30 de març de 2011
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EL CEREBRO EN LA LITERATURA

EL CEREBRO EN LA LITERATURA

 

 [Text salvatge i històric per a un congrés espanyol de metges del cap]

 

Buenas tardes buena gente, gente buena que amais la
sabiduría, practicais la investigación y sois receptivos a la música de las
palabras.

Os habla, mejor sería decir, os escribe, un currante de los lenguajes.
Y en esta previa, en esta búsqueda de la benevolencia del público, que según la
retórica antigua marcaba el principio del descursus, del discurso, del
discurrir, hay que indicar que el título de éste escrito ya no es El cerebro en la literatura (que le di
al amigo, el psiquiatra Miquel Roca, de una forma precipitada y sin ver la
grandielocuencia que encerraba) sinó este otro: Siete iluminaciones literarias en el cerebro.

Ya veis que des de un
buen principio os enseño mis cartas: escuchareis unos textos trenzados
especialmente para esta dicción que es la que me empuja hacia la escritura, la
que me da marcha. Pequeño tractado sujetivíssimo hecho de una dramaturgia de
voces, de un mosaico de teselas, de una simfonia de fragmentos, en los que se
mezclará el pensamiento, la vida, la ficción y el saber como si se tractara de
un solo cuerpo. Os encontrareis con un palimpsesto sin orden aparente (entre
los intersticios del desorden aparecerá la verdad de al ficción) y con un
concierto que se asemejarà a los intermezzi (todo estará intercalado, altas
condesaciones demúsica). No una tarea del saber sino de la escritura. Ya veis
que me lanzo sin redes, o con las redes neuronales que permiten a mi corteza
cerebral almacenar secuencias de patrones, recordarlos por autoasociación y
almacenarlos de una forma invariable y con una jeraquía como diria un
estudiante sintético. Todas las electricidades que mueve mi cerbro para que
pueda escribir estas palabras són parte del enigma estimulante, poético, muy
literario.

Atención!

Todas estas iluminaciones han de ser escuchadas como una materia de
ficción

 

 

PRIMERA ILUMINACIÓN CEREBRAL: SOBRE EL TRABAJO DEL ESCRITOR..

Érase una vez un niño que descubrió que lo que quería ser cuando fuese
mayor era muy sencillo y muy estraño: contar, explicar, relatar, narrar,
fantasiear con la palabras que hacían su vida placentera y feliz. En el país de
la infancia és cuando el cerebro vive sus años mas decisivos. Allí, como en un
grabado decimionónica, en el piso immenso de Palma, en la camilla, mi abuela
materna me acunaba con rondalles, con rondallas, con cuentos de toda la vida
que repetian las abuelas de generación en generación. Y me quedaba dormido muy
lentamente con aquellas músicas de palabras que hablaban de amores y reyes, de
gigantes y de demonios, de monstruos y de niños perdidos, de paraísos perdidos
y de melancolías. Y en el interior de la chimenea gigantesaca —porque ocupaba
media cocina de la casa de mi abuelo paterno de Santa María del Camí— escuchaba
su voz patrtiarcal contándome su autobiografia. La autobiografia de un cerebro
cansado de noventa y dos años, en el que las historias se superponian, los
tiempas se confundian y mi papel de espectador cambiaba con los
acontecimientos: una noche me llamaba general, otra noche esclavo, otra amo,
otra bandolero. Estoy seguro que en estos dos escenarios verbales me enamoré de
las infinitas capacidades de la lengua para decir, para sentir, para ver, para
acariciar, para soñar, para recordar, para escuchar, para pensar, para vivir.
Aquí podria decir que la voz viva y suave de mi abuela narrándome la aventuras
d’em Joanet de sa Gerreta envuelta en su perfume de lavanda, o la voz ronca,
agrietada, de mi abuelo, siempre con un cigarrillo en los labios, explicandome
sus viajes por un Marruecos colonial que no había conocido porque era rico y había
podido comprar su servicio militar, són dos qualia: experiencias que tienen un
carácter fenomenológico inconfundible, pero que da la impresión de ser muy
difícil de describir. Creo que en aquel tiempo ya era consciente de la
naturaleza específica de mi experiencia sujetiva: ya escribia.

