PENSAMENTS I CIRCUMSTÀNCIES: JO

IRREFLEXIONS REFLEXIVES

SOLDIERS OF CONSCIENCE


De particular interés para los lectores de Narco News sería la entrevista que hicimos a Camilo Mejía, el hijo del gran trovador de los sandinistas Carlos Mejía Godoy. Camilo sirvió en la armada de Estados Unidos y en la Guardia Nacional antes de expresar su oposición a la guerra y sufrir las severas consecuencias a manos del establishment militar estadounidense. Luego de nueve meses de confinamiento solitario, Camilo fue liberado con antelación y desde entones demostró su compromiso con el movimiento anti guerra.

Desde su salida de la prisión, Camilo ha sido catapultado al frente del movimiento contra la guerra. Ha aparecido muchas veces en el programa de radio Democracy Now! y es un prominente participante en muchas manifestaciones contra la guerra. Lo que nos llevó particularmente a Camilo fue el sentimiento de mucha confusión que sentíamos ante cómo el hijo de sandinistas pudo invlucrarse con la ilegal invasión a Irak. Este involucramiento, obviamente, requiere participación con, para citar al Che Guevara, “…el gran enemigo de la humanidad, los Estados Unidos de Norteamérica…”. Entendimos que había algo que no se discutía en las numerosas entrevistas y reportajes con Mejía, y estábamos determinados a entender la transición de hijo del sandinismo a miembro de una fuerza de ocupación, y su subsecuente transformación en una voz de la resistencia estadounidense a la guerra. Camilo se tomó tiempo en llegar de un encuentro de Veteranos de Irak contra la Guerra, o IVAW por sus siglas en inglés, para permitirnos entrevistarlo en un cuarto vacío del Hotel Clarioon en Fayetteville.

Fayetteville marcaba la línea que diferencia entre estar contra la guerra y ser antiimperialista, un problema con el que la izquierda ha lidiado por años (ver mi artículo sobre Apocalipsis Ahora y Abu Gharib, activ8media.org). Los muchos defectos en la invasión y la consiguiente ocupación de Irak han provocado que gente que se casa con ideas racistas o reaccionarias se oponga a esta guerra en particular. Obtener un entendimiento más profundo de las causas de la guerra y de las motivaciones de los Estados Unidos es esencial para la creación de un movimiento contra la guerra informado. Fallar en reconocer la naturaleza imperialista de este país, y la ideología racista que alimenta las guerras de conquista imperial, nos perdería de aprender las mismas dolorosas lecciones en un círculo vicioso. Camilo alude al hecho de que es el mismo espíritu de imperialismo lo que motivó el involucramiento estadounidense en Centroamérica, y su actual ocupación de Irak, así como sus intervenciones en marcha en los Andes.

Camilo dio una refrescante partida a esto desde la posición contra la guerra “liberal”. Cuando nos acercamos a él para la entrevista, nos dimos cuenta de que usa una camiseta negra de Oscar Romero. Lo que nos predispuso bien a mí y a mi compañera, mientras nos dábamos cuenta de que se trataba de alguien que se ve a sí mismo como parte de la lucha popular.

Camilo Mejía: Mi nombre es Camilo Mejía. Fui sargento en la Guardia Nacional en Florida. Estuve en Irak a principios de 2003 y participé en la guerra. Regresé con un permiso de dos semanas y decidí que no podía ya ser más parte de la guerra en buena conciencia, por lo que decidí no volver a ella y apliqué para el estatus de objetor de conciencia, lo que ha sido negado al principio…

También fui juzgado en una corte marcial, encontrado culpable de deserción y pasé casi nueve meses en confinamiento en una prisión militar por rehusarme a regresar a la guerra en Irak.

Salí hace poco, hace poco más de un mes… estoy contra la guerra y estoy acá prestando mi voz al movimiento por la paz y por la justicia.

* * *

Camilo habla con voz suave, considera sus respuestas cuidadosamente. Y lo más interesante para nosotros era cómo se convirtió en militar en primer lugar.

Camilo Mejía: Tengo una larga historia con lo militar. Me uní luego de la universidad, luego de graduarme de bachiller, a la que fui un par de semestres.

Me salí, entrando a las fuerzas armadas, porque no sentía que estaba listo para la universidad, y porque quería algún nivel de independencia de mi casa. Vengo de una familia muy politizada en Nicaragua. Mi padre era un cantante sandinista, el cantante oficial de la Revolución Sandinista por un tiempo. Y mi madre también estaba en la política, por lo que supongo que quería escapar de todo eso.

Quería encontrar mi propio camino, hacer mis cosas, y encontré lo militar. Supongo que es una combinación de cosas. Quería independencia. Fue también un forma de rebelión, hacer lo que nadie esperaba que hiciera.

