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El bloc personal de José Manuel Almerich

11 de juny de 2010
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LA SIERRA DE IRTA

Nuestra última montaña litoral

A veces, lo auténtico está tan cerca que resulta difícil verlo. Los pinos azotados por viento y quemados por la sal, adoptan formas extrañas y sobreviven sólo para darnos sombra y descanso mientras escuchamos el murmullo de las olas que rompen a nuestros pies.

Resulta difícil imaginar un lugar junto al Mediterráneo libre de edificaciones. Un lugar donde las ásperas tierras de secano, algarrobos, olivos y pinos azotados por el viento, campos abandonados y caminos polvorientos lleguen hasta la misma orilla del mar. Un lugar donde pequeñas calas y playas solitarias reflejan montañas difusas abancaladas hasta su cumbre. No, no estamos hablando de ninguna isla del Egeo, ni tan siquiera de la cercana Menorca, sino de la sierra de Irta, nuestra última montaña litoral.

Al norte de Castellón y muy cerca de la ciudad fortificada de Peñíscola, la sierra de Irta es la última franja que queda libre de edificaciones desde Francia hasta Andalucía, la última oportunidad que tuvimos los valencianos de mantener intacta la costa igual que cuando llegaron, hace más de tres mil años, los primeros fenicios. Veinte kilómetros de costa virgen donde la especulación apenas le dío unos unos zarpazos y donde el irreversible parapeto de hormigón frente al mar, jamás llegó a ser construido.

Este paraje, declarado por la Generalitat Valenciana Parque Natural en julio de 2002, es una verdadera joya natural y paisajística, un verdadero milagro que haya llegado a nuestros días, un lugar donde la naturaleza mediterránea se muestra tal y como es, sencilla, cautivadora, impresionante.

Situada entre los términos de Peñíscola y Alcalá de Xivert, la sierra de Irta es una alienación montañosa orientada de norte a sur y paralela a la costa perteneciente de lleno a la Cordillera Costero-Catalana. Su constitución caliza, aparentemente compacta, se divide en dos formaciones alargadas  y separadas por sendos valles donde aparece el valle de Estopet, abierto hacia el sur, i el pla del Senyor donde se encuentra, junto a un manantial, una antigua masía rodeada de olivos centenarios. Estas pequeñas depresiones, aprovechadas para el cultivo, quedan enmarcadas por laderas roturadas en terrazas y soportadas por largos muros de piedra seca. Fruto de siglos y siglos de esfuerzo humano, generación tras generación, se fue levantando un paisaje en graderías que, como inmensos anfiteatros, a veces también se asoman al mar.

Un despoblado de origen morisco, Hirta, da nombre a la sierra. Una torre de guaita protege la costa y dos castillos templarios vigilan los pasos estratégicos. Entre ellos, restos de corrales, aljibes, pozos, norias, casas abandonadas de carabineros y ermitas destacan sobre el manto verde y sediento de la coscoja  mientras el azul del mar se extiende, infinito, hasta quedar roto por la confusa silueta de las islas Columbretes.

A lo largo de la historia la sierra ha sufrido los embates del hombre y del fuego. Hasta los años cincuenta todo era reversible, recuperable. Pero las grandes amenazas siguieron planeando como buitres sobre nuestra geografía virginal que ha sido, ni más ni menos que el origen de nuestra cultura. Una central nuclear, un campamento internacional, alguno de los  grandes parques temáticos y decenas de proyectos urbanizadores intentaron sin éxito engullirse, como han hecho en otros lugares, la esencia del territorio valenciano. Mientras la carcoma del cemento ha roído hasta la catástrofe absoluta, la delgada y frágil belleza litoral, derrochar lo más preciado de nuestro patrimonio natural en Irta, hubiese desbordado incluso la codicia más perversa. Cuando veáis las fotos que os adjunto entenderéis el porqué, y entenderéis como hubiese quedado justificada cualquier acción por tal de defender este paisaje para las generaciones venideras.

A veces, lo más auténtico está tan cerca que resulta difícil verlo.
Afortunadamente, todavía estamos a tiempo de recorrer su colada litoral a pie o en bici, entre muros de piedra y dunas colonizadas por lentiscos y  acebuches. Los pinos inclinados por la fuerza del viento y quemados por la sal, adoptan formas extrañas y sobreviven sólo para darnos sombra y descanso mientras escuchamos el murmullo de las olas que rompen a nuestros pies.

