Jaume Renyer

per l'esquerra de la llibertat

15 de febrer de 2019
1 comentari

28 d’abril: cal una única candidatura independentista

La renúncia unilateral del govern del PSOE a negociar amb el govern català ha dut ERC i PDECat a votar no als pressupostos de l’Estat, aqueixa actitud més les pressions del tripartit neo-franquista (i els barons socialistes encapçalats per Felipe González) ha afeblit la presidència de Pedro Sánchez fins al punt que l’ha obligat a convocar eleccions avançades el 28 d’abril vinent.

Com deia Vicent Partal abans d’ahir a l’editorial de Vilaweb, l’encara secretari general del PSOE s’ha autodestruït tot sol i no és creïble que aparentant representar una tercera via entre els partits neo-franquistes i els independentistes catalans pugui guanyar les eleccions. Un pacte post electoral entre el PSOE (probablement sense Sánchez) i Ciudadanos o, directament, govern del tripartit PP-Ciudadanos-Vox és el que ens espera al capdavant del poder espanyol en aqueixa fase aguda del conflicte per la independència de Catalunya.

La resposta independentista hauria de ser una candidatura unitària tant a les eleccions espanyoles com a les europees del 26 de maig vinent, com ja va proposar fa mesos Josep Lluís Carod Rovira, o fins i tot integrada també per nacionalistes bascos i gallecs com va formular Arnaldo Otegi atès que la involució cap al neofranquisme és evident a Espanya. L’aplicació novament de l’article 155 CE per establir un estat d’excepció permanent a Catalunya (i als territoris on calgui) serà el programa electoral de l’integrisme espanyol més reaccionari (on cal incloure-hi bona part dels dirigents del PSOE).

Post Scriptum, 17 de febrer del 2019.

Arnaldo Otegi proposa una candidatura unitària de tots els pobles oprimits pel Regne d’Espanya a les eleccions del 28 d’abril vinent.

Post Scriptum, 19 de febrer del 2019.

Josep Lluís Carod-Rovira reitera els seus anteriors plantejaments unitaris referits a les eleccions a les eleccions europees aplicant-los ara, també, a les eleccions espanyoles publicant avui aqueix article a Nació Digital: “Una llista per guanyar”.

Post Scriptum, 24 de febrer del 2019.

Les declaracions del conseller Comín avui al periòdic El Món: “Em sembla un delicte d’alta traïció als catalans no treballar per la unitat” són la definició exacta de la responsabilitat que recau en els dirigents que prioritzen altres objectius que no pas el de la independència.

Post Scriptum, 28 de febrer del 2019.

L’enquesta del CIS dóna el PSC com a força més votada a Catalunya pel 28-A frustrant les cabòries d’ERC que ja s’hi veia. El PSOE recupera vot de Ciudadanos i dels Comuns.Anant els independentistes en llistes separades pot passar com al 21-D que guanyi un partit espanyolista dificultant el relat de la majoria electoral republicana. Esquerra interpreta les crides a la unitat com una solució per salvar els post-convergents de la desfeta que tan anhelen, però no se’n adonen que Junts per Catalunya i la Crida Nacional per la República no són els hereus del pujolisme ni entenen la prioritat d’una estratègia conjunta més enllà del seu sectarisme foll. Si la CUP decideix presentar-se a les eleccions espanyoles pot afavorir una llista conjunta amb ERC-Junts per Catalunya que sigui guanyadora.

Post Scriptum, 3 de març del 2019.

Comparteixo totalment el manifest impulsat per l’ANC per bastir una llista unitària independentista a les eleccions europees del 26 de maig vinent.

Post Scriptum, 23 d’abril del 2019.

Comparteixo totalment l’editorial d’avui de Vicent Partal a Vilaweb: “Una polèmica al Senat que fa tard i no té solució”.

  1. NACIÓ DIGITAL

    Una lista para ganar

    «En momentos excepcionales, soluciones excepcionales. Hace falta una lista unitaria que reúna las diferentes sensibilidades que se manifestaban el pasado sábado en Barcelona »

    por Josep Lluís Carod-Rovira ,

    19 de febrero de 2019

    El juicio a los líderes catalanes ha traido nuevas energías positivas al movimiento independentista. Todo el mundo habla con dureza hacia la acusación y con orgullo y complicidad hacia los acusados. Este sábado, cientos de miles de personas se manifestaron por el derecho a la autodeterminación, al menos cuatro veces más que los que, una semana antes, lo habían hecho en Madrid en contra. El independentismo no retrocede, sino que se afirma y vuelve a recuperar la iniciativa. Hablo del independentismo como un movimiento sociopolítico ideológicamente plural, de estos dos millones que votan partidos independentistas, mucho más numerosos que los treinta o cuarenta mil militantes que, sumados, tienen todos estos partidos. La manifestación del sábado era por el derecho a la autodeterminación, concepto que no hace falta que sea explicado, que todo el mundo entiende a nivel internacional y que forma parte de su ordenamiento jurídico. Es un derecho empleado para resolver, de manera democrática y pacífica, un conflicto nacional. Y en el último medio siglo, en todo el mundo, se han llevado a cabo decenas de referendos de esta naturaleza.

