16 de juliol de 2008
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JUVENTUD, DIVINO TESORO

Me
contaba una amiga, con una cierta sorpresa, que su hija añoraba  los artículos que voy publicando en esta ventana
electrónica. Al parecer, encuentra que mi manera de explicar las cosas
o manifestar mis opiniones es más abierta de lo habitual entre los
políticos. ¡Santa inocencia!, me muerdo más la lengua de lo que parece, y me callo mas de lo que hablo,
y eso que tengo fama de incontinente verbal, pero en cuanto me voy más
allá de lo esperado, alguno o alguna comienza a rasgarse las
vestiduras, o me acusa de loco o de paranoico, y no vale la pena ir
provocando tempestades, cuando se pueden instar reflexiones.


En este País, y cuando digo País me estoy refiriendo a Catalunya, existe un estatus quo”, promovido por todas las personas y estamentos
públicos y privados dominantes que a su vez establece unas reglas del juego que nunca se han de quebrantar, so pena de ser estigmatizado o enviado al vacío de la indiferencia, donde se relegan a los personajes “molestos” o “inconvenientes”. No hay modelo más burgués que este, y por desgracia impregna a todos los niveles de nuestra sociedad. Aquí no existe la corrupción, ni el fraude, ni la incompetencia.
Si alguien es “sorprendido” en alguna de estas prácticas, entra dentro
del capítulo de las “incidencias”, que la sociedad catalana ha de
asimilar sin más consecuencias. Y si alguno se pone pesado con la
denuncia de estos hechos pasa a engrosar inmediatamente el grupo de “traidores a la Patria” o el de los “desequilibrados inadaptados”.

La juventud catalana, esta demasiado mediatizada por las ideologías pretendidamente radicales, como el independentismo u otras ideologías presuntamente progresistas, pero que adolecen de contenidos reales, y tienen mas una expresión estética que efectiva o educadora.

Los jóvenes han de romper los lazos con el esteticismo burgués y destripar los conceptos tradicionales de libertad, igualdad, fraternidad y solidaridad para beber de sus verdaderas esencias, y así poder desenmascarar las
verdaderas intenciones e intereses de los grupos dominantes, que solo
utilizan el sistema democrático como un instrumento inevitable para
legitimar sus intereses.

Decían, que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra,
y no seré yo quien lo haga porque tampoco estoy demasiado satisfecho
con mis actuaciones a lo largo de mi vida política, personal y
ciudadana Por eso sigo creyendo que son las generaciones emergentes las que han de agitar las aguas turbulentas de nuestra sociedad para oxigenarlas, a riesgo de que si no lo hacen sean engullidos por ellas.

Decían: ¡Levantad el asfalto, que debajo encontraréis la tierra,…! Y yo digo: ¡…y también la mierda…!

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