Pere Meroño

Diari d'un eurocomunista del #PSUC

¿HACIA DÓNDE SE DIRIGE EL CONTROVERTIDO MOVIMIENTO 5 ESTRELLAS [MoVimento 5 Stelle, M5S] DE BEPPE GRILLO?  A continuación reproducimos al respecto un artículo de Rossend Domènech, corresponsal en Roma de El Periódico, publicado el 2 de julio. Consideramos su análisis de interés, ya que ofrece una visión de los votantes de la formación y de su discurso, mostrando como conforma un partido en transformación.

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El Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo, en transformación

Los indignados buscan su espacio en la política italiana marcando distancias con los progresistas y mantienen el tipo en los sondeos cara a las generales.

Tres años atrás no existían y cuando se asomaron a la arena política obtuvieron de golpe un 25% de los votos. Eran jóvenes, inexpertos y con ganas de gritar. Tras alcanzar el Gobierno de una ciudad o un puesto en el Parlamento, pagaron novatadas por la falta de costumbre en gobernar el día a día, pero están aprendiendo. En la segunda vuelta de las recientes elecciones municipales apoyaron a los partidos conservadores, no porque lo sean, sino para fastidiar a los progresistas del Partido Democráttico (PD).

Se habían presentado como Movimiento 5 Estrellas (M5S), como la puntuación de los mejores hoteles. Se decían indignados contra la casta política, reivindicaban la democracia directa a través de un clic en internet y prometían limpiar el Parlamento y el país de corrupción, corruptores y corruptos. En las municipales sus resultados no fueron nada buenos, pero cara a las elecciones generales del 2018 están en torno al 30% en los sondeos, más o menos igualados con el PD. Otro 30% del electorado se lo reparten las derechas y la calderilla que queda está disperdigada. Podrían ganar, según indican las encuestas, aunque en muchas latitudes no suelen ser fiables.

Votantes muy diversos

La composición sociólogica del M5S no es uniforme. Quienes más les votan, según los analistas sociales, son los trabajadores autónomos y los empresarios (43%), seguidos por obreros (36%), empleados y profesores (35%), estudiantes (34%), trabajadores en paro (32%) y profesionales liberales (24%). Cuentan con el voto del 32% de los hombres y del 23% de las mujeres.

En el sur de la península alcanzan el 36% de los votos, el 29% en el centro-sur y el 27% en el noreste, feudo tradicional de la Democracia Cristiana y después de la Liga del Norte. El 41% de sus electores rechazan las divisiones políticas tradicional de derechas e izquierdas, conservadores o progresistas.

Por edades, la mayoría de los votos los cosechan en la franja de 30 a 44 años (36%), seguida por los veinteañeros (34%). El nivel de instrucción de los indignados italianos es alto (31%) y medio (29%).

Contra la inmigración

Los electores “grillitos” son favorables a rechazar a los inmigrantes porque les consideran una amenaza a la seguridad (51%), apoyan una ley de defensa personal para poder reaccionar con armas frente a la violencia (60%), manifiestan escasa confianza en la Unión Europea (27%) y piensan que las democracias pueden funcionar sin partidos (55%)

Al contrario del progresista PD, el movimiento fundado por Beppe Grillo, un cómico en activo, “no es un partido de masas, porque su base electoral no es específica”, como ha escrito el sociólogo Ilvo Diamanti. Les votan de todas partes “sin desequilibios específicos”.

Grillo, el guardián de las esencias

Grillo, el líder, ha sufrido varias transformaciones. Todo el mundo le conoce por su cabellera y barba blancas y por sus gritos estentóreos contra todo y todos. Cuando mudó los teatros por las plazas hizo popular el “vaffanculo” (“A tomar por…”), dirigido a los políticos. Algo que gusta a las plazas de autónomos enfadados con Hacienda, obreros en paro a causa de los robots y las transformaciones industriales, pequeños empresarios agotados por la globalización y amas de casa desorientadas ante los escándalos, día sí día no, por la insalubridad de los alimentos.

Ahora Grillo ya no es un líder, sino el garante de que el M5S no se desvíe de la recta vía. Con su moto recorre la península de arriba abajo, apuntalando a alcaldes novatos –como a la inexperta Virginia Raggi en Roma, quien heredó una ciudad infiltrada por las mafias hasta el meollo, de las que no consigue desprenderse– y echando a los rebeldes.

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