. De la natació conservo, també, algunes herències que m’han estat molt útils al llarg de la meva vida: disciplina, capacitat per marcar objectius a curt, mig i llarg termini, capacitat per superar entrebancs (per exemple quan no s’assoleixen els objectius), capacitat de patiment (els entrenaments són llargs, intensos i durs), respecte per un mateix i pels companys i companyes, aprendre a competir (i per tant a guanyar i a perdre), etc… És per això que, ara que toca fer balanç del 2008, quan toca escollir el millor esportista de l’any, jo, com en Sergi, tampoc ho dubto: Michael Phelps. Igual com en Sergi em mantenia despert a altes hores de la nit per seguir les seves evolucions a Seúl, en Michael Phelps em feia llevar-me a les 4 de la matinada per seguir en directe totes les seves proves (eliminatòries, semifinals i finals). Per a mi, els Jocs del 2008 van ser, sens dubte, els Jocs de Michael Phelps. La natació no és un esport de masses, però aquells qui hem tingut la sort de dedicar-hi una bona part de la nostra vida sabem valorar, i molt, tot allò que significa els vuit ors olímpics de Phelps. Un cop més, Sergi, et segueixo i et saludo des de la distància, i com tú, celebro haver viscut, ni que sigui a través del televisor, la proesa de Michael Phelps. Gràcies Sergi López, gràcies Michael Phelps (segueix…)

SERGI LÓPEZ Los
deportistas españoles eligen a los mejores

¡Gracias, Michael!

SERGI LÓPEZ (El País 29/12/2008)

Michael Phelps no me
conoce personalmente. Durante los Juegos Olímpicos de Pekín, uno de los días
que salíamos de la piscina coincidimos en el mismo autobús y tuve el
atrevimiento de pedirle que me firmara dos gorros para mi hija, Harley, y para
mi hijo, Cobi. Él, muy amable, accedió. Después, me sentí increíblemente
orgulloso. Nunca pensé que conseguir el autógrafo de un nadador llegaría a impactarme
tanto. Tampoco imaginé a un nadador como Phelps.

A quien me diga que la
natación le parece una actividad insignificante le diré que a mí lo que me
resulta absurdo es pensar en ir a la Luna. Yo no sé cómo viajar a la Luna. Yo
sé nadar. Ése es mi talento. “Todos tenemos muchos talentos”, les
digo a mis nadadores; “nadie se ha dado cuenta de que los tenemos, pero
están ahí”. A veces se manifiestan cuando estamos solos. A veces hacemos
un entrenamiento increíble y sentimos que se nos pone la piel de gallina porque
hemos hecho algo que está al alcance de muy pocos.

Antes de que formara parte
de la opinión pública, Phelps ya tenía un objetivo en su mente. Además de ser
el mejor nadador de todos los tiempos, su meta era poner a la natación en un
primer plano mundial. Gracias a él, la natación está en un lugar que nunca
pudimos imaginar.

He sido nadador y ejerzo
de entrenador desde hace muchos años. Debo reconocer que lo que Phelps
consiguió en el agua se consideraba imposible. No creo que haya nadie que en un
próximo futuro pueda volver a ganar ocho oros en unos Juegos.

Gracias al fenómeno de
Phelps en los Juegos y a la gran atención que la televisión le dio en Estados
Unidos, los clubes de natación de punta a punta del país vieron un gran aumento
de nuevos nadadores. En nuestro club, en las dos primeras semanas de la
temporada, registramos 95 nuevos nadadores cuando antes nos dábamos por muy
satisfechos si en el mismo periodo incorporábamos a 30. Fue un gran reactivo
para nuestra economía. Algo sorprendente, teniendo en cuenta que la crisis
había empezado a mermar el número de inscritos. El caso de mi club no fue
excepcional. Muchos otros tuvieron un número mayor de nuevas inscripciones. Eso
sólo se debe a Phelps.

La identificación de la
gente con este nadador es casi automática. Creo que la razón es evidente.
Muchas veces nos preguntamos qué es lo verdaderamente importante en esta vida.
¿Por qué estamos aquí? Nos bombardean a diario con imágenes desoladoras de
terremotos, sequías, huracanes, pobreza, guerras… Para mí, una de las cosas
más importantes en esta vida es la natación. Mucha gente pensará: “¿Y éste
está loco?”. Dirán que no tiene sentido entrenarse horas y horas mirando
la línea negra en el fondo de la piscina para poder bajar una décima de segundo
con suerte. A mí la natación me ha ayudado a entender el significado de las
cosas.

Phelps, con lo que ha
logrado como nadador, ha ayudado a mucha gente a sentirse identificada con una
pasión. El impacto ha sido importante, sobre todo en los jóvenes. Lo veo en mis
hijos, que están involucrados con la natación desde el día que nacieron. Estoy
seguro de que Phelps les está ayudando a sentir una pasión muy fuerte, que se
relaciona con trabajar duro día a día para ser lo mejor que puedas ser. Phelps
les ha enseñado con su obra algo que para un pedagogo, para un padre o para un
entrenador es muy difícil de inculcar. Como Michael Jordan, su victoria más
grande fue avivar la llama del fuego que todos llevamos dentro.

Estar en Pekín y ver a
Phelps en acción cada día me hizo sentir muy bien. Muchas veces la gente me
pregunta qué es lo que sentí cuando gané la medalla olímpica en Seúl. Veinte
años después, las percepciones se distorsionan y no te acuerdas muy bien de la
sensación real. Ver en directo las emociones de Phelps tras ganar el
relevo de 4×100, en el podio, cuando le daban las medallas, me hizo apreciar y
sentirme orgulloso de lo que yo había conseguido hacía 20 años. Ya casi no le
daba importancia.

Me fui de Pekín 20 años
más joven. Con la gran ilusión de poder contagiar a mis nadadores las mismas
sensaciones que Phelps me hizo sentir otra vez al verle nadar durante nueve
días. ¡Gracias, Michael!

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