Antonio Muñoz Molina. En el fragor genocida del siglo XX parecería imposible que llegara a escucharse una voz tan débil como la de Marina Tsvietáieva. Es una mujer joven, sola, pobre, con dos hijas pequeñas, políticamente sospechosa en el Moscú de los primeros años de la revolución bolchevique. Eisenstein y los carteles vanguardistas y la épica tramposa de John Reed nos alimentaban la imaginación cuando éramos muy jóvenes (…)
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CANIGÓ, setmanari independent dels Països Catalans
BRAUN, memòries d’una fàbrica / BRAUN, memorias de una fábrica
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