Mehmet Siginir: “Erdogan quiere impedir que el movimiento Gülen tenga éxito en la difusión de una versión moderada y moderna del islam”

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Imagen: Mehmet Siginir

Entrevista al activista turco exiliado en España seguidor del movimiento inspirado por el predicador Fethullah Gülen. En mayo de 2016, el gobierno turco incluyó en la lista de organizaciones terroristas a esta cofradía, que tiene millones de simpatizantes en Turquía y presencia en 160 países.

Mehmet Siginir no estaba metido en política, pero en 2015 perdió su trabajo por motivos políticos. Poco después tuvo que huir de su país para evitar la prisión. Ha creado la Plataforma Pro Derechos y Libertades para denunciar la degradación de la democracia y el deterioro de las libertades en lugares como Turquía.

La situación de su país es muy delicada. Los datos de la ofensiva del presidente turco Recep Tayyip Erdogan y su entorno contra los seguidores del movimiento social Gülen son aterradores:

Más de 174.000 detenidos y 138.000 personas despedidas del trabajo. Se han clausurado 1.043 escuelas privadas, 1.229 fundaciones y asociaciones, 35 instituciones médicas, 15 universidades y 19 sindicatos. Se han cerrado 149 medios de comunicación y 4.424 jueces y fiscales han sido cesados. (Lista completa de instituciones clausuradas por orden del parlamento el 23 de julio de 2016). En cuanto a los periodistas, 184 han sido detenidos, 60 condenados y 142 están en busca y captura.

Con motivo del mes islámico de ramadán, Siginir visitó Barcelona para participar en una mesa redonda sobre el ayuno y la oración con representantes de la religión sikh y de la confesión católica. Entrevistamos Siginir antes de este acto interconfesional organizado por Casa Turca de Barcelona.

Siginir habría querido hablar, sobre todo, de religión, pero la delicada situación de los centenares de miles de turcos represaliados acabaron centrando buena parte de la conversación. Esto a pocos días de la celebración de las elecciones generales y presidenciales del 24 de junio, que Erdogan había avanzado con el objetivo de concentrar en su persona los poderes de jefe de Estado y también los de jefe del ejecutivo.

-¿Cree que los medios de comunicación explican bien lo qué pasa en Turquía?

Hablan poco de Turquía y, generalmente, de una manera superficial. En español, sólo Europa Press saca noticias de Turquía a diario, porque las traduce directamente de la agencia estatal de noticias turca Anatolia. Dan el punto de vista que le interesa al gobierno y, además, son noticias que no van más allá del titular: tantas personas detenidas, tantas personas despedidas… No hay detalles. En este tipo de titular no se visualizan los seres humanos que protagonizan la noticia.

-¿Qué es el movimiento Gülen?

Nosotros lo denominamos Hizmet (el servicio). Fethullah Gülen es la cara visible y el inspirador de este movimiento social pero, como dice él mismo, él no es su fundador ni su propietario. El nombre del movimiento en los Estados Unidos resume nuestro ideario a la perfección: Alliance for Shared Values (Alianza por los Valores Compartidos).

El grupo se fue formando en los años 70 a partir de las ideas de musulmanes practicantes y de otras personas que compartían los mismos valores y preocupaciones que el señor Gülen, como la difusión de la cultura y el diálogo interreligioso.

-¿Todos son turcos?

No, en absoluto. Hizmet ha ido creciendo hasta llegar a los no musulmanes, hasta los ateos, hasta las personas que no tienen nada que ver con el islam ni con los turcos. Simplemente, conocen las actividades del movimiento y deciden participar. La gente se une poco a poco sin recibir ninguna consigna directa de nadie.

-¿Qué actividades organiza?

Hizmet tiene presencia en más de 160 países. Funda escuelas, centros interculturales, difunde publicaciones interconfesionales para promover el diálogo entre culturas… Siempre con el objetivo de impulsar de la educación, la tolerancia, la democracia y los Derechos Humanos.

-Esto recuerda a los principios de la Fundación Agha Khan, una entidad creada por un líder religioso muy centrada en la educación, el humanismo y la ayuda a los más desfavorecidos.

Quizás. Pero Agha Khan es un líder religioso rico que tiene mucho dinero. No es nuestro caso.

En España a veces nos comparan con el Opus Dei. Los periodistas españoles nos comparan porque no nos conocen. Pero Hizmet no tiene nada a ver. Nosotros no nos asemejamos al Opus. Tampoco somos un estado dentro del estado ni queremos serlo.

-¿El objetivo de Hizmet es difundir el islam?

