Salvador Espriu y «la piel de Toro» (Traducción de Salvador Espriu i «la pell de Brau»)
El ex alcalde de Arenys de Mar y economista Miquel Rubirola nos hace saber su punto de vista sobre la propuesta de Salvador Espriu y su «piel de Toro».
Miquel Rubirola
El día 17 de mayo de 1963 Salvador Espriu dirigió una carta al doctor Joan Colomines i Puig en la que le decía: “Escribí La Pell de Brau, entre otras razones, para que no fuera dicho, repitiendo un pensamiento de Ortega (eso que “solo mentes castellanas tienen capacidad adecuada para percibir el gran problema de una España unida”), que la periferia no podía entender a la célebre Península en su compleja y profunda totalidad. Pero creo –y cada día lo veo más claro– que el diálogo con Madrid es imposible. El Madrid de ahora, de mañana y de siempre”.
Las palabras de Espriu que he recordado de la carta a Colomines fueron escritas en 1963 después de la publicación en 1960 de La Pell de Brau y deberían dejar claro, en primer lugar, que esta obra de Espriu no puede ser utilizada , como lo es a menudo desde hace muchos años, por unos y otros, con superficialidad y en beneficio de una política de muy corto alcance a favor de cualquier tipo de diálogo con Madrid.
Si no estoy equivocado, la demanda de Espriu formulada en 1960 de “hacer seguros los puentes del diálogo” comportaba no sólo un intenso ruego para superar el drama de la guerra civil, sino también una propuesta de organización del Estado y de las culturas ibéricas: la portuguesa, la castellana, la catalana, la vasca y la gallega. Salvador Espriu proseguía en La Pell de Brau el anhelo Iberista del poeta Joan Maragall (abuelo del alcalde de Barcelona y presidente de la Generelitat, Pasqual Maragall), claramente expresado en la Oda en España de 1898 –con su final bien conocido: “Adiós España”– y bien explícito en el título del poema Himno Ibérico publicado por Maragall en 1906.
La idea iberista de Maragall, Espriu y otros era una doctrina política basada en el “Pactismo” que iba más allá del significado literal que expresan las palabras “pacto”, “negociación” o “transacción”. El “Pactismo” fue una filosofía política práctica basada en una concepción del mundo político peculiar del pueblo de Cataluña a lo largo de la historia. El iberismo del pactismo catalán reclamaba una estructura de Estado político que hiciera posible y consolidara una hermandad entre todos los pueblos y naciones de la Península Ibérica, no sólo con España y menos exclusivamente con la nación castellana. El presidente Francesc Macià proclamó el 14 de abril de 1931 la República Catalana a modo de “Estat Català (estado catalán) integrado en la Federación de Repúblicas Ibéricas”.
En la base del profundo desacuerdo entre los políticos e intelectuales castellanos y sus homólogos catalanes en relación a un modelo de Estado político, existe la incomprensión del “pactismo catalán” y una forma de pensar España alejada de los hechos históricos reales, anclada en castellanas pretensiones imperiales, pese a las derrotas, y llena de tópicos sobre la supuesta verdadera cultura española. El libro de Ortega y Gasset La España invertebrada, publicado en 1922, al que hacía referencia Espriu, es un modelo perfecto de esta incapacidad de pensar España en los términos como la piensan, dibujan y proponen muchos intelectuales y políticos catalanes. Estos intelectuales y políticos catalanes basan sus análisis y propuestas en el pactismo democrático entre las naciones ibéricas. Y, como sabemos, en la actualidad, ponen más acento en el anhelo de un Estado catalán miembro de la Unión Europea.
Miquel Rubirola
Arenys de Mar, 25 de septiembre de 2023
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