Es una anomalía salvaje: periodista, conservador, burgués, anticapitalista. Frank Schirrmacher, uno de los más reconocidos informadores alemanes, coeditor del Frankfurter Allgemeine, ha escrito su mensaje, lo ha introducido en una botella y lo ha echado al mar. Pero no es una botella: es un cóctel Molotov. ¿Su título? Ego (Ariel, 2014). ¿El mensaje? La sociedad ha sido envenenada por un discurso egoísta que no nos es connatural y que amenaza con llevarnos a la ruina. Pero hay más: matemáticos dementes, algoritmos todopoderosos, genes egoístas… Ego forja un alegato en favor de la colaboración humana (…)
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