Estamos ante un momento histórico. Ya no nos queda margen. Si queremos salvar los peces, los mares y oceanos, y por ende la actividad pesquera bienentendida, debemos cambiar el rumbo.
Está en nuestras manos dejar atrás la política suicida de vaciar, sin razón ni sentido, los mares y oceanos, y empezar a trabajar de forma seria y responsable en favor de una actividad necesaria, y que, precisamante por ello, debe ser sostenible.
Pero para ello debemos ser claros, tajantes: hay que dejar de apoyar a quienes nos han llevado a esta situación, a quienes han sobreexplotado el medio, por ceguera o avaricia, a quienes pescan más, mucho más, de lo que los mares pueden permitirse, a quienes pescan mal o de forma ilicita o ilegal,
y debemos priorizar el acceso a aquellos buques de pesca de bajo impacto, a quienes capturan de forma más selectiva, menos dañina para el medio, y con más sensibilidad social y ambiental.
Está en nuestras manos cambiar el rumbo, y empezar, de una vez, a hacer bien las cosas.