Prendre la paraula

jordimartifont

28 de gener de 2017
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Las relaciones peligrosas entre institución y movimientos en “la catalana terra”

cambiar el mundo desde arriba
(Aquest és el text que vaig escriure i que s’ha publicat en el llibre “Cambiar el mundo desdes arriba. Los límites del progresismo”, de Decio Machado i Raúl Zibechi. El penjo avui i ara perquè més tard li caldria una àmplia revisió que ja no es pot fer. Salut tinguem)

Las relaciones peligrosas entre institución y movimientos en “la catalana terra”

Jordi Martí Font

Hablar de cómo se ha construido y qué relaciones se han establecido entre la institución y los movimientos sociales en los últimos años en los Països Catalans es una tarea interesante y que alguien en algun momento deberá de hacer pero que queda lejos de la intenciones de este texto, que son más modestas y se centran básicamente en intentar un acercamiento teórico y desde la práctica a los encuentros y desecuentros que diversos movimientos socials y activistas hemos tenido con el poder constituido como tal en el pedazo de mundo donde se habla catalán -y otras decenas de lenguas más- en los últimos años.

El espacio de los Països Catalans (teorizado como espacio nacional por Joan Fuster en los años 60 del siglo pasado y con el que que yo me identifico) es demasiado amplio y diverso para poder hacer una aproximación consecuente con los objetivos de este texto ya que acoje realidades políticas muy diversas (se encuantra en los estados español, francés, andorrano y, si tenemos en cuenta la ciudad de Alguer en Cerdeña, el italiano) y dentro del Estado español, partes o el total de las comunidades autónomas de las Illes Balears, el País Valencià, la Franja de Ponent en Aragón o el Carxe en Murcia. Muchas realidades, de formas y historias dispares i a veces contradictorias, para tan poco espacio. Así, para centrar el tema y definirlo en un espacio que me es más accesible y a la vez con características más o menos homogéneas y más concretas, circunscribiré estas reflexiones a la Comunidad Autónoma de Catalunya compuesta por las actuales provincias de Tarragona, Girona, Lleida i Barcelona.

Sin ningún tipo de dudas, hay muchas otras visiones más documentadas y lúcidas que la mía para dar una opinión argumentada que sirva a la vez como aproximación a la realidad de lo acontecido en los últimos tiempos en este pedazo de país, pero ha sido a mí a quien le han encargado el texto y desde mi visión será desde donde intentaré explicar qué pasaba, qué pasa y quizás incluso qué puede llegar a pasar (política ficción le llaman) en las relaciones complejas y frecuentemente contradictorias entre movimientos sociales (también diversos y también contradictorios) y la institución (o instituciones) que va transformándose, desapareciendo o no, se mantiene o espera impacientemente a ver cómo será la que vendrá.

Catalunya-España
En Catalunya, a lo largo de la historia contemporánea se ha dado un claro desencuentro entre una sociedad compleja, movilizada y experimentadora de tantas prácticas y maneras progresistas como en su suelo han tomado forma y color con las dinámicas unitaristas, militaristas y nacionalistas excluyentes de un estado, el español, que se ha construido sin admitir la diversidad de las diversas naciones existentes en su territorio. Este desencuentro no ha mutado en independentista de forma mayoritaria hasta hace unos pocos años en el espacio catalán aunque prácticamente desde el siglo XIX ha existido una defensa de la diversidad que ha chocado casi siempre con la visión monolítica que el Estado español ha tenido de si mismo. Y que conste que me refiero al Estado y en ningún caso a los diversos pueblos que lo habitan.

