Pere-Enric Barreda

Coses del Maestrat, de Barcelona, de Roma,... de tot

18 de desembre de 2013
Sense categoria
0 comentaris

1707: quan el mal ve d?Almansa a tots encalça… “no s’ensenya a les escoles / com van esclafar un país”

La persecució de la nostra identitat, cultura i llengua ve de molt lluny, però és sobretot a partir de 1707 quan es posa de manifest a causa de la desfeta d’Almansa. Recupero un text redactat el 25 d’octubre de 1997 per al web Aspectes de Benassal i finalment no publicat. Hi exposava de quina manera el Regne de València -igual que l’Aragó, el Principat de Catalunya i les Illes Balears- va ésser reduït a la condició de província-colònia de Castella –enlloc i ni una sola vegada se’n parla d’Espanya- amb la sistemàtica anul·lació i subordinació de tots els fets diferencials. I tot això cal que es sàpiga bé, molt bé, perquè ja el 1979 van dir els d’Al Tall en la cançó “Lladres” allò que «No s’ensenya en les escoles / com van esclafar un país / perquè d’aquella sembrada / [en] continuen collint fruits». La il·lustració és una litografia de la processó del Corpus de València, a meitat segle XIX, on l’herald o rei d’armes central porta la bandera reial, escoltat per dos més amb penons de la bandera local.


La destrucció institucional del Regne de València

 

La pèrdua de les llibertats forals fou l’ocasió que van tenir els governants de les corones espanyola i francesa per a culminar per la força una persecució que fins aquell moment era només sectorial i d’incidència molt relativa. Primer fou la Catalunya Nord, sotmesa al domini francés des de 1659, i que coneix les primeres mesures contra la llengua el 1682, i la generalització d’aquestes el 1700. Després, el País Valencià a partir de 1707, el Principat des de 1715-16, i les Illes Balears i Pitiüses des de 1716, queden privats de la capacitat d’autogovern i sotmesos a la jurisdicció castellana. Aquest domini forani suposà la pèrdua total de la pròpia sobirania, anihilada per les institucions polítiques d’un altre estat, el castellà, que pren mesures contra totes les senyes d’identitat dels sotmesos: la llengua, que consideren una de les principals, és perseguida.
 

La llengua catalana era el 1707 la llengua de l’administració, la justícia, el comerç, l’escola, l’església,… amb total exclusivitat, com a llengua apta per a totes les funcions socials i diferents sectors de la vida, sense cap altra concurrència. El canvi polític intentarà de totes les maneres limitar el seu ús social, privant-la dels camps propis en un procés continuat, ferm i creixent. L’oficialitat del català es va ressentir, i es va mantenir a molts pocs llocs, car la pressió contínua l’anul·là totalment.
 


1707-1709

 

Després d’Almansa, mentre els castellans completaven l’ocupació amb la repressió consegüent, el 29 de juny de 1707 Felip V signava l’abolició dels Furs de València, considerant el país com terra conquestada i ocupada militarment, feia del mateix una província-colònia de Castella i igualava l’administració de justícia a les audiències castellanes. Al tradicional pactisme, que feia que les lleis foren elaborades conjuntament pel rei i per les corts, succeïa l’absolutisme més centralista, capaç de reemplaçar de socarrel tot l’ordenament jurídic del regne. Recordem que aquest fet converteix el decret i tota la legislació posterior en nul·la de ple dret, perquè no es va elaborar de forma pactada (com a Escòcia) sinó en contra d’una de les parts, les Corts Valencianes. En el decret no es diu encara res sobre la llengua, peró la persecució fou ben evident en mig de la repressió.


«Considerando haber perdido los reynos de Aragón y de Valencia y todos sus habitadores, por el rebelión que cometieron, faltando enteramente al juramento de fidelidad que me hicieron como a su legítimo rey y señor, todos los fueros, privilegios, exenciones y libertades que gozaban, y que con tan liberal mano se les habían concedido, así por mí como por los señores reyes mis predecesores, particularizándolos en esto de los demás reynos de esta Corona; y tocándome el dominio absoluto de los referidos reynos de Aragón y de Valencia, pues a la circunstancia de ser comprehendidos en los demás que tan legítimamente poseo en esta monarquía, se añade ahora la del justo derecho de la conquista que de ellos han hecho últimamente mis armas con el motivo de su rebelión; y considerando también, que uno de los principales atributos de la soberanía es la imposición y derogación de leyes, las quales con la variedad de los tiempos y mudanzas de costumbres podría yo alterar, aun sin los graves y fundados motivos y circunstancias que hoy concurren para ello en lo tocante a los de Aragón y Valencia;
 

he juzgado por conveniente (así por esto como por mi deseo de reducir todos mis reynos de España a la uniformidad de unas mismas leyes, usos, costumbres y tribunales, gobernándose igualmente todos por las leyes de Castilla, tan loables y plausibles en todo el Universo) abolir y derogar enteramente, como desde luego doy por abolidos y derogados, todos los referidos fueros, privilegios, práctica y costumbre hasta aquí observadas en los referidos reynos de Aragón y Valencia; siendo mi voluntad, que estos se reduzcan a las leyes de Castilla, y al uso, práctica y forma de gobierno que se tiene y ha tenido en ella y en sus tribunales, sin diferencia alguna en nada; pudiendo obtener por esta razón mis fidelísimos vasallos los castellanos oficios y empleos en Aragón y Valencia, de la misma manera que los aragoneses y valencianos han de poder en adelante gozarlos en Castilla sin ninguna distinción;
 

facilitando yo por este medio a los castellanos motivos para que acrediten de nuevo los efectos de mi gratitud, dispensando en ellos los mayores premios y gracias tan merecidas de su experimentada y acrisolada fidelidad, y dando a los aragoneses y valencianos recíproca e igualmente mayores pruebas de mi benignidad, habilitándolos para lo que no lo estaban en medio de la gran libertad de los fueros, que gozaban antes y ahora quedan abolidos…». No cal fer-ne gens de cas d’aquesta suposada reciprocitat: l’efecte pràctic fou que, mentre els vençuts i sotmesos valencians i aragonesos no van obtenir càrrecs a Castella, per als castellans s’obria un enorme mercat de treball que fins llavors tenien tancat.
 

