LA BURRIAC ATAC 05.09.2009
Per Joan Lladó
Dissabte, un altre any, vaig córrer la Burriac atac. No pensava pas fer un bon paper però al final em va anar prou bé: 1:46:36, 43è. en la general masculina. Crec que l’escalfament i els estiraments previs m’ajudaren en aquest resultat. Anem tenint una edat i no podem fer el milhomes. Vegeu les classificacions. L’amic Enric Subiñà arribà 53 segons abans que jo, quedant en la posició 39a., l’Albert Vinyals
quedà sisè amb un temps de 1:33:12 i el primer féu 1:26:00. La Roser Español quedà segona en la classificació femenina amb un temps de 1:47:01. No poso la d’en Sebastià perquè acompanyà la dona. Però no per a tothom van ser flors i violes. La crònica d’enguany la deixo per l’amic de l’Albert Vinyals, en Jose(te)., que m’ha enviat el mateix Albert. Heus-la seguidament. No us la perdeu! És genial!
¡Lo ha vuelto a hacer!
Seguro que recordáis lo del duatló de Núria de 2007 que estuvo a punto de costarme la salud.
Pues esta vez ha sido en el Burriac Atac de Vilassar. “Hei nano, és una cursa diferent. Estaria bé fer-la”, y me dejé convencer…
Al inscribirme pensé que siendo diecisiete Km corriendo por pistas de montaña lo podría capear con cierta solvencia y no le di más importancia. Gran error tratándose de una propuesta de Albert Viñals.
La carrera consiste en subir al Castell de Burriac desde la playa. Yo recuerdo haber hecho una excursión aquí en Vespa hace muchos años y, si bien no era una “highway”, se podía llegar sin demasiadas dificultades. Así pensé que corriendo picaría subida, pero que se podría llegar bien chino-chaneando, y lo mismo para la bajada. ¡Qué ingenuo! La organización de esta carrera en un alarde de auténtico sadismo busca siempre el peor itinerario posible: corriols de montanya con piedras sueltas, raíces, barrancos, sauló, pinazas, ¡rocas grimpantes! ¡¡Y encima de noche!!, ¡con el frontal puesto! No debí tomar la salida…
Empezamos a las 21:45 hacia arriba para salir de Vilassar atravesando las urbanizaciones, por asfalto, pero enseguida queda atrás la civilización y comenzamos a hacer el cabra. Nos ponemos en fila india por las primeras sendas y me pareció bonito ver la hilera de luces por delante y por detrás moviéndose en procesión por medio del monte. Fue el único instante en el que aprecié algo parecido a la belleza. En algunos pasos se formaban tapones lo que a mí me iba divino para ir descansando. La pendiente se iba endureciendo cada vez más, y de repente la primera bajada. A partir de aquí ¡el infierno! Yo no corría desde Donosti por la maldita fascitis, y es aquí, al cambiar el gesto para bajar, cuando noto cómo se me clavan los cuadriceps. Hemos hecho siete kilómetros y yo contaba con que mis enemigos fueran las irregularidades del terreno, la nocturnidad, el equilibrio, la fatiga, los desniveles, pero no: mis enemigos fueron los cuadriceps (¡y Viñals, por supuesto, Albert Viñals, siempre en mi pensamiento!). No podía dar un paso. Me apoyo en un árbol como si estuviera buscando setas y trato de estirar las piernas. La gente me pasa gritándoME que no es temporada pero yo a lo mío. Me recupero un poco y acabo la bajada con grandes dolores. Volvemos a subir y veo que hacia arriba no duele. Así que me animo a seguir un poco más, pero no dejo de preguntarme qué cojones hago yo aquí.
Llegamos al castillo y oigo a la peña animarse porque a partir de aquí casi todo es bajada. ¡¡Horror!! En las bases de la carrera se decía claramente que quien abandonara tenía que volver a la salida por sus propios medios, así que en mi caso no tenía sentido retirarse, ya que de todas formas tenía que volver a Vilassar a patita. El dolor me obligaba a ir parando para estirar cada cinco pasos cuando la bajada era pronunciada, agarrándome a los árboles como si fuera ebrio. Cuando el terreno suavizaba me animaba a trotar un poco, pero era un auténtico suplicio. ¿Habéis visto “The Blair Witch Project”? Pues era lo mismo: un foco iluminándote el camino mientras avanzas en cámara subjetiva dando tumbos entre jadeos y tropezones abriéndote paso entre la maleza consciente de que en cualquier momento te vas a derrumbar (y en mi pensamiento Viñals…, siempre Viñals…, sólo Viñals…)
Volvemos a la civilización y quedan aún cuatro Km. La gente anima mucho. Yo, interiormente, los mando a tomar por culo, pero aún así pongo la mejor de mis caras (que a estas alturas ya no debe ser demasiado buena) en agradecimiento. Estoy hasta las mismísimas pelotas y sólo pienso en arrastrarme como sea para acabar con esta mierda cuanto antes, irme a casa, meterme en la cama y olvidarlo todo. La meta está en la playa. Hay que pasar por debajo de la N-II y de la vía del tren por un paso subterráneo y ya está. ¡¡Pues no!! A alguno de estos sádicos maníaco-paranoides se le ha ocurrido hacernos correr todavía trescientos metros sobre la arena de la playa. Hay que ser muy hijo de puta, señores…
Al acabar no sabía si ir a los masajes o a la ambulancia.
Había butifarrada de fin de fiesta pero supongo que no es necesario que os diga lo que pensé en ese momento que podían hacer todos con las malditas butifarras.
Felicitar a Albert por quedar sexto y por haber salvado la vida después de mi llegada.
También a Manel por acabar muy meritoriamente.
Salude(tes) a todos.
Nos vemos por las piscinas cuando vaya a darme de baja.
Jose(te).
crònica genial!
felicitats, Jose, tant per haver acabat la paranoica muntanya russa nocturna de Burriac com per conservar el bon humor ” a pesar de todo”.
Igual un dia d’ aquests et convidem a fer una sortida nocturna en bici amb nosaltres, si ens promets un’ altra crònica com aquesta.
Seràs benvingut al club dels “coglionazzi di montagna”.
ciao