almerich

El bloc personal de José Manuel Almerich

23 de maig de 2009
Sense categoria
2 comentaris

GRAZALEMA

José Manuel Almerich

Grazalema es la sierra más hermosa de Andalucía. Como un gran escalón verde, quebrado y salvaje, parece surgida de las entrañas de la tierra.

Son las tres de la madrugada y todavía no hemos llegado a nuestro destino. Curvas y más curvas, puertos de montaña, subidas y bajadas, caminos que comienzan y nunca acaban, cercas y vallados, sonidos del viento y árboles inmensos que no dejan ver el cielo. El paisaje que envuelve la oscuridad se intuye pero no se ve, el olor es de naturaleza pura, húmeda, fresca, intensa como la noche y fría como el alba. Tendremos que esperar a que rompa el día para disfrutar del horizonte, siempre y cuando encontremos un lugar donde alojarnos y alguien que nos espere a estas horas. Al final tendremos suerte y podremos descansar hasta el amanecer.

La vista desde el balcón de la habitación no podía ser más sugerente: la Gran Zulema se resguarda de los vientos oceánicos orientada al sol del medio día y sobre ella, majestuoso, el Torreón que se eleva a 1654 m sobre el nivel del mar. Desde su cumbre se domina uno de los paisajes más fascinantes de la Península Ibérica: la sierra de Grazalema. Estamos en el lugar más lluvioso de España. Dos mil quinientos litros de agua al año por metro cuadrado, más que Santiago de Compostela, aunque no tan bien repartidos. Entre sus riscos se encuentra el único bosque de pinsapos del mundo, una vegetación que quedó encantada, fosilizada, desde la Era Terciaria, hace veinte millones de años. Durante esta etapa geológica, la vegetación quedó aislada en lugares donde las condiciones climáticas se han mantenido similares desde entonces: bajas temperaturas y elevada pluviosidad. Igual que la laurisilva en la Gomera o los sabinares de Javalambre, el pinsapar es patrimonio de la humanidad y reserva de la biosfera.

Grazalema es la sierra más hermosa de Andalucía. Como un gran escalón verde, quebrado y salvaje, parece surgida de las entrañas de la tierra. Una explosión de naturaleza formada por una sucesión de sierras paralelas, abruptas y desordenadas donde pueden verse poljes y dolinas, fallas, cuevas, simas y desfiladeros. Islotes montañosos que emergen de llanuras y depresiones, forjados durante siglos por las estructuras de plegamiento propias del Sistema Bético. Cubierta de alcornocales y quejigos, las encinas gigantescas en las dehesas salpican el fondo de los valles ofreciendo sombra a los cortijos anclados en el tiempo. Sorprende el paisaje cárstico, la verticalidad inaccesible, las afiladas crestas que nos recuerdan las montañas alpinas.

Partimos, no demasiado convencidos, con la idea de cruzar la sierra siguiendo los pasos de los bandoleros andaluces. Alcanzar el golfo de Cádiz y desde ahí, bajar hacia Tarifa a través del Parque Natural de los Alcornocales, prolongación natural de la sierra de Grazalema. A fondo, separada por el estrecho, la costa africana y sobre ella las luces de Tánger que se verán parpadeando al anochecer. Cinco días de bici  han sido suficientes. Cuando se desciende hasta Tarifa, desde lo alto de las cumbres, el viento parece empeñado en devolvernos a la fuerza al interior de las montañas.

Los pueblos blancos han quedado dormidos: Benacoaz, El Bosque, Zahara de la Sierra coronada por el castillo nazarí, Algodonales y el Gastor, balcón de la serranía y refugio de José María el Tempranillo, el soberano andaluz. Villaluenga del Rosario con su río subterráneo, cuyo murmullo se oye bajo tierra y el llano del Republicano, uno de los poljes más grandes que he visto jamás. Ubrique y Setenil, que en árabe significa, siete veces nada.  Los buitres nos siguen en círculos concéntricos esperando, como quien no quiere la cosa, que alguien se quede en el intento, pero mientras ellos se elevan con las térmicas, nosotros nos alejamos con el viento.

Tarifa es otro mundo. Las colinas descienden en gradería hacia el océano y sus prados recuerdan Asturias. Las playas no tienen fin y el cielo se ve salpicado de velas de colores sin miedo al frío ni a las fuertes corrientes que renuevan la vida a nuestro Mediterráneo. No pudimos resistir la tentación de cruzar el estrecho y finalizamos el viaje en Tánger. Ciudad de espías y artistas que buscaban la luz, Tánger sigue siendo un lugar inquietante. Segunda metrópoli después de Casablanca, en ella se refugian millonarios excéntricos y todo tipo de timadores. Poco nos falto para quedarnos allí sin pasaporte, ya que los barcos, llenos hasta los topes, apenas podían llevar más pasajeros.

