Jaume Renyer

per l'esquerra de la llibertat

7 de maig de 2013
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Maku Belzunegui: “¿ Un estado vasco… racista y antidemocrático ?”

Avui mateix, Maku Belzunegui, publica al diari Deia l’article que transcric a continuació on denuncia l’antisionisme predominant entre els abertzales que propugnen un estat basc independent i que neguen aqueix mateix dret al poble jueu. Resulta significatiu aqueix posicionament en una persona que tot fa just tres anys donava suport a la “flotilla de la llibertat” rumb a Gaza i alhora que subscriu el manifest “Per la pau contra el boicot a Israel”.

 

Esa es la afirmación que con frecuencia realizan representantes políticos, intelectuales y periodistas del unionismo español. Por esta razón, cuando hace unos días leí una entrevista a Haidar Eid, un militante palestino que proclamaba que la mejor solución en Oriente Medio era la conformación de un solo Estado binacional árabe-judío ya que un Estado declarado “Estado judío” es racista y antidemocrático, sinceramente me dio que pensar.

La demanda de un Estado binacional árabe-judío es una propuesta ya antigua. Si bien tiene un apoyo muy residual en ambas sociedades, es cierto que parte de la izquierda europea y especialmente un sector de la izquierda soberanista vasca le da un gran eco a esta propuesta. Yo misma he podido leer entrevistas y artículos sobre esta salida. ¿Sería viable esa solución para dos sociedades muy diferentes y enfrentadas desde hace un siglo? ¿Es la solución que debemos defender desde Euskal Herria para acabar con el drama del pueblo palestino? ¿Se puede negar al pueblo judío tener un Estado o incluso negarle su carácter de pueblo? ¿En nombre de quién y de qué? ¿No estaríamos en tal caso pareciéndonos a nuestros particulares Torquemada de la brunete mediática que niegan que los vascos seamos un pueblo o que se pueda construir un Estado vasco democrático y respetuoso con sus minorías?

El hecho de que Israel se declare como “Estado judío” (el único Estado judío en el mundo) para algunos supone un problema. En cambio, que 22 Estados se definan constitucionalmente como árabes y sean miembros de la Liga Árabe o que 57 países sean socios de la Conferencia Islámica no supone problema alguno ¿Por qué? Ciertas personas niegan el carácter de pueblo a esta comunidad y lo reducen al ámbito religioso. Negando con ello a un demos la capacidad de definirse, desconociendo la historia del movimiento de construcción nacional hebreo y reduciendo la camaleónica definición de pueblo a solo algunos supuestos.

Durante la Guerra fría, Israel, aun con gobierno socialista, se situó en la órbita de Occidente y en cambio los países árabes se posicionaron en el Bloque del Este, lo que significó que la causa palestina pasara a engrosar la gran causa de la izquierda. Olvidando con ello varios años en el que los Kibbutz y la solidaridad con las antiguas víctimas del Holocausto habían creado simpatías y complicidades en la izquierda y el progresismo mundial. Este hecho, ayudado porque en 1967 Israel ocupase los territorios de Gaza y Cisjordania, quitándoselos a Jordania y a Egipto, y la larga lista de sufrimientos y violaciones de los derechos humanos a los que se ha visto sometida la población palestina ha hecho que la solidaridad con Palestina sea una causa global. En ocasiones, esta solidaridad ha hecho olvidar que también han fallecido miles y miles de víctimas israelíes, la gran mayoría civiles, víctimas del conflicto.

El Conflicto de Oriente-Medio no es desde luego el más violento, han muerto más personas en Siria en el último año que en Palestina-Israel en seis décadas, pero sí es el más mediático. Su politización hace que sean pocas las personas no ya con una opinión clara sino también con un a priori conocimiento exhaustivo del conflicto más complejo. Hoy en día, una mínima crítica a la corrupción de Fatah o al terrorismo o el totalitarismo de Hamás es un hecho sospechoso y apoyar ya la existencia y legitimidad de dos Estados e incluso hablar de algún factor positivo de Israel pasa a ser acusada de estar o desequilibrada a o a sueldo del Mossad. ¿No es ridículo?

En este contexto, hay opiniones, recomendaciones y soluciones para todos los gustos y, entre ellas, una que curiosamente es mínimamente defendida en Oriente Medio que es la de un Estado binacional. En el momento en que se defiende que la mejor solución para Quebec o Flandes es conformarse como Estado y que en el caso de Chipre es mejor olvidar definitivamente el Estado binacional, ¿sería posible hacerlo en Israel-Palestina con sociedades tan diferentes en cultura, idioma y décadas de conflicto?

Otros califican a Israel como Estado artificial, pero ese supuesto “hecho artificial” no se achaca a Líbano, Irak o al desgajado territorio del Mandato Británico como era Jordania. ¿Por qué? Si bien algunas personas defienden el Estado binacional de buena fe, otros en cambio tienen un único objetivo, negar al pueblo judío el derecho a tener un Estado e incluso negarle su voluntad de calificarse como pueblo y nación. Por eso es muy preocupante que se apoye esta postura desde sectores solidarios con las causas internacionales. No se puede estar apoyando la urgente y necesaria creación de un Estado árabe palestino y a la vez negar al pueblo judío la necesidad y el derecho del suyo.

En definitiva, todos los pueblos tienen derecho a decidir su futuro libremente y en Oriente Medio lo ideal sería que el Estado árabe de Palestina y el Estado judío de Israel puedan convivir en paz y llegar a acuerdos, que ambos sean democracias en las cuales sus minorías árabes, judíos, circasianos, armenios, beduinos así como religiosas judías, islámicas, bahais, cristianos y de opción sexuales, tengan los mismos derechos y libertades. La solidaridad internacional no puede llevarnos a ser eco de mensajes negadores y a pretender fomentar más allá de nuestra tierra lo que otros pretenden achacarnos a nosotros, que el Estado vasco no sería democrático para los ciudadanos españoles y que sería racista… Una infamia aquí, en Barcelona, en Edimburgo y en Jerusalén.

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