No. Hemos recibido críticas en este sentido de gente que no nos conoce o de grupos interesados en dar una imagen que no se corresponde con la realidad. No hacemos proselitismo. Evidentemente no escondemos nuestra identidad musulmana, pero no hacemos difusión de los valores islámicos para que la gente se acerque al islam.

Los valores de Hizmet son islámicos, pero sus esfuerzos están dirigidos a difundir cultura, en general. En el movimiento participan ciudadanos de todo el mundo, cada cual desde su identidad y sus convicciones. No hay que ser musulmán, turco, practicante, suní o chií para colaborar.

Nosotros hablamos de los valores universales compartidos. Gülen dice que todos somos seres humanos y que esta es nuestra identidad primordial. Después ya viene si somos musulmanes, cristianos, sintoístas o practicantes. En mi caso, soy musulmán, turco, suní e intento practicar mi religión. Pero como grupo, no hacemos publicidad de ningún tipo de islam.

-¿En la práctica, esto cómo funciona?

Por ejemplo, las escuelas que Hizmet inaugura siguen el currículum del país donde están. No son centros ni instituciones islámicos.

-Hace un tiempo la prensa internacional les definía como unos buenos aliados de Erdogan…

Desde que Erdogan llega al poder después de la crisis económica en Turquía, en 2002, hasta 2010, no tuvimos ningún problema con él ni com el gobierno. La cuestión es que Gülen ha mantenido buenas relaciones con todos los gobiernos que ha habido. El movimiento Hizmet siempre ha estado ahí. Pero la prensa internacional lo ha descubierto ahora.

Como ahora hay una crisis con Erdogan, los medios buscan antecedentes, pero su mirada no va más allá del día en que Erdogan llegó al poder. Hay que mirar todavía más atrás para entender qué pasa.


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-¿Qué pasaba antes de Erdogan?

Gülen había trabajado con el presidente Turgut Özal, liberal de centro-derecha. Después llegó Süleyman Demirel, de derechas, que encabezaba una coalición entre islamistas, nacionalistas y el partido socialdemócrata fundado por Atatürk.

El movimiento ha tenido muy buenas relaciones con todos ellos porque Hizmet es un movimiento social que trabaja para la sociedad. Cuando abres una escuela u organizas cursos para preparar los exámenes de acceso a secundaria o la universidad, necesitas permisos del gobierno provincial o municipal. Esto se tiene que hacer con todos los gobiernos, independientemente de su ideología. De hecho, dar la espalda en un gobierno por su color político sería hacer política. Y nosotros no hacemos política. No tenemos una hoja de ruta política.

-Entonces, ¿no son islamistas?

No. Islamista e islámico o musulmán son conceptos diferentes, pero desgraciadamente la prensa confunde los musulmanes y los islamistas. Islamista es el que quiere un gobierno teocrático islámico. Pero el movimiento inspirado por Gülen nunca ha sido un movimiento islamista.

-Si no tienen un proyecto político, ¿porque Erdogan los ve como una amenaza y los reprime?

Gülen organiza actividades en el campo de la educación y el diálogo interreligioso. Esta visión no gusta al entorno de Erdogan. El presidente pertenece a una tradición política islamista y nacionalista. Su referente ideológico son los Hermanos Musulmanes. En cambio, nosotros no somos islamistas porque no tenemos un programa político basado en el islam. Ellos no quieren que tengamos éxito en la difusión de una versión moderada y moderna del islam. De hecho, lo quieren impedir. Cuando la relación era buena, pretendían que nosotros también nos convirtiéramos políticamente en islamistas, como ellos, que lleváramos la bandera del islam y que nuestro objetivo fuera su expansión.

-¿Cuándo empezó la ofensiva contra Hizmet?

Todo empezó en 2013. Desde entonces todo ha ido mal y la represión posterior al golpe de estado de 2016 parece la culminación de un largo proceso.

En 2013 Erdogan era primer ministro. El presidente era su gran amigo Abdullah Gül. En diciembre detuvieron por corrupción a los hijos de dos ministros y un empresario cercano a Erdogan condenado en los Estados Unidos por haber violado el bloqueo internacional sobre Irán. Se trataba de una red de sobornos en la que también estaban implicados varios ministros.

Erdogan y su entorno acusaron a Gülen de haber maquinado un golpe judicial contra las instituciones democráticas. Reaccionó con mucha fuerza porque veía que el círculo judicial contra la corrupción había empezado a afectar su entorno más cercano y se estrechaba sobre él.