Les protestes per l’abolició dels Furs foren unànimes, car hi havia molts valencians que havien mantingut la fidelitat al rei, i demanaren que el càstig havia d’ésser només per als rebels, no per al conjunt del regne. El rei no podia deixar d’escoltar els seus partidaris -no en tenia d’altres-, però com en tenia el domini militar, no se’n va fer enrera: els súbdits fidels mantindrien els privilegis, exempcions i llibertats que tenien abans, amb la fòrmula de fer-ne confirmació reial, però no la forma de govern, lleis i furs del regne, que, segons el rei, foren el motiu de la sublevació:
 

«Por mi real decreto de 29 de junio próximo passado de este año (ley anterior) fui servido derogar todos los fueros, leyes, usos y costumbres de los reynos de Aragón y Valencia, mandando se gobiernen por las leyes de Castilla; y respecto de que en los motivos que en el citado decreto se expresan, suenan generalmente comprehendidos ambos reynos y sus habitadores, por haber ocasionado sus motivos la mayor parte de los pueblos; y porque muchos de ellos, y de las ciudades, villas y lugares, y demás comunes y particulares, así eclesiásticos como seculares, y en todos los más de los nobles, caballeros, infanzones, hidalgos y ciudadanos honrados, han sido muy finos y leales, padeciendo la pérdida de sus haciendas, y otras persecuciones y trabajos que ha sufrido su constante y acrisolada fidelidad; y siendo esto notorio, en ningún caso puede haberse entendido con razón fuese mi real ánimo notar ni castigar como delinquentes a los que conozco por leales;
 

pero para que más claramente conste de esta distinción, no sólo declaro que la mayor parte de la nobleza y otros buenos vasallos del estado general y muchos pueblos enteros han conservado en ambos reynos pura e indemne su fidelidad, rindiéndose sólo a la fuerza incontrastable de los enemigos los que no han podido defenderse, pero también les concedo la manutención de todos sus privilegios, exenciones, franquezas y libertades concedidas por los señores reyes mis antecesores, o por otro justo título adquiridas, de que mandaré expedir nuevas confirmaciones a favor de los referidos lugares, casas, familias y personas de cuya fidelidad estoy enterado;
 

no entendiéndose esto en quanto al modo de gobierno, leyes y fueros de dichos reynos, así porque los que los gozaban y la diferencia de gobierno fue en gran parte ocasión de las turbaciones pasadas, como porque en el modo de gobernarse los reynos y pueblos no debe haber diferencia de leyes y estilos, que han de ser comunes a todos para la conservación de la paz y humana sociedad; y porque mi real intención es que todo el continente de España se gobierne por unas mismas leyes, en que son más interesados aragoneses y valencianos, por la comunicación que mi benignidad les franquea con los castellanos en los puestos, honores, y otras conveniencias que van experimentando en los reynos de Castilla algunos de los leales vasallos de Aragón y Valencia».
 

Però l’anul·lació dels Furs no era tan fàcil: hi havia nombrosos drets adquirits, com el cas de la jurisdicció alfonsina, que encara quedaven pendents, i el 1708 calia reconèixer aquells drets adquirits abans de l’abolició de les lleis forals, perquè «habiendo en aquella buena fe y promesa gastado aquellos naturales sus caudales en fundaciones de lugares, no se les puede quitar la jurisdicción, aunque después por la ley general se hayan revocado los Fueros, por razón de haber sido adquirida en fuerza del referido contrato oneroso; y esta ley solo podía tener estos efectos en adelante en las fundaciones que de nuevo se hicieren después del decreto derogatorio de los referidos Fueros».
 

Una altra mesura fou nefasta per al manteniment de l’ús escritu de la llengua: ben aviat, el 3 d’agost de 1707, una reial cèdula de Felip V imposava l’ús del paper timbrat o segellat al país. Per primera vegada tots els escrits administratius, notarials i judicials del regne s’haurien de redactar no sobre paper comú, sinó sobre un paper gravat amb una taxa segons el tipus de contracte que contenia. La mesura implicaria a més la imposició del castellà i foragitament de la llengua catalana de tots els documents que calia fer sobre dit paper. La coacció fou fulminant: a València, des del 30 d’agost, els Manuals de Consells (llibres d’actes) de la ciutat es fan sobre dit paper, i en castellà, una vegada canviat el Consell per un «ayuntamiento».
 

«Haviendo resuelto que en ese reyno se introduzca y corra el drecho del papel sellado según y en la forma que al presente corre en Castilla, y dado orden para que a este fin se remita a essa ciudad lo correspondiente para el gasto que se necesita, para que esta resolución tenga el más puntual, entero y devido cumplimiento, y que no se contravenga en manera alguna; visto por los de mi Consejo, se acordó dar esta mi cédula, por la qual os mando que luego que os sea presentada proveáys y deys todas las órdenes que os parecieren convenientes para que assí en essa ciudad como en todo esse Reyno de Valencia se autue y despache en el mencionado papel sellado, en la misma conformidad que se haze y executa en Castilla, sin permitir ni dar lugar se autue en otro papel que el que va expressado, por convenir a mi real servicio, que assí es mi voluntad».
 

