Raül Romeva i Rueda

REFLEXIONS PERISCÒPIQUES

Publicat el 28 de juny de 2011

Europa no és color de rosa

Europa
no es de color de rosa (por Raúl Solís), para losEuros.eu

La Carta de Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, en su artículo 21, prohíbe toda
discriminación, “en especial por orientación sexual”, y vincula jurídicamente a
los Veintisiete a construir espacios de dignidad para los seres humanos que
habitan Europa. No obstante, los europeos LGTB (lesbianas, gais, transexuales y
bisexuales) no viven bajo un espacio de libertades que garantice sus derechos
fundamentales.

 

Son
muchas las discriminaciones que padecen los europeos que tienen una orientación
sexual o identidad de género no acorde al patrón cultural de la UE. Sólo cinco
Estados juegan en la “Champions League” del respeto a las minorías
sexuales : Bélgica, España, Portugal, Suecia y Holanda. No obstante, si
los matrimonios de dos hombres o dos mujeres casados en su país de origen,
donde el ordenamiento jurídico interno lo faculta, instalan su residencia en
otro Estados de la UE, pueden dejan de ser matrimonio al cruzar las fronteras
de su país.

Algo
tan absurdo como que una pareja de mujeres casadas en Holanda dejan de estar
casadas si fijan su residencia en Lituania. Más absurdo aún, si una de estas
mujeres se va a Rumanía y se casa con un hombre puede ser bígama para las
autoridades holandesas. En Rumanía, por el contrario, sólo constaría que está
casada con un hombre rumano.

Siete
países de la UE (Austria, España, Francia, Hungría, Irlanda, Luxemburgo y
Portugal) respetan la legalidad de los matrimonios celebrados en Estados donde
sí es legal que dos mujeres o dos hombres se digan “sí quiero” ante el registro
civil de su pueblo o ciudad. Es decir, reconocen los derechos intrínsecos a la
institución matrimonial : derechos de sucesión, patrimoniales y el
reconocimiento social y cultural a la convivencia.

Este
grupo de siete, cantidad insuficiente para garantizar la libre circulación y de
residencia por los 27 países que conforman la UE, es el fiel reflejo de que los
derechos legalmente adquiridos en Portugal, Bélgica, España, Holanda o Suecia,
consecuencia del amor, se quedan al otro lado de la aduana. Rumanía, Estonia y
Bulgaria ya han dicho que no reconocerán a los residentes en sus países que
quieran exportar el estatus de personas casadas.

Raúl
Romeva
, vicepresidente del Intergrupo LGTB, eurodiputado de Iniciativa per
Catalunya Verds (ICV), sostiene que Viviane Reding, responsable de la cartera
de Justicia de la Comisión Europea, dijo que “si un ciudadano LGTB ve
conculcado sus derechos, legítimamente adquiridos en un Estado miembro, eso
vulnera el derecho a la libre circulación”.

Cerca
de alcanzar la categoría de “Champions League” se encuentran catorce países que
sí contemplan en su ordenamiento jurídico una figura legal, llamada “unión
civil”, para amparar las convivencias entre personas del mismo sexo. Aunque las
organizaciones de defensa de los derechos LGTB no se conforman con las uniones
civiles. “A mismas realidades, mismos derechos”, proclaman éstas.

Muy
lejos del respeto a los derechos humanos está Hungría, que en una reciente
reforma de su Constitución encomienda a Dios la familia y queda bloqueado “por
antinatural” la aprobación de los matrimonios homosexuales ; Lituania,
donde está en vigor una ley que impide publicaciones o el activismo en favor de
la homoafectividad o Irlanda, que consiente que los médicos se puedan negar a informar
del estado de salud si la pareja es del mismo sexo e incluso negar el régimen
de visitas hospitalarias.

En
el mismo sentido excluyente se encuentra la República Checa, al realizar
pruebas falométricas a los solicitantes de asilo por orientación sexual. Acudir
a las manifestaciones del Orgullo LGTB en Eslovaquia, Rumanía o Bulgaria es
considerado de alto riesgo, debido a la ira de la ultraderecha que no duda en
usar todo su potencial violento contra los manifestantes.

Romeva
denuncia que la reforma constitucional de Hungría “no encaja dentro del Tratado
de Lisboa” y critica a la Comisión Europea porque “en materia de derechos LGTB
suele inhibirse”. El diputado ecosocialista es el ponente de la Directiva
Horizontal de Múltiples Discriminaciones, aprobada por los eurodiputados y
enviada para su aprobación definitiva, y su posterior entrada en vigor, al
Consejo Europeo. El diputado denuncia que los primeros ministros y presidentes
europeos la mantienen bloqueada y asegura que “Alemania está ejerciendo una
fuerte presión” para que no prospere la normativa aprobada en la sede del
Parlamento Europeo de Estrasburgo”.

La
entrada en vigor de la Directiva Horizontal permitiría ampliar el principio de
no discriminación a los ámbitos de servicio. Evitaría que el dueño de un
establecimiento expulse de su local a una pareja del mismo sexo, por
besarse ; que una compañía de seguros se niegue a asegurar a una persona
homosexual basándose en que ésta tiene más posibilidades de contagiarse del
Sida.

Según
el último informe de la Agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA, por sus
siglas en inglés) , sólo el 20% de los delitos motivados por prejuicios es
denunciado por las víctimas y el 50% de las personas LGTB han sido víctimas de
agresiones físicas.