No estaba listo para la universidad, y el ejército parecía una buena opción, para ir y… [sacude su cabeza] supongo que crecer –lo que no es realmente el caso, pero ver el mundo y regresar tal vez listo para la universidad. Y ustedes sabe que te ayudan con la colegiatura y cosas como ésa. Así que fui ahí, allá por 1995.

Bueno, de 1995 a 1998, fue muy común; ya saben, era un hombre de infantería en una unidad mecanizada. Hice muchos amigos; pasé casi todo el tiempo en Texas. Y salía, saben, no hay mucho que decir de ello. Regresé a la universidad. Me uní a la Guardia Nacional. Cada contrato militar dura ocho años, así que cuando salí de mi enrolamiento activo aún tenía como cuatro y medio años de contrato, así que me puse a pensar que terminaría mi plazo, usaría mi uniforme una vez por mes mientras iba a la universidad y conseguía educarme; tal vez regresaría a la fuerza activa como psicólogo. Mi plan era ser psicólogo. Pero apenas un semestre antes de mi graduación, y justo dos meses antes del término de mi contrato de ocho años, mi unidad fue activada para ir a Irak en apoyo a la Operación Libertad para Irak.


Foto: Ron Smith D.R. 2005

Me era muy indiferente la situación de guerra en ese momento, en algún nivel estaba en desacuerdo con ella porque… bueno, no había guerra entonces, pero no estaba de acuerdo con la tendencia del gobierno a gritar “¡Guerra!” pese a carecer de evidencias, evidencias de armas de destrucción masiva, y de nexos entre los ataques terroristas del 11 de septiembre y Saddam Hussein. Acerca de casi todo lo que decían por lo que íbamos a la guerra, porque no parecía tener sentido. Así que estaba en desacuerdo con las razones que daba el gobierno, pero estaba todo muy politizado. Era una oposición muy politizada a esta guerra, a esta guerra en particular. No tenía en verdad ningún problema en ser un infante, no tenía problema con ser un soldado de combateo ser un líder de escuadrón de una unidad de infantería. Solamente estaba en desacuerdo con esta guerra en particular en términos políticos.

Pero luego de entrar en acción, y saben, una vez que fuimos a Irak y comenzamos a meternos bajo fuego, y comenzamos a ser emboscados y atacados con cohetes y morteros y dispositivos explosivos artesanales en el camino, comenzamos de hecho a mirar el rostro real de la guerra, saben: gente muriendo, un lugar siendo tomado, y saben, las ráfagas y todo…

[Aquí Camilo se pierde en la distancia; es claramente atormentado por lo que fue forzado a hacer en Irak…]

… el cuestionamiento a la guerra se había parado mucho, porque estábamos siendo atacados mucho cada día, y es realmente difícil hacer cualquier real cuestionamiento moral de cualquier guerra cuando estás en ella. Porque tu vida corre peligro cada segundo, y tienes miedo, estás frustrado, y respondes a tus miedos y respondes a tus frustraciones. Y básicamente quieres que tus hombres salgan vivos de ahí, como líder de escuadrón, y quieres salir tú vivo de ahí, de regreso con tu familia, así que no cuestionas realmente la guerra, no cuestionas de verdad tu papel en la guerra. Simplemente vives con ello, y haces mucho de lo que se supone que debes hacer, estés de acuerdo con ello o no.

Y entonces me dieron un permiso de dos semanas, y regresar a casa me dio la paz mental y la claridad para encarar mis sentimientos acerca de la guerra y todo lo que hicimos. Saben, la gente quiere saber si fuiste emboscado, ¿estuviste en bajo fuego? ¿Mataste gente? ¿Viste gente morir? Y por primera vez comienzas a hablar acerca de estas cosas y a revelar estas experiencias lejos del peligro, y empiezas a a preguntarte preguntas sobre la validez de las razones dadas para la guerra, intentas encontrar tus propias justificaciones para hacer todo lo que hiciste, y bueno, por ser parte de una guerra.

Y al final encuentras que es… es una guerra imperialista, y es una guerra para el beneficio corporativo, y bueno, ni una persona debería morir por eso. Así que con la conciencia clara, no podía regresar. No podía ser parte de ello. Así que decidí no regresar.

