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El bloc personal de José Manuel Almerich

21 de novembre de 2009
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3 comentaris

LA SERRA GELADA

Mientras dejas atrás el pequeño Manhattan, te vas adentrando en la sierra y no sin poco esfuerzo, remontas las bruscas laderas de piedra descarnada. 

José Manuel Almerich

El día nos acompañó, pero no la luz. En un lugar donde los matices y el contraste son tan importantes, no tuvimos esa suerte hasta bien entrada la tarde. Aún así, la inmensidad del mar en este pequeño tramo de costa llegó a alcanzar miles de tonalidades plateadas cuyo horizonte se confundía con el cielo, también gris. Los delfines mulares, habituales en la bahía, tampoco se dejaron ver.
 
Hacía frío en Benidorm. Tras el desayuno en la playa de Levante observas a la gente y la dinámica de esta ciudad que cada vez me sorprende más. No hay límites de altura, ni tampoco de actitudes. Al igual que Panamá, Río de Janeiro o Londres,  a quien supera en número de plazas hoteleras, e incluso han compartido parte de su arquitectura, cada uno va y viene sin llamar la atención aunque se vista de la forma más extravagante. Todos tienen cabida, y todos se sienten bien. Como única ciudad turística como tal, en estos momentos la primera fuente de ingresos de la Comunidad Valenciana, a Benidorm hay que verlo como es: como una industria que genera trabajo y riqueza, donde todo está concentrado. Desde este punto de vista, vas a lo que vas, sin importarte nada ni nadie. Con todos los servicios, la sostenibilidad de esta macrociudad es mayor que las cientos de urbanizaciones dispersas, y tremendamente impactantes, que escalan las montañas de la marina. Protegida de los vientos por el Puig Campana, Aitana, Bernia y la Serra Gelada, sin problemas de agua, y orientada totalmente al sur, Benidorm sólo pudo construirse y crecer allí , y mientras caminas por las cumbres nevadas mil cuatrocientos metros por encima, observas, a muy poca distancia, a los ciudadanos del norte de Europa bañándose en sus playas. 
 
La Serra Gelada es una isla de exhuberancia entre la playa de l`Albir y la populosa Benidorm. Una reserva  milagrosamente conservada entre la vorágine constructiva y las urbanizaciones de Altea y Alfás del Pi. Mientras dejas atrás al pequeño Manhattan, te vas adentrando en la sierra, y no sin poco esfuerzo, remontas las bruscas laderas de piedra descarnada.
 
Aquí os envío unas fotos del fin de semana. No son como me hubiera gustado; la luz es más Báltica que Mediterránea y el mar y el cielo se diluyen como si alguien hubiese borrado el horizonte. Al fondo, unas nubes dispersas intuyen la presencia de la cercana Ibiza y tan sólo a momentos, se puede divisar su costa. La dificultad de algunos tramos  requiere un esfuerzo añadido, ya que algunas paredes precisan pequeños pasos de escalada. La panorámica en cualquiera de sus tramos no ofrece dudas de orientación y mires donde mires, ocres, azules y verdes compensan con creces la perseverancia del sendero que discurre, decidido, junto a las expuestos acantilados que se desploman en caída libre, mas de cuatrocientos metros en vertical.
 
Seis horas fueron necesarias para recorrerla. Alguna vez la he realizado en tres, pero el grupo era numeroso. No apta para sensibles a emociones fuertes, la Serra Gelada sorprende por su aislamiento y su relativa soledad. Andrés nos habló del Corso y sus fechorías, de piratas, galeras y velámenes, de botines, asaltos y batallas perdidas. Yo me centré en el paisaje y su peculiar vegetación. Hasta los años cincuenta en la bahía de Benidorm se conservaba una almadraba. Era paso de atunes hasta que éstos, acosados, cambiaron sus rutas migratorias. En la Punta Bombarda quedan restos de una antigua mina de hierro con sus instalaciones oxidadas por el mar y semiocultas por las maquias litorales. Desde el final de la playa de l`Albir, un delicioso paseo ideal para ir en bici o acompañados de los más pequeños, nos lleva entre calas y acantilados  hasta el faro, que como todos los faros, entraña nostalgia y fascinación. Ifach destaca, a lo lejos, semioculto entre la bruma. Nos indica, con destellos, que no todo está perdido.

Ver imágenes de la Serra Gelada

                                               www.almerich.net

  1. Toda una aventura, junto a un montón de amigos, algo especial.
    gracias a tí, Andrés, por tus charlas, no sin decirte que a a veces largas, pero a mí me llegan (los Corsos, los  piratas, las galeras) el entorno ideal.
    bueno, Jose Manuel espero que nos volvamos a ver en otra aventura, como decimos la gente que no estamos  acostumbradas a caminatas tan espectaculares como fue esta 
    Chao, y yo me apunto al cafe en la otra excursión

  2. Jose-Manuel:

    No creo que se me olvide nunca la Serra Gelada.
    Pasamos un día maravilloso en todos los sentidos, como nos dijo Javi en el autobús de vuelta,
    “cada vez que pasemos por allí y la miremos, ya no será lo mismo”.

    Un abrazo

    José Antonio Asturiano

  3. Ya llevo tres travesías de esta sierra y cada vez descubro matices nuevos. Siempre me sorprende, y yo me sorprendo deseando ir cada vez que tengo ocasión, pese al esfuerzo. Estoy absolutamente de acuerdo con tu visión del paisaje y sus contrastes. El post es magnífico y los fotos maravillosas, la falta luz se compensa con la “sensibilidad” y cariño por este paraje. Gracias José Manuel.

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