A pesar de todo, Tánger tiene el alma propia de Marruecos, y al igual que Tarifa de la que parece una porción separada por el estrecho, es una ciudad entre dos mares, una mezcla de culturas y de sentimientos, de vendedores ambulantes, charlatanes, campesinos beréberes y niños. Una amalgama de sonrisas, bullicio y el roce de la gente en el mercado. Casas coloniales, toldos deslucidos y cafetines decadentes donde transcurren las horas frente al te con hierbabuena.

La última noche la pasamos en el Beaterio, en el mismo corazón de Tarifa. Un lugar que os recomiendo por su originalidad y misterio. Un antiguo convento donde las celdas se han convertido en reducidos apartamentos y la luz se diluye entre las sombras del pequeño claustro repleto de objetos desconcertantes y enigmáticos como la trastienda de un museo.

Velas y más velas, aromas a incienso y jazmín, sabor a paz y nuestras bicis, como unos trastos más, entre carruajes desvencijados a la espera de volver de nuevo a casa.

Viajar debería ser disciplina obligada para cualquier ser humano. Todo el mundo tendría que completar su formación con un tiempo fuera de su entorno, del nido que le ha visto nacer. Aprende el que viaja y aprende aquel que trata con viajeros. Aprende el que se mueve y aprende también el que respeta otras culturas.

Momentos antes del atardecer los trapecistas del viento recogían arneses y cometas al final de la ensenada. Supervivientes de la fuerza 11 muchos de ellos viven junto al mar. Ya todo les da igual. En la fuerza 11 el viento es tan fuerte que el mar está completamente blanco debido los bancos de espuma por el oleaje y hasta los buques se pierden de vista. Salir en estas condiciones es la muerte segura si te caes, ya que nadie podrá ir a rescatarte. En sus furgonetas ambulantes pasarán la noche, los días y las semanas. Tal vez meses. En una de ellas, alejada de las mareas, alguien había escrito estas palabras: 

Et le monde devient notre jardin
(y el mundo se convirtió en nuestro jardín)
 

 

Ver las fotos de Grazalema

Ver las fotos de Tarifa

 

Unos consejos

Tanto para visitar el Pinsapar, los llanos del Rabel, el Torreón o la Garganta Verde necesitamos el permiso de la dirección del Parque Natural. En el Centro de Visitantes de El Bosque se tramitan las autorizaciones para el acceso a estas áreas de reserva. Los permisos han de solicitarse con quince días de antelación. El teléfono es  956 727 029. La bicicleta en estas áreas esta prohibida.

Unas sugerencias

El mejor recorrido que podemos realizar en bicicleta de montaña es acceder desde Grazalema por el puerto de los Alamillos hasta los Álamos. Desde el Cortijo de la Gordilla seguir un sendero marcado por el centro del valle junto a un cercado hasta llegar al impresionante polje de los Llanos del Republicano. Desde ahí llegamos por pista de tierra hasta el puerto de la Mesa para bajar a Villaluenga del Rosario. Desde Villaluenga hasta  Grazalema volveremos por la carretera hasta poco antes del Caserío de Campobuche donde podemos acortar siguiendo un antiguo camino que pasa por un estrecho barranco tras saltar el vallado. Llegamos justo quinientos metros más abajo del puerto de los Alamillos, tras una subida muy descarnada y una bajada de tierra en mal estado. En la Casa de la Peñaloja hay que volver a saltar el vallado. Ya de nuevo en el asfalto llegaremos a Grazalema donde no podemos dejar de tomar un te a menta en la Tetería Azul,  junto a la misma plaza.

Un alojamiento

·        Casa Rural La Mejorana. (Grazalema)

·         El Beaterio (Tarifa)

 

  1. soy un gran aficionado a la bicicleta y me gustaria preguntarte si se podría unir alguien en alguna ruta tan expectacular a la que nos tienes acostumbrado. soy tambien de torrent y estoy acostumbrado a salir solo

Deixa un comentari

L'adreça electrònica no es publicarà. Els camps necessaris estan marcats amb *

Aquest lloc està protegit per reCAPTCHA i s’apliquen la política de privadesa i les condicions del servei de Google.

Us ha agradat aquest article? Compartiu-lo!