    Como, en una consulta democrática así, no hay una sola respuesta, dado que se puede optar tanto por sí a la independencia como por no, El derecho es reivindicado no sólo por los independentistas, sino también por los soberanistas, es decir, por todos los que consideran que sólo cada pueblo debe ser soberano para decidir su futuro, sea cual sea, y no que otro pueblo decida por él. Justamente, la manifestación del sábado era una manifestación soberanista, en la que la mayoría era, sin duda, independentista. Fue una inyección de vitalidad, de victoria, de optimismo, de todos los que creen que la autodeterminación no es un delito, sino un derecho, y que no hay motivos que justifiquen el juicio y la privación de libertad de nadie. Exactamente eso es lo que pensaban los manifestantes, fueran votantes de ERC, del PDECat, de los Comunes, de la CUP o abstencionistas, fueran o no miembros de Òmnium Cultural o de la ANC. Nadie exhibía su condición personal, haciendo ostentación de ella, ni nadie lo solicitaba a los que llevaba como vecinos en la protesta por la Gran Vía. “Autodeterminación y libertad presos políticos” era lo que les había reunido, lo que les hacía manifestarse y que les hermanaba en un mismo objetivo.

    La autodeterminación no es una reivindicación recién llegada a la política catalana. Aquí, el derecho a la autodeterminación ya constaba en el Estatuto de Núria, votado favorablemente en 1931, y el “pleno ejercicio del derecho a la autodeterminación” constituía el punto tercero de la Asamblea de Cataluña, durante el franquismo, aglutinadora de la totalidad y diversidad de fuerzas democráticas. Y ya en la etapa posterior, hasta la actualidad, en 1989 el Parlamento de Cataluña aprobó la “no renuncia al derecho a la autodeterminación” de la nación catalana, derecho vuelto a reivindicar, varias veces desde entonces.

    Soy de la opinión de que en el caso de elecciones internas en Cataluña (municipales y Parlamento), es necesario que los partidos concurran con su propio modelo diferenciado de ciudad y de país. Pero, ahora, con presos políticos y exiliados y con el derecho a la autodeterminación centrando el debate público, de Cataluña hacia el exterior (a las Cortes españolas y al Parlamento Europeo), es necesaria una lista unitaria que reúna las diferentes sensibilidades que se manifestaban pasado sábado en Barcelona. La causa catalana por la libertad quedaría gravemente perjudicada si la victoria electoral, en Madrid y Bruselas, se la llevara un partido que fuera contrario a la misma. En este caso, ya podríamos recurrir a tantos argumentos explicativos como quisiéramos, porque la derrota del soberanismo habría sido evidente. La única manera de evitarlo y conseguir convertirse en la lista ganadora, la más votada en Cataluña, es con una lista que reúna los partidarios de la autodeterminación, la libertad de los presos y el retorno de los exiliados. ¡Y nada más!

    Sería letal para la credibilidad del movimiento catalán, que reivindica la solución del conflicto en las urnas, que fuera derrotado, precisamente, en las urnas, en la primera oportunidad que se presenta. Y que lo fuera después de haber renunciado a ser el ganador inequívoco. Por eso no nos podemos permitir la frivolidad de esperar, pasivamente, desde la trinchera de cada sigla de partido, el triunfo de una opción contraria a la autodeterminación y a la libertad de los presos y exiliados. Si esto ocurriera, la evolución del proceso se vería francamente muy dañada, así como la percepción internacional de la seriedad y consistencia del soberanismo catalán que quedaría notablemente debilitado por su imagen de división interna.

    Ahora se trata de pasar a la ofensiva con ilusión, de responder con un gesto de fuerza democrática, De lograr una movilización electoral sin precedentes, de hacer visible, en una encrucijada histórica decisiva, que hay una mayoría social en Cataluña que se reclama minoría nacional en Europa, pueblo nacional, sociedad nacional diferenciada. Y que, por ser mayoría social, gana las elecciones. Si, en cambio, las pierde al ir en listas separadas, por más que, tal vez, sumadas den más votos o escaños, es el soberanismo el que habrá perdido las elecciones y el unionismo españolista, en cualquiera de sus variantes, quien las habrá ganado. Las encuestas que hacen pasar a ERC de dos escaños a uno y al PDeCat de uno a ninguno son bastante claras.

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