Presentada en la sessió de 10 d’agost, el real acuerdo «hizo saber a todos los escrivanos y notarios de esta ciudad que de hoy en adelante no autuen ningún género de instrumento público en otro papel que el sellado, y del sello que corresponde a la naturaleza de la causa que se tratare». Però no sols això, a més afegia, de pròpia collita «que ningún notario y escrivano de esta ciudad pueda autuar ni autue sin que primero se habilite y tenga licencia por este real acuerdo». I encara una instrucció no trobada de 7 de setembre exigia la seua aplicació, regulant-ne l’ús del paper segellat, la prohibició de l’exercici d’advocats i notaris fins que no obtinguessin despatx reial de l’Audiència, i, com a extra, l’ús exclusiu de la llengua castellana i l’actuació segons les lleis de Castella. Per reial decret, per tant, es privava als valencians del notariat autòcton, obligat a convalidar els seus títols, de la llibertat de redactar sobre paper comú, de l’ús de la llengua nacional i de les pròpies lleis. Major submissió no era possible.
 

Així es va fer efectiu dita instrucció a Vinaròs el 28 de dit mes: «En la villa de Vinaròs, a los veinte y ocho días del mes de setiembre del año mil setecientos y siete, el señor Juan Bautista Febrer y de la Torre, justicia de esta dicha villa, en execusión y cumplimiento de la real sédula de su magestad (Dios le guarde) dada con acuerdo del real Consejo de Castilla a los tres días del mes de agosto próximo passado de este año, y de la provisión aserca de ella acordada y despachada por la real cansillería de la ciudad de Valencia, con la instrucción sobre la introducción del papel sellado en este reyno, dadas a los siete días del corriente mes de setiembre, como en ellas es de ver, por traslados de sus originales a este ayuntamiento, mandó convocar a su corte al dotor Agustín Salvador y al dotor Faustino Cruelles, avogados, a Juan Llanusa, Joseph Berthomeu, Mathias Domingo Mallach, Joseph Covarsí, y a mí Mathias Domingo Mallach y de Esteller, notarios todos, de esta dicha villa vesinos y moradores, y dixo que usando de la facultad y poder a él consedido, según los referidos despachos, que suspendía de sus oficios a los avogados, y a los notarios de recibir y actuar, y a mí, el dicho Mathias Domingo Mallach y de Esteller, me dixo continuara en mi officio de escrivano por espacio de quatro meses, en cuyo tiempo devía de sacar despacho en forma de su magestat, y que no sacándolo no avía de poder actuar, y me mandó el prisiso uso del papel sellado, con apersebimiento de nulidad de lo escrito y graves penas, y de actuar en adelante con lengua castellana, y recibió mi juramento, en virtud del qual ofrecí cumplir mi oficio, y de arreglarme a las leyes de Castilla…».
 

Però no sols les lleis tradicionals eren anul·lades, sinó que també calia anihilar tot el que s’havia fet al llarg del govern de l’Arxiduc entre 1705 i 1707. Una cèdula reial dictada a Madrid el 13 d’agost anul·la totes les sentències dictades pels tribunals, però permet la validesa de les proves recollides i testimoniatges declarats. En canvi, els procediments contra súbdits fidels seus els anul·la íntegrament.
 

Però tanmateix, la substitució de la llengua no podia tenir efectes retroactius: els nous buròcrates castellans es trobaren amb una ingent quantitat d’expedients redactats en la llengua oficial valenciana que calia resoldre. I com no ho podien fer, el rei disposava que un lletrat valencià els ajudés a entendre’ls: «los más pleytos són autuados en lengua valenciana, que por lo regular no la entienden los relatores de Castilla, y es razón que se impongan bien en la substancia y términos de ellos… que siempre que suceda entregarse pleytos autuados en lengua valenciana a relator castellano haya de conferirse éste y concretarse con uno de los relatores valencianos que nombrará la sala, para que con la noticia que le subministrare se haga capaz de los tér/minos de dicha lengua».
 

Un altre fet diferencial era la moneda: encara s’usava la creada per Jaume I el 1247, el diner de reals de València, dotze dels quals formaven un sou, i vint sous una lliura valenciana. El rei disposà que no s’encunyés més moneda tradicional, sinó que s’obriren segells i encunys nous per fer a València moneda igual a la que circulava a Castella, amb els mateixos tipus i valors: «que se habran los sellos y cuños que se necessitaren para la fabricación de la moneda»; «que se fabrique en esta ciudad la moneda de oro que se necessitare»; «de toda la plata que se hubiere hallado en el referido lugar… se labre y fabrique moneda de Castilla, en conformidad de las leyes de estos mis reynos que sobre ello tratan, la qual ha de ser en reales de a ocho (que llaman escudos), de a quatro y de a dos»; «se fabrique la moneda de oro que pareciere conveniente para el comercio de ese reyno, con que la que se labrare sea del peso, ley y quilates de la moneda de Castilla y en conformidad de las leyes de estos mis reynos que sobre ello tratan, cuia fábrica se a de egecutar de doblones de a ocho, de a quatro, senzillos y escudos». De llavors ve el nom de «quinzet», amb què els valencians es referien amb menyspreu al ral castellà, que valia menys que el valencià, o «divuité», que tenia tres diners més.
 

