Literatura catalana moderna - Illes

Blog de l'escriptor Miquel López Crespí

3 de setembre de 2024
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Inmigración y reacción

 

   Se encendieron todas las alarmas. En Turingia ha ganado Alternativa por Alemania AFD con un 33% de los votos, un partido manifiestamente racista y pro-nazi, seguido de la Derecha tradicional, CDU. La tercera fuerza es la Coalición Sahra Wagenknecht (BSW). La llamada coalición del “semáforo”, que gobierna Alemania y que está formada por socialdemócratas, liberales y verdes, pierde con claridad mostrando así la debilidad del gobierno federal. Tanto en Turingia como en Sajonia, los socialdemócratas caen por debajo del 8%, mientras verdes y liberales pasan a extraparlamentarios en ambos länder. En Sajonia, los resultados solo permutan las posiciones de la CDU y AFD.

Las tres fuerzas ganadoras en los dos estados son antinmigración. Se anuncia un periodo de crisis política en Alemania.

Por su parte, Sánchez ha visitado Mauritania, Gambia y Senegal para hablar de “inmigración circular”, de “migración segura, ordenada y regular” y de devoluciones de todos aquellos que lleguen de manera irregular a “nuestros territorios”. Las dos primeras afirmaciones se reparten entre viejas recetas y mentiras eternas. La tercera, que tampoco funciona, constituye la única que de verdad se aplica.  En el primer trimestre del 2024 España expulsó a 2500 personas. La UE, de la somos su frontera sur, solo trabaja y gasta dinero en vallas, policías, devoluciones y generación de bolsas de personas en irregularidad administrativa en sus estados (500 mil en el reino a la espera de tramitar la ILP que se halla en el Congreso). El resultado: violación de todos los derechos, muerte, reforzamiento de la policía y el ejército, empoderamiento de las mafias, incluidos los pasadores de frontera, y reducción general de la democracia, de sus instrumentos y de la igualdad entre las personas. De todo ello el PP pide dos tazas, Vox, tres y Alvise, cuatro.

1.- Nadie quiere venir: No hay efecto llamada, sino salida. Las grandes compañías, las potencias imperialistas que las sustentan y la política neoliberal hambrean a continentes enteros, particularmente el africano. Millones de personas jóvenes son desposeídas de todo y empujadas a considerar que hay más futuro y seguridad en una barca que en la tierra firme de sus padres. 110 conflictos armados, el mayor número desde la 2ª guerra mundial, el cambio climático y las leyes de sus territorios representan la razón; el fondo: el hambre de beneficio que mueve al capital, que expulsa allí para forzar a trabajar aquí sin derechos.

2.- No hay invasión, ni sustitución: Para empezar, el número de quienes llegan es muy pequeño. Además, la clara mayoría no lo hacen por mar, sino con visado de turista y en avión, y nadie va a cerrar fronteras, ni a repatriar en masa, salvo que quiera un retroceso productivo y social de cien años. España recibe a la vez anualmente a 30 mil migrantes y a 45 millones de turistas. El turismo suma el 13% de todo el PIB y los efectos de la “invasión turística”, que no de la inmigración, sí se palpan: negocio para hoteleros y caseros, economía sumergida, bajos salarios, degradación del entorno y de los recursos, así como pisos imposibles de pagar.

3.- No puede haber inmigración ordenada, segura y regular: El sistema reposa en la explotación del trabajo. Un proceso descontrolado en el que cada capitalista lucha por su beneficio en el marco de la producción que provoca crisis sucesivas cuando el beneficio se agota. Ese propio caos es el que impide orden alguno. Nunca la contratación en origen supuso la base de la migración española a Bélgica, Alemania o Suiza.  Finalmente, resulta reaccionario pensar que es el empleador el que “da” derechos a las personas y no que éstas los tienen por serlo.

¿Cómo frenar a fascistas y racistas? Romper el lazo que existe entre inmigración y reacción obliga a cambios en la izquierda. El primero, perder el miedo. No hay vuelta atrás; el dibujo del mundo que cincela el capitalismo en su necesidad de explotación global del trabajo crea una clase obrera cada vez más global y mestiza. El segundo, hay que reconocer que es el propio Estado, sus leyes (la de extranjería), las de la UE (pacto de migración) lo que favorece y cobija a la reacción, al amparar la desigualdad y el racismo institucional. Lo tercero, hay que defender la unidad de la clase trabajadora y para ello, ampliar los derechos de toda ella. Solo así podremos empezar a ganar.

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