El movimiento catalanista desde el siglo XIX ha sido encabezado políticamente, según los autores que lo han estudiado e interpretado, por diversos grupos sociales. Existen dos visiones enfrentadas sobre el tema. Por una parte hay quien afirma que el catalanismo nació de derechas y estuvo encabezado desde su primera hora por las clases dirigentes catalanas (Solé Tura y su libro “Catalanisme i revolució burgesa” sería uno de los padres de esa interpretación) y por por otra parte hay quien ha descrito el catalanismo como un movimiento de base popular y políticamente progresista (Josep Termes y Josep Fontana serían dos de los autores que defienden esta visión). Mi visión sigue las teorías historiográficas de los segundos y sitúa también el proceso actual catalán dentro de la tradición popular. Por eso afirmo que han sido las clases populares quienes han arrastrado las élites catalanas a tener que cambiar su posición nacional autonomista, al menos desde el fin del franquismo, y a abandonar su pactismo con el Estado para pasar a intentar no perder el tren de la historia que ahora pasa por una estacion llamada independencia. Ese cambio me parece un intento desesperado de intentar mantener el movimiento independentista bajo control y busca, evidentement, mantener el proceso de liberación nacional dentro de los cánones del capitalismo europeista que siempre han defendido para que no se desmadre demasiado. A nivel mediático, lo han conseguido pero a nivel electoral, por ejemplo, está claro que no. En la calle, tampoco.

Muerto el dictador Francisco Franco en 1975, la “Transición” a una democracia burguesa formal y su homogenización a nivel internacional con la entrada del Estado español en la Unión Europea y la OTAN encontraron en Catalunya una fuerte oposición popular, de forma especial la entrada en la estructura militar (en Catalunya ganó el “no” en el referéndum, igual que en Canarias y Euskadi). Esa “Transición” consiguió mantener y poner al día unas estructuras de poder construidas durante la dictadura franquista y maquearlas dejándolas intactas en la recién estrenada democracia. La descomposición del renacido movimiento libertario a partir del montaje del caso Scala, la introducción en el sistema de un amplio número de experiencias sindicales autónomas a partir de la concertación social y de la estructura CCOO, la asimilación del Partido Comunista como contrapartida a su legalización y las experiencias fallidas de lucha armada hicieron possible que en Catalunya durante los años 80 y 90 del siglo XX no hubiese excesivos problemas para el poder constituido como tal.
El poder absoluto que las urnas dieron a la coalición de derecha catalanista CiU con Jordi Pujol a la cabeza y el poder casi absoluto a nivel municipal del Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC), en detrimento del partido comunista PSUC (remodelado como izquierda ecologista con las siglas ICV), auténtico protagonista de la lucha antifranquista hasta entonces, sumieron las instituciones autonómicas en un sueño casi perpetuo y las convirtieron en un espacio casi imposible para la intervención popular, aparcando ahora el hecho que muchos de los nuevos movimientos socials que vieron su luz durante esos años en Catalunya nacieron y se construyeron en lucha contra esas instituciones. Desde la insumisión al servicio militar hasta el movimiento okupa barcelonés extendido a muchas otras localidades, desde los movimientos contra la guerra hasta las luchas en defensa del territorio que el “desarrollo” capitalista ponía en jaque, los movimientos sociales catalanes crecieron enfrentándose a un poder institucional con el que tuvieron pocas relaciones más allá de las que pasaban por el lenguaje de las porras. Esto no cambió cuando de 2003 a 2010 accedió al gobierno un tripartito (PSC-ICV-ERC) más o menos de izquierdas con Pasqual Maragall y José Montilla (del PSC) como presidentes ni cuando recuperó la presidencia el catalanismo de derechas de Artur Mas (CiU) hasta que la CUP, en 2016, le envió “a la papelera de la historia” negándose a investirlo como presidente a pesar de asegurarles que con él Catalunya conseguiría la independencia.

Así, el siglo XXI llegó con cambios evidentes en el panorama de sueño perpetuo pujolista, hasta el punto que el mapa electoral cambió muchísimo y se inicia un nuevo ciclo a partir de la reforma del Estatut d’Autonomia, de 2003 a finaliza en 2006, con una rebaja absoluta por parte del Estado de las propuestas consensuadas por la mayoría de partidos del Parlament Català, aceptadas en principio por el catalanismo conservador. El Estatut es el texto legal que fija las atribuciones que Catalunya tiene dentro del Estado español y define pues el grado de autonomía respecto al Estado central. Esta reforma del Estatut y la estocada final del 2010 que le dio el Tribunal Constitucional llevó, a quien aún pensara desde Catalunya que la estructura de España podía ser reformable, a argumentar que la única relación posible con el estado era la de tú a tú, lo cual pasaba por llegar a la independencia de Catalunya a través de un proceso democrático.

