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Algunes notes d'un bloc d'Oriol Izquierdo

“Mortal y rosa”

El suplement Cultura|s de La Vanguardia d’aquest dimecres ha publicat la lectura que Jordi Galves fa de Moments feliços: […]

Mortal y rosa

Jordi Galves

Nadie nos dijo que fuera fácil. Lo que tampoco nos dijeron es
que llegaría a ser tan difícil. Desde hace años (me lo tiene dicho
Julià Guillamon cuando vamos a comer) vivimos en el mundo de la
creación literaria un periodo de tristeza y de desilusión que quizás
sea racionalmente injustificable pero, al menos, lo es tanto como el
optimismo creativo y la tontería post-yeyé de los setenta. Y los
desgraciados escriben tanto o más que los felices. Los felices puede
que no escriban nada y se vayan a pasear. Como si las sociedades fueran
personas y pasaran cíclicamente del optimismo al pesimismo y viceversa.
Digo yo que no, pero pongamos que sí.

Oriol Izquierdo (Barcelona, 1963) nos mete a pensar en qué nos pasa con
la felicidad ya desde el título. Recuerda la poesía triste y brutal,
irónica y sensata de Estellés, aquello de “no podia faltar el vi damunt
la taula” y tal. Poesía negligée,que decía Jules Renard, que privilegia
el sentido, que concibe la poesía como condensación del pensamiento e
identifica lo esencial, lo que nos basta. Ejercicio de inteligencia que
no cede a ninguna inercia, ni siquiera a la métrica ni al escribir
bonito. Sólo capteniment. Fuerte.

Izquierdo, a partir de un drama personal, construye un refugio de
sentido. No se cuenta aquí porque a nadie le importa. Noes la anécdota
sino para qué podría servirnos un dolor insoportable y encabronado ya
que es inevitable y nada ni nadie lo puede suprimir ( “resisteix
resisteix quan llampegui / l´esbarzer cremarà resisteix / i després
sortiràs de les cendres”). No hay desesperación ni efectos lacrimógenos
ni nos exhiben sillas de ruedas como hacía Lluís Llach. Se nos habla de
arcilla, de panes y piedras, del desierto, de la tentación de mirar
atrás como la mujer de Lot, que no tiene ni nombre la pobre, y de cómo
toda la tramoya bíblica, de repente, cobra un maldito protagonismo. De
cómo la tragedia siempre es doméstica y se torna cotidiana, de cómo
intentarías lo imposible, incluso un trueque, años de tu vida a cambio
de… El recuerdo es abrigo para el futuro. Pocos libros tan nobles que
describan la felicidad al lado de la muerte, de las rosas con espinas,
de lo agridulce, de lo risible de nuestra desgracia. Que nos hablen de
lo complejo. Un libro bueno, bello y sabio. Excelente.



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