Partid temprano, muy temprano. Cuando el sol comience a proyectar su sombra sobre el volcán de la illa Grossa es el momento de comenzar y recorrer, andando sus caminos de herradura. Así, cuando el calor apriete ya estaremos en cualquiera de las calas de Irta, Mundina, el Pebret o la platja del Russo disfrutando del frescor de sus aguas transparentes.

Tanto Peñíscola como Alcossebre pueden ser nuestro punto de partida, y no olvidéis, al final del día,  probar el pescado fresco que traen de vuelta sus barcas, poco antes del atardeder.

Hace quince años me involucré mucho en la defensa de este trozo de costa virgen. No era capaz de entender que se cuestionase su futuro, en el cual estaba incluido el nuestro. Fue caballo de batalla entre políticos y construir o no construir, no tenía aquí más alternativa que destrucción o conservación. Conservar o no, uno de los enclaves biológicos de mayor importancia paisajística de todo el Mediterráneo peninsular. Hoy todo parece sencillo y la protesta social hubiese detenido cualquier iniciativa especulativa, pero hace quince años el desconocimiento que teníamos sobre este paraje, era casi verdaderamente suicida.

Hace apenas unos días volvimos a recorrer la sierra a pie. Hacía calor pero era todavía soportable,  la temperatura justa para caminar sin pasarlo mal, y refrescarse luego en las templadas aguas del mar .Tras rebasar el collado previo al mas y la font del Senyor, el camino estrecho y todavía empedrado, se convirtió en un trayecto fantástico e inolvidable hasta que volvimos siguiendo la linea de los acantilados. Sin nada que nos recordase la cercanía de núcleos habitados, nos sentimos por unas horas seres privilegiados, únicos viajeros en un paisaje arrebatador, ancestral, insólito en nuestro litoral,  solitario en invierno,  pero acosado en verano por su propia belleza.

No perdáis la oportunidad de conocerlo

José Manuel Almerich

los libros de almerich

BTT en la Comunitat Valenciana

www.almerich.net

 

  1. Me emociona este tío.  ( programa en Canal9, libros, viajes, conferencias, etc.  pinchar internet con su nombre y enteraros los no valencianos)
     
    Mi vida, malgastada en estress, ventas, catálogos y (..ay! ) balances, tiene poco en común y mucho que envidiarle.
     
    Me sorprende que aún cuente conmigo cuando me invita a alguna de sus aventuras.  Le miento y le digo: “es que no tengo tiempoooo”.

    Me parece que no sabe qué tipo de especímen estoy hecho ( raro, uraño y puñetero son algunas calificaciones que he oido a compis más cercanos)
    (cabrones!)
     
    Incluso es un fotógrafo buenísimo.  (ved las fotos en el link de abajo)
    Incluso mejor que yo! (será mamón!)
     
    Por una vez le hice caso.  Recorrí con mi hijo la sierra de IRTA.  No lo olvidaré. No me creí que estaba en España, y que me había trasladado a lo que sería esto hace 200 años. Me dejó tan impresionado que no he querido volver, porque nunca segundas partes… etc. y por si aquello ha empeorado. Pero me dice que no. Que incluso está mejor que antes. Que hoy es parque natural, (en parte por sus gestiones) y que está mejor que nunca. 
    Os lo recomiendo.
     
    Y ya está bien que me estoy poniendo serio, empiezo a hacer “pucheritos”, y el curro espera.
     

  2. Bonica crònica i boniques fotos. Ara fa 15 anys, quan erem a Alzira i teniem un poc més de cabell, començarem junts a fer excursions.
    Recorde que ja estaves preparant el primer llibre, el de la Caixa de Carlet, i em passaves manuscrits per a que et donara l’opinió.

    En un d’ells parlaves de la Serra d’Irta, igual com comences esta crònica, i a mi allò em semblava un altre món, tan a prop i tan desconegut. Una gran part de culpa de que hui es conserve tal com és, com a parc natural i per a que la puguen gaudir els nostres fills es gràcies al teu esforç.

    Des d’aleshores he recorregut amb tu molts dels paratges esmentats als teus llibres; des d’el Jinquer fins el Benicadell;  des de la Vall de Gallinera fins les neveres de la Serra Mariola; des del Camí de les Jovades fins al barranc de la Mosquera.

    I és que quinze anys donen per a molt. Allò més recent ha estat l’interés que m’has despertat en el tema de l’expulsió dels moriscos. Al grupet que ve amb mi els caps de setmana l’ he portat recentment a la Queirola, a l’Atzuvieta, a la vall de Laguar o a Benirrama. Per cert, a Lluïsa la vaig dur fa uns dies a Capaimona.