Sabía que ningún lenguaje me era estrangero. Sabia que podía utilizar
todos los lenguajes. Sabía que no podía parar de pensar (esto fue algo
inquietante. Veía a mis amigos que tenían tiempo de aburrirse. Y aquel adolescente
no sabía que era aquello. La lectura fue mi adicción desde la infancia. Lo
consumía todo y enbseguida. Tebeos, novelas, biografias, diccionarios,
gramáticas, poemarios, revistas, periódicos, etc. Y me aprendía textos de
memòria —sobretodo poemas— y copiaba fragmentos de mis autores predilectos y
escribía. Cuando cumplí los catoce años tuve un problema grave: r5enia que
elegir entre ciencias y letras. Estabga tan preocupado, tan angustiado poque
quería hacer las dos cosos y aquello no era pod¡sible que mis padres me
acompañaron a un professor de filosofía amigo suyo que también hacía de
psicólogo. Me citó una tarde. Recueredo que estaba muy nervioso porque no sabía
como me curaría. Me encerró en una habitación con páginas y páginas de tests de
muchas clases. Solo recuerdo dos: en uno salían miles de profesiones y tenía
que elegir entre grupos diversos; otro era como una viñeta de tebeo en el que
un chico le decía a otro “Eres tonto”. Y mi trabajo era rellenar con una frase
la nube blanca que salía de la boca del otro. No se que contesté. Al caba de
hora y media o dos horas entregué mis respuestas. El profesor me dijo que les
dijera a mis padres que en una semana recibirian una carta. La espera de
aquella carta fue un suplicio. Pero su llegada no resultó ser la solución al
problema que todos esperábamos. El profesor–psicólogo les decía a mis padres
que, después de haberme examinado en profundidad, creía que estaba preparado
para hacer los dos cosas: ciencias y letras. Mi memoria lo tiene registrado en
algun lugar del cerebro como una de las grandes alegrías de mi adolescencia.
Finalmente hice ciencias porque pensé que las humanidades me las podría
estudiar por mi cuenta, sólo, con mis libros. Veo y siento escenas, olores,
gustos, luces, rostros de mi pasado. Hay una rememoración metódica que ha sido
una fuente literaria esencial de muchos de mis textos, de mis poemas, de mis
relatos. Pero los recuerdos se pagan. La letra con sangre sale. Resentia un
delirio, una demencia, un bordear continuamente el abismo, un desvivir junto a
la herida. Escribir era un trabajo de mi cerebro y de todo mi cuerpo aoresando
los lenguajes. En mi adolescencia tenia ganas de ser viejo, de haber vivido
mucho, de haber tenido toda clase de experiencias, de haberlo leido todo para
poder tener la nostalgia verdadera que es un catalizador poderoso de lo
literio. En mi adolescencia tenia nostalgias de un pasado que todavia era
futuro. Nostalgia de futuro. Así de oximorónico.

 

SEGUNDA ILUMINACION CEREBRAL: HABITAR TODOS LOS LENGUAJES DE UNA FORMA
FELIZ.

 