A més, per si el decret d’abolició dels Furs de 29 de juny no n’era prou, un altre de 2 de setembre es llevava la careta completament i aplanava un altre fet diferencial: «se quiten todos los tribunales que no fueren conformes a los que ay en Castilla». I no sols els tribunals: el Regne de València també tenia la pròpia estructura de govern municipal, i feia nosa, de manera que calia fer-la desaparèixer i reemplaçar-la per la castellana. A tal fi la reial audiència dictà una instrucció el 25 de gener de 1708, a fi que els justícies de les ciutats, viles i llocs del Regne de València es regiren per les lleis de Castella: «Sabed que, habiéndose mandado que este reino se gobierne y siga la forma, práctica y estilo que se observa en los de Castilla y en conformidad de sus leyes, ha parecido remitiros una instrucción para que, governándoos por ella, ejecute nuestra real voluntad como guía formada de dicha instrucción por los nuestro presidente y oidores de la audiencia y chancillería que reside en la ciudad de Valencia, fue cometida al licenciado don Rodrigo de Cepeda y Castro, de nuestro Consejo, en el de Órdenes y oidor de dicha nuestra audiencia, y en vista de ella, por los dichos nuestro presidente y oidores fue acordada dar esta nuestra carta para vos, por la cual os mandamos que luego que la recibáis y con ella fueseis requeridos, veais la dicha instrucción hecha por el dicho D. Rodrigo de Cepeda nuestro oidor, que firmada de el referido será, con ésta nuestra carta guardeis, cumplais y efectueis y hagais guardar, cumplir y ejecutar todo lo en ella contenido y contra su tenor y forma no hagais ni consintais ir ni pasar en manera alguna…».
 

Una conseqüència del mateix va ésser el nomenament dels ajuntaments per part dels caps militars, con es veu amb aquest decret del cavaller d’Asfeld, de 26 de febrer de 1708, nomenant els primers alcaldes i regidors, i per tant el primer ajuntament, de la vila de Castelló de la Plana: «El cavallero d’Asfeld, comendador de la orden de San Luis, theniente general de los exércitos de ambas coronas, comandante de los reynos de Valencia y Murcia y de las fronteras de Castilla, etc. Por la presente, en virtud de la especial orden que tenemos del excelentísimo sr. mariscal Duque de Berwick y Liria para la aprobazión de las justizias que en este reyno deven elegir al pie de Castilla, eligimos y nombramos por alcaldes ordinarios de la villa de Castellón de la Plana a don Joseph Castell de Museros y a don Joseph Segarra, por regidores a don Gerónimo Bou de Monsonís, don Manuel Vallés, al dr. Féliz Sisternes, cavallero, a don Jayme Giner, a don Vizente Martí, al dr. Félix Roig, a don Félix Poeta, a don Basilio Giner y a Jayme Pasqual, por alguacil mayor a Joseph Llopis, por alcaldes de la hermandad a Vizente Figuerola y a Roque Escuder, y por escrivano del aiuntamiento a Pedro Vidal, para que lo usen y exerzan por espazio de un año más o menos tiempo el que a su magestad bien visto fuese,arreglándose en el juramento, en el govierno, en las baras y en la administración de justicia a las leies de Castilla…». Una de les primeres tasques d’aquest primer ajuntament de Castelló va ésser foragitar la llengua tradicional de redacció dels Manuals de Consell, que canviaven de nom i es redactaven per primera vegada en castellà el 4 d’abril de 1708 (després de prop de cinc-cents anys d’escriure’s en valencià).
 

Com l’encunyació de moneda castellana a València no devia reeixir, el rei es veia forçat a disposar la circulació lliure de l’or i argent encunyats a Castella, establint-ne les paritats oficials: «que en ese reyno pase y valga el doblón de a dos escudos de oro por quarenta reales de plata sensillos, y cada real de a ocho, dies reales de la misma moneda, sin diferiencia de mexicanos peruleros y peruleros, todo en la misma conformidad y prezio que corre en Castilla sin distinción alguna»; «y que de aquí adelante corran en esta ciudad y reyno las monedas de oro y plata de Castilla, valiendo el doblón de dos escudos de oro de peso, que antes valía en dicha ciudad y reyno treynta y ocho reales y medio, valga quarenta reales, y el peso escudo de plata de peso, reales de a ocho mexicanos, sevillanos, colunarios y peruleros de peso siez reales y a proporción de ésto valgan todas las demás monedas de oro y plata de peso, y que se publique en la presente ciudad y en las demás ciudades, villas y lugares».
 

Un altre decret eliminava les duanes: si el Regne de València havia passat a formar part de Castella, era lògic que entre ells no hi hagués fronteres per a que la unió fos total: «aviéndome dado quenta el Mariscal duque de Berbich y de Liria de que la ciudad de Valencia le ha representado los nuevos tributos con que ella y todo el reyno es gravada, y la carga extraordinaria de hallarse manteniendo el exército a toda costa, y encontrar oy la misma dificultad que antes en el comercio con Castilla y Aragón sobre las entradas y salidas de puertos secos, y que siendo ésta la única distinción que queda de consequencia para la total unión de aquel reyno a los de Castilla, y estar enteramente gravado y aviéndolo de continuar, según las reglas que se han tomado para las contribuciones, considera ser muy de mi servicio quitar los Puertos secos que ay desde aquel reyno con Castilla y Aragon, y que se franquee con igualdad el comercio, he resuelto se execute assí». I el motiu no era altre que el tantes vegades al·ludit: castellanitzar els valencians «haviendo resuelto abolir y derogar los fueros, previlegios, práctica y costumbres de ese reyno y del de Aragón, y mandado que sin distinción queden reduzidos a las leyes de Castilla y el govierno de esa chanzillería y del del espresado reyno de Aragón reglado al que observan las chanzillerías de Valldolid y Granada…».
 

