Plagueta de Bord

M’han arribat en diferents dies. Regals generosos que agraesc amb calidesa en aquestas temps de gels i glaciacions.
Primer va ser la paraula en acció d’Enrique Vila-Matas dient la seva, generosa i matisada, sobre Acrollam a El país.
Després Xisco Rotger (que, via Mònica, m’entrevistà en el seu programa d’IB3 Ràdio) dedicà les pàgines centrals de «Bellver» del Diario de Mallorca a Acrollam amb dues crítiques de Carles Cabrera i Miquel Rayó, unes fotos de Massuti i un fragment d’Acrollam.
Una entrevista magnífica al programa Problemes domèstics, Manel fuentes és un estimulant potent i bon lector. I humorós!
Jaume Subirana fou una rosa de Sant Jordi, (el migdia de Sant Jordi a Barcelona) que m’entregaren al pis vuitè d’un gratacel prop de la Casa Batllori. Una rosa impresa a El periódico.
Una rosa matinal, les nou i quart del matí amb un sol que cremava el cul a les llebres, de Sant Jordi: l’entrevista damunt un cadafal de la Plaça de Catalunya i tres-centes persones dretes davant, amb Antoni Bassas, un encantador de la ràdio amb el qual em vaig sentir ben a gust: fou com tirar-me al mar dels lectors des d’un trampolí engrescador..
I la rosa nocturna de Sant Jordi, un gran finale: el programa L’hora del lector d’Emili Manzano (amb la intersecció amb el programa La nit al dia de la Mònica Terribas) que va ser un experiment amb dedicatòries i llegidors: quin guster poder dedicar un llibre per la tevé a un Miquel molt amable. Gràcies Emili! Va ser un ou de dos vermells!
J. C. Llop ha dedicat a Acrollam (i també molt al seu auctor) quatre columnes ben historiades i escrites, ben tendres i plenes de dobles sentits,  «Literatura i sociedad», que conformen el seu article dominical agitador al Diario de Mallorca.
Emili Teixidor ha dedicat paraules vindicatives a la presentació d’Acrollam a La Central del Raval. Tens tota la raó, amic escriptor: Tevé 3 no ens considera notícia als escriptors catalans!
I Montse Serra, una escriptora periodista de veres, m’acaba d’entregar fa un no res,
viva i vivificadora una entrevista que apareix a La Nit de Vilaweb que em va fer també, tan bé, per devers La biblioteca, un restaurant del Raval barceloní de tota la vida on sopàrem en els temps santjordiers.

UN GRÀCIES SENCER PER HOM!

(I CIT IN EXTENSO O EN LINK ALLÒ QUE PUC)

Literatura y sociedad

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JOSÉ CARLOS LLOP

Dicen
que Biel Mesquida se ha vuelto bueno. Que se pasea por las redacciones
de los periódicos quitando hierro a noticias escandalosas y que
interviene en comidas y tertulias pidiendo discrección, silencio y
caridad con los caídos en desgracia. Dicen que Mesquida se pone serio
cuando los demás practican el sarcasmo como forma de justicia popular y
que desvía las conversaciones hacia oasis más calmados en el momento en
que aparece la máquina de triturar carne de prensa. Si uno tiene la
costumbre de leer a Mesquida los martes, en la Contra de Diario de
Mallorca, esta noticia ha de producirle, como mínimo, una considerable
dosis de estupor. Si uno conoce la curiosidad de Mesquida por el
secreto -mejor cuanto más mórbido- o su afición por echar luz sobre la
confusión ajena, se sorprende ante esa nueva personalidad. Cómo alguien
que escribe sobre los asuntos que él escribe ha podido transformarse
ahora en esta ánima prudente y cuidadosa.
Al enterarme de tal
metamorfosis, se me ocurrió una maldad: “Mesquida está de promoción y
no quiere que nada ni nadie le haga sombra”. Efectivamente: Biel
Mesquida acaba de publicar un nuevo libro, Acrollam, en la misma línea
de vanitas barroca actual de T´estim a tu y Els detalls del món. La
suya es una escritura en marcha hecha de fragmentos publicados en
Diario de Mallorca y en su blog de VilaWeb y convertidos luego, al
reescribirlos, en una unidad que irradia la marca de la casa, es decir,
la poética mesquidiana o su particular acelerador de partículas,
metáforas y caos. Y lo acaba de publicar en un momento en que las
noticias de esa Mallorca que él invierte en Acrollam son apoteósicas y
capaces de hacer sombra a cualquier otra cosa. Pero con Mesquida
conviene hilar más fino: él no es hombre de primera lectura y tras una
de sus sonrisas vaya usted a saber lo que se esconde. Descarté, pues,
esa primera ocurrencia: el asunto no podía ser tan sencillo.
Entonces pensé en las claves de su narrativa última. Sus personajes se
pasean al borde del abismo y con el corazón en agitación continua. Son
herederos amorales de un romanticismo pasado por el paganismo de las
marcas y entregados al paroxismo de las sensaciones. Su forma de pensar
oscila entre la angustiosa histeria y la exaltación de la vida, bajo
una forma de panteísmo poscontemporáneo absolutamente sexualizado y -si
me permiten- desnortado por completo. Pero me temo que si alguien
viviera como esos personajes estaría en permanente taquicardia, con
incursiones en las arritmias de más riesgo, la tensión sanguínea por
las nubes y el peligro del colapso. Eso creía yo al menos hasta la
eclosión de los casos más sonados de la política local: ¿no parecerían
esos casos una ficción mesquidiana de no mediar investigaciones
judiciales de por medio? Soy el primero que más de un martes, tras
leerlo, le llamo a su trabajo y le echo una bronca por exagerado,
distorsionador, maniqueo, nihilista y un montón de cosas más. Él se
ríe. Hasta que en los últimos tiempos he pensado que quizá de ese
laboratorio -que es como tilda Mesquida a Mallorca- se han escapado
todas las bacterias y la plaga empieza a ser preocupante. De ahí que el
escritor se haya vuelto cauteloso y no eche leña al fuego como podría
esperarse. No quiere que la realidad supere sus ficciones, no está
dispuesto a ello. Sospecho que no parará hasta que su literatura vuelva
a superar cualquier realidad, por increíble que ésta sea.
Cuando lo
que tendría que pensar Mesquida es que la tozudez de la realidad ya
pasa por calcarle a él. Por si no bastara, añadiré: hace trece años, se
publicó Excelsior o el temps escrit, su novela más ambiciosa. En ella
aparecía el territorio sombrío de Acrollam, en cuya cúspide más oscura
vivía una mujer vieja que regía las vidas y secretos de sus habitantes.
Su nombre era Dama Sellenyac -apellido tan anagramático y evidente como
Acrollam- y al día siguiente de llegar Acrollam a las librerías,
aparecía en Diario de Mallorca una entrevista con el político que
inspiró a Mesquida el personaje de Dama Sellenyac, como en un regreso
desde las nieblas del pasado, herido aún y sin el bálsamo del olvido.
Conociendo los vasos comunicantes entre una sociedad y su literatura,
la cuestión sería: ¿quién convocó a quién? ¿Acrollam a Sellenyac o al
revés? Yo diría que fue Biel Mesquida, claro, y que por eso va por ahí
disimulando, como si nunca hubiera roto un plato, mientras en el
periódico de cada día nos vamos encontrando con las sobras de su
literatura en forma de actualidad. De la más rabiosa actualidad, se
decía el pasado siglo.

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