El movimiento popular independentista fue uno de los elementos que ayudó a transformar radicalmente el panorama institucional y provocó nuevas mayorías de izquierdas en el Parlament Català, la coalición CiU se hundió y acabó rompiéndose, y el Partit dels Socialistes dejó de ser alternativa de gobierno y perdió la mayor parte de su poder municipal. El partido de izquierda socialdemócrata i liberal Esquerra Republicana de Catalunya ha sido el gran beneficiario de estos cambios y la possible coalición entre Comunes, ICV y Podemos puede ser, según las encuestas más recientes, el próximo ganador de las elecciones en Catalunya; de hecho ya ha sido así por lo que respecta a los comicios al Parlamento Español.

La calle independentista
A pesar de que la partida de nacimiento del independentismo de izquierdas moderno dice que éste vio la luz en 1969 con la fundación del PSAN (Partit Socialista d’Alliberament Nacional), el actual movimiento de liberación nacional catalán de masas, circunscrito ahora a Catalunya y no a los Països Catalans como había sido durante la segunda mitad del seiglo XX) no és consecuencia de la creación del PSAN. Sí que deriva de él la actual izquierda independentista, del PSAN y de las mil escisiones que este espacio ha tenido a lo largo de su historia, y por tanto asume una tradición de marxismo disidente de rica tradición en Catalunya.

Podríamos hablar de diverses fechas de nacimiento para el actual movimiento independentista circunscrito a Catalunya pero creo que es honesto dedir que fue en febrero de 2006 y diciembre de 2007 cuando tuvieron lugar en Barcelona dos manifestacions soberanistas organizadas por la Plataforma pel Dret a Decidir que tuvieron un éxito inusitado de participación, llegando algunas fuentes a dar cifras de entre 200.000 y 700.000 participantes. En ellas se pedía una mejora de las infraestructuras y los manifestantes acusaban al Estado español de desatención continua y de menosprecio después de que el Estatut fuera recortado ostensiblemente.

Pero fue en julio del 2010 cuando la sociedad catalana rompió la baraja al hacerse pública la sentencia del Tribunal Constitucional español que desmontaba totalmente el Estatut de Autonomia ya recortado. La manifestación cívica contra esta sentencia reunió, según las fuentes, entre medio millón y millón y medio de personas. Los gritos de independencia fueron constantes y en marzo de 2012 se constituyó en Barcelona la Assemblea Nacional Catalana, organización de masas que ha asumido, a veces sola y otras con Òmnium Cultural (una asociación de defensa de la cultura i la lengua catalanas creada duranta la resistencia antifranquista), la organización de las movilizaciones populares más impresionantes realizadas jamás en Catalunya, las cuales llegan a reunir millones de persones cada año coincidiendo con el Día Nacional de Catalunya, el 11 de Setiembre, en defensa de la independencia de Catalunya. La Assemblea es una entidad democrática, de base local y comarcal que llega hoy a todos los rincones de la geografía catalana.

Crisis e indignación
La última crisis económica capitalista llegó a Catalunya prácticamente el mismo 2008 y los años siguientes fueron ya plenamente de recortes y más recortes en un sistema de cobertura social insuficiente que hacía aguas por todas partes. La indignación social no se hizo esperar y el 15 de Mayo de 2011 se produjo una impresionante ocupación de plazas en todo el Estado que en Catalunya -y de forma destacada en Barcelona- tuvo uno de sus epicentros más importantes junto con Sol en Madrid. Prácticamente todas las capitales de comarca catalanas y las localidades grandes y medias del país tuvieron plazas ocupadas durante semanas mostrando una indignación que interpeló directamente al sistema político y económico.