De
los 27 Estados miembros, nada más que doce reconocen en su Derecho interno la
variante de homofobia en sus códigos penales (Bélgica, Dinamarca, Alemania,
Estonia, España, Francia, Irlanda, Letonia, Países Bajos, Portugal, Suecia o
Rumanía e Irlanda del Norte en el Reino Unido). En los 15 países restantes la
fobia puede campar a sus anchas, sin leyes que lo remedien.

Son
las personas transexuales las que juegan el campeonato más difícil de la
discriminación, sufrimiento y vulneración de los derechos humanos dentro de la
UE. Cuatro países no reconocen a las personas transexuales (Irlanda, Lituania,
Luxemburgo y Eslovenia) lo que les lleva a éstas, en muchos casos, a emigrar
fuera de sus países para poder ver reconocida la identidad de género que sus
genitales niegan. Por si fuera poco, la violencia de la que son víctimas las
personas trans es impune en once Estados, al no considerarse las agresiones por
identidad de género como agravante. Un limbo jurídico que deja en tierra de
nadie a los transexuales de Bulgaria, Chipre, República Checa, Estonia, Grecia,
Lituania, Luxemburgo, Malta, Rumanía y Eslovenia. Todo ello, ante la inacción
de la Comisión Europea que no se muestra tajante con los países que no protegen
a las personas transexuales.

Además,
en multitud de Estados la legislación exige el tratamiento quirúrgico de
reasignación de sexo para poder expedir un documento nacional de identidad,
coherente con el género de destino de las personas transexuales. En un 80% el
tratamiento médico del proceso transexualizador no lo cubre la sanidad pública.
En otros muchos casos el muro es el médico, al negarse éste por cuestiones
morales a tratar el caso con las diligencias profesionales que se esperan de un
profesional de la salud.

Aunque
Europa no sea de color rosa no es del color negro de los 76 Estados del mundo
que encierran en prisión a homosexuales y transexuales. Tampoco Europa viste el
luto de Mauritania, Sudán, Arabia Saudí, Irán, Yemén, Nigeria y Somalia, donde
el amor mata. Estos ciudadanos que huyen de la incomprensión e insensibilidad
pueden acudir a las representaciones diplomáticas de la Unión, repartidas por
el mundo, a solicitar asilo político “con necesidades especiales”, a merced del
nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior, resultado de la entrada en vigor del
Tratado de Lisboa.

Esta
protección a las almas que vean perseguidas su libertad y su derecho a la vida
por razón de orientación sexual e identidad de género es uno de los avances en
materia de derechos humanos más celebrados y perseguidos por los colectivos
LGTB de nuestro continente. La alegría es incompleta. Cuatro Estados de la UE
se niegan a proteger dentro de sus fronteras a las lesbianas, gais, bisexuales
o transexuales que llamen a la puerta de Europa para salvar su vida y libertad.

A
pesar del odio visceral de los enemigos de la diferencia, el respeto hacia las
personas homosexuales y transexuales en la UE ha ganado muchas batallas en esta
guerra contra la intolerancia. La FRA considera que los prejuicios existentes
contra las personas LGTB se basan en opiniones sin fundamentos. Los argumentos
esgrimidos en contra de la igualdad con el objeto de mantener la barbarie son
que la homosexualidad es una enfermedad ; que los homosexuales son los
propagadores del Sida ; unos viciosos que cometen actos tan deplorables
como la pedofilia o una amenaza para la familia y valores tradicionales.

Por
su parte, los ciudadanos europeos parecen ir tomando posiciones favorables
hacia las minorías sexuales. Dos tercios de los europeos preguntados en la
encuesta de Eurostat respondieron que se sentirían muy cómodos con un vecino
homosexual. Suecos, daneses, holandeses y luxemburgueses son los que más
cómodos se sienten. Los más incómodos con que una lesbiana o gay resida en su
mismo bloque son los letones, búlgaros y rumanos, que en una escala de 1 al 10
(donde 1 es muy incómodo) se posicionan en el 6. Sólo un 10% de los europeos
encuestados se situaron entre 1 y 3.

Bruno
Selun
, secretario del Intergrupo LGTB del Parlamento Europeo, recuerda que la
primera tarea de las autoridades comunitarias debe ser “obligar” a los Estados
miembros a cumplir con la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y el Tratado
de Lisboa. “Si la Comisión Europea sigue siendo pasiva en exigir el
cumplimiento de las normativas comunitarias a los 27, la Unión queda
ilegitimada para defender los derechos humanos en su política exterior”,
sentencia este joven francés que conoce al dedillo cómo es la realidad de las
minorías sexuales en cada uno de los países vinculados al Tratado de Lisboa,
que en su preámbulo dice que la Unión Europea se inspira “en los valores
universales de los derechos inviolables e inalienables de las personas, así
como la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho”.

 

 

Foto: Mapa Rainbow Warrior de la UE



  1. O era a la inversa?, difícil de dir ara que ja ningú llegeix, o rellegeix, uns textos en algun moment gairebé de pensament únic però a hores d’ara molt minuïts. El temps no passa en va i segurament posa algunes coses en el seu lloc.

    Els casos d’Hongria & Co. són sagnants, però no cal anar gaire lluny per trobar fortes “opinions socials” (o, si més no, públiques) en contra desl drets dels homosexuals, o d’altres d’aparentment progres però a l’hora de la veritat marcadament “tèbies”. I molt oportunisme, clar.

    Però els drets dels homosexuals no són res més que els drets de qualsevol ésser humà (per què no li hem canviat el nom encara als Drets de l’Home?), i violar-los és violar-nos a tots.

    A més, quants d’homes estan de debò, conscientment i profunda segurs de la seva sexualitat? Tants? Cap dubte?

    Endavant l’arc iris.

    .

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