EL CRECIMIENTO DE LA ULTRADERECHA EN EL MEDIO OBRERO SE HA BENEFICIADO DE LA DISOCIACIÓN ENTRE LOS PARTIDOS DE IZQUIERDA Y SUS ELECTORES.
Una izquierda que se aleja de su base obrera
En Francia, el PS se ha aburguesado: en sus filas están sobre-representados los titulados superiores, sus élites se reclutan entre las clases medias y la presencia de diputados obreros ha conocido un descenso constante: entre 1905 y 1914 representaban un 36%, del total, que disminuyó al 17% entre 1924 y 1936, hasta situarse en un modesto 3.6% en 1981.[i] Igual sucedió con el número de militantes obreros: en 1985 eran un 10%, porcentaje que en 1998 se había reducido al 5%.[ii]
Tal situación crea la percepción de que la jerarquía interna de las formaciones de izquierda es calcada a la social.[iii] Paralelamente, la insistencia de la izquierda en los combates éticos (especialmente el antirracismo) hasta convertirlos en una prioridad ha alejado a sectores populares que no comulgan con estos discursos y tienen la sensación que este interés por el compromiso ético de las formaciones izquierdistas se atenúa en lo relativo a las cuestiones sociales.[iv]
El lepenista ha reivindicado a Jean Jaurès, una figura esencial del socialismo francés.
En general, el grueso de las élites de los partidos en Europa occidental muestra escasas diferencias internas en relación a su procedencia social, lo que ha provocado una desafección de amplios sectores ciudadanos y ha facilitado el desarrollo de conceptos peyorativos como “casta”. Tal tendencia ya era constatable a inicios del presente siglo en Cataluña (y cabe pensar que en España)[v] y afectaría al conjunto de los partidos tradicionales.
Un estudio elaborado con datos del 2000 sobre el perfil de los delegados que asistían a los congresos de las formaciones catalanas llegó a tres conclusiones llamativas. La primera era que en todas las formaciones, exceptuando a Esquerra Unida i Alternativa [EUiA] (representante en Cataluña de Izquierda Unida), predominaban los universitarios, mientras que los porcentajes de delegados sin estudios o con estudios primarios eran muy bajos (en la mayoría de casos no alcanzaban el 10%). La segunda fue que “predominaban ocupaciones de elevada calificación, en detrimento de aquellas que exigen unos niveles inferiores de preparación”, y que la mayoría de formaciones presentaban altos porcentajes de delegados con cargos dirigentes y muy pocos obreros, salvo EUiA de nuevo (un 25% de sus delegados eran obreros). La tercera fue que buena parte de los incentivos para la participación política pasaban “por la distribución de cargos orgánicos dentro de los partidos: en todos los partidos los delegados con cargo interno supera a la mitad de los asistentes al congreso”.[vi] Obviamente, este reclutamiento de las élites difícilmente favorece la empatía con medios obreros.*
Una reflexión crítica nada frecuente
En este marco nos parece muy recomendable una autocrítica de una dirigente socialista, Sarah Proust: Apprendre de ses erreurs. La gauche face au Front National.
En este breve ensayo publicado en febrero de este año ofrece una interesante reflexión de los errores que ha cometido el PS francés, pero que son extrapolables a buena parte de la izquierda. La obra analiza lo que a los ojos de la autora son los principales desaciertos cometidos por los socialistas ante el ascenso lepenista. Su análisis parte de 1998, cuando empezó a militar en las filas del partido.
Entre las equivocaciones que examina nos parece interesante destacar la amalgama que a veces se efectúa entre derecha y ultraderecha, señalando que ambas “son lo mismo”; rechazar abordar determinados temas porque los capitaliza el lepenismo, como la identidad o la soberanía; o hacerlo de forma discreta en el caso de otros, como la inmigración. En suma, se trata de un texto interesante y que aporta una visión crítica “desde dentro” nada habitual por su sinceridad y contundencia.
Notas
[i] Crépon, Sylvain. 2012. Enquête au coeur du Nouveau Front National. París: Nouveau Monde éditions, p. 145.
[ii] Bonelli, Laurent. 2008. La France a peur. Une histoire sociale de l'”insecurité”. París: La Découverte, p. 382.
[iii] Crépon, Sylvain. 2012. Enquête au coeur du Nouveau Front National. París: Nouveau Monde éditions, p. 161.
[iv] Ibídem, p. 150.
[v] En Cataluña se ha advertido este fenómeno en un estudio de la Barcelona metropolitana: Subirats, Marina. 2012. Barcelona: de la necessitat a la llibertat. Barcelona: L’Avenç, pp. 392-393.
[vi] Baras, Montserrat. ed. 2004. Els militants dels partits polítics a Catalunya. Perfils socials i percepcions polítiques. Barcelona: Institut de Ciències Polítiques i Socials, pp. 189-190.
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* Este texto es un fragmento de nuestro estudio ¿Por qué los obreros apoyan a la ultraderecha? Diez reflexiones para elaborar una respuesta, accesible en PDF clicando aquí.