La impugnación del régimen político que justificaba los recortes, del gobierno de corruptos y estafadores que había llevado la vida de la mayoría social a padecer privaciones y situaciones de vulnerabilidad inverosímiles unos años antes llevó miles y miles de ciudadanos y ciudadanas no demasiado politizados a las calles pero allí no se encontraron solos. Esa clase media movilizada en defensa de derechos básicos, muy crítica con el poder político y con la aplicación del calificativo “democrático” a un gobierno responsable de negar derechos sociales básicos a buena parte de la población se encontró en la calle con muchas otras personas que batallaban en ella desde hacía años desde posturas políticas que ellos mismos unos meses antes no hubieran dudado a calificar negativamente como “radicales”. Las activistas sociales, provenientes del rico tejido asociativo catalán, de muy diversas luchas siempre con poca gente pero tenazmente enfrentadas al poder político, confluyeron con grupos sociales diversos, en principio mucho menos politizados y que hasta ese momento habían confiado en el sistema capitalista a nivel general sin más. Tiene una especial importancia en este momento el trabajo desarrollado en defensa del derecho a la vivienda, tanto el expresado por el importante movimiento okupa catalán como el directamente realizado por la Plataforma d’Afectats per la Hipoteca, la PAH, después de la crisis de las hipotecas y de la expulsión de su casa de miles de personas que no podían pagarlas.

Esta confluencia tiene diversas consecuencias pero una de ellas creo que es muy importante y no es otra que el bloqueo del Parlament Català por parte de muy diversos movimientos sociales relacionados con el 15 M para impedir la aprovación de los presupuestos antisociales del Gobierno de la Generalitat el 15 de junio de 2011. La radicalidad de esta acción de desobediencia civil multitudinaria, duramente reprimida por la policía autonómica de los Mossos d’Esquadra, sorprendió fuertemente al poder político catalán y dejó claro que el ciclo de movilizaciones alrededor del 15M había venido para quedarse y no se diluiría en la nada, a la vez que mostraba claramente que la impugnación del régimen no era sólo una actitud estética o de enfado puntual.

La construcción de un potente movimiento alternativo en Catalunya y en el resto de los Països Catalans ha tenido diversas expresiones en los últimos decenios. Creo que es importanta aquí situar la creación, no dirigida pero sí coincidente y consciente, de un denso tejido de espacios de debate, alternativas y mezcla de ideas y puntos de vista que pueden parecer a veces incluso enfrentados pero que conviven confraternizando en muchos más casos. Me refiero a la red de “casals” y ateneos de diversa índole y procedencia que hoy está extendida por todo el territorio y que ha venido a complementar la red de casas okupadas o centros sociales que fue básica en los noventa del siglo XX pero que no llegó a tantos puntos del territorio como llega hoy la actual red de “casals” y ateneos. Diversas publicaciones, en papel y digitales, de la “Directa” a Crític por citar dos ejemplos, ayudan a construir discursos compartidos que allanan los espacios comunes transitados por muchas activistas, a la vez que los dotan de referentes comunes y siempre enfrentados al poder.

Es importante recordar en este punto que si bien antes (el 2002 o el 2003) los sindicatos minoritarios ya tenían una importante participación en las huelgas generales desarrolladas en Catalunya, es a partir de la crisis desatada en 2008 y los recortes consiguientes que organizaciones como CGT, IAC, CNT o COS pasan a tener un peso destacado en las huelgas generales convoicadas y en defensa de los derechos sociales, sobre todo las dos primeras y siempre codo a codo con movimientos sociales. Las huelgas de 2010 o 2012 (y la de 2011 convocada contra la reforma de las pensiones sin contar ni con CCOO ni con UGT) dejan claro que la calle en Catalunya ya no es de los mayoritarios y los enfrentamientos pueden llegar a ser realmente duros y a lo largo de todo el territorio. La fuerza de una organización como CGT en Catalunya es más que destacada (15.000 afiliados y presencia en casi todo el territorio) y es importante tener en cuenta su caràcter anarcosindicalista y por tanto apolítico.

El asalto a las instituciones
Llegados a este punto en que ya tenemos una mínima radiografía de qué había en Catalunya antes que se produjera un replanteamiento de las relacions con las instituciones por parte de diversos movimientos sociales y algunas activistas, cabe decir que aunque hay movimientos diversos y perspectivas diferentes con pasados recientes discordantes entre los diversos actores de cada uno de los escenarios descritos, en todos ellos encontramos una evidente no confiança en la institución y una valoración negativa de su historia reciente en relación con los movimientos sociales, así como puntos comunes de contacto como una desvalorización del proceso de Transición entre el Franquismo y la democracia parlamentaria actual y una valorización positiva de referentes simbólicos comunes como el músico Ovidi Montllor, el marxista crítico Gramsci, el movimiento libertario catalán de 1936 y sus logros, el cooperativismo de ayer y de hoy, el feminismo de espectro amplio situado en el centro de las reivindicaciones o la defensa de la lengua catalana a nivel general.