    He rescatat d’Internet un text de “Els mallorquins a les parròquies de Pego, Alcalà i Patrò”:

    “B 19-8-1610: Antoni Arbona, fill d’Antoni Arbona i Antonina Vicens, padrins Gabriel Vicens  i Catarina Cortella de Vcicens, naturals de la isla de Mallorca i habitadors en la vall de Gallinera”.   
    *la B és bateig.

    Igual per això em tira tant!

    Angel Arbona

  3. El dilluns 19 de juliol del 2010 venía de fer el meu primer viatge llarg amb la bicicleta. Tenía marcat el repte de vindre des de Barcelona a casa (manises) amb la bici i les alforjes, que perc cert ho vaig aconseguir feliçment.

    Com deia, el dilluns 19 eixint de Peñíscola tocava segons la meua ruta passar per la Serra d’Irta. Eren ja prop de la una de la vesprada, no era ja una hora molt aconsellable però tenía que fer-ho, portava algo de menjar i molt aigua i per supost hem vaig atrevir a anar-hi.

    al principi matexi hi havien uns obrers amb unes formigoneres molt grans pavimentant alguna part del camí, no vaig a entrar ara en sí està bé o mal aquets tipus d’intervencions malgrat que a mi me pareix més mal que altra cosa. Però el cert és que el camí es una passada. Sempre o quasi amb la mar a la vista, una mar que trenca contra uns penyasegats imposibles i raros de vore en les nostres terres. Olor a pi, olor a mar i moltes altres olors de plantes més o menys aromàtiques que sóc incapaç d’identificar.

    És una delicia el paisatge, la mar, els penyasegats i les caletes, algunes ja amb visos de quedar humanitzades encara que en la mínima expressió per exemple a l’altura de la Casa de los Carabanieros.

    Anava en la meua bici híbrida de rodes 700X35C. Potser no és la millor opció de roda per anar-hi per llocs com aquets pero cap problema, el pas per la Serra d’Irta genial i sense problemes técnics ni macànics, pero… buf que sempre hi haun pero! “Molta pols en alguns indrets”

    I d’on vé tanta pols? Doncs en l’últim tram pel pas de camions d’unes obres que estan fent en el que sembla un alberg o espai recreatiu hostaler ja quasi al final. Bò, si es una area recreativa que puga donar serveis al parc doncs tampoc ho criticaré massa. ¿pero i la pols d’abans? Senzillament la propudeixen el pas de molt cotxes (especialment todoterrrenos) de gent que va a passar una estoneta a les moltes caletes que hi han al parc.

    Jo anava tan agust amb la meua bici (que jo crec que per la velocitat a la que jo viatge no hi puc alçar ni un gram de pols, però quan venía de cara un vehícle, deixava un contundent núvol de pols que per l’hora o pel poc de vent que feia eixe dia tardava molt en desfer-se. Total que la bici, les alforjes i jo 8pulmons incluints) acabarem coberts d’un polsim blanquinós queno estava previst. Però bó, açò que va ser fàcilment arreglaba quan vaig arribar a Oropesa, no tindría tanfàcil arreglo sobre les plantes, els arbres de vora camí en la propia Serra d’Irta. A un costat i a l’altre del camí, semblava que passara a prop d’una de les cimenteres de Bunyol, tot blanquinós, tot polsós. Donava llàstima.

    ¿Caldrá llimitar el pas dels vehícles a motor? ¿O les autoritats acabaran per pavimentar tot el traçat amb esta excusa de la pols? Per supost que un pavimentat amb asfalto acabaría amb la situació i la gent podría anar encara més cómodament a les cales. Amb això que jo considere que sería un crimen, augmentaría el tràfic de coches, s’acabaria el silenci, la pau de tot el camí.

    Pense, que amb llimitar el pas del vehícles a motor sobraría. Hi han moltes platges, cales obertes ben comunicades no tan lluny del parc i ójala quedara el tràfic de cotxes tancat (sols emergències, manteniment i vigilància) i que camimants i ciclistes puguerem passar pel parc.

    Vaig fer el camí baix un sol de justícia i no m’empenedisc, però si que vaig despotricar prou de la pols i dels cotxes que al final me van fer apretar a ciclar més depresa per aquell infern de pols.

    Hi haurà alguna solució?

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