Pere Meroño

Diari d'un eurocomunista del #PSUC

Una furgoneta arrolla a varias personas en la Rambla de Barcelona

La fórmula, surgida en la ultraderecha estadounidense, ha dado lugar a un terrorismo difícil de prever y desarticular y con gran capacidad destructora

Viernes, 18/08/2017 | Actualizado el 21/08/2017 a las 17:40 CES

Los actuales atentados yihadistas en Occidente los cometen individuos (los llamados lobos solitarios) o células reducidas que actúan de modo autónomo en nombre de una entidad, como podría ser el caso de Barcelona. Ello minimiza riesgos de detección policial (no hay cadenas claras de mando tras los autores que lleven a organizaciones), otorga gran margen de maniobra a los terroristas y permite perpetrar acciones mortíferas ‘low cost’ en cualquier lugar. Paradójicamente, esta estrategia conocida como “resistencia sin liderazgo” la desarrollaron originalmente ultraderechistas estadounidenses supremacistas u opuestos a un Estado denunciado como opresor.

Su embrión, según el historiador Jeffrey Kaplan, radicó en el minúsculo Frente de Liberación Nacional Socialista. Constituido en 1974, quiso contrarrestar el ascendente de la “nueva izquierda” y sus grupos armados en campus universitarios. Así, intentó imitar a las guerrillas urbanas de izquierda y consideró que las acciones contra el Estado debía promoverlas una reducida vanguardia activa. Sin embargo, solo 4 de sus 43 miembros perpetraron actos individuales violentos irrelevantes y el grupo acabó su andadura al ser asesinado en 1975 su líder, Joseph Tommasi. Pero para Kaplan plasmó por vez primera el concepto de “resistencia sin liderazgo” sin recibir tal nombre.

Contribuyeron a popularizar esta estrategia novelas como ‘Hunter’, de William L. Pierce, que narra la actuación de un lobo solitario

La amenaza más peligrosa

A inicios de los 80 otro colectivo supremacista y antisemita violento marcó un hito en la radicalización de la ultraderecha: La Hermandad Silenciosa, llamada también La Orden. Liderada por Robert J. Mathews, efectuó sus crímenes con individuos o células que -según un exmiembro- debían hacer los “esfuerzos de resistencia […] que se sientan capaces de instituir”. Para el FBI fue la amenaza terrorista interna más peligrosa, desarticulada al morir Mathews en 1984 en un enfrentamiento.

Los sectores extremistas impactados por su acción fueron galvanizados por lo que -a sus ojos- devinieron sucesivas afrentas de un Estado opresor: en 1989 se celebró un juicio por sedición en Arkansas contra figuras prominentes de la ultraderecha; en 1992 el FBI mató en un enfrentamiento a la mujer y al hijo de un radical, Randy Weaver; y en 1993 las tropas federales asaltaron un rancho de la secta de Adventistas del Séptimo Día en Waco (Texas) con 80 muertes. En este marco, advierte Kaplan, se difundió el concepto de “resistencia sin liderazgo”, que el supremacista Louis R. Beam ya había plasmado en 1983. Este adoptó las tesis que un coronel de inteligencia -Ulius Louis Amoss- concibió en 1962 para luchar con guerrillas ante una eventual invasión comunista de EE.UU. De este modo, arguyó que se debía combatir con iniciativas individuales o “células fantasma” ajenas a organizaciones, siempre infiltrables.

Antoni Gutiérrez-Rubí

Antoni Gutiérrez-Rubí

Asesor de comunicación

Apoyo literario

Contribuyeron a popularizar esta estrategia novelas como ‘Hunter’ (Cazador, 1989), de William L. Pierce, que narra la actuación de un “lobo solitario”. Aparentemente la adoptaron activistas de este espectro político, aunque es difícil establecer hasta qué punto lo hicieron conscientemente. Lo reflejan casos como los de Timothy McVeigh al atentar en 1995 contra el edificio del Gobierno Federal en Oklahoma y matar a 168 personas (en respuesta “al ataque estadounidense contra un edificio gubernamental en Serbia, Irak u otras naciones”) o el del noruego Anders Behring Breivik, autor de la masacre de Utoya en 2011 con 69 muertes de jóvenes socialistas.

No obstante, el criminólogo Travis Morris remarca que también lo hicieron sendas organizaciones de extrema izquierda: el Frente de Liberación de la Tierra y el Frente de Liberación Animal. Finalmente, la habría incorporado el yihadismo posiblemente a través de Abu Musab al Suri en 2005, asumiéndola Al Qaeda primero y luego el ISIS.

En suma, la “resistencia sin liderazgo” surgida en la ultraderecha estadounidense ha sido ampliamente difundida y asumida por diversos antagonistas conformando un terrorismo difícil de prever y desarticular, con gran capacidad destructora.

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