Entre las diversas instituciones, está claro que no todas generan el mismo recelo o, en algunos sectores, el mismo odio. Así, el Estado y sobre todo su tarea de defensa de los intereses de las clases dirigentes a través del ejercicio del monopolio de la violencia es repudiado a nivel general mientras que los ayuntamientos reciben una valoración más positiva por entenderse que son la administración más próxima a la gente y a través de la cual se ve posible intentar cambiar alguna cosa. A la vez, está claro que algunos de los servicios administrados por ese mismo Estado son vistos por la mayoría de movimientos sociales como básicos y por tanto imprescindibles, por lo que se reivindican como públicos con intención universal.

La izquierda independentista había tenido claro desde aquel lejano 1969 que las instituciones podían llegar a utilizarse para extender su mensaje, siempre que esto se hiciera desde una postura crítica conellas, ya que se definían como contrarias a los intereses populares y perpetuadoras del poder existente. Aun así, hubo participación en diversos comicios.

Los primeros intentos con éxito de entrar en diversos ayuntaminentos como izquierda independentista y anticapitalista se produjeron en 1986, lo que les llevó a gobernar los municipios de Arbúcies i Sant Pere de Ribes. A lo largo de los años, se consiguió representación en ayuntamientos como Valls, Manresa o Sant Pere de Ribes, aunque no será hasta el siglo XXI cuando el municipalismo, dentro y fuera de las instituciones, pasará a ser una de sus señas de identidad. Con una marca electoral llamada Candidatura d’Unitat Popular (CUP), la izquierda independentista consiguió un cierto prestigio social al poner la denuncia y lucha contra la corrupción en el centro de sus intereses. En las elecciones del 24 de mayo de 2015, la CUP consiguió presentar 165 candidaturas, ante las 72 que había presentado en 2011. Y en 2012, la CUP decidió presentarse a las Elecciones al Parlament de Catalunya, donde consiguió tres diputados (con el activista social David Fernández como voz más popular) y, en las siguientes elecciones, éstos llegaron a ser diez, al frente de los cuales como portavoz se encuentra la activista libertaria y de la izquierda independentista Anna Gabriel. Huyendo de lecturas simplistas, la CUP tuvo el acierto de abrir su marca electoral, más allá de la izquierda independentista, a muy diversas individualidades de movimientos sociales, izquierda anticapitalista e incluso a libertarios que optaron por provar la lucha institucional en el ámbito municipal bajo sus siglas.

En algunos municipios, como Badalona, Cornellà, Sabadell, Lleida…, en las elecciones de 2015 se presentaron coaliciones que agrupaban activistas sociales y miembros de muy diversas luchas, a veces como CUP, otras en coaliciones locales y en otros casos bajo el nombre de Guanyem. Éste último es el nombre de la candidatura ganadora de las elecciones municipales en Barcelona, donde la activista de la PAH y antes del movimiento okupa Ada Colau se convirtió en alcaldesa y ganó las elecciones rodeada de un equipo de activistas sociales implicados en muy diversas luchas de la ciudad, entre las cuales se encontraba la activista vecinal Gala Pin o el abogado de muy diversas luchas sociales Jaume Asens.

A nivel catalán, las marcas municipales de Guanyem confluyeron en algunos casos con el partido Podemos de Pablo Iglesias, que intentó convertir en votos la indignación del 15M, con los restos del ecosocialismo de Iniciativa per Catalunya-Verds y con otros activistas con quienes crearon la plataforma electoral En Comú. En estos momentos, todo este espacio está en proceso de redifinición y ha conseguido importantes resultados en las elecciones europeas y españolas, siendo la fuerza electoral más votada en alguno de estos comicios. Su voz más destacada a nivel catalán es el activista anticorrupción sanitaria Albano Dante y a nivel español el historiador barcelonés Xavier Domènech.

