15 de març de 2014
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INCEST D’ANAÏS NIN

Aquest text que he trobat a l’atzar m’ha impressionat. És una descripció nua, pornogràfica, brutal,magnífica!

El primer día que inicia incesto con el padre lo escribió el 23 de junio de 1933: y expresa que al día siguiente vestía con negligé‚ de satén y él estaba recostado en su cama. Sin poder moverse, dice que ha tenido un sueño con ella y ella responde que también con él, enseguida el padre la provoca con nombrar a Freud y a todos los psicoanalistas porque en realidad la desea como mujer, sin sentirla como hija, entonces susurra:

-Déjame besar tu boca -dijo.

Y me rodeó con sus brazos. Dudé. Me torturaba la complejidad de mis sentimientos. Quería su boca, pero sentía miedo, como si fuera a besar a un hermano. Tentada, al mismo tiempo asustada y deseosa. Tensa. Sonrió y abrió su boca. Nos besamos, y aquel beso desató una oleada de deseo. Yo estaba inclinada sobre su cuerpo y sentí su deseo en mi pecho, duro y palpitante. Otro beso. Más terror que gozo. El gozo de algo innombrable y oscuro. Era bello, como un dios, y femenino, seductor y cincelado, duro y suave. Pasión intensa.

-Debemos evitar la posesión -dijo-, pero oh, déjame besarte.

Acarició mis pechos y se me endurecieron los pezones. Me resistí, dije que no, pero mis pezones se pusieron duros. Y cuando su mano me acarició -oh, que sabías eran sus caricias- me derretí. Pero, durante todo el rato, una parte de mí seguía dura y aterrorizada. Mi cuerpo se entregaba a la penetración de su mano, pero resistía, resistía al placer. Me resistí a mostrar mi cuerpo. Sólo desnudé mis pechos. Me sentí¡ tímida y retraída, pero apasionadamente conmovida.

-Quiero gozar, gozar -decía él.

Y sus caricias fueron penetrantes sutiles; pero yo no podía y quise escapar de él. De nuevo me eché sobre él y sentí¡ la dureza de su pene. Lo descubrió y lo acaricié con mi mano. Vi cómo se estremecía de deseo.
Con una extraña violencia, me levanté la negligé‚ y me puse encima de él.

-Toi, Anais Je n’ai plus de Dieu

Extasiado su rostro, y yo frenética por el deseo de unirme con él…ondulándome, acariciándolo, pegada a su cuerpo. Su espasmo fue tremendo, con todo su ser. Se vació por entero dentro de mí…y mi entrega fue inmensa, con todo mi ser, sólo con aquel rincón de miedo que me impedía el supremo espasmo.

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