Escribir no es sencillo. Buscar tu voz. Y la historia cotidiana, la
pequeña historia, te condiciona, te estimula, te hunde, te hace, te marca.
Primero fue saber la conciencia del lenguaje. Mas tarde la conciencia política.
Mi adolescencia són los quinze últimos años del franquismo en Barcelona. Y
trabajar en la clandestinidad una lengua podría ser otra buena metáfora de la
literatura. Porque además sabemos, y Roland Barthes nos lo leccionó, que la
lengua no és ni reaccionaria ni progresista.Toda lengua és simplemente fascista
porque el fascismo no es inpedir decir, es obligar a decir (el lenguaje
legislación y la lengua código). Y el trabajo del escritor, hacer literatura
com quien hace conciencia, consiste en bucar todas las posibilidades para
trampear la lengua, buscar los intersticios, crear licencias y conseguir con
trampas saludables y magníficas —trabajo constante sin regla fija— la
incandescencia de una revolución permanente del lenguaje: el sabor de las
palabras. Cuando leia las Rondalles Mallorquines,Tirant lo Blanc, Robinson
Crusoe o Don Quijote me daba cuenta del conjunto de ciencias que aquellos
textos recogian: saberes históricos, antropológicos, geogràficos,
meteorológicos, técnicos, etc. La literatura les daba marcha sin fijarlos ni
fetichizarlos, enseñando posibilidades de otros saberes possibles e
insospechados. Todas las ciencias estan presentes en la literatura. Es algo tan
sencilla que por esto mismo muchas veces queda olvidado por lo cual conviene
recordarlo. Y en estos tiempos posttorresgemelas en que la literatura se ha
convertido en la cenicienta en todos los estudios de los humanos (si su salud
no es buena en el parvulario, peor se ofrece en la secunbdaria y en la
universidad es un puro gueto. Los humanidades no tienen clientes.) su función
es mas necesaria que nunca como productora de conocimientos y de
voluptuosidades. La literatura és el atlas más rico y completa de la conciencia
humana. Allí donde hay unsiempre poned un a veces, allí donde hay un todos
poned un algunos y entrareis en literatura. La especie humana simepre ha estado
hambrienta de cuentos, de relatos, de poemas, de novelas…El amigo Pascal
Quignard me decía que así como las abejas recitan cuando entran en la colmena
el trayecto que han hecho hasta la flor, marcando su posición en relación al
sol, los humanos tenemops  la
necesidad de una regurgitación verbal de su experiencia. Se cuenta la predación
de una mujer, un viaje marítimo, una búsqueda silvestre, una gesta guerrera: y
esta reingestión y esta redigestión serían para la especie humana tan
espontáneas como el latido del corazón o la succión del seno. Cuandi contem,plo
las pinmturas de la cavernas, de la cuevas prehustñoricas de hace 2o mil años o
más y veo esta pareja de leones follando, y veo unos nadadores en un mar
invisible, y veo ciervos y veo caballos y veo sexos, adivino que los humanos de
aquellos tiempos que estaban junto e a estas figuras y estas escenas no paraban
de narrfar historias, de hacer literartura. Tenemos necesidad de una
autrepresentación de la vida. Que representación puede ser mas rica que una
novel·la que un poema. La pintura, la música, el teatro, el arte, la
arquitectura I hasta la filosofia son muy mediocres en este sentido. El relato
humano podria corresponder a una preracionalidad necessària y enigmática. Hay
necesidad de literatura en ciertos momentos de la existencia individual y
colectiva, una depresión o una crisis por ejemplo. La literatura no es una
estadística, un consejo o un medicamento 
que satisfacen una exigencia, sino que se convierte en un recurso único:
un recitado psíquico próximo al inconciente que nos puede enseñar mucho sobre
nosotros mismos. Sabemos que hahabido unas 16 mil lenfguas y cinco invenciones
d la escritura. La literarura ttiene una estrfaña morg¡fogénsis que la hace
reaparecer a lo largo de la historia. ¿Cuantas posibillidades de relato humano
existen? ¿Existiria un relato algo universal y podriasmos decir premigratorio?
¿Si miramos los relatos eróticos, los cuentos de animales y los viages marítimos
tal vez podamos decir que el relato y la migración son lo mismo? Observamos que
la distancia que separa cuentos o fábulas eróticas, estrañamente anàlogas, se
cuenta en miles de quilómetros y el intervalo que separa los tiempos en que
estos relatos semejantes han sido recitados se cuenta en millares de años.
¿Podrían existir secuencias moleculares inmortales del relato humano? ¿Donde se
encuentra la zona encantada donde poder robar? ¿Y la caverna aurífera de lo
literario? En el estudio de la literartura de los humanos de diferentes épocas
podremos aprendre mujcgbo sovbre sus cerebros y sus funcionamientos cognitivos,
sobre su concienci. La neurociencias tienen en la litertura un continente negro
de exploraciones y descubrimentos.

