En el seu article de dissabte passat a La Vanguardia Gregorio Morán li fotia canya al darrer llibre de Gabriel García Márquez “Memoria de mis putas tristes”. Com que no estic d’acord amb tot el que hi diu i, a més a més, els eixerits de can CondeGodo fan pagar per accedir als continguts del seu web m’estalvio de posar-hi un enllaç. Tanmateix no renuncio a copiar gairebé complet el paràgraf final en el qual Morán fa algunes reflexions sobre la vellesa que sí que em semblen interessants. (n’hi ha més)
“Si hubiera que hacer una ley de plata del envejecimiento en el arte, en la creatividad, yo propondría que nos atuviéramos a algo obvio: empezamos a envejecer cuando nos cuesta un gran esfuerzo hacer aquello que antes nos salía de corrido. A lo mejor nuestro arte de ancianos es superior al que hicimos cuando éramos jóvenes, pero lo cierto es que nos cuesta más, nos exige mucha dedicación para evitar el ridículo de que la decadencia se nos desparrame por las entretelas. Eso es el envejecimiento, no nos engañemos. Por eso exageran quienes aseguran que la vejez nos hace sabios. Es falso. Lo que nos convierte es en más cautos (…) El primer síntoma de la vejez es que uno empieza a parecerse a su padre”.
Secció “Sabatinas intempestivas”, de Gregorio Morán. Fragment de l’article “La sorda vejez de un escritor” (La Vanguardia, 22-1-05).
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