¿Asalto, teatro, rendición o todo lo contrario?
En Catalunya, un número importante de miembros de muy diversos movimientos sociales gestados a partir de la primera mitad de los años noventa del siglo pasado ha pasado en los últimos años a pelear en el terreno de las instituciones representativas. El terreno municipal ha sido el espacio, por la proximidad a los problemas de la gente y a sus posibles soluciones, escogido como puerta de entrada idónea para este llamado en principio “asalto a las instituciones”, aunque la puerta se ha abierto posteriomente a todas las otras instituciones.

Desde el entorno de la CUP, más cercana a la izquierda independentista, y desde el terreno de los Comuns (con sus diversas marcas electorales según el comicio y en contacto o colisión con dos partidos como son ICV y Podemos) se está abierto a colaboraciones de diversa índole para conseguir gobernar el espacio de la ciudad o del mismo país, aunque los desencuentros no dejan de existir. Cabe recordar que ICV fue, durante el gobierno del PSC en la Generalitat el partido a cargo del cual estaba la Conselleria d’Interior y la policía autonómica, lo que le enfrentó duramente con muchos de los movimientos sociales que fueron duramente reprimidos. Aparte de este detalle, desde estas propuestas políticas que he expuesto, se ha hecho posible el acceso de una cantidad importante de militantes prestigiados en las luchas sociales de todos tipo, pero sobre todo contra los recortes justificados por el poder en la crisis económica, lo que en cierta medida ha regenerado y limpiado la imagen de la institución e incluso la ha dotado de un prestigio que prácticamente nunca antes había llegado a tener.

La mayoría de estas propuestas se han dotado acertadamente de normas éticas preventivas ante el peligro de degeneración que suposne tocar poder, tales como la limitación de los sueldos a no más de tres veces el Salario Mínimo Interprofesional, la prohibición de sumar cargos y sueldos, y un máximo de tiempo de dedicación, que va de una a dos legislaturas según el partido y el espacio electoral.

En los movimientos, desde que tantos activistas sociales se han convertido en regidores y alcaldesas, corre el bulo que las urnas se han llenado a costa de vaciar las calles. Y es verdad que el activismo social ha disminuido en lo que respecta estrictamente a movimientos sociales, pero esa tendencia se había dado antes también y no era atribuible a la institucionalización, porque no existía, sino a reflujos que se dan en los movimientos sociales cada cierto tiempo. Además, la limitación del tiempo de los cargos públicos debería frenar esta posibilidad ya que las activistas vuelven a la calle después de su paso por la institución siempre, al menos hasta este momento.

Esa participación en la institución ha tenido muy diversas formas y colores, muchas veces difíciles de gestionar por los ‘tempos’ completamente diferentes entre un espacio y el otro, entre las decisiones por representación y mayoría de las instituciones y las decisiones asamblearias y participadas de los movimientos, por ejemplo. En algunos casos, el paso por la institución ha llevado a conocer más a fondo el papel de ésta en los procesos de corrupción política y ha facilitado su posterior denuncia; sería el caso de Reus y del regidor David Vidal que desmontó una trama de corrupción conocida como “caso Innova” en la cual están investigados un número importante de exregidores, empresarios y gestores de la ciudad de Reus.

Desde partidos de gobierno como Barcelona en Comú se han establecido cambios con perspectiva a largo término como la reestructuración de la que hasta ahora era la fábrica de creación de “emprendedores” Barcelona Activa, dotándola de un programa transveral de promoción del cooperativismo y de la economía social y solidaria. A la vez, el mismo gobierno local se ha visto superado por conductas violentas pero legales ejercidas por sectores de la Guàrdia Urbana de Barcelona, como en la persecución de los manteros, en que Barcelona en Comú ha pasado a justificar la persecución de los más pobres mientras la CUP defendía su derecho a trabajar vendiendo en la calle a pesar de las ordenanzas que lo impiden. Mientras esto ocurría, el gobierno local ha visto como la especulación urbanística a partir de la subida estratosférica del precio de los alquileres volvía a mostrarse como casi impossible de controlar des de el propio ayuntamiento.

Barcelona ejemplifica mejor que ningún otro espacio los problemas que tener la institución pero no el poder puede conllevar. La insuficiente victoria de Barcelona en Comú, que ganó las Elecciones però no es mayoritario en el Pleno Municipal y la necesidad de estabilidad llevó a Colau a pactar con el PSC, un partido que unos meses antes ella misma había calificado de “mafia”, y a no poder aplicar un programa que en algunas de sus partes se crea mientras se desarrolla.

