Oi?

Algunes notes d'un bloc d'Oriol Izquierdo

Publicat el 5 de gener de 2009

“Los Magos y los llullus”

En la seva columna d’avui a La Vanguardia, Francesc-Marc Àlvaro recomana dos llibres per Reis: Quiet de Màrius Serra i els meus Moments feliços. En diu això: […]

Los Magos y los “llullus”

FRANCESC-MARC ÀLVARO

Los Reyes Magos son grandes lectores, no sé si
ustedes tenían constancia de ello. Jugar y leer es todo lo mismo,
sostienen los de Oriente, y no deben de andar muy desencaminados. Al
parecer, este año tienen dos libros de cabecera. Uno es Quiet, de
Màrius Serra (habitante de estas páginas), y otro es Moments feliços, de
Oriol Izquierdo. Melchor, Gaspar y Baltasar, que lo saben casi todo
pero siempre están dispuestos a aprender, han descubierto, gracias a
estos dos textos, la existencia del sorprendente país de los
llullus, unos niños que, hasta hoy, les habían pasado desapercibidos.

En Quiet, la narración de Serra (de la que existe versión del propio
autor en castellano), de la mano de su hijo Lluís, alias
Llullu, afectado de una grave encefalopatía, el lector viaja hasta una
geografía tan silenciosa como estática, donde la textura del tiempo
cambia y, entonces, cambiamos todos. La voz de Llullu, a pesar de las
trabas, nos llega claramente. Hay un médium eficaz, un traductor
probado, que lo hace posible: “Mai no podré oblidar les paraules que no
recordo haver escoltat ni llegit ni dit”.

Si el recuerdo es el dolor, el presente continuo sin memoria que
pertenece a los llullus trastoca todas las categorías habituales,
poniendo en primer plano otro sistema de referencias. Otra vida que
forma parte de la vida, expuesta aquí con tanta inteligencia como amor,
sin concesiones al espectáculo ni al manual de autoayuda. Esta otra
vida actúa como un espejo cortante que nos obliga a revisar todo lo que
hacemos los que vivimos fuera del territorio llullu.

También los poemas de Moments feliços hablan, entre otras cosas, de ese
país desconocido de los llullus, que permanece ahí, siempre, incluso
cuando la pérdida trata de empatar con el presente non stop. Sobre todo
cuando la pérdida trata de levantar fronteras infranqueables. Es un
mapa que limita al norte con la habitación de casa y al sur con los
pasillos verdes de los hospitales, horas de espera. “Aprendre a
delectar-se en l´escàs marge / de temps com si fos tot el temps del
món”, anota Izquierdo.

El recuento de los gestos puede dar sentido. Y el descubrimiento de que
todo lo que nos define más allá de lo accidental está ahí, bajo esa
bandera pirata de los llullus. Tú miras a ese niño inmóvil en un
cochecito de ruedas y no sabes cómo hacerlo, tu mirada escapa de ti,
rebota en su semblante y te es devuelta por un silencio espeso, apenas
roto por el rumor de los lugares comunes que tratan de llenar el
vértigo de la sorpresa.

Dicen los críticos que estamos ante literatura de la buena que, a
partir de la experiencia de la fragilidad, construye un mundo capaz de
interpelarnos radicalmente. Es cierto. Pero también se trata de dos
obras que muestran, sin exhibicionismos, de qué están hechos los que
escogen el coraje y la esperanza. Hay que dar las gracias a Màrius y a
Oriol por ello.



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