En muy poco tiempo aprobaron enmiendas en varias leyes para protegerse. Por ejemplo, una de las modificaciones implica que antes de hacer ninguna operación anticorrupción, los agentes de policía están obligados a informar a la cúpula del ministerio del Interior. Es como decir “no podéis hacer ninguna operación contra mí sin avisarme”. Aquellas fueron las últimas auténticas operaciones anticorrupción en Turquía.

Antes de aquello, Erdogan ya había lanzado una ofensiva contra todos los que no acataban sus planes. En aquella época lideraba un proceso de paz con el grupo terrorista kurdo PKK. Él mismo ordenó a los gobernadores que dejaran en paz a los miembros del PKK. Entonces, el PKK aprovechó la distensión y la calma para armarse, reorganizarse y volver a atentar. Paradójicamente, esto no iba en contra de los planes de Erdogan. De hecho, a él le interesaba tener la excusa para hacer fracasar las conversaciones.

El proceso de paz acabó en enero de 2013 con la matanza de tres militantes del PKK en París a manos de miembros de los servicios secretos turcos. No obstante, el gobierno responsabilizó al movimiento Gülen del atentado.

-¿Qué medidas tomaron las autoridades contra los seguidores de Gülen?

En aquel momento, el gobierno adoptó la estrategia de culpar a Gülen de todo y empezó una purga directa: confiscar empresas, prohibir actividades educativas… todo al amparo de leyes antiterroristas. En 2015 llegaron a la empresa donde yo trabajaba, una editorial que publicaba los libros de Gülen.

Hicieron una redada, registros y copias de todos los ordenadores. Incluso se llevaron servidores enteros. La empresa fue expropiada. A las pocas semanas, se presentaron 150 policías y los nuevos directivos. Tres meses después me despidieron.

-¿Sin previo aviso? ¿Por sorpresa?

Un día me convocan a un despacho. Me muestran una hoja y me piden que la firme. Les pregunto de qué se trata y me responden: “no queremos que sigáis aquí porque sois terroristas”. Así de claro. “El gobierno os considera terroristas y no podemos seguir pagándoos el salario”, me dijeron.

Cada mes despedían a unas 40 personas, el máximo permitido por ley. Sino, nos habrían echado a todos el primer día.

-¿Entiende que el hecho de que Gülen viva exiliado en los Estados Unidos desde 1999 pueda despertar suspicacias sobre sus alianzas y sus verdaderas intenciones?

Durante años, Gülen había viajado muchas veces en los Estados Unidos para someterse a tratamientos médicos. Hasta que sus médicos le recomendaron que se quedara y no viajara más. Cómo comentaba al principio, los medios descubren un problema y, muchas veces, pretenden analizarlo sin mirar qué ha pasado antes.


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-Después del golpe de estado fallido de 2016 la ofensiva del gobierno contra el entorno de Gülen ha llevado a más gente a prisión y al exilio…

La represión se ha intensificado. Pero como ves, ya venía de lejos. Han encarcelado a quien han querido bajo acusaciones sin fundamento, antes y después del golpe. Por ejemplo, han detenido a personas que en algún momento de su vida han pasado por alguna escuela o han participado en alguna actividad del movimiento. Esto no quiere decir que sean militantes activos de Hizmet.

Hay gente que ha perdido el trabajo o ha sido encarcelada porque llevaba a sus hijos a una escuela fundada por simpatizantes de Gülen, otras porque tenían una cuenta corriente en Asia Bank, otras porque eran miembros de un determinado sindicado de maestros cercano al movimiento. Cualquiera de estas cosas es suficiente para justificar la represión.

Por ejemplo, mi hermano fue juzgado porque era miembro de uno de esos sindicatos, tenía una cuenta abierta en ese banco, su hija iba a una escuela de esas y, sobre todo, porque tenía instalada en el móvil la aplicación de mensajería bylog, a pesar de que no la usaba. Las autoridades dicen que es un canal de comunicación de los seguidores de Gülen y han detenido o despedido del trabajo a 75.000 personas que la habían descargado en su móvil.

No hace falta que ayudes económicamente al movimiento ni participes en ninguna actividad para ser acusado de terrorista. Basta con esto que te cuento.

-¿Cómo pudo marchar su familia de Turquía?

Mi hermano mayor está en prisión y el pequeño ha perdido el trabajo. En cuanto a mí, mi mujer es española. Marchamos de Turquía después del golpe de estado del 15 de julio de 2016. Quería salir antes, pero tuve que esperar un mes a que el consulado español hiciera el pasaporte de mi hijo acabado de nacer. Yo les decía que queríamos salir enseguida, porque aquel país ya no era para nosotros. Pero me intentaron convencer de que el país era fuerte, que el gobierno era fuerte, que los golpistas no habían tenido éxito…

Yo les advertí que vendrían malos tiempos. No hay que ser un experto para hacer este tipo de predicciones…

-¿Y que pasó?