En localidades mucho más pequeñas, el acceso de la CUP a la alcaldía de un municipio como Els Guiamets (en la comarca del Priorat) ha llevado este municipio a desengancharse de la eléctrica Endesa y apostar a nivel municipal por el cooperativismo eléctrico que representa una propuesta 100% renovable como la cooperativa eléctrica Som Energia.

Mientras tanto, la CUP en el Parlament se vio obligada, por el contexto electoral y entrampada por el proceso independentista en que coincide con el partido ganador de las últimas elecciones autonómicas, Juntas pel Sí (formado por Esquerra Republicana, los restos del partido de Pujol CDC y diversas personalidades independientes), a votar a favor de la investidura del actual presidente de Catalunya, Carles Puigdemont, después de conseguir echar al sucesor de Pujol, Artur Mas, y de votar que no a la aprovación de los primeros presupuestos de Junts pel Sí, denunciados como claramente recortadores. El desgaste mediático que la CUP experimentó como consecuencia de su negativa a Mas y a los presupuestos situó la organización al borde del colapso y llevó a su cabeza de lista por Barcelona, Antonio Baños, a dimitir.

En este ensayo de participación parlamentaria, ¿qué ha conseguido la CUP? Pues no demasiado cosa a parte de facilitar la visualización de diversas luchas sociales, otras estéticas y maneras de hacer. Sí que el Parlament ha aprovado una ley pionera a nivel europeo contra la violencia ejercida hacia personas LGTBI i ha conseguido aprobar una ley de emergencia social (la Ley 24/2015), inmediatamente suspendida en una parte importante de su articulado por el Tribunal Constitucional, sobre todo en los artículos relacionados con la emergencia habitacional y los desahucios, por lo que la Ley es conocida como “la Ley de la PAH”. ¿Tendríamos estas iniciativas sin la CUP en el Parlament? Pues no lo sabemos pero Catalunya Sí Que Es Pot, la marca electoral del entorno de ICV, Comuns y Podemos, incluye una buen número, también, de activistas sociales en sus filas que podrían haberla propuesto, además de miembros de la izquierda amaestrada de siempre; y ERC a veces puede dar algunas sorpresas. Ahora bien, ¿el esfuerzo desinteresado de miles de persones luchando por la transformación social se ha de destinar, tanto durante las elecciones como después, a tener una plaza o diez en el Parlament? Pues aquí es donde se encuentra el centro de debate de la cuestión.

Pienso, luego insisto
Algunas de las ideas del anarquista inglés Collin Ward pueden ayudarnos a clarificar situaciones y a tomar partido por una opción o por la otra, al menos a mí. Ward decía que una revolución debe de valorarse ‘a posteriori’ a partir de los espacios de autonomía que ha generado o que ha conseguido producir, de los espacios autonomía que no sean ni estado ni mercado. Y es evidente que desde un parlamento resulta complicado pensar que se puede hacer una revolución, es decir un cambio profundo de las condiciones de dominación hasta acabar con ellas, pero también es cierto que la construcción de una nueva república como consecuencia del proceso independentista catalán puede facilitar mucho las cosas a una mayoría social que, quizás sin reconocerse en el anticapitalismo que propone la CUP o ciertos sectores de En Comú, practiquen una decidida defensa de los derechos sociales básicos universales como sanidad, educación, vivienda, etc. Y aquí el papel de la CUP puede ser determinante para que el nuevo espacio estatal nazca más a la izquierda de lo que nacería si la CUP no estuviese. ¿Es esa razón suficiente para hacer el esfuerzo que estamos haciendo? Si lo logramos creo que sí, a pesar de las grandes contradicciones que esto puede llevar aparejadas, ya que en estos momentos no hay garantía absoluta ni relativa de que esto sea así. Pienso, pero, que es un riesgo que hemos de correr e intentar no morir en el intento.