 

TERCERA ILUMINACIÓN CEREBRAL: DEMASIADA INFORMACIÓN PARA TAN POCO
CONOCIMIENTO.

Me guatan las palabras software I hardware porque tienen un pàtina de
tiempo y han caido en desuso. Decir que la conciencia és el software que
funciona gràcias al hardware del cerebro me parece una buena metáfora para
entendernos. La existencia del cuerpo y el hecho de que este cuerpo sea mortal
dan una dimensión muy singular a la conciencia que ningún programa informático
podrá nunca simular. En las notas que forman la retícula de este texto me
preguntaba, siguiendo al novelista David Lodge, como representa la literatura
la conciencia; como realiza su cometido la conciencia, así como el inconciente,
del escritor; como des de la crítica puede deducirse este proceso por medio de
un análisi formal o como puede inferirlo el escritor mediante un interrogatorio
a si mismo. El profesor Francis Crik, físico y bioquímico, que descubrió con
James Watson la estructura molecular del AND empezaba su libro La búsqueda científica del alma: una
revolucionaria hipotesis para el sigle XXI
así: «La hipótesis asombrosas
estriba en que “tu”, tus alegrias y tus penas, tus recurdos y ambiciones, tu
concepto de identidad personal y de tu libre voluntad, en realidad no sois mas
que la conducte resultante de un vasto ensamblaje de célulñas nerviosa y de sus
moléculas interrewlacionades.  Tal
como hubiera dicho alicia de Lewis Carroll, “no eres más que un compendio de
neuronas”» Por todo ello Crick anunció que ya era hora de hacer de la conciencia
humana el objeto de un estudio empírico en toda regla. Este exocet iba dirigido
a los científicos cognitivos y a los especialistas en neurociencias. A los que
recordaba que numerosas investigaciones 
ya habían abierto nuevos panoramas: el descubrimiento, en física
cuántica, de que un acotencimiento es en definitiva inseparable de la
observación del mismo minó el hecho que la ciencia sea absolutamente objetiva;
el saber la estructura molecular del ADN puso la biologia en el primer lugar de
las ciencias físicas; la pràctica de nuevas técnicas de escaner cerebral en
medicina; el surgimniento de la nueva teoria neodarwinista que propuso una
relacióm materialista y exhaustiva de la naturaleza humana; los avances en
técnicas informáticas y el desarrollo de las redes neuronales —basadas en un
modelo evolutivo— en la programación con un conjunto de nueva posibilidades a
la Inteligencia Artificial. Pero por muchos avances interdisciplinares, por
muchos descubrimientos en ciencias llenas de intersecciones, por todo un
incesante trabajo de ensanchar las fronteras de la ciencias todavia no es
posible conocer y simular todas las operaciones del cerebro humano. Recordaré
que Anthony Smith dice que existen mas conexiones posibles entre las neuronas
del cerebro que átomos en el universo. Hipérbole?