Tanmateix, l’eliminació d’uns fets diferencials amb prop de cinc-cents anys d’existència no era fàcil. En són exemple dos ordres del mateix any 1708, en què el rei, primer, ha de permetre exercir als notaris (però només als que li havien estat fidels) sense haver d’esperar el despatx d’escrivà. El motiu no era altre que la necessitat d’escrivans… després d’haver estat posat tots en quarentena. L’any següent es va haver de repetir l’ordre. La «convalidació» dels títols de notaris forals valencians la feien dos buròcrates castellans, entre ells Rodrigo de Cepeda i Eleuterio Torres, després d’examinar el notari, però amb la condició d’obtenir el títol o nomenament reial. Per d’altra banda, la creació d’ajuntaments castellans havia fracassat absolutament a les entitats de població mitjanes i menors. N’és testimoni el fet que el mateix rei va haver d’ordenar el 1709 que a les eleccions de justícia i regidors de Nules seguís el costum antic (el foral valencià) per impossibilitat d’aplicar-ne cap altre.
 

El 23 de març de 1709 el rei havia d’insistir de nou en la unió duanera, a fi que els mateixos drets reials que es pagaven a Castella es pagaren també a València. Però de moment quedaven lliures els ports, on les mercaderies pagarien igual que a Castella, i les salines, en idèntiques condicions: «sabed que, habiendo abolido y derogado enteramente todos los fueros, privilegios, práctica y costumbres observados en los reynos de Aragón y de Valencia por motivos tan notorios quanto justos que me obligaron a esta deliberación, y por el deseo de que todos mis reynos de España se reduzcan a la uniformidad de unas mismas leyes, usos, costumbres y tribunales, governándose ygualmente todos por las leyes de Castilla, tan loables y plausibles en todo el universso… siendo consiguiente a esta determinazión el que los naturales de ambos reynos contribuiesen los derechos reales como lo hazen los de Castilla… y atendiendo a que subsistía la misma dificultad que antes en el comercio con Castilla y Aragón, y siendo ésta la única destinación que quedava en consequencia para la total unión del Reyno de Valencia a los de Castilla,…».
 

L’embolic en el govern municipal s’intentà resoldre nomenant per reial ordre els regidors de diverses ciutats principals, amb l’encàrrec d’establir-hi les lleis, estils, pràctica i govern polític de Castella. Però, no els n’havien de donar possessió els seus antecessors (sistema de cooptació implantat per Jaume I), sinó el president de la reial audiència, com si no es fiaren ni de les mateixes corporacions nomenades feia un any: «Teniendo resuelto se establezca en las ciudades, villas y lugares de este Reyno de Valencia las leyes, estilos, práctica y gobierno político que en las de Castilla, he venido en nombrar, para los ayuntamientos de las ciudades de Orihuela y San Phelipe, y de las villas de Onteniente, Alcira, Morella, Carcajente, Castellón de la Plana y Alcoy, los sujetos más a propósito para que tengan los oficios de regidores, y por que es la primera vez que se establecen en dichas ciudades y villas, he resuelto no obstante que en los títulos reales se espresa que el ayuntamiento les dé posesión y reciva el juramento, que vos se lo reciváys y déys la posesión a dichos regidores por esta vez tan solamente, porque en adelante a los regidores que yo eligiese el mismo ayuntamiento a de tomarles el juramento y darles la posesión siguiendo el estilo que se observa en las ciudades de Castilla, y assí os ordeno y mando que en virtud de mis reales títulos en que nombro los regidores de las referidas ciudades y villas les admitáys y recivçáys el juramento que deben prestar y les déys la posesión de sus empleos por esta vez tan solamente, como queda dicho, y assí mismo os mando déys las órdenes y providencias que juzgaréys convenientes para que desde luegocesen dichas ciudades y villas el govierno, práctica y estilo que havía y establezcan en ellas en todo y por todo los mismos que se observan y guardan en las demás de dichos reynos de Castilla, sin diferencia alguna, como lo tengo resuelto,…».
 


1712-1716

 

Els anys següents no són tan actius: el 1710 l’Arxiduc havia recuperat Saragossa, i la possibilitat d’un alliberament del Regne de València no era descabellada. Però dos anys després, a mesura que aquella possibilitat s’esvaeix i Catalunya va essent ocupada a poc a poc pels exèrcits reials, les lleis tornen a deixar-se sentir amb virulència. Encara el 1712 cal insistir en el fet dels notaris que encara no havien convalidat el títol, en el canvi anual del justícia amb l’aprovació del comandant militar, en la prohibició de representar comèdies (?). El 1713 es dictaven venjances amb els que havien estat partidaris de l’Arxiduc: els clergues i frares maulets que havien tornat al Regne de València n’havien d’ésser expulsats. El mateix any, des de Morella, el governador Marquès d’Itre impedia als Ports i al Maestrat l’elecció dels justícies i consells municipals de la manera tradicional, obligava a escriure’n les actes municipals sobre paper segellat i en castellà, i feia expulsar tots els mestres valencians, que foren substituïts per castellans i aragonesos. També es prohibien als particulars l’ús d’armes de foc curtes i de punyals.


