Pere Meroño

Diari d'un eurocomunista del #PSUC

14 de setembre de 2016
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El tempo (y los catalanes) Antoni Puigverd

LA VANGUARDIA. Lo sabe todo el mundo: Rajoy es un maestro del tiempo. Ralentizó el tiempo durante el vertido del Prestige o para resolver el pulso que Aznar y Aguirre le plantearon. Matando el tiempo se enfrenta a la crisis económica (envía la deuda a las generaciones futuras). Así espera ventilar el pudridero de la corrupción. Así pretende recuperar el poder: dejando que los del PSOE se maten entre ellos y esperando que los jóvenes de Ciudadanos, fatigados, regresen a casa por Navidad. Rajoy no mueve un músculo. Sabe que el tiempo pudre los problemas y provoca errores entre los adversarios nerviosos.

Hay muchas maneras de valorar lo que sucede en Catalunya (un problema territorial que viene de lejos: no hay que retrotraerse a 1714, pues atraviesa los siglos XIX y XX; si reaparece es porque siempre se cierra mal). La manera racional de afrontarlo implicaría, de entrada, asumir el problema y abrir conversaciones amplias para establecer, como mínimo, un diagnóstico compartido. La otra manera de afrontarlo es la de Rajoy: no admitir el problema, apelar a la fría legalidad y dejar que los males de la espera se encarguen del trabajo sucio. Ciertamente, tal como avisaba ayer en El Periódico el profesor Arbós, la decisión de la mayoría independentista de crear una nueva legalidad situaría el problema en el escenario preferido por Rajoy: la cacareada división entre catalanes se convertiría, ahora sí, en realidad. Sería tan visible, que no necesitaría ser una división emocional: unos catalanes obedecerían la legalidad catalana; y otros, la española. Es el error que Rajoy espera. Un error fatal.

Pero mientras se frota las manos en espera del doble beneficio del “desafío catalán” (ganar votos en España y esperar el caos en Catalunya), Rajoy manifiesta un desinterés absoluto por el futuro de España. Esperar que los adversarios pisen estiércol es bueno para su carrera personal, pero es nefasto para una España endeudada que necesita perentoriamente seguir el camino catalán de la reindustrialización. Esperando la putrefacción catalana, Rajoy apuesta, en beneficio propio, por el mal general. Su táctica implica la negación del futuro español. Por ello, si el independentismo no cayera en el error de meterse en un campo de minas legal, si ahora que ha demostrado resistencia, aprendiera a tener paciencia, si el independentismo aprendiera a dominar el tempo a la manera del Scottish National Party, quizás sería Rajoy el que cometería el error. Así describía Francisco López, lector que ayer publicó una carta en nuestro diario, este posible error. A Francisco, que dice sentirse tan español como catalán, le duele el inmovilismo: “Muchos catalanes que no somos partidarios de la independencia estamos dispuestos, llegado el caso, a apoyarla si lo único que se nos ofrece desde el Estado es más de lo mismo”.

El control del tiempo ha dado muchas victorias personales a Rajoy. También podría darlas a sus adversarios si aprendieran que, como decía Plutarco citando a Pericles, el tiempo es el mejor consejero.

Antoni Puigverd

http://twitter.com/perermerono

CANIGÓ, setmanari independent dels PaïsosCatalans

BRAUN, memòries d’una fàbrica / BRAUN, memorias de una fábrica

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