Y volviendo a la literaratura. ¿Què relación tiene el discurso
literario con el discurso científico? La ciencia formula leyes generales que lo
explican todo, de aplicacions universal y són de validez objetiva. Estas leyes
ya existian antes de que las descubriesemos. La ciencia tiene fronteras móbiles
que se alejan a una velocidad proporcional a la lucidez de nuestras preguntas,
a la agudeza de nuestros métodos, a la curiosidad de nuestra exploración.
Michel de Montaigne lo decia muy claro: Los milagros son segun la ignorancia
que tenemos de la naturaleza, no según el ser de la naturaleza. La literatura
és una escritura sujetiva que con el lenguaje de la ficción explica
experiencias personales e intransferibles. Las historias literarias son únicas,
singulares, irrepetibles. Tirant lo Blanc o Don Quijote no pueden ser escritas
por nadie mas que sus autores Joanot Martorell o Miguel de Cervantes. Cualquier
experimento científico puede ser repetido por un cientifico en cualquier lugar
del mundo y el resultado sera el mismo. Noam Chomsky es muy radical en el valor
de la literatura. Dice: Es muy posible que siempre podamos aprender mas sobre
la vida y la personalidad humanas de las novelas que de la psicologia
científica. Algunos neurocientíficos que creen que ya casi sabemos como
funciona el cerebro como conocemos el mundo pero se dan de vbruces con los
qualia. Una experiencias fenoiménica en primera persona que hace impossible la
formiulación de una relación objetiva. Si hay qualia en un texto científico ha
de ser suprimido. En literatura ocurre precisamente todo lo contrario. Mediante
la metáfora y la metonimiase escapa de la tautologia y se describe cada uno de
los qualoia  en términos de otra
cosa que a la vez es similar y diferente; se evoca una sensación para dar
especificidad a otra; se verbalizao lo no verbal. La literatura es capaz de
representar la densidad de acontecimientos, la intensidad de las sensaciones y
la inesgotable red de relaciones entre estos acontecimientos. La literatura
crea modelos ficticios (la mentira que dice la verdad) sobre lo que representa
ser un un humano que se mueve en elespacio y en el tiempo. Joseph Conrad
explicaba así su escritura: «La tarea que me impongo, lo que intento alcanzar
sin otra ayuda que la de la palabra escrita que vosotros oís, consiste en
haceros sentir, en haceros sobre todo ver. Esto y solo esto. Esto es todo,
simplemente.» En una síntesis magnífica nos ha dicho su trabajo con las
palabras para que el lector sienta y vea. Me ha entusiasmado saber que las
últimas investigaciones científicas sobre la conciencia hablan de su carácter
narrativo. Antonio Damasio dice que cuando un organismo entra en acción con un
objeto se produce una simple narración sin palabras. Hay personajes, pasa en el
tiempo, tiene un principio, un nudo y un desenlace. El desenlace consta de
reacciones que dan por resultado la modificación del estado en que se hallaba
el organismo. Y añade: «La representación en imágenes de las secuencias de qiue
constan los acontecimeinetos cerebrales es el material de que estan hechas las
historias. Un acontecimeiento natural y preverbal en una narración bien podría
ser la razón por la cual hemos termionado creando libros.» Y ahora en este
impresionante obra La sensación de lo que ocurre: cuerpo y emoción en la
construcción de la conciencia dice algo que para mi como escritir me resulta
diáfano y transparente: «Contar historias es probabvlemente una obsesión
cerebral. Creo que la obsesión del cerebro por el entorno, que todo lo
impregna, tiene sus raíces en la actitud del cerebro, tan propenspo a contar
historias.» Y otro científico, Daniel Dennett en su obra La conciencia explicada: una teoria interdisciplinar da otra
poetica y clara definición de producción literaria: «Nuestra táctica
fundamental de autoprotección, autocontrol y autodefinición no consiste en
tejer telarañas o en contruir presas como un castor, sino en contar cuentos,
muy en especial el cuento que relata quienes somos.»

Muchos científicos ya estan de acuerdo con la naturaleza esencialmente
narrativa de la conciencia humana: existimos en el tiempo, recordamos
fragmentos del pasado y no sabemos nada del futuro. El narrador no tiene fugas
de información sino que crea un contínuum de la experiencia, huyendo de la
parcialidad y fragmetariedad de los recuerdos. Uno no puede acordarse

 

 