El 1714 s’insisteix en el respecte a les «leyes patrias» (designant les de Castella), es mana informar sobre igualar els pesos i mesures amb els de Castella, o sobre observar la cancelleria de València les matexes ordinacions que la cancelleria de Granada. Però hi ha una altra cèdula molt més reveladora de la persecució dels fets diferencials: igual que els notaris, tots els textos legals anteriors, des de la legislació foral fins a les ordinacions i establiments de les institucions, va haver de passar una convalidació, que anava inseparablement unida a la persecució de la llengua: per exemple, les ordinacions del Col·legi de Cirurgians s’havien de traduir al castellà i enviar, amb un informe de la reial audiència, al Consejo de Castilla, que en faria la redacció definitiva.
 

El 1715, després d’ocupat el Principat, es suprimien també les duanes i fronteres del mateix, i se li aplicava el decret de Nova Planta, que venia a suposar l’aplicació pràctica de les experiències fetes els anys anteriors al Regne de València i a l’Aragó. Com ha estudiat en Francesc Ferrer i Gironès, el tema de la llengua catalana és essencial en la gènesi del decret: tots els intervinents en parlen o hi fan referència; i, a més, malgrat les possibles divergències, tots arrenquen del mateix fet: que l’idioma català sigui dominat pel castellà.
 

El mateix any 1715, després de l’ocupació de les Illes i del Principat, Felip V manà formar una Junta Secreta per redactar un patró de lleis a aplicar a l’Aragó, Catalunya i València, de manera que els castellans hi foren afavorits. Poc després, el 25 de novembre de 1715, apareixia el Decret de Nova Planta de Mallorca, i el 16 de gener de 1716 el del Principat. Els aspectes tractats són político-administratius, i es preveuen mitjançant lleis i decrets públics. Però a més de tot això la corona es proposava també una altra cosa ben diferent: introduir el castellà, i d’una manera tan vergonyosa que ho va fer amb ordres secretes.
 

Així, el 29 de gener de 1716 el fiscal del Consejo de Castilla prepara un informe amb les instruccions secretes que calia donar als corregidors del Principat: la número 6 es proposava la introducció del castellà per a aconseguir la uniformització lingüística, que representaria el total domini sobre Catalunya. Calia fer-ho amb habilitat i amb temps, per tal que amb «instrucciones y providencias muy templadas y disimuladas, de manera que se consiga el efecto sin que se note el cuydado = instruccions febles i dissimulades s’aconseguís dit efecte sense que se’n notés la causa», amb l’ajut de militars i de prelats i, sobretot, de funcionaris. Aquest informe és revisat pel secretari del Consejo, que amb data de 5 de març de 1716 anuncia les instruccions noves. La núm. 6 diu que cal tenir la màxima cura en introduir el castellà, amb ordres dissimulades per a donar efecte sense deixar-ne rastre. Unes altres instruccions secretes, com aquestes de 1716, es redacten els anys 1717, 1721 i 1730, amb el ferm i decidit propòsit d’introduir el castellà.
 

Perquè es diu que cal introduir aquesta llengua? Perquè gairebé ningú l’entenia: l’intendent general de Catalunya, José Patiño, havia elaborat el mateix any 1715 un informe, a demanda del Consejo de Castilla sobre la situació del principat, i parlava així dels catalans: «Son también apasionados a su Patria en tal exceso, que les hace trastornar el uso de la razón en muchas materias, y solamente ablan (sic) en su Lengua materna, y ningún Común asta (sic) ahora escribía, sino es en Cathalan, sin practicarse el uso de la Lengua Española…». Gràcies a José Patiño es sap que tant en l’ús oral com en l’escrit, els catalans i les seues institucions municipals usaven normalment i exclusiva la llengua catalana. Per això s’adopten tota mena de mesures per erradicar-la de la vida social i pública.
 

A Mallorca, la situació era idèntica a la del Principat de Catalunya. Quan el rei ordenà el 1715 que s’usés el castellà, la Universitat de la Ciutat i Regne de Mallorca li va dirigir un memorial on deien que l’audiència els manava «que no se presenten peticiones, ni se despachen letras o Provisiones, sino en lengua Castellana, lo que tiene en gran desconsuelo e igual embarazo aquellos naturales que no se hallan bersados, ni por lo general entender el Idioma Castellano, y dirijiéndose a los bayles de las villas y lugares las letras o provisiones y órdenes para las ejecuciones contraforenses y para las ynzidenzias de las causas ziviles y criminales, se hallan con la dificultad de asertar en el cumplimiento de ellas por no entender lo que se les ordena ni encontrar fázilmente en los lugares quien se los explique, sobre que en muchos casos, según la calidad de la materia, tendrá gravísimos ynconbenientes el comunicar a otros las letras y provisiones antes de darles su devido cumplimiento.» El rei, després de deixar passar un parell d’anys, l’11 de setembre de 1717 va insistir en mantenir provisionalment l’ús del català… però «previniendo se procure mañosamente ir introduciendo la lengua casteltana en aquellos pueblos».
 


1716-1718

 

Mentre, al Regne de València encara segueixen el 1716 les prohibicions d’espectacles públics com els desafidaments i els balls amb caretes. I el mateix any té lloc un fet lingüístic determinant, que influí en la total castellanització de l’onomàstica valenciana: el canvi forçat de llengua dels registres parroquials. Fou el bisbe de Tortosa, Juan Miguélez de Mendaña Osorio, un castellà posat al front de la diòcesi per castellanitzar-la qui, essent en visita pastoral, dictà per als diferents pobles de la diòcesi ordres com la promulgada a Benassal el 20 d’agost de 1716: «Por quanto en la Visita que hizo en esta Yglesia, en veinte días del mes de agosto de mil setecientos y diez y seis años, el Illmo. y Rmo. Sr. Dn. Juan Migueles de Mendaña Osorio, mandó su Illma. se escrivieran los Mortuorios, Bautismos y Matrimonios en lengua castellana (en castellano, Matr.) se continuan en la forma siguiente (del modo se sigue, Matr.)». A totes les viles de la diòcesi queda el testimoniatge d’aquest respecte de l’església per la llengua dels seus fidels. Aquesta ignomínia encara no ha estat reprovada ni revocada.