Intenté hacer legal mi caso a través de los canales legales apropiados entre los militares. Las cosas no funcionaron, así que busqué consejo civil y me escondí y escribí mi solicitud para ser objetor de conciencia. Reaparecí otra vez en marzo del año pasado, y públicamente expresé mi oposición a la guerra, en términos morales, religiosos, espirituales, éticos y políticos. Dije que esta es una guerra por el petróleo, y que no soy un mercenario, y no iba a participar de la guerra, y procedí a entregarme al derecho militar luego de eso. Fui juzgado en dos meses, y hallado culpable de deserción con intento de evitar un deber riesgoso. Me dieron una sentencia de doce meses de confinanimiento [solitario], degradación de E6 a E1, reducción de dos tercios de mi paga y una licencia por mala conducta

Pase mi sentencia en Fort Sill, Oklahoma, una instalación de confinamiento; hice casi ocho meses y tres semanas, tuve una salida temprana por buena conducta y trabajo cumplido. He estado afuera casi un mes; estoy de regerso y estoy acá para decir que continúo en desacuerdo no solamente con esta guerra sino con todas, y sigo diciendo que esta es una guerra por el petróleo y por la dominación imperialista, y sigo prestando mi voz para hablar y decir que no deberíamos estar allá.

Vas allá y te metes en bajo fuego, y ves que al final de la batalla que la mayoría de los insurgentes se fue, si no todos, y la mayoría de los soldados sobrevivieron, si no todos, y miras el terreno en el medio y ves un montón de civiles muertos –sabes, niños inclusive, mujeres, viejos, tú dilo. Y esto no es sólo un evento aislado, sino un patrón. No pasa porque los soldados son gente mala, no pasa porque los insurgentes quieren matar a sus ciudadanos, pasa porque es la naturaleza de la guerra. No tienes que estar mucho por allá; no tienes que ser muy listo. Ahí está, se te para delante mientras estás allá. Es esa experiencia precisamente lo que me pone contra las guerras, estar ahí y mirarla y tenerla en la cara.

Y puedes tener una oposición moral a ella, y no importa, porque eres un soldado y tienes un deber. Porque te dicen que matas, matas, y porque te dicen que dispares, disparas. Te dicen que realices una emboscada y lo haces, te dicen que bloquees un camino y lo haces, y los sentimientos y las emociones y los principios morales no juegan papel alguno en esto.

Lo ves en las noticias, sabes –cada vez que muere un soldado, sabemos de ellos. ¿Pero y los civiles? Es una tasa de diez a uno, si no más. [Las últimas estadísticas sugieren una tasa de más bien cien a uno.]

Cindy Sousa: ¿Qué hay de tu experiencia como nicaragüense-estadounidense? ¿Influencia tu opinión?

Camilo Mejia: Hasta cierto punto supongo que sí, no solamente por ser nicaragüense sino por tener a padres involucrados con la Revolución Sandinista, y cómo el gobierno de Reagan intervinó en la guerra civil que tuvo lugar en Nicaragua y fundó la Contra. Era una guerra mercenaria que sacudió la economía, y bueno, era una sociedad muy justa. Era una sociedad y una forma de gobierno sin afiliación oficial con nadie. Fui a una escuela católica privada cuando estuve ahí, así que no pueden decir que era un país comunista. Había empresa privada, así que en realidad no pueden decir que Nicaragua era comunista o incluso socialista. Era solamente un país, saben; era solamente una forma de gobierno que trataba de construir una sociedad más justa para todos.

Recuerdo que daban vacunas a todos los niños. Enseñaban a todos a leer y a escribir. Todos cosechaban café, y era un sueño, era una sociedad soñada por un tiempo. No es un buen ejemplo si eres una superpotencia en el mundo, y la única forma de alimentar tus necesidades es a través de la opresión. Y así que promueves la inestabilidad y alientas y financias guerras mercenarias –y saben que viví ahí. Fui sacado de alguna manera de esa realidad porque era muy privilegiado. Pero se quedó en mí; permaneción conmigo en alguna parte, dentro de mi mente, en mi memoria de alguna forma.

Ese sentimiento de injusticia resurgió en Irak no mientras era oprimido sino mientras era un instrumento de opresión. Regresó de alguna parte de mi conciencia, de mi memoria, de la historia de mi vida, y tomó completamente el control, así que aquí estoy.
http://www.youtube.com/watch?v=dEruXV0G_0Q

Enrique Gili entrevista a CATHERINE RYAN

SAN DIEGO, Estados Unidos, 16 oct 2008 (IPS) – En su último documental, “Soldiers of Conscience” (“Soldados de conciencia”), los cineastas Catherine Ryan y su esposo Gary Weimberg investigan la naturaleza de la guerra y de la condición humana, haciendo la pregunta: ¿Cuándo está permitido matar en combate?

El filme se abstiene de responderlo directamente, y en cambio ofrece relatos de cuatro soldados estadounidenses que se negaron a pelear, así como las versiones de sus críticos.

Los soldados -Camilo Mejía, Kevin Benderman, Joshua Casteel y Aidan Delgado— tienen poco en común y provienen de ambientes diversos. Sin embargo, cada uno se sintió obligado a integrarse a las Fuerzas Armadas por un sentido de deber y patriotismo.