CUARTA ILUMINACION CEREBRAL: TODO ESTO QUE ESCUCHAIS ES LITERATURA

Cuando mi amigo Miquel Roca me sedujo para estar aquí con vosotros dije
immediatamente que sí. Puedo aventurar dos caminos de mi deseo: el primero mi
atracción por todo lo relacionado con el cerebro (os chafardeo que en 1990 un
pequeño grupo de colegas creamos una Sociedad de Amigos del Cerebro —SAC— que
se reunía con una periodicidad variable. En cada reunión había una cena con un
ingrediente protagonista: los sesos. Y segun cada uno de los miembros un
conjunt de elementos —revistas, fotos, libros, gadgets diversos, etc.— que
hacían referencia al cerebro. Una cena que me sorprendió mucho fue cuando me
regalaron un libro mío, Excelsior,
del cual habían subrayado todas las veces en que aparecía la palabra cerebro. Y
además se montaren frases con la frase cerebral. Un xou). El segundo camino de
mi deseo fué la fascinación por la necesaria práctica de una escritura situada
en unos límites precisos con los riesgos de navegar entre conceptos, teorias y
formalizaciones. Un amigo escritor me dio una llaved: Habla del cerebro y la
literatura como si hablases de fútbol. Todo el pánico escriptural me
desapareció. Pensé que el conocimiento de que el cerebro es el órgano de la
conciencia es algo reciente. Mientras Platón estaba convencido que el cerebro
era el lugar de la conciencia y Aristóteles creia que era el corazón. Saber,
gràcias a las neurociencias, que el sustrato neuronal de la conciencia
comprende grandes poblaciones de neuronas que se encuentrran ampliamente
distribuidas por el cerebro y conocer, a la inversa, que ningún área concreta y
única del cerebro es responsable 
de la experiencia conciente és uno de los grandes descubrimientos de la
historia. Y ya me veis contados que en algunas hendiduras sinápticas de mi
cerebro se producen ahora mismo intercambios de información entre ambas zonas
—membrana presináptica y membrana postsináptica— gracias al paso de las
moléculas químicas que són los neurotransmissores. Me imagino la corteza
cerebral como una làmina formada por seis capas: por allí se conectan las
informaciones. Atraviesda mi pensamiento una imagen de Santiago Ramon y Cajal
preparando una tinción para poder ver las dendritas como sombras de raices.Y
rememoro las huellas del suvenir de cuando Miquel Roca me fichó. Y se reactiva
la misma red de neuronas que se activó durante la experiencia recordada. Me
dije que mi literatura es una mezcla de la ficción y de la no ficción. En mis
textos aparece la tensión cuando un elemento que vine de la no ficción es
atrapado por la ficción misma. Y me doy cuenta que uno de los factores mas
tranquilizadores para aceptar la proposición de Miquel Roca era el temporal, el
amado, descrito, duro, difícil y humanísimo tiempo: faltaba medio año para dar
la conferencia. Una eternidad. Podría jurar que no tuve predicción
multisensorial.Y según Jeff Hawkins y Sandra Blaskeslee la corteza cerebral
humana estaba predeciendo lo que vería, oiría y sentiría aunque no tuviese
conciencia de ello. Predicciones que son pensamientos y cuando se combinan con
la entrada sensoriales, percepciones.Aquí se acaba esta narración en presente y
en primera persona que quisiera ser como un cartel brechtiano donde se señala
que no hay objetividad en el texto de las iluminaciones cerebrales: en este
patchwork de detalles que fijan la experiencia a través de la palabra: un
riachuelo de conciencia.

 

 

QUINTA ILUMINACIÓN: EL MONÓLOGO INTERIOR

El cuerpo se convierte en palabra. Son las extraordinariamente
complejas estructuras materiales del sistema nervioso y del cuerpo lo que da
origen a los procesos mentales dinámicos y a los significados y significantes.
Además cada mente es única, no puede darse de la mente una descripción científica
exhaustiva y no es una máquina. Se puede contruir una teoria científica de la
conciencia que explique como la materia se convierte en imaginación pero esta
teoria no puede reemplazar la experiencia. Ser no es decribir. La descripción
científica no puede transmitir directamente la experiencia fenoménica que depende
de un cerebro y de un cuerpo individuales. Los qualia que experimentamos cada uno
de nosotros se fundamentan en nuestra propia corporeización. Por ello creo que
todas las relaciones con significado a nivel de conciencia pueden constituir
objetos de estudio científico: las manifestaciones literarias nos expresan las
verdades de sujetos concientes y sintientes. Y en ellas hay numerosas pautas
históricas únicas, referencias inconcientes, dicciones personales que podrían
ser textos vivos que mediante la investigación pueden ser desvelados en todas
sus significaciones cognitivas. Henry James es un autor puente entre la ficción
clàsica y la moderna. En sus escritos sobre la práctica de escritor la palabra
conciencia aparece continuamente. En uno des sus primeros ensayos juveniles ya
ve el problema de representar una conciencia distinta de la propia. Dice: “Para
proyectarse en la conciencia de una persona esencialemnte opuestra a uno es
necesaria la audacia de un gran genio, e incluso los hombres de genio se
muestran cautos al abordar el problema.