L’any següent, 1717, el control sobre la difusió de textos es tanca més: no es podria imprimir ni reimprimir cap llibre sense llicència del Consejo de Castilla: «no se imprima ni reimprima libro alguno sin licencia del Consejo y que se nombre persona para la corrección». No cal dir que un llibre en valencià va tindre molts més problemes que mai per poder-se publicar. L’ordre es repetí el 1722. També dit any, deu després de l’ocupació, se’ls feia saber molt clarament als valencians que havien perdut la condició de regne separat: el rei ordenava que els bàndols a publicar es farien en nom del capità general, del regent i dels oïdors. Ja no hi havia un virrei al front del regne, hi havia un militar al front d’una província ocupada i sotmesa.
 

El 1718 es regulava l’interés dels censos hipotecaris al cinc per cent com a màxim -sou per lliura-. També s’organitzava una comptaduria segons les lleis de Castella, de manera que el tribunal de comptes que havia representat d’antic el Mestre Racional deixava de funcionar. També començava a circular la nova moneda de coure, amb el valor en maravedís castellans per a arraconar els tradicionals diners. Però de primeres no fou acceptada pel públic, de manera que calgué fer una declaració oficial de l’equivalència de valor en diners de la nova moneda. I, després d’haver estat prohibides certes festes populars, sobta trobar la regulació detallada i minuciosa de les festes de bous i el seu funcionament: a nou règim, noves festes. Però fins i tot el 1720 es suspenien temporament les comèdies i festes de bous i jònecs.
 


1721-1723

 

El 1721 començava una operació de gran envergadura: l’entrada a sac als càrrecs de l’església valenciana per castellanitzar-la definitivament. I això encara en vida de l’arquebisbe de València, n’Antoni Folc de Cardona, de les families aristocràtiques més antigues, que en protesta per l’abolició dels Furs s’havia exiliat a Viena -on moriria el 1725, sense que el Papa volgués nomenar-ne cap altre en vida d’ell-. El rei demanava primer si existien «bullas pontificias para que sólo los naturales de este reyno puedan obtener en él prebendas y rentas eclesiásticas». Dos anys després completava l’anul·lació dels Furs, de manera que catalans, valencians, aragonesos i castellans pogueren obtenir indistintament dignitats, prebendes, pensions i benifets eclesiàstics sense necessitar dispensa de naturalesa. I per això s’havia d’advertir «al cabildo eclesiástico de esta ciudad lo que deve observar tocante a la estrangeria y unión promiscua entre castellanos y valencianos a los empleos de uno y otro distrito». La formulació no ens ha d’enganyar: en la pràctica, com s’ha dit, catalans, valencians i aragonesos no obtingueren res a Castella, i els castellans ocuparen la major part dels càrrecs eclesiàstics de les nostres terres.


El procés de convalidació revisada de les lleis forals tocava ara als establiments o lleis municipals, sobre les que s’hauria de pronunciar la reial audiència: traducció al castellà, remissió a València, examen d’algun buròcrata, que n’eliminaria tot allò que no fos conforme al que es feia a Castella, i devolució a l’interessat. Major afany de castellanització no era possible. Per d’altra banda, el procés de consolidació dels ajuntaments acabava amb l’aplicació definitiva de la norma castellana, ja establerta a l’Aragó i a Catalunya, sobre el nomenament d’alcaldes i justícies. Però el 1722 el rei es reservava el nomenament dels ajuntaments també als llocs de senyoriu, com els de l’Orde de Montesa (i que des de 1723 suposa la castellanització dels seus Memorials de Consell, ara Libros Capitulares, com els de la vila de Culla). Tanmateix, davant l’oposició dels senyors territorials havia de rectificar, i mantenir com sempre l’aprovació i nomenament als llocs de reialeng.
 


1723-1727

 

L’intervencionisme reial es manifesta en dictar disposicions prohibint els punyals, els desafidaments, i regulant els trages (el 1726 s’ordenà «que todos los vasallos de su magestad se vistan de sedas y paños fabricados en España»). També es regulava la manera d’enregistrar en protocol les escriptures. Però el més ofensiu a la dignitat del regne, i símbol del canvi, fou una carta de la càmara del 1724, on es manava «poner las armas de Castilla en el mexor lugar, y después las del reyno, en levantar el pendón por la exaltación al trono de su magestad» el rei Lluís I. Al mateix temps, una cèdula reial establia la «distinción con que deven mantenerse las cuatro clazes de nobles, generosos, cavalleros y ciudadanos», que regulava la noblesa valenciana per tal d’assimilar-la a la castellana. Així, els nobles, generosos, cavallers i ciutadans d’immemorial tindrien les mateixes prerrogatives que els «hidalgos» castellans, i els ciutadans que no eren d’immemorial no les tindrien. De cop es veia el lloc per a cadascú: els símbols del regne, en un segon lloc front als de Castella; la noblesa autòctona, convalidada amb la castellana per facilitar-ne l’assimilació o fagocitació.


