LA PELL DE BRAU

Taller personal de J. Soler i Àlvarez

26 de desembre de 2007
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“ME GUSTAN LOS CATALANES”

Ramon Chao (Villalba (Lugo) 1935); és músic, escriptor i periodista que va emigrar a França l’any 1956 on és redactor en cap del servei per Amèrica Llatina de Ràdio França Internacional. Col·laborador dels diaris Le Monde i de Le Monde Diplomatique és pare d’Antoine Chao i del cantant Manu Chao sobre qui va escriure un llibre titulat El tren de foc i de gel.

També és autor de vàries obres com Guia secreta de París (1975), El llac de Como (1982), Paraules en el temps, Converses amb Alejo Carpentier (1984), Un possible Onetti (1992), Mà Negra a Colòmbia (1994), entre d’altres, i ha escrit en gallec O Camiño de Prisciliano.

Aquest polifacètic personatge i Cavaller de les Arts i les Lletres pel Govern francès, ha escrit el següent article, transcrit literalment en castellà:

Me gustan los catalanes porque a lo largo de su historia acogieron e integraron a íberos, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, judíos, árabes y toda clase de charnegos y sudacas, sin conocer los problemas que afectan ahora a Francia; es un ejemplo.

Me gustan los catalanes porque ya el 7 de abril de 1249 (uno va hacia Matusalén) el rey Jaime I nombró a cuatro prohombres de Barcelona (los paers) para dirimir los conflictos de la ciudad sin violencias ni reyertas. Esos hombres sabios, que pasaron a cien en 1265, (el Consell de Cent), iniciaron el sistema del gobierno municipal de Barcelona. Gracias a ellos reinó allí la concordia, y antes de empuñar las armas prefirieron siempre emplear la razón.

Me gustan los catalanes porque en toda su historia no han ganado ni una sola guerra, y encima les da por conmemorar como fiesta nacional una de las batallas que perdieron en 1714 a manos de las tropas de Felipe V de Borbón. Cataluña había dejado de ser una nación soberana. Desde entonces, cada 11 de septiembre muchos catalanes y catalanas, como hay que decir ahora, se manifiestan para reclamar sus libertades.

Me gustan las catalanas porque una de ellas, joven y bien plantada por cierto, no vaciló en pegarse a mi espalda durante cuatro días en el asiento trasero de una Vespa cuando recorrí la península en pos de Prisciliano.

Me gustan los catalanes porque tienen de emblema un burro tenaz, trabajador y reflexivo, muy alejado del toro ibérico cuyas bravas y ciegas embestidas lo abocan a la muerte. Estos animales son de una raza registrada, protegida, y prolíferos sementales. Al igual que el cava, se exportan a numerosos países para mejorar la especie autóctona, como a Estados Unidos, donde crearon el Kentucky-catalan donkey . Y allí no piensan, ni mucho menos, en boicotearlos.

Cierto es que en el carácter catalán confluyen las virtudes del asno. Pero los rasgos diferenciales no se limitan a los de este cuadrúpedo. La población catalana se define por una doble característica: el seny y la rauxa . El seny implica sabiduría, juicio mesurado y sentido común. Tenía seny aquel catalán que iba en un compartimiento de un tren al lado de la ventanilla. Tiritaban de frío y los otros pasajeros le pidieron que la subiera: «Es igual», contestó a varias solicitudes, hasta que un mesetero se levantó furioso y alzó la ventanilla… ¡cuyo cristal estaba roto! «Es igual», volvió a repetir el buen hombre con toda su santa cachaza.

Al seny le responde la rauxa , asimilable a la ocurrencia caprichosa, la boutade (frase ingeniosa y absurda). Cuando de joven y surrealista Dalí iba en el metro y veía a un cura con sotana, le decía: «Siéntese, señora».

La alianza de estas dos facetas en un solo individuo forma el carácter catalán, que se comunica, se comparte y se aprecia. El otro día al regresar a París en avión desde Barcelona quise ayudarle a un pasajero, dada la exigüidad del espacio, a ponerse el abrigo: «No, por favor, no se moleste, que bastante trabajo me cuesta a mí sólo». Pero lo más refinado lo percibí en el taller del ceramista Artigas. Él y Joan Miró estaban trabajando en el mural del aeropuerto de Barcelona. Le pedí a Miró que le dedicara una lito a mis hijos. Puso: «Para Manu y Antoine afectuosament». Cuando la vio Artigas hizo este parco comentario: «Te lo escribió en catalán para ahorrarse una letra».
Me gusta Cataluña porque allí, según Arcadi Espada, don Quijote recobró la razón, sin duda contagiado por el seny. Me hubiera dado mucha pena que el Ingenioso caballero muriera loco.

Me gusta Cataluña en fin y sobre todo porque uno de mis hijos eligió su capital para vivir en ella por ser una ciudad abierta, tolerante y discreta.”

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