Henry James no creía en la novela histórica,. Y en su obra El arte de la ficción de 1884 asegura: “La
experiencia nunca es limitada y nunca es completa. Es una inmensa sensibilidad,
una especie de enorme telaraña de finísimos hilos de seda, suspendidos en la cámara
de la conciencia, capaz de atrapar en su tejido toda partícula que flote en el
aire.” Una escritora innovadora, rompedora llega mucho más lejos que Henry
James y nos habla del flujo de conciencia es Virginia Woolf que en 1919 escribe
en su ensayo La ficción moderna cosas
así: “La mente recibe una miríada de impresiones: triviales, fantásticas,
evanescentes o grabadas a fuego con la dureza del acero. Provienen de todas
partes, una rociada de átomos innumerables. La vida es un halo luminoso, un
envoltorio semitransparente que nos rodea des de el principio al fin de la
conciencia. Registremos todos estos átomos a medida que se posan sobre la
mente, en el orden en que caen, y sigamos el dibujo, por desconectado e
incoherente que pueda parecer, que cada visión o cada incidente dejan inscritos
en la conciencia.” Toda una proyecto de la escritura contemporánea. Adios al narrador
omnisciente, a las tramas estructuradas, a la presentación ordenada de los
personajes y a la legibilidad fácil. Entraremos en una corriente de conciencia,
en unos sucesos presentades sin orden clásico, unos personajes des
concertantes, una narración subjetiva y inconexa, una prosa con mucha
coexistencia de sentidos. Y la Woolf se entusiasma con capítulo Hades  de Jame Joyce, que en aquellos momentos publicaba por
entregas el Ulises en The Little Review y escribe: “Por
contraste con quienes hemos llamdo materialistas, los novelistas del XIX, Joyce
es espiritual: le importa revelar a toda costa el titilar de esa llama interior
y más recóndita, que destella y envia mensajes a través del cerebro.” Este
texto woolfiano fue todo un manifiesto contra la repetición de novela decimonónica
y su realismo social y el preludio de unos lenguajes nunca escritos en que las
innovaciones técnicas respondian a los intentos de representar el meollo de la
mente. Este monólogo interiopr joyciano parte del saber que nuestros pensamientos
son mas veloces y fragmentarios que cualquier expresión verbal de los mismos.
Estamos atrapados por la limitación de la linealidad. Una palabra ha de
aparecer después deotra, aprehendemos el significado sintáctico acumulado de
forma lineal en el tiempo. Siempre, al hablar y al escuchar, al escribir y al
leer estamos obligados a este orden lineal. Joyce sabia intuitivamente que la
canicencia no es lineal. Ahora, gracias a los estudios de la ciencias
cognitivas, lo hemos confirmado. De forma grosera y en terminos informáticos el
cerebro sería un procesador en paralelo por el que corrensimultáneamente varios
programas. En terminos neurocientíficos el cerebro  es un sistema complejísimo de cien mil millones de neuronas
conectadas por cien billones de sinapsis. Y los “átomos innumerables “ de los que
escribía la Woolf nos bombardean en todas direcciones y son procesados simultaneamente
por distintas partes del cerebro. ¿Como romper la linealidad de la escritura
para describir la compleja miultiplicidad de cualquier acontecimeiento verbal?
La Woolf es clara: “Hay que alejarse del ferrocarril formal de la frased. Nadie
ha pensado o sentido de este modo, sino que el sentimiento se da en todas
partes a la vez.” Y en su obra empezó a romper el ferrocarril formal de la frase
mediante elipsis y paréntesis, desdibujando los límites entre lo que se dice y
lo que se piensa, modificando los puntos de vista y los voces narrativas para
imitar la elusividad del fenómeno de la conciencia. Joyce utiliza recursos
similares que radicaliza ad infinitum: frases aparentemente mal contruidas,
cambio de perspectiva a través de las diferentes personas del verbo, creación
de palabras nuevas o amalgamas de palabras que intentan imitar aquello que