El 1726 el rei demanava a la reial audiència un informe de «los pueblos que tienen número de escrivanos, a quién pertenecen la propiedades y el número de escrivanos que se podrá señalar a cada población». De nou la professió notarial havia d’ésser censada i regulada. Però no es devia fer molta cosa, car l’any següent li va caldre repetir-ne la demanda.
 

Al Concili de l’Església Tarraconense -la jurisdicció de la qual arribava fins a Almenara-, els bisbes acorden el 1727 que la predicació s’ha de fer en català. Un cop publicades les constitucions, l’acord va ésser estudiat pel tribunal de la reial audiència de Barcelona, i van concloure que predicar l’evangeli en català era «una novedad» (?) i que l’aplicació de dita constitució podria ésser perjudicial per motius «que por su notoriedad se omiten». Però tanmateix no gosen oposar-s’hi directament, ni segrestar l’edició de les constitucions «porque en el estado en que se halla la materia podrían originarse de esta resolución y de su observancia grandes inconvenientes y tal vez escándalo». Això demostra evidentment que l’església no era d’acord amb el canvi de llengua, car el castellà no era un idioma familiar a causa de la resistència de la població, malgrat les mesures del poder polític a fi d’introduir el castellà.
 


1731-1733

 

El 1731 per decret del rei es manava que «todas las pesas y pesos con que en esta ciudad y su reyno se reciben los metales de oro y plata se manifiesten y ajusten al marco de Castilla». Començava l’assimilació de pesos i mesures (que, tanmateix, no en reeixiria mai: els valencians seguiren usant els forals fins a l’arribada i implantació del sistema mètric decimal). El 1733 era la moneda la que causava problemes: el rei volia que «se estimen los dineros en lo proprio que en los ochavos de Castilla», però la diferència de valor va fer que pujaren els preus, i calgué un ban «para que no se alteren los precios en los géneros comestibles por la igualación de los dinerillos a los ochavos de Castilla». I un altre «en que se explica la estimación de las monedas de oro y plata, y que no se ha subido su valor, sino igualar la de los dinerillos a los ochavos de Castilla», i un altre que «exprese las dudas que han ocurrido en razón del real decreto de su magestad de igualar la moneda provincial con el vellón de Castilla». Quina obsessió per assimilar i igualar, amb el refús dels valencians, que sempre en sortien perdent amb aquests canvis!



1737-1743

 

El 1737 es llevava al col·legi o gremi adient l’examen dels nous metges, cirurgians i apotecaris, obligats a «haverse de examinar por el real prothomedicato». El mateix any es dóna curs recíproc a la moneda entre els diferents regnes -reciprocitat tan vàlida com la dels càrrecs públics: els castellans sempre en són afavorits-, i l’any següent calia declarar «que no se ponga reparo en admitir los medios escudos de oro, y por esta audiencia se den las órdenes convenientes a este fin a los corregidores de este reino».


El 1738, cinc-cents aniversari de la Conquesta, els veïns de la ciutat de València s’uniren d’una manera entusiasta al voltant dels seus marginats símbols, com la solemne processó del 9 d’octubre al voltant de la veneradíssima Bandera Reial «de pals de grana sobre tela daurada», de la qual en tenien constància per les celebracions centenàries de 1538 i 1638. Per tal de fer-li els honors deguts, es va reorganitzar en un tres-i-no-res la tradicional milícia urbana del Centenar de la Ploma (que el rei havia disolt el 1707), i que l’havia de custodiar solemnement en tots els seus desplaçaments, el recorregut de la processó cívica. Cal dir, com recorda en Pere-Maria Orts, que a la solemníssima processó s’excusaren de presentar-s’hi tant el capità general com els bisbes: els ocupants no tenien massa simpatia per aquella bandera -relegada a un lloc secundari per llei, quan no arraconada efectivament- ni per aquells actes (ben a diferència d’avui en dia, segurament perquè ni la bandera, ni els actes… són els mateixos que els segles anteriors).

 

El 9 de novembre de 1743 un decret forçava l’admissió de la moneda castellana a Catalunya, València, Aragó i Mallorca, sense possibilitat de refús i amb predomini sobre la tradicional. Mana el rei «…que se admita generalmente en todas las provincias de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca la moneda de vellón de Castilla, de la misma suerte que las particulares de los respectivos Reynos, y con igual valor, proporción y correspondencia que al presente tiene en los de Castilla respecto de las demás monedas de oro y plata.» Però aquesta imposició no seria tan fàcil. L’estratègia assimilista hauria de canviar, i molt, per a aconseguir aquella igualació.
 


 

Amb això -i no està tot- acaba el regnat de Felip V, amb l’obsessió de castellanitzar-ho tot, que tot es fes o fos igual que a Castella. Però no acaba la persecució contra la cultura catalana: una falsa creença és atribuir a Felip V tots els mals de dita repressió. La veritat és que tots els seus continuadors fins avui mateix, any 2013 del segle XXI, foren monarquia o república, amb governs de tot l’espectre polític sense excepció, demòcrates i dictatorials, faran seua la política de persecució cultural, en major o menor grau segons el «nivell» de democràcia existent. En seguirem parlant.

 

Bibliografia:

Francesc Ferrer i Gironès (1985), La persecució política de la llengua catalana, Barcelona, Edicions 62.

Pere-Maria Orts i Bosch (1979), Història de la Senyera al País Valencià, València, Tres i Quatre.

  

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

Aquest lloc està protegit per reCAPTCHA i s’apliquen la política de privadesa i les condicions del servei de Google.

Us ha agradat aquest article? Compartiu-lo!