Pero cuando se enfrentaron a la realidad de servir en Iraq, sin embargo, su actitud pasó del idealismo a una profunda búsqueda de sí mismos, lo que los llevó a declararse objetores de conciencia.

Delgado, de la fe budista, considera aborrecible la violencia al azar contra civiles, y por tanto es incapaz de usar “armas que asan personas”. Casteel, un cristiano evangélico, es desafiado por un combatiente islámico tomado como prisionero, al que interroga y quien cuestiona su fe religiosa. Ambos fueron liberados del deber militar como objetores de conciencia.

Pero Mejia y Benderman comparten destinos más duros. Fueron castigados con prisión por no presentarse en las filas militares. Mejía se siente liberado porque ya no tiene que segar vidas humanas. Benderman pregunta: “¿Cuándo será suficiente?”

El filme se inicia con la revelación de que 75 por ciento de los soldados estadounidenses se negaron a matar en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). La mayoría se quedaban paralizados cuando tenían al enemigo en la mira.

“¿Seré capaz de matar a un humano en combate?”, es el dilema que afrontan los soldados, no sólo en Iraq, sino en toda la historia.

El corresponsal de IPS Enrique Gili, habló con Catherine Ryan desde su estudio en Berkeley, en el occidental estado de California. “Soldados de conciencia” será transmitida por el canal de televisión estadounidense PBS este jueves.

IPS: ¿Cuál fue la motivación inicial de esta película?

CATHERINE RYAN: Hacemos películas sobre temas sociales. Por tanto, queríamos hacer una desde una perspectiva que no haya sido hecha una y otra vez. Decidimos que queríamos entender algunos aspectos de la guerra en Iraq. No desde el punto de vista de los generales, presidentes o políticos, sino desde la experiencia íntima de los soldados.

IPS: ¿Cómo encontró sus personajes?

CR: Tenemos a personajes que son combatientes convencidos y a otros objetores de conciencia. Los objetores de conciencia son bastante fácil de encontrar, pues están motivados para hablar.

Obtuvimos permisos. Las personas dentro del sistema militar saben que esto es fundamental. Creo que hay una apertura y una voluntad entre las personas que se preocupan por los soldados, y que quieren explorar el tema de cómo matar impacta en ellos.

IPS: Durante el proceso de elaboración del filme, ¿alguna vez se preguntó cómo sería para usted matar a alguien bajo alguna circunstancia?

CR: Por supuesto. Todavía es una investigación en marcha para mí. No sé que haría. Nuestra esperanza es que esta película nos lleve a todos hacernos preguntas.

IPS: Buscar el estatus de objetor de conciencia es un derecho básico que data desde la era colonial en Estados Unidos. ¿Cuáles son los orígenes?

CR: Es por eso que la gente vino aquí. Muchos de los que primero llegaron eran pacifistas que huían de Europa para no pelear en las guerras. Es una vieja tradición en este país.

IPS: ¿Cuál es el criterio?

CR: Las razones religiosas para la objeción de conciencia tienen la mayor claridad. Cuando los soldados comienzan a hablar desde una perspectiva humanista, por ejemplo, que la guerra está mal, tienen mucho más dificultades.

IPS: ¿Tiene alguna idea de cuántos lo están tramitando ahora?

CR: El Ejército no revela esos números. Al final de la Guerra de Vietnam, habían presentado sus solicitudes 170.000 personas.

IPS: El mayor Peter Kilner, instructor de la Academia Militar de West Point y profesor de ética, fue muy claro al referirse a este tema.

CS: Realmente queríamos encontrar a alguien que pudiera hablar bien sobre por qué tenemos que obedecer en tiempos de guerra. Así las personas podrían escuchar las cosas que ya creen y luego colocarse en la perspectiva de los objetores de conciencia, en la cual no siempre podemos coincidir.

Nuestra esperanza era, al incluir a todos en la discusión, hacer que todos participen, y no que hubiera personas que dejaran de ver el filme porque lo consideraran crítico a la guerra o por el contrario belicista.

IPS: ¿Todos los objetores de conciencia tienen ofertas para escribir libros? ¿Es una coincidencia?

CS: Creo que una gran parte del proceso por el cual uno llega a convertirse en objetor de conciencia requiere profunda reflexión y estudio. Si vas a intentar hacerte explicar dentro del sistema militar, tienes que ser muy bueno. El proceso es como un intenso examen oral, sentado frente a tu comandante en un cuarto durante tres horas, y su trabajo es encontrar puntos falsos en tu argumento. Eso toma mucha preparación.

Y luego su vida como objetores de conciencia. Tienes que ser muy claro sobre qué piensas y ser capaz de hablar en forma que las personas te puedan entender, para no ser un paria.

FUENTE: INTER PRESS SERVICE

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