Pere Meroño

Diari d'un eurocomunista del #PSUC

10 d'octubre de 2016
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Gutiérrez Díaz, Espigón, sin número

Estaba yo orinando en el meódromo del aeropuerto de Barajas cuando una voz dijo a mi espalda:

–¡Martí, Martí, ¿por qué me persigues!

Me giré mientras me sacudía el pene y vi a un tipo con barba y los brazos en cruz que me pareció la reencarnación de Jesucristo. Mientras le miraba subiéndome la cremallera de la bragueta tuve la sensación  de que me tocaba el papel de San Pablo cayéndose del caballo y así fue como conocí al médico pediatra Antonio Gutiérrez Díaz, conocido como El Guti en los ambientes de política clandestina, sobre el que había escrito algunas cosas críticas pero al que no conocía personalmente. Nos hicimos amigos en el vuelo de regreso a Barcelona. Era difícil resistirse al encanto personal de El Guti, conspirador nato, persona entrañable y no por ello aborrecido por muchos.

Como no hay sitio en el callejero (aunque la revista Carrer da en su último número una serie de nombres que sería positivo desapareciesen del nomenclátor urbano) Antonio Gutiérrez Díaz no tendrá una calle pero si un espigón porque dicen que le gustaba mucho el mar y es cierto: un día le pregunté de qué quería hablar y me dijo que quería hablar del mar y de la pesca.

Era hombre culto y con sentido del humor. Un día me contó que cenando en Madrid con Santiago Carrillo el comensal de otra mesa se acercó para saludar al secretario general de PCE, que  a su vez le presentó a su compañero de mesa, el señor Gutiérrez Díaz.

Contaba El Guti:

-Esperaba que aquel señor dijese que por ser yo un líder el comunismo catalán ya me había reconocido  antes de ser presentado por Carrillo pero lo que aquel señor dijo fue “mucho gusto; le hubiese confundido con el bailarín y coreógrafo Maurice Béjart”.

Le enviaré una postal contándole las miserias de la política.  Gutiérrez Díaz, Espigón, sin número.

http://twitter.com/perermerono

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