Desde la institución, y como consecuencia del enfoque constante a qué los medios la someten, sí que se pueden propagandizar luchas, intentar aprovar leyes y normas más sociales e inclusivas, explicar y denunciar corrupciones y malversaciones de dineros públicos, ayudar a quien más sufre, pero poco me parece a mí que, ni aún teniendo una mayoría cómoda para gobernar, una situación que ahora sólo se da en casos excepcionales y siempre sometidos a marcos cerrados superiores, se pueda transformar el mundo desde una poltrona cualquiera. Los objetivos, si son más pequeñitos, no aparecen como inalcanzables o situados en la estratosfera, donde, tal com también decía Ward, lo único que acaban produciendo es frustración por la imposibilidad de conseguirlos. Y es por eso que la institución creo que debe ser vista más como un possible apoyo a las luchas, aunque suene así de mal, que no como el espacio donde ejercer la transformación realmente revolucionaria.

En el nivel municipal, está claro que se pueden cambiar cosas, aunque no tantas como decimos en nuestras proclamas. Y digo que no tantas porque el municipal es un ámbito institucional, en el Estado español, sumiso por ley (LRSAL se llama la ley) a las políticas de contención del gasto escritas des de la Unión Europea y asumidas por la Constitución Española. En los parlamentos, pienso que podemos estar si nos autocontrolamos, no nos destrozamos contra el pavimento de forma imprudente en las caídas que produce la institucion y si sabemos qué vamos a hacer. En Catalunya, hoy, tenemos delante una grieta que podemos ampliar y hacer más y más grande. Es la grieta que supondría la independencia de Catalunya, la ruptura del Estado español, la creación de un nuevo marco y el proceso constituyente posterior, pero para que esto se dé hace falta estar y a la vez conseguir, mediante la movilización, que todo este proceso sea realmente popular, desde abajo. No es fácil pero sí posible. Este marco no se puede romper y ampliar sin unas luchas sociales amplias y constantes, que ahora no tenemos, imbricadas en la sociedad que desean transformar y teniendo claro que los dueños de todo, los ladrones de vida que acumulan posesiones, nunca abandonan ninguna de sus propiedades sin plantar batalla. Aún así, es posible plantarles cara y yo diría que incluso necesario.

En cualquiera de los casos, pasados los años pactados de paso por lo que David Fernández llamada acertadamente Matrix, las personas que nos ofrecimos para ser quemadas en el fuego de la institución debemos abandonarla tal como llegamos a ella o más pobres si cabe para continuar la lucha en la calle. Ésta tiene que mantenerse crítica con la institución siempre, incluso con la que teóricamente podamos controlar, construyendo espacios de autonomía que no pasen por ella, tal como se ha hecho siempre que vivir ha valido la pena. Mejorar o intentar mejorar las condiciones de explotación puede ser una gran tarea a desarrollar pero desaparecer entre burocracia y medias tintas para acabar reproduciendo discursos y prácticas de poder es un peligro real que no podemos obviar ni olvidar. Pueblo somos y al pueblo debemos volver y, sobre todo, no morir en el intento porque, tal como decía el poeta Joan Maragall, abuelo del presidente Pasqual, “Dins de les venes, vida és la sang, vida pels d’ara i pels que vindran; vessada, és morta.”1 Y la lucha es larga, el pasillo estrecho y los agoreros de la muerte como único horizonte posible acechan y a veces se reproducen incluso entre nosotras mismas.

Libros interesantes de leer:
-Xavier Díez: “Anatomia d’una rurptura. Espanya, Catalunya, 1975-2014”, Edicions El Jonc, Lleida, 2015.
-Antonio Baños: “La rebel·lió catalana. Notícia d’una república independent”. Edicions 62, La Butxaca. Barcelona, 2013.
-Diverses autores: “L’aposta municipalista. De les bullangues a les lluites actuals pels municipìs lliures a Catalunya”. Virus Editorial. Barcelona, 2015.
-Enrique Leiva, Ivan Miró i Xavier Urbano: “De la protesta al contrapoder. Nous protagonisme socials en la Barcelona metropolitana”. Virus Editorial. Barcelona, 2007.
-David Fernández: “Foc a la barraca”. Editorial Lo Diable Gros. Tarragona, 2013.
-Diverses autores: dossiers de Crític “Procés” i “Vell i nou”. Barcelona, 2014 i 2015.

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