El día siguiente al golpe de estado, el gobierno publica en el boletín oficial los nombres de miles y miles de personas supuestamente involucradas. Y empezaron a detener a jueces, fiscales, jefes de policía, abogados… Tenían la lista preparada. Todos estaban fichados. Estas detenciones las hicieron antes de ir a capturar a los oficiales y a los soldados golpistas. Podemos afirmar con toda seguridad que lo tenían todo preparado antes del golpe.

-¿Cree que el golpe de estado fue organizado por los fieles a Erdogan para justificar la represión posterior?

Según algunas fuentes, fue un autogolpe. Según otros, el presidente y su entorno se enteraron de los planes del golpe de estado y no hicieron nada para evitarlo y poder usarlo después como excusa. En todo caso, estaban al caso.

El presidente declaró aquella misma noche en la televisión: “el golpe ha sido un regalo de Dios para purgar el ejército turco”. Esto lo dijo junto a su yerno, el ministro de Energía, que sonreía. O sea, que no parecían miembros de un gobierno que apenas unos instantes antes había sido víctima de un intento de golpe de estado. No se les veía nada preocupados.

-¿La gente podrá volver al trabajo?

Los empleados públicos depurados no tienen ninguna posibilidad de volver a trabajar en el sector público. Su número de la Seguridad Social ha quedado marcado por las empresas del entorno del movimiento Hizmet por donde han pasado.


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-Está claro que entre el movimiento y el Estado hay un conflicto. En cuanto a sus vecinos, a la sociedad en general, ¿cómo han reaccionado a esta situación?

A nivel de la gente de la calle, las personas que votan Erdogan nos han dado la espalda. Quizás algunos tienen miedo. Pero se ha generado una antipatía muy grande hacia nosotros a nivel popular. Te lo diré muy claro: si me pillan, me cuelgan.

Mucha gente apoya a Erdogan incondicionalmente. No les importa nada más, no les importa la situación económica ni nada. Los medios nos califican de terroristas. Por eso se ha ido radicalizando el discurso de los seguidores de Erdogan en la calle. Te tratan de traidor, de terrorista. En el mejor de los casos te dicen que apoyas a los terroristas.

En cambio, fuera de Turquía la gente nos trata y nos define como el que somos, un movimiento social.

-No pueden contar con los medios de comunicación…

La represión en Turquía ha sido tan grande que no hay ninguna voz relevante que se atreva a denunciar la represión. Han cerrado diarios prokurdos y Zaman ha sido clausurado por orden del gobierno. Trabajadores y editores de otros medios, como Cumhuriyet, han sufrido la represión y ahora no se atreven a decir muchas cosas. A Cumhuriyet le empezaron a ir mal las cosas cuando publicó informaciones sobre el envío de armas desde Turquía a grupos islamistas radicales en Siria.

-¿Y los partidos políticos?

En teoría hay algunos partidos opositores. Hay un grupo que ha irrumpido con fuerza, dirigido por una mujer, Meral Aksener. También está el partido fundado por Atatürk. Pero no les dejan hacer los mítines donde quieren ni cuando quieren. El líder del principal partido prokurdo está detenido… Turquía hoy no es una democracia. En absoluto.

-¿Les llegan comentarios de políticos y diplomáticos europeos? ¿Les dicen en privado cosas que no pueden decir en público?

En privado no nos dicen nada. Detrás de las puertas de los despachos no veo nada. Los políticos europeos están inquietos viendo lo que pasa en Turquía. Pero tienen las manos atadas por la amenaza turca de abrir la frontera de Europa a los millones de refugiados que hay en Turquía.

En Europa se piensan que Erdogan es cada día más fuerte. Pero no es cierto. Cada día es más débil económica y políticamente. No hace tanto de tiempo, las relaciones de Turquía con los vecinos eran muy buenas. Hoy no tenemos ni un solo vecino que sea aliado nuestro. Mientras que, en el interior, la lira turca se está devaluando mucho.

Turquía está cada vez más sola y es cada día más débil. Como Turquía es muy inestable y tiene una política exterior imprevisible, la Unión Europea prefiere mantenerla alejada pagando lo que haga falta y no criticándola demasiado.

Autor: Jordi Llaonart (fuente: http://blocs.mesvilaweb.cat/arabislam)


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