designan, sustituciones surrealistas, yuxtaposiciones I desplazamientos oníricos,
juegos de palabras (técnica compleja que acerca el lenguaje a la emulación del
input simultáneo de informaciones heterogéneas que es el estado normal de la
conciencia antes que la mente seleccione y articule verbalemente esta información),
juegos de palabras como una cámara de ecos de los cuales se puede sacar un
sistema, todo un trabajo de estilo (su conocimiento de la retórica clàssica y
de toda la tradición literaria le permitía transgredirlas en su sentido más
literal) que se ve desbordado y llevado hacia otras regiones del lenguaje y del
sujeto, muy lejos del código literario classificado: Joyce es un dador de sentidos,
un dador de nombres: un representador de la complejidad de la actividad
cerebral de una mente consciente de si misma. Numerosas representaciones
literarias de los qualia cruzan el texto joyciano. Recuerdos auditivos se
cruzan con asociaciones de ideas, citas de otros textos se trenzan con alusiones,
ecos, respuestas, discusiones. La narración en tercera persona es fria y objetiva
y establece el marco sociotemporal en el que funciona la consciencia subjetiva
del peronaje individual. La narración en primera persona es un yo que nos hace
sus confidencias, comentarios, cavilaciones, historias. La combinación de ambos
discursos forma la representación de la conciencia. La conciencia de los tres
personajes protagonistas del Ulises,
Bloom, Molly y Stephen Daedalus viene dada por tres lenguajes diferentes tanto
en lo que se refiere al léxico, la sintaxis y las diversas asociaciones de ideas
y de este modo nos ofrece uno de los textos claves del siglo XX en la mostración
del fenómeno de la conciencia. Pero no puedo dejar de lado uno de los cerebros que
ayudaron de forma indirecta a esa mutación de la literatura. Sigmund Freud. He
de reconocer que sus obras completas que leí en mi juventud, mas allá de su
eficacia terqapéutica y su importancia en la historia de la ciencia, me parecieron
unos textos literarios magníficos: sus historia clínicas, más allá de si son
verdad la exactitud de los hechos referidos, nos muestran un maravilloso
detective psicoanalítico que descubre las razones de los enigmas de sus
personajes con una pericia y una originalidad y una fascinación tan grande como
los relatos de Sherlock Holmes, que sabemos que Freud admiraba. Las teorias de
Freud recogen las intuiciones y experiencias de escritores de diferentes épocas
como el mismo reconoce: Los poetas y los filósofos antes que yo descubrieron el
inconsciente. Lo que yo he descubierto es el método científico por el cual cabe
proceder al estudio del inconsciente. En esta idea freudiana del inconsciente
podemos ver aquello que la ciencia cognitiva y tambien la literatura saben: que
gran parte de la actividad cerebral que produce el efecto de la concienciaestà
oculta incluso de uno mismo. El neurocientífico Rodney Cotterill le ve como un
precursor: “Freud se acercó asombrosamente a la adivinación del modo que el
cerebro presta servicio a los sentidos, a la manera en que almacena el registro
de las experiencias. Entre sus muy clarividentes conjeturas, es menester hacer
mención de su creencia en que las fibras nerviosas transmiten señales al
cerebro, en el que la superficie exterior del cuerpo queda representada de un
modo adecuado. Consideraba los elementos neuronales del cerebro como o elementos
capaces de una descarga cuando estaban suficientemente excitados. Y supuso que
los elementos neuronales estaban mutamente separados por lo que llamaba
barreras de contacto y nosotros llammos sinapsis.” Otro neurocientífico com V.
S. Ramachandran recalca: “La aportación mas valiosa de Freud fue el
descubrimiento que la mente consciente no es sino mera fachada, y que uno es
perfectamente inconsciente de lo